PERDONAR ES LIMPIAR LOS DESECHOS QUE OTRA
PERSONA DEJÓ EN NOSOTROS
Perdonar, se
dice tan sencillo y a veces cuesta tanto trabajo, puede resultar una ardua
labor, con todo y que sepamos qué es lo mejor para nosotros, que somos los
mayores beneficiados, que nos liberaremos de sentimientos negativos que podemos
sustituir por positivos… Pero cuánto trabajo nos puede costar perdonar
realmente, de corazón…
Cuando
sentimos que alguien nos ha lastimado, cuando han lastimado a alguien que
queremos, cuando presenciamos o vivimos injusticias, cuando somos traicionados,
cuando nuestro corazón se entristece y se arruga como una pasa por que alguien
lo desvaloró, maltrató o realizó cualquier acto donde nos sentimos vulnerados,
se genera en nosotros de forma casi inevitable un sentimiento de rencor, de
dolor al recordar, de impotencia o de culpa.
Debemos
hacer un esfuerzo del tamaño necesario para no cargar con ese peso a nuestras
espaldas, el perdonar de corazón nos libera, nos permite soltar algo que nos
hace daño, algo que nos pone en sintonía con el dolor. Perdonar no significa hacer las paces con quien sentimos que nos ha
agredido, tampoco es restarle importancia a eso que nos lastimó. Es reacomodar
nuestros sentimientos en pro de nuestro bienestar, es darnos mayor importancia
a nosotros que a nuestro agresor.
Perdonar es
amarnos más a nosotros de lo que despierta en nuestro ser el recuerdo de lo que
nos lastima. Perdonar es aceptar lo que ocurrió, no podemos cambiar el pasado,
solo podemos cambiar cómo lo revivimos en nuestra memoria, poder sanarnos nos
permitirá ser más fuertes, ser más conocedores de nosotros mismos y sobre todo
protectores.
Esperar una
disculpa o un cambio de actitud por parte de quien nos ha lastimado o ha hecho
algo que ante nuestros ojos amerite ser perdonado, es darle el poder a otro
sobre nuestro estado emocional, probablemente esa disculpa no llegue,
probablemente esa persona ni siquiera tenga conocimiento de lo que ha generado
en nosotros o bien pueda que jamás cambie. Pero es nuestra responsabilidad y
nuestro derecho liberar nuestra mente del dolor, aunque nada alrededor cambie.
Ver las
cosas tal y cómo son, aceptar y dejar ir son las tres claves para romper esas
cadenas. Nada puede cambiar aquello que vivimos, aunque devolvamos una acción,
aunque utilicemos la venganza, inclusive si la otra persona se disculpa o en el
peor escenario, dejar de existir en este plano, eso no cambiará lo que vivimos…
Lo mejor es aceptar y dejar ir todo pensamiento de dolor… Ya pasó, no podemos
hacer más.
Dejemos que
el universo aplique sus respectivas leyes, pero sin estar a la expectativa,
todo ocurre por una razón, todo lo que vivimos son lecciones, TODOS nosotros,
inclusive nuestro agresor, estamos en medio de un proceso de aprendizaje. Hay
una ley de causa y efecto y sin nosotros ocupar nuestros pensamientos y
sentimientos en algo o alguien, muy probablemente veamos un claro escenario a
futuro. Lo importante es que no nos dejemos amarrar nuestro corazón, porque
allí estamos permitiendo que nos lastimen permanentemente y eso podría
catalogarse como la peor de las agresiones y solo sería nuestra
responsabilidad.
“Perdona a todos y
perdónate a ti mismo, no hay liberación más grande que el perdón; no hay nada
como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza, y por lo tanto para el
cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica (agotadora y vana
tarea), que te hace juez y cómplice de lo que te disgusta”.
–Facundo Cabral
No hay comentarios:
Publicar un comentario