LA BUTACA DEL CINE
¿Somos conscientes,
en algún momento de nuestra vida, de que estamos representando un papel dentro
de la gran obra de teatro que es la existencia humana?
Cualquiera de nosotros en algún momento hemos acudido a un
cine para ver una película, pero ¿nos hemos detenido a observar qué es lo que
ocurre mientras estamos entretenidos viendo ese film? ¿Por qué motivo las
películas nos hacen disfrutar o sufrir? ¿Por qué motivo las películas nos hacen
disfrutar o sufrir? ¿Por qué podemos sentir miedo o reírnos a carcajadas o
reflexionar sobre la historia que nos están contando?
Cuando nos sentamos en la butaca de un cine y comenzamos a
ver la película lo que comienza a ocurrir es que nos identificamos de una u
otra forma con lo que está apareciendo en la pantalla.
Nos metemos en la piel de los personajes y comenzamos de
alguna forma a vivenciar lo que les está ocurriendo a esos personajes, entramos
de lleno en el guion y por ese motivo comenzamos a tener emociones a través de
esos personajes con los que nos hemos identificado.
En ocasiones estamos ante una película de terror y entonces
sentimos miedo, si alguien en esos momentos nos toca en el hombro podemos
incluso gritar, nos asustamos porque estamos inmersos en esa historia. Al
igual, si la película es de desamor se nos pueden llegar a saltar las lágrimas
o si es de humor, comenzamos a sonreír.
¿Por qué sucede esto? Nosotros no somos esos personajes, es
más, sabemos perfectamente que lo que se está desarrollando en la pantalla del
cine es absolutamente falso, no existe, es una historia, una ficción y cuando
finalice la proyección la pantalla volverá a quedarse de nuevo en blanco
¿entonces?
Ahora bien, precisamente porque de fondo tenemos la absoluta
certeza de que todo lo que estamos viendo es ficción, no es real, es por ello
que no existe sufrimiento, solo es una identificación momentánea, aunque sí es
cierto que se producen pensamientos al respecto y emociones, incluso a veces
esas emociones nos pueden embargar y hacernos reír, llorar, gritar… pero no hay
sufrimiento real porque sabemos que todo es falso.
¿Por qué no atar cabos y comenzar a ver las similitudes
existentes entre la realidad y nuestra vida?
Y sí claro, ya estamos empezando a verlo con claridad
¿verdad? Y es que la Vida y una película de cine son la misma irrealidad.
Cuando llegamos al mundo se nos asigna un papel dentro de la
obra de teatro, a cada uno de nosotros nos envuelven dentro de una personalidad
diferente, nos caracterizan con diferentes ropajes podríamos decir, son capas y
capas de peculiaridades que nos van colgando según se va desarrollando el
argumento, y como vivimos inconscientes, nos identificamos con esos personajes
que suponemos somos nosotros mismos.
Ni más ni menos, que lo que nos pasa cuando acudimos al
cine. Cada uno se identifica con un personaje y vivencia lo que a ese personaje
le está ocurriendo.
Pero ¿por qué motivo si al ver la película no sufrimos
realmente porque sabemos que es irreal, sí lo hacemos cuando salimos del cine?
¿Cuál es el motivo de que olvidemos que solo es un guion y que nosotros somos
los espectadores de esa película y no los personajes que estamos viendo?
Si caemos en la cuenta, la única diferencia entre la película
y nuestra vida, es que normalmente en la película conocemos más o menos a
priori el argumento, e incluso nos ponemos a imaginar cual es el desenlace, por
el contrario, en nuestra vida desconocemos ese argumento, no sabemos de qué
forma se va a ir desarrollando el guion, ni por supuesto cómo va a finalizar.
Este pequeño matiz es el que hace que nos pongamos al
servicio de nuestros personajes, luchando para salir vencedores de los
acontecimientos, para conseguir que esa vida sea exitosa, feliz.
Ahí esté el truco, si no fuese así, jamás nos la creeríamos
y dejaríamos de jugar. Si supiéramos que todo está ya determinado, que el guion
fue escrito antes de llegar a este plano de existencia, entonces ¿qué objeto
tendría continuar la lucha?
Si nos hiciésemos conscientes siempre y en todo momento de
que nuestra vida no es otra cosa que una película, a veces de humor, a veces de
terror, a veces anodina, a veces maravillosa, pero que nosotros no somos ese
personaje que está “viviendo” ese argumento, sino la Conciencia que anima a
esos personajes, entonces podríamos darnos cuenta de cuál es nuestra verdadera
identidad, cuál es nuestra alma.
Llegamos al mundo y nos ponemos un ropaje determinado, y en
base a él comenzamos a funcionar, según vamos siendo sometidos a determinadas
experiencias, esos ropajes, la forma en que enfocamos nuestra visión de las
cosas, se va distorsionando más y más. Vamos adquiriendo miedos, deseamos,
juzgamos, comparamos, rechazamos, reprimimos… Y todo porque olvidamos quiénes
somos en realidad, somos Conciencia en estado puro, sin ningún tipo de ropaje,
¡¡¡somos el espectador de la película!!!
Cuando vamos siendo más y más conscientes de esta Realidad,
nuestros personajes continuarán transitando por el argumento de nuestras
particulares películas, pero como no existirá identificación con ellos, el
guion no nos mantendrá cogidos, paralizados. Seguiremos teniendo pensamientos,
emociones y seguiremos ¡cómo no! actuando, pareciendo que decidimos, pero no
nos importará el resultado de todas esas acciones porque de fondo y con toda
seguridad NOSOTROS NO SOMOS ESO.
Simplemente estamos experimentando diferentes argumentos,
desconocidos a priori para nuestro personaje ficticio, pero nuestra identidad
se mantiene intacta, y en esa identidad no hay deseos, no hay nada que temer,
todo es perfecto aquí y ahora.
Podemos descubrir que nuestra alma nunca podrá verse tocada
por los acontecimientos, por el argumento, sea cual sea ese argumento. Nuestra
alma se mantiene libre de desilusión, desamor engaños, odios, resumiendo de
cualquier sufrimiento. Nuestra alma es pura Libertad, puro Amor.
SOMOS LOS
ESPECTADORES DE LA PELÍCULA, NO NOS LIMITEMOS A NOSOTROS MISMOS PENSANDO QUE
SOMOS LOS PERSONAJES.
Lola Bermejo. Directora de la “Escuela de Crecimiento
Personal”
Una de mis películas favoritas: "Memorias de África" y un cartel de actores espectacular, así como la fotografía y la banda sonora. Para mí, un clásico.