sábado, 30 de abril de 2016

AUTOENGAÑO: MENTIRAS QUE NOS SOSTIENEN

Todos, de alguna forma u otra estamos familiarizados con las mentiras. Habrá algunos más valientes que sean capaces de admitir que mienten; otros en cambio, parecen querer librarse de esta condena.

Lo cierto es que, ¿quién no se ha contado una mentira a sí mismo? Quizás, todavía es demasiado pronto para que te des cuenta… Reflexionemos sobre ello.

“La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente sano”
-Nietzsche-

El engaño como compañero de vida

El engaño o la mentira son inherentes a la vida en todos sus aspectos. Hasta la naturaleza lo utiliza como recurso, piensa en los virus que son capaces de engañar a nuestro sistema inmunitario para entrar en nuestro cuerpo o el baile de confusiones y mentiras entre depredadores y presas, con tal de conseguir cada uno de ellos su objetivo: su supervivencia. Pero, ¿qué hay de nosotros?

Más allá de las mentiras revestidas de alguna intención para conseguir algo concreto, existen esas clases de mentiras que son capaces de sostenernos durante un tiempo o incluso toda la vida. Son mentiras elaboradas para esquivar la realidad y tienen como refugio a la inconsciencia.

Dostoyevski escribía en “Memoria del subsuelo“:

“Todo ser humano tiene algunos recuerdos que solo contaría a sus mejores amigos. De la misma manera, también podríamos decir que todo ser humano tiene preocupaciones que ni siquiera contaría a sus mejores amigos sino tan solo a sí mismo y, aún así, lo haría en el mayor de los secretos. Pero, además existen cosas que uno ni siquiera se atreve a contarse a sí mismo. Hasta los más honrados de los hombres tienen una buena cantidad de esa clase de pensamientos almacenados en algún rincón de su mente".

Nadie está libre del autoengaño

En el autoengaño es importante el lenguaje, además de la consciencia. Pues, aunque en realidad no deja de ser lo que es, teniendo en cuenta que cada uno construimos la nuestra, es a través del lenguaje como la realidad se describe y se transmite. Además, para nosotros, al final no deja de ser un reflejo de cómo nos la contamos.

Teniendo en cuenta que las personas tenemos una gran capacidad para crear creencias sesgadas en todos los ámbitos de nuestra vida, ¿quién se libra de las suposiciones o confabulaciones?

Somos víctimas de nuestras propias trampas para sobrevivir en nuestro día a día

Mentiras para esquivar la realidad

Existe todo un entramado de mentiras que nos sostienen y que, en ocasiones, son las esposas o los grilletes que nos atan a determinadas situaciones sin que nos demos cuenta, son las culpables de que muchas veces tengamos la sensación de que, hagamos lo que hagamos, no avanzamos.

“La verdad tiene estructura de ficción”
-Jacques Lacan-

Cuando la fuerza de los hechos se torna brutal o amenazante, a veces el temor al sufrimiento hace que intentemos esquivar la realidad, bloqueando nuestra atención y autoengañándonos. Así, rellenamos esos espacios vacíos con explicaciones, imaginaciones o fantasías, de manera automática. De ahí el popular refrán “Ojos que no ven, corazón que no siente“.

De esta manera, si no veo, si no me percato de lo que sucede, el peligro disminuye, mi ansiedad se calma y me permito continuar. Los hechos han sido ignorados y hemos modificado el significado de la experiencia. La mentira está presente, pero sin darnos cuenta, oculta tras los silencios, las justificaciones, las negaciones y los castillos de cristales construidos.

La impostura se mantiene gracias al poder de nuestra atención selectiva para ocultar, transfigurar y difuminar las verdades dolorosas, reelaborando un disfraz más aceptable para nosotros.

Un disfraz que nos recuerda al “falso self” de Winnicott, en el cual la mentira se considera parte del desarrollo natural de la identidad del ser humano, desde la temprana infancia. Disfraz que permite mitigar la angustia y el sufrimiento generados por las expectativas que los padres depositan en sus hijos y ante las que éstos no llegan, renegándose a sí mismos, para finalmente llegar a construir su personaje de acuerdo al ideal que sus padres han establecido.

El autoengaño en el día a día

El autoengaño también puede generarse para llegar a cumplir nuestras propias expectativas o las de los demás; también por el simple hecho de no querer ver lo que nos sucede o sentir lo que sentimos, como una manera de justificarnos.

Ocurre en relación a las relaciones de pareja cuando, por ejemplo, no queremos darnos cuenta de que la situación es insostenible o nuestros sentimientos no son los mismos o en las adicciones, cuando la persona cree controlar su consumo; en las relaciones sociales y políticas…

El autoengaño es una importante defensa que tenemos ante las amenazas de peligros, que se erige como una armadura que nos protege de las experiencias que nos resultan difíciles de asimilar, una coraza del carácter como Willhelm Reich lo llamaba. Un escudo tras el cual se encuentra el yo, que utiliza para protegerse de la ansiedad en su tránsito por un mundo que a veces, es categorizado como hostil.

Así, cuanto mejor nos engañamos a nosotros mismos, mejor engañaremos a los demás. Pues la mejor manera de esconder un engaño profundamente es no siendo consciente de él.

Los efectos del autoengaño

El autoengaño puede tener efectos diversos y, en ocasiones, un coste muy alto. En estos casos, el mundo de la persona se encuentra fragmentado ya que la información que se obvia e ignora se encuentra en el inconsciente, quedando suplantada por la mentira de la consciencia.

Así, como Daniel Goleman afirma en su libro “El punto ciego”, el primer paso necesario para despertar del autoengaño consiste en darnos cuenta de la forma peculiar en la que estamos dormidos. Es decir, barajar la posibilidad de que en algún aspecto de nuestras vidas podemos estar autoengañándonos primero, para luego poder adentrarnos en la tela de araña que nos hemos construido para escapar de la realidad.

Pues no solemos darnos cuenta de lo que nos desagrada ver y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta… La mayoría de nosotros acordamos un pacto, sin saberlo, con el viejo proverbio árabe:

“No despiertes al esclavo porque quizá está soñando que es libre. Pero el sabio dirá: “¡Despierta al esclavo!” Especialmente si sueña con la libertad. Despiértenlo y háganle ver que es un esclavo; solo mediante esa conciencia podrá quizá liberarse.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/mentiras-nos-sostienen/


jueves, 28 de abril de 2016

En mi caso, prefiero amar con todas las consecuencias y dar espacio a conocer a la otra persona, es la única manera. Ya se verá después si funciona o no. Pero si de antemano estamos con el freno, es normal que fracase porque inconscientemente, lo estamos atrayendo.

POR QUÉ HOY EN DÍA YA QUEREMOS MARCHARNOS ANTES DE EMPEZAR LAS RELACIONES

Ahora todos los amoríos son fugaces.

Algunas historias de amor no tienen un final feliz pero tampoco son tristes. Algunas historias de amor son, sencillamente cortas. El amor en síntesis, el amor fugaz o el amor esquemático que no le resta pasión, ni intensidad ni importancia a una historia. Una vez nos contaron esta historia de amor corta, que duró el tiempo que dura un beso. Y este parece ser el sino de las relaciones actualmente.

Sólo procuramos un acercamiento y triunfamos con un beso, que acaba en despedida acelerada por ser poco valientes y no entregar el resto. Huimos de las relaciones, como escapamos de la felicidad bien entendida, de todos esos momentos que crean el puzzle de mil fichas que nos empeñamos en dejar a medias a sabiendas de lo que supone para el alma el reconforte de sentirnos completos y exhaustos, por haber dado el máximo, llenando el corazón y vaciando la tripa. Extasiados.

Nos hemos acostumbrado a vendernos en un beso, negando el resto de nuestra existencia, siendo incapaces de prestar atención al resto de gestos y acciones que completan el círculo. Nos asustamos cuando estamos delante de aquello que nos apetece hacer, compartir o conocer. No nos atrevemos a buscar ese instante, porque sabemos que tan sólo depende de nosotros y es por esto que una vez acabamos, se acabó el amor.

Antes de empezar ya queremos marcharnos y como mucho, sellamos el pacto con besos, besos vacíos. Pero mañana… a otra cosa mariposa que mi vida es mía y la tuya es tuya y no vengas aquí a invadir mi espacio, que no tengo ganas de ponerme en plan drama. Vivimos en la más absurda incoherencia, buscándonos y perdiéndonos. Convirtiendo nuestra vida en un desencuentro bestial, dónde gana quien más miedo tenga, donde pierde quien más ganas de intentarlo muestre.

No nos atrevemos a darnos por si es un espejismo, porque antes que probar lo que es real y asumir mantenerlo, prefieres resignarte en lo conocido y en todo lo viejo, porque no nos queremos lo suficiente, porque no nos tratamos como merecemos y preferimos pactar con el ‘postureo’ evidente de esta sociedad mugrienta y ‘robotizada’. Nos asusta mostrarnos como nos asusta emocionarnos en público, como si mostrarnos humanos fuera signo de debilidad y rareza.

Por esto, te digo que si no te atreves a vender más caro tu amor y la eternidad, déjalo, no hay prisa, limítate a esperar y quemar los días y las horas, haz como los peces muertos que flotan y siguen la corriente. Mientras tanto, yo he decidido que mi próximo amor durará lo que queramos que dure, pero jamás será la eternidad de un beso.


Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-por-que-hoy-en-dia-ya-queremos-marcharnos-antes-de-empezar-las-relaciones-9788


martes, 26 de abril de 2016

LAS EMOCIONES NEGATIVAS TIENEN UNA PARTE POSITIVA


Si hablamos de emociones buenas y emociones malas, les damos una valoración moral que nos impide comprender su razón de ser. Y ésta es una lección inadecuada que aprendemos desde niños. El problema es que cuando pienso que una emoción es mala tiendo a eliminarla, así que me pierdo la posibilidad de aprender lo que tiene para enseñarme, y entonces en lugar de aprovecharla solo la padezco.
Dr. Norberto Levy

Las emociones, al igual que las sensaciones y las percepciones, forman parte del ser humano y está en nuestra naturaleza propia el poder manifestarlas, el problema no lo representan las emociones en sí, como creemos muchas personas, realmente el problema radica en cómo las interpretamos, cómo las manifestamos y cómo las manejamos.

Tendemos entonces a clasificar las emociones positivas de las emociones negativas casi automáticamente; según el Dr. Levy hay tres emociones consideradas básicas y universales, el miedo, la ira y la culpa, más sin embargo, el prototipo de la emoción negativa es la envidia y la más inhibitoria es la vergüenza.

Más allá de estas emociones primarias, sentimos una inmensa cantidad de emociones diariamente y a lo largo de nuestra existencia, que calificamos casi de forma inmediata como negativas, como lo son el miedo, el enojo, la culpa, los celos, entre otras, sin embargo, es importante sacar bien del mal y del mal el menos, por ejemplo, el miedo representa una señal en nuestro sistema, en nuestro cuerpo y en nuestra manera de afrontar las cosas, al igual que un tablero de auto que enciende una luz roja para que no desestimemos que algo está ocurriendo, sin embargo, nos enseñan desde pequeños a olvidar el miedo y nos dicen sencillamente que no es necesario sentirlo, ojalá esta apreciación fuera suficiente para que el miedo desapareciera.

No se trata de dejar de sentir el miedo, sino de poner atención en el presente a aquello que nos está generando esta emoción, buscar su causa y raíz y poder controlar nuestra reacción determinando si realmente puede dañarnos.

El enojo por su parte, deriva de la frustración y básicamente es importante determinar si esta emoción de enojo nos permite resolver la situación o sencillamente solemos transformarla en resentimiento, si ocurre de esta manera, entonces el enojo se convierte en una emoción destructiva, no solo para nosotros mismos sino para los demás, si por su parte el enojo nos permite solucionar una situación determinada, estaremos activando la parte positiva de esta emoción.

La emoción de la culpa tiene que ver directamente con nuestro sentido moral, con nuestros valores y principios, sentir esta emoción nos activa inmediatamente esa autolimitante que tenemos todos los seres humanos y en lugar de convertirla en una sensación autodestructiva para torturarnos, es preferible utilizarla para corregir la acción que hayamos cometido; la culpa puede convertirse en una gran aliada y guía para determinar nuestras acciones.

La envidia, los celos y la vergüenza, son emociones y situaciones universalmente humanas, la envidia nos las produce la constante necesidad que tenemos de comparar nuestra situación a la de los demás y de sentirnos insatisfechos ante algo que no hemos logrado; por su parte los celos, siendo una emoción ante el miedo a la pérdida, es necesario prestar atención al estímulo que lo produce y a la reacción que solemos tener, esto nos permitirá diferenciarlo de un estado normal de celos a un estado patológico; y por último la vergüenza, que representa una especie de pérdida sorpresiva e intensa de la autoestima y por lo general está ligada a la autoexigencia y al perfeccionismo, todas estas emociones pueden convertirse en verdaderas aliadas a nuestra vida y contribuir a nuestro progreso, contribuir a nuestra necesidad de ser cada día mejores personas y mejores seres humanos.

Saquemos bien del mal y del mal el menos y activemos de las emociones que consideramos negativas, esa parte positiva inherente a ellas.


Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-las-emociones-negativas-tienen-una-parte-positiva-12708


domingo, 24 de abril de 2016

LOS PENSAMIENTOS CURAN MÁS QUE LAS MEDICINAS

Reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curar de la energía, mucho más eficaz que los medicamentos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en cuenta lo “alérgicos” que son los científicos a los temas trascendentales. Es doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre. Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como La biología de la creencia y La biología de la transformación.

Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?

Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células.

¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la umedicina?

Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?”¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel!

¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?

Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.

En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil?

No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.


¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.

Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.

He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.

Eso significa que el estrés nos hace enfermar, ¿no?

Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema  inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual.

Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía.

Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?

La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocevo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.

Y eso enlaza con la física cuántica.

Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?

Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.

Pero no lo podemos controlar.

Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres!

La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.

¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?

Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido.

Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad?

Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis células y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.

¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?

Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate?  Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.

Fuente: https://soyespiritual.com/sanacion/los-pensamientos-curan-mas-las-medicinas.html



viernes, 22 de abril de 2016

CUANTO MÁS GRUESA ES LA ARMADURA, MÁS FRÁGIL ES EL SER QUE LA HABITA

Ser una persona frágil supone tener una sensibilidad especial, que vamos protegiendo mediante una coraza, añadiendo capas ante cada decepción y sentimiento frustrado. Hasta la persona más sensible puede volverse fría cuando se siente amenazada por una situación por la que no está dispuesta a pasar.

Hay situaciones que a todos nosotros nos resultan difíciles de afrontar, asumir y encajar como las de abandono, rechazo, desprecio, culpa, etc. En las situaciones donde nos sintamos especialmente vulnerables haremos un repliegue con el fin de protegernos. Esto es algo fundamental para preservar nuestra integridad.

El carácter y temperamento de cada persona influirá en su comportamiento ante este tipo de situaciones que pueden provocar un gran dolor emocional. Por eso hay quienes se exponen a situaciones dolorosas sin protegerse, y con cierta tendencia al masoquismo, hasta quedar fuertemente magullados y heridos.

Otro tipo de personas en cambio se mantienen precavidas: cuando anticipan una situación similar a la de alguna experiencia anterior, son capaces de poner barreras y volverse impermeables, indiferentes a cualquier emoción o sentimiento.

“Sin duda, tu coraza te protege de la persona que quiere destruirte. Pero si no la dejas caer, te aislará también de la única que puede amarte.”
-Richard Bach-

Ser frágil no significa ser débil

Ambos tipos de personas descritas anteriormente estarían en polos diferentes, aunque siendo dependientes de su misma fragilidad. Ni tirarse al vacío es una opción sana, al igual que tampoco lo es atrincherarse para insensibilizarse.

La fragilidad es comúnmente relacionada y confundida con la debilidad: ser frágil me indica la intensidad de mis emociones, mi sensibilidad para experimentar mis sentimientos y la dificultad que tengo para mostrarme tal y como soy por miedo a que me hieran.

Siendo frágil puedo ser fuerte ante las circunstancias, avanzando y conquistando mis temores. Sin embargo, no permito mostrarme sensible, aunque internamente esté sufriendo, pasándolo mal y sintiéndome solo. Quiero aparentar fortaleza colocándome mi armadura, haciéndome creer que no me afecta, cuando la realidad es que me afecta tanto que siento no poder soportarlo.

Somos capaces de comprobar nuestra fortaleza cuando seguimos confiando a pesar de las traiciones, cuando avanzamos a pesar de nuestros miedos y nuestra tristeza, cuando mostramos nuestra vulnerabilidad y sensibilidad a quien lo merece.

Mostrándome tal y como soy

Cuando reprimimos las emociones, cuando levantamos muros ante todo lo que sentimos, permitimos que solo nos puedan ver de forma superficial, e incluso tratamos a las demás personas de igual manera, teniendo así relaciones superfluas sin especial compromiso.

¿Podemos así conocernos tal y como somos? ¿Damos la oportunidad de que nos puedan conocer de verdad? Añadir capas a nuestra armadura tiene estas consecuencias, nos perdemos quienes somos. Vivimos atrapados por el miedo, con el fin de mantenernos cerrados al dolor.

“Si quiero conocerme a mí mismo, todo mi ser, la totalidad de lo que soy y no solamente una o dos capas, entonces es obvio que no debo condenar, debo estar abierto a cada pensamiento, a cada sentimiento, a todos los estados de ánimo, a todas las inhibiciones.”
-Krishnamurti-

Cuando somos especialmente sensibles, desarrollamos nuestra capacidad para evitar estar en nosotros, nos enfrentamos al mundo desarrollando con diversos perfiles, que son diferentes dependiendo de nuestro carácter: los tímidos y vergonzosos, retraídos, bordes, complacientes, cuidadores, los que siempre están para los demás, etc.

De alguna manera, todas estas son nuestras máscaras con las que nos protegemos, adoptando un rol determinado. Y así eludimos, siempre que podemos, hablar de nosotros mismos y entrar en quienes realmente somos.

Con pequeñas mentiras se pierde a grandes personas.

Aprendiendo a conocerme dando paso a mis emociones

Es seguro que volveré a sentir la traición, me volverán a hacer daño y las cicatrices de mis heridas se abrirán de nuevo. Es algo que no puedo evitar, porque forma parte de la vida misma, de mi paso por ella. Si realmente quiero vivirla, aprender a conocerme y a conectar con los demás, he de exponerme a que todo esto pueda suceder aunque me sienta frágil.

Mi insensibilidad, frialdad, mi armadura; la coraza y los muros que levante no son la solución.Esconderme fusionándome con los demás es mi autoengaño, el rol que ejerzo para sentirme seguro. Todo es una falsedad, una triquiñuela que me impide reconocerme.

Anestesiamos nuestra sensibilidad impidiendo que se exprese, porque cuando, en el pasado, hemos tenido la sensación de haber encontrado a la persona con quien poder compartirla, hemos sido traicionados. Al abrirnos, hemos perdido nuestro propio rumbo y amor, para poder ir aceptándonos, construyendo de nuevo un amor aún más real.

Este proceso es el de mayor vulnerabilidad, ya que estamos reconstruyendo nuestra identidad dando un paso al frente, aprendiendo a explorar e ir reconociendo la sensibilidad que hemos ocultado con cerrojos. A la vez que estamos más expuestos hay mayor probabilidad de que nos hieran, porque estos cambios suponen a su vez una trasformación en la relación con otra persona y en los roles establecidos.

Los desengaños por los que pasamos tanto de nosotros mimos como con las demás personas, nos ayudan a ver con más claridad con qué tipo de personas queremos estar. Vamos seleccionando a través de cuestiones más profundas como los valores, la honestidad y la autenticidad.

Al fin y al cabo todo este trayecto tiene sus aprendizajes a cada paso que vamos dando. Dejando así que se manifiesten nuestras emociones, por dolorosas que resulten, facilitamos el encuentro con nosotros mismos, y la conexión profunda con el resto del mundo.

Fuente: https://soyespiritual.com/pensamientos-positivos/cuanto-mas-gruesa-la-armadura-mas-fragil-la-habita.html


miércoles, 20 de abril de 2016

CREER EN TI SERÁ TU MEJOR OPCIÓN

¿Verdad que cuándo somos pequeños parece que no existen los límites? De pequeños creemos que podemos ser todo aquello que soñamos: astronautas, bomberos, policías… Pero, cuando nos hacemos mayores los límites se encuentran por todas partes, ¿o son límites que nosotros mismos creamos?

Nunca permitas que te desalienten los que no creen en ti, al contrario, esfuérzate más y muéstrales que eres capaz
-Hernán Sabio-

Tú puedes con todo

El miedo al fracaso, la poca autoestima, las dudas, los miedos, todo esto provoca que nuestra autoconfianza no se encuentre en su mejor estado y esto ¡nos impide ser aquello que queremos! Por eso, debes siempre creer en ti mismo y confiar en tus posibilidades, pues esto te ayudará a ser una mejor persona que labrará su propio camino hacia al éxito, sin barreras.

Hoy veremos algunos de los beneficios que derivan de creer en uno mismo, algo que quizás te inste a quererte un poco más y ¡confiar en ti! Porque tú puedes con todo.

Criticarás menos

Cuando emitimos un juicio o criticamos a alguien, lo único que estamos haciendo es describirnos a nosotros mismos. Además, centrarte tanto en los demás impide que puedas dedicarte más tiempo a ti mismo, lo que evitará que crezcas como persona.

Cuando seas una persona con una confianza en ti mismo que ¡hasta te sorprenda!, verás cómo te conviertes en una persona menos crítica con los demás. ¿Empezarás a centrarte en ti mismo de una vez?

Menos excusas

¿Cuántas excusas te dices en tu día a día? “No tengo tiempo” es una de las más utilizadas y, muchas veces, ¡no es verdad! Los miedos provocan que te excuses para no llevar a cabo o hacer aquello que deseas. Creer en ti mismo hará que te excuses menos y que hagas más. ¡Ponte en acción!

Serás una persona perseverante

La perseverancia es algo que nos cuesta y que evita que continuemos caminando por ese sendero que has decidido recorrer. Creer en ti mismo te permitirá saber lo que vales, que las barreras las puedes superar si quieres y que el esfuerzo y las dificultades siempre tienen un resultado positivo. Así que, ¡persevera!

Serás más objetivo ante las críticas

Es difícil no tomarnos las críticas como algo personal, pero en muchas ocasiones esto manifiesta lo poco que te valoras y lo poco que crees en ti. Es por esto por lo que creer en ti mismo, confiar en ti mismo, te permite ver las críticas desde una perspectiva mejor. De esta manera, lograrás identificar aquellas de las que podrás beneficiarte o aquellas que deberás ignorar.

Desarrollarás un mayor autocontrol

Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama sino en sus propias alas

Creer en ti solamente tiene una salida: el éxito en todos los aspectos de tu vida. No es algo baladí, no es algo que no deba preocuparte. Creer en ti es algo que debes tener en cuenta para ser feliz, para hacer realidad todos tus sueños y para convertirte en la mejor versión de ti mismo.




lunes, 18 de abril de 2016

PASIÓN: CONDIMENTO DE LA VIDA

La pasión es un sentimiento muy intenso, que involucra el deseo y el entusiasmo por algo. Refleja un interés particular por una causa, idea, actividad, persona u objeto. Decimos que alguien se apasiona por algo cuando establece una relación de afinidad muy fuerte con ese algo. Hay pasiones que enaltecen la condición humana y constituyen el condimento que nos lleva a materializar los logros más grandes.

La pasión es una realidad que nos autodefine, es decir, que expresa un rasgo significativo de nuestra identidad, de nuestra personalidad. Es importante distinguir entre una pasión y un pasatiempo, ya que son términos que tienden a homologarse. Por ejemplo, una cosa es ser un “trompetista”, lo cual constituye una “pasión” y otra cosa es “interpretar la trompeta”, lo que podría tomarse simplemente como un “pasatiempo”.

“Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida?”
-Jacinto Benavente-

Las actividades que conllevan verdadera pasión requieren cantidades enormes de tiempo y energía. Son convicciones auténticas, frente a las que nunca nos sentimos completamente satisfechos. Recabar información, involucrarnos en diferentes ámbitos u horas y horas de práctica nos permiten encauzar nuestras pasiones por el sendero de la excelencia.

Tipos de pasión

Existen distintos tipos de pasión según la causa que las motive. Es así como unas pueden ser positivas o armónicas y otras negativas u obsesivas. Las pasiones positivas se caracterizan por ser de elección libre. Son placenteras, dejan tiempo para otras actividades y no pretenden opacar a alguien, como tampoco satisfacer los deseos de otro, en detrimento de los propios.

La segunda modalidad, es decir, las pasiones negativas, se distinguen fundamentalmente por ser inmanejables para las personas que las “padecen”. No las controlamos, por el contrario, ellas nos controlan. Buscan satisfacer los deseos de otros, generan sentimientos de culpa, pérdida de autoestima y ansiedad. Por tanto, son muy autodestructivas y requieren orientación y tratamiento psicológico en la mayoría de los casos.

En algunas situaciones, la pasión positiva puede desaparecer por la interferencia de otros. Por ejemplo, cuando los padres buscan desarrollar o afianzar los talentos de sus hijos. Aunque bien intencionados, les recuerdan permanentemente asumir las responsabilidades adquiridas con su tarea deportiva o artística predilecta. Así generan una pérdida paulatina de interés en dicha actividad. Recordemos que la pasión es de libre práctica y elección.

De otro lado, hay costumbres que llevan a dejar de lado los compromisos adquiridos para dedicar la mayor parte del tiempo a actividades que aportan poco. Es el caso de los videojuegos, las redes sociales o los avances del equipo de fútbol favorito. Este tipo de aficiones pueden resultar adversas en la calidad de vida. Es por eso que debemos permanecer atentos para orientar y canalizar el tiempo y la energía dispuestos, en actividades que en verdad aporten algo positivo.

Una estrategia que no falla es la de partir de aquello en lo cual tenemos habilidad. Esto es fundamental a la hora de emprender cualquier proyecto. Enfocarnos hacia ello no solo amplía nuestro horizonte, sino que nos acerca a quienes tengan intereses similares. Esto generará un panorama en el que hay grandes posibilidades de éxito.

Para tener en cuenta

El conformismo es el principal enemigo de nuestras pasiones. Por eso, es mejor asumir una actitud humilde, pero ambiciosa al mismo tiempo y tomar ejemplo de los grandes hombres que se han jugado a fondo por sus ideales. No podemos poner límites a nuestros sueños, muchas pasiones desaparecen cuando nuestros temores afloran. Por tanto debemos ser tenaces y arriesgar.

Es imperioso alejar de nosotros todo lo que sea negativo. Recuperar la actitud soñadora y curiosa que teníamos de niños y apartar toda limitación mental que ponga límites a lo que deseamos lograr. No podemos continuar desperdiciando nuestro tiempo y energía en cosas que no correspondan a lo que verdaderamente nos estremece en la vida.

Pocas cosas son tan estimulantes como compartir nuestra pasión con otros. Nos permite reconectarnos con nuestro interior y dar lo mejor de nosotros mismos. Pero no solo eso, es posible que podamos despertar la pasión que dormita en otros. Incluso es probable que nuestros destinatarios se conviertan en nuevos estimuladores de la pasión en los demás.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/pasion-condimento-de-la-vida/