sábado, 31 de octubre de 2015

AMO MI LIBERTAD, POR ESO DEJO A LAS PERSONAS QUE AMO LIBRES

En muchas ocasiones nos aferramos a alguien a quien amamos con la ilusión de que no nos deje de amar, de que no se vaya de nuestro lado, sin darnos cuenta de que es necesario dar libertad para construir un amor sano y equilibrado.

El hecho de que alguien no nos ame, afecta a nuestro ego, pero es importante aprender a gestionar nuestras emociones y amarnos a nosotros mismos antes de amar a otra persona.

“Si no te aman, no ruegues ni te arrodilles. El amor no se suplica ni se exige, acontece. Y si no ocurre, te retiras dignamente y a otra cosa.”
– Walter Riso –

El apego afectivo

Una de las razones por la que nos resulta complicado dejar marchar a alguien, respetar su libertad, es el apego afectivo.

El apego afectivo es una vinculación mental y emocional normalmente de carácter obsesivo hacia ciertas personas, originada en la creencia irracional de que ese vínculo proveerá placer, seguridad y autorrealización.

Como consecuencia de lo anterior, la persona apegada sentirá que sin la persona a la que está apegada no será feliz, no podrá cumplir sus metas y no tendrá una vida normal.

Lo primero que debemos hacer para vencer el apego afectivo es ver si efectivamente somos dependientes de alguien o si, por el contrario, sentimos alguno de estos síntomas de apego:

Necesidad de estar cerca de la persona amada.
Ansiedad y malestar si no estás con la persona amada.
Alto nivel de obsesión, comportamiento controlador etc. hacia la otra persona.
Dar prioridad a la persona amada sobre las actividades que nos gusta disfrutar o sobre otras personas con las que nos gusta estar.

Si analizas tu situación y ves que existen los síntomas anteriores, puede que te encuentres en una situación de apego afectivo.

¿Cómo puedes vencer el apego afectivo y liberarte?

1.- Sé realista

La herramienta más potente contra el apego es ser realistas. Ver las cosas como son en relación al amor, sin anestesia, sin engaños. El amor es un riesgo siempre, pero es necesario ver la realidad.

Si no te admiran, no te quieren.
Si no te respetan, no te quieren.
Si estás con alguien que no te hace sentir bien, es que no te quiere.
Si estás con una persona que compromete tus valores, no te quiere.

Ama tu libertad, ama tu soledad. Ama ser libre, disfruta de tu libertad. Haz las paces contigo mismo. Quédate con tu soledad, aprende de ella, pruébala, ámala y ámate.

“El amor no reclama la posesión, pero da libertad”.
 – Rabindranath Tagore –

2.- Busca el silencio.

Apaga la televisión, el ordenador, el móvil y disfruta del silencio, de la incomunicación. Tu cerebro se relajará.

Además, a través del silencio es cuando podemos encontrar el momento para contactar con nosotros mismos.

3.- Aprende a diferenciar enamoramiento y amor

En muchas ocasiones confundimos enamoramiento y amor, y no son lo mismo. El enamoramiento dura un tiempo determinado, es atracción, invade tu cuerpo y tu mente, no te deja pensar con claridad, no ves los defectos de la persona amada.

El enamoramiento tiene una serie de características fáciles de identificar:

Idealización de la otra persona. No vemos los defectos del otro y tendemos a pensar en esa persona como alguien perfecto.
Exclusividad y posesión. Quiero que sea sólo mía o mío.
Adicción al otro. Sentimos apego y deseo sexual por el otro.
Idea de permanencia. Nos convencemos de que ese sentimiento es único, irrepetible, eterno, que es una excepción.
Pensamientos obsesivos. Queremos controlar a la otra persona y no dejamos de pensar en ella.

El enamoramiento, es realmente, una obsesión incontrolada.

Pero el amor es algo mucho más complejo, un conjunto de elementos que se tiene que dar siempre conjuntamente: el deseo, el sexo, la atracción (Eros), la amistad, el compartir (Philia) y la ternura y dulzura (Ágape).

Dejar a quien amas

A veces, debemos dejar ir a quien amamos y precisamente por esa razón, porque amamos a esa persona la dejaremos libre.

Debemos aprender a renunciar a una relación en tres casos:

Cuando ya no te aman.
Cuando tu realización como persona se ve afectada.
Cuando tus principios se ven vulnerados.

No te resistas al dolor, llora, habla, grita, no lo tapes, no lo escondas, vívelo. Hay un periodo de duelo por el que tendrás que pasar y aunque parezca que no va a terminar nunca, después de un tiempo, te preguntarás por qué te sentías tan mal por una persona que no merecía la pena.

Hay que dejar salir a determinadas personas de tu vida, para que entren otras. No hay medicamentos contra el dolor de una ruptura, hay que soportarla y resistir.

“Amo mi libertad, por eso dejo las cosas que amo libres. Si vuelven es porque las conquisté. Si no lo hacen es porque nunca las tuve.”
-John Lennon-




viernes, 30 de octubre de 2015

NO RESPONSABILICES A LOS DEMÁS POR LO QUE SIENTES

El lenguaje cotidiano muestra que estamos llenos de fórmulas para echarles la culpa a los demás por lo que sentimos o hacemos.

“¡Me sacas de quicio!” es una de las frases frecuentes o “Esa persona me llena de mala energía”. Ambas frases son muy comunes y las dos encierran grandes sofismas.

“Hay personas que crean sus propias tempestades y después se ponen tristes cuando llueve”
- Velos de faltas -

¿Cómo puede ser que los demás sean los responsables de tu ira? ¿Eres acaso su títere, su esclavo o su instrumento? ¿Cómo es posible que tu mundo emocional quede anulado frente a las posibles influencias de otra persona?

Uno de los rasgos que definen a una persona adulta es precisamente el de ser capaz de tomar la responsabilidad sobre sus emociones y sus actos.

Los demás: un pretexto

Por más limitantes que sean las circunstancias, siempre cuentas con un margen de libertad para actuar. Incluso si te ponen un revólver en la sien y te intimidan para que hagas algo, todavía tienes la posibilidad de elegir ceder o no hacerlo.

Sin llevar las cosas a esos extremos, la vida diaria nos permite elegir entre múltiples posibilidades. Y, por supuesto, en la relación con otras personas también tenemos la opción de actuar de diferentes maneras.

“Para pelear se necesitan dos”, dice el adagio popular. Y es totalmente cierto. Frente a una agresión, te queda la alternativa de engancharte, ignorarla o comprenderla.

Lo mismo ocurre con la tristeza, el miedo y toda la gama de emociones: no dependen de los demás, sino de ti mismo.

Es mentira que si los demás hacen o dejan de hacer algo, nosotros lograremos encontrar el equilibrio. Es mentira que si los demás cambian, nosotros cambiaremos también.

Lo que ocurre es que a veces no queremos asumir la responsabilidad por lo que sentimos. Es entonces cuando los demás se convierten en un pretexto para justificar nuestra falta de autocontrol o la incapacidad para hacernos cargo de lo que somos.

De ahí que construyamos explicaciones equivocadas sobre lo que nos ocurre: si ella no fuera tan pasiva, yo prosperaría más. Si él fuera más afectuoso, yo podría dejar de sentirme triste. Este tipo de quejas, al ser traducidas, significan: el control y manejo de lo que siento está en manos de otros.

Tampoco somos una isla

La influencia de las demás personas sobre nuestras emociones, se reduce a una contribución. Facilitan o inhiben determinados sentimientos, estados de ánimo y actitudes. Pero en ningún caso las determinan.

Lo más obvio sería decir que si te sientes más irritable en presencia de alguien en particular, o más triste cuando conversas con él, debes alejarte de esa persona. Sin embargo, esto no es tan simple.

Los seres humanos estamos llenos de ambivalencias. Así que al tiempo que te sientes más propenso a enojarte en presencia de alguien, esa misma persona le otorga un especial dinamismo a tu vida, o te plantea desafíos que te resultan atractivos.

Tampoco estamos en un mundo dividido entre “buenos” y “malos”, o “sanos” y “enfermos”. Todos tenemos un poco de todo. También pasamos por momentos en donde gozamos atormentando a otra persona, o nos volvemos insoportables de tanto quejarnos por nuestras tristezas.

No existe un mundo ideal en donde tú te comportas imperturbable como el Dalai Lama, o donde logras estar rodeado solamente por personas que mantienen un equilibrio a toda prueba.

Lo que sí puedes hacer es trabajar para eliminar ese dispositivo mental que te lleva a una mentira: pensar que tus sentimientos dependen de los demás. Que no es tu responsabilidad trabajar sobre tus emociones negativas, sino que son los demás quienes deben hacerlo.

Si logras salirte de esa lógica, vas a darte cuenta de que todo se vuelve más sencillo. Y de que más temprano que tarde, las situaciones evolucionan. Llegarás a conocerte mejor y posiblemente vas a descubrir que hasta ahora te han atormentado situaciones que no valen la pena.

Entonces, estarás mejor preparado para jerarquizar los conflictos. Incrementarás tu habilidad para concederle valor a los problemas que realmente lo tienen y dejarás de lado esos pretextos que no te dejan avanzar.




jueves, 29 de octubre de 2015

NO BUSQUES UN AMOR IDEAL, CONSTRUYE UN AMOR REAL

No creo en un amor ideal, pero sí en esos amores inexplicables que atrapan y envuelven con sentimientos intensos y alborotados. Inicios apasionados con los que construir un amor real y cotidiano.

Todos tenemos en mente el que sin lugar a dudas, es nuestro amor ideal. Atribuimos a esa imagen física una gran cantidad de valores, de rasgos perfectos donde se escondería la mayor de las felicidades.

Soñar no es malo, nos inyecta parte de esa ilusión que todos necesitamos para andar por este mundo complejo y a veces difícil.

Ahora bien, a la hora de pensar en ese amor que necesitas, hazlo con los pies en el suelo y la mente abierta.

No te fijes ideales que te alejen al mismo tiempo de esa realidad cercana donde habitan las personas auténticas. Porque no hay amores perfectos, sino personas con virtudes y defectos que pueden armonizar con tus necesidades y vacíos.

No busques un amor ideal, construye un amor real y consciente. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Los pilares que construyen las relaciones conscientes

Puede que ya hayas oído hablar de las relaciones conscientes. Son, por así decirlo, el reverso del amor romántico o inconsciente.

Sabemos que a muchos les puede afectar el hecho de que lancemos una crítica afilada hacia el concepto de amor romántico, pero en esta imagen se encierran en realidad toda una serie de dimensiones muy peligrosas para nuestro equilibrio afectivo:

El amor romántico simboliza la idealización de la persona amada, y la construcción de unos atributos que no se corresponden con la realidad.
El romanticismo o el amor ideal es el reflejo del apego más peligroso, de la necesidad de tener y “poseer” al otro, como única forma de ser feliz.
El amor real no significa que no podamos demostrar afecto, cariño y cuidado, se trata de construir un amor consciente a través de una relación sana donde no hay necesidad de sometimiento, ni apegos obsesivos.

La clave estaría en construir vínculos que funcionen, que sean armónicos con nosotros mismos y donde se respete el crecimiento personal, a la vez que el de la propia pareja.

Veamos ahora cómo podemos encontrar y construir una relación emocionalmente madura y consciente:

1. No busques, conviértete primero en esa clase de persona con la que merece la pena estar

No te obsesiones en marcarte como objetivo vital “encontrar a la persona ideal”, a la persona perfecta:

La vida es un aprendizaje continuo donde todo cuenta, donde toda relación pasada ha dejado esa vivencia y ese recuerdo que al fin y al cabo, forma parte de ti, pero no te determina. Tus posibles fracasos no te definen, te “enseñan” para dar nuevos pasos con más seguridad.

-No se trata de buscar, sino de dejarse llevar, cuidando siempre de nuestra autoestima, sabiendo lo que queremos, y alejándonos de lo que nos puede hacer daño.

– Trabájate a ti mismo cada día, crece interiormente, disfruta de lo que eres, de la persona que se refleja ante tu espejo. Tu felicidad interior, tu equilibrio y tu madurez emocional, es el mejor regalo que le puedas ofrecer a esa pareja, que la casualidad, quiera traerte.

Para construir un amor real y consciente, es necesario convertirse primero en esa persona con la cual, merece la pena compartir una vida entera, recordando siempre que el amor verdadero no viene a ti por “arte de magia”. El amor auténtico debe estar dentro de ti, y se trabaja con tu pareja cada día.

2. Trabaja tu equilibrio personal y emocional

Es muy posible que tu corazón cuente ya con alguna que otra relación fallida, con alguna que otra herida que aún debe cauterizarse.

– Después de un fracaso o de una ruptura, es preciso recuperar el vínculo con nosotros mismos.

Con lo que somos, con nuestras necesidades y nuestra voz interior. Has pasado mucho tiempo con todas tus energías puestas en otra persona y es momento de priorizarte.

– Resuelve tu miedo a la soledad o al ser abandonado. Es preciso aprender a estar solo sin que esto sea para ti algo traumático.

– Con ello, y al recuperar tu autoestima, tu amor propio y esa unión contigo mismo, sintiéndote bien con lo que eres, lo que tienes y lo que has aprendido, dejarás de evidenciar vacíos, faltas y necesidades que, de algún modo, siempre se espera que los demás cubran o atiendan.

No debes darte a esa nueva persona que entra en tu vida “siendo la suma de todas tus exparejas”. Ofrécete como alguien maduro emocionalmente que ha aprendido de sus experiencias y que ahora, se ofrece en libertad y sin cargas para construir un amor real, pleno y sobre todo… valiente.

3. Estar enamorado es fácil, pero construir un amor real requiere esfuerzo

Hay amores que llegan de improviso y que nos atrapan. Son, tal y como te hemos señalado al inicio, amores inexplicables.

Ahora bien, no importa de qué forma ha llegado, lo esencial es que día a día la relación vaya asentándose con los pilares del respeto, del equilibrio de fuerzas, de esa complicidad que sabe ilusionar y comprender.

Construir un amor consciente requiere voluntad por ambas partes, saber encajar “mis esquinas con las tuyas” comprendiendo las diferencias y no valorando solo todo aquello que nos une.

Recuerda, deja de buscar un amor ideal o perfecto. Todos somos seres imperfectos esforzándonos cada día en construir una vida perfecta. Y eso es lo importante.




miércoles, 28 de octubre de 2015

DÍAS GRISES, ¿TÚ TAMBIÉN LOS TIENES?

¿Quién no ha tenido días de esos en los que es mejor no levantarse y quedarse en cama esperando a que el viento decida soplar a nuestro favor? Hay días en los que todo pierde sentido, se pierden las fuerzas y no hay ganas de tirar hacia delante. Son esos momentos en los que lo único que hacemos es retroceder y retroceder, sin más. Cada paso que hemos dado se pierde en esos días en los que te levantas con el pie izquierdo.

“¿Nunca os ha pasado? ¿Levantaros sin ganas? ¿No ser capaces de sentir emoción ante cualquiera de esas actividades que os gusta hacer? Qué complicado se muestra todo cuando no hay ganas, cuando la ilusión se desvanece.”

¿Y qué hacer? ¿Qué se puede hacer para recuperar esas ganas? ¿La alegría en sí?

Recuerdo que una vez alguien me contó una historia sobre un monje que iba a dejar su templo a uno de sus discípulos. El problema es que necesitaba saber a quién debía dejárselo, por ello, necesitaba averiguar quién de todos era el más capaz. Así que el monje propuso un problema y colocó un jarrón con una flor en la sala. Todos se preguntaron que había que hacer, pero nadie fue capaz de hallar la solución. De pronto se acercó uno y tiró el jarrón fuera de la habitación y fue el heredero.

¿Qué quiero decir con esto? Que hay días en los que tenemos que enfrentarnos a ciertas complicaciones, a obstáculos y problemas que nos impiden avanzar como nos gustaría. Y es normal, no siempre vamos a poder estar al cien por cien.

A veces, nos toca sentarnos y desconectar un poco, perder las ganas por todo para volver a encontrarlas con fuerza.

No es nada malo, aunque sintamos que estamos perdiendo tiempo (algo cierto) y que puede que lleguemos a quedarnos en ese estado durante mucho tiempo (algo menos posible) toca ceder y darnos un descanso.

Las cosas pueden mejorar si nos lo proponemos, si dejamos de meternos presión, de agobiarnos y asustarnos pensando en lo negativo de nuestra situación y si decidimos pensar que mañana puede ser un día mejor. Que no siempre ponemos primero el pie izquierdo, llegará un día en que inconsciente, el pie que toque antes el suelo sea el derecho.





martes, 27 de octubre de 2015

NO HAY NADA IMPOSIBLE

No hay nada imposible. Si piensas lo contrario, te encontrarás toda la vida incapaz de moverte, de crear, de evolucionar, de ver cumplidos tus sueños, de ser feliz, de tener cuanto siempre imaginaste. Si crees que algo es imposible, nunca lograrás nada y no verás tus sueños hechos realidad.

Lo imposible como dicen, solo tarda un poco más en llegar, tanto como te empeñes en intentarlo y esforzarte. Tienes que querer hacerlo y conseguirlo. Tienes que poner todo tu empeño y lanzarte, con miedos o sin miedos, pero dirigirte hacia ello. Sino, nunca sabrás los resultados.

Creer en lo imposible

Si somos capaces de creer en lo imposible, conseguiremos que se haga realidad. La única forma que el ser humano conoce de avanzar en su vida, buscar el triunfo y ser uno mismo, es creyendo en todo cuanto parece inalcanzable e irrealizable. De otra forma, nunca lograremos nada, y nos quedaremos a las puertas de todo.

¿Qué crees que te hubieran dicho Bill Gates o Steve Jobs hace unos años, cuando no eran más que dos chicos jóvenes con ilusión? Creyeron en ellos mismos, en sus capacidades para triunfar y su fuerza de voluntad y talento para ver hecho realidad su sueño. Y lo lograron.

“Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes…  La palabra imposible no está en mi vocabulario”
- Napoleón Bonaparte –

No obstante, no hace falta irse tan lejos. En nuestra propia vida diaria tenemos ejemplos de cuanto creemos que es imposible y no nos atrevemos ni a pensar. Hay cientos de personas que viven existencias insustanciales,  anodinas e infelices, que sueñan con superarse y salir del laberinto en el que se encuentran, pero no son capaces porque no creen en lo imposible.

Si en tu vida todo es estrés, pesar, dolor o infelicidad, no pienses que salir de ahí es imposible, porque es el primer paso para no hacer nada. Inventarás excusas para no moverte. Te dirás que así estás más seguro, que de esta forma eres aceptado por la sociedad, que la soledad es mucho peor, que haces lo que tienes que hacer… pero en realidad estás asustado y eres incapaz de reaccionar, creer en ti y hacer realizable lo imposible.

Olvidar el miedo al fracaso

Solo hay un tipo de personas que nunca fracasan, y son los que no se arriesgan. Aquellos seres que creen que lo imposible es irrealizable y se quedan viviendo una existencia de falsa seguridad, nunca meterán la pata, no se equivocarán, pero tampoco beberán las dulces mieles del éxito, la felicidad y el ver los retos y las metas superados.

Los seres que no son capaces de hacer realidad lo imposible, son identificables. Hay en ellos un gran miedo al fracaso. La envidia les corroe porque son incapaces de arriesgarse, y sienten rencor hacia quienes sí se atreven. Les escucharás criticando e insultando, pero, en realidad, son insustanciales, está aterrorizados, han olvidado sus sueños y no saben cómo reaccionar, por lo que se escudan en la seguridad que ofrece la turba.

“Solo hay una cosa que hace que un sueño sea imposible de hacer y es el miedo al fracaso”
- Paulo Coelho –

Si crees en lo imposible, no te dejes llevar por la masa enfurecida que te dice cómo debes actuar, cuáles han de ser tus metas, qué objetivos te tienes que marcar y cuál es tu límite. No debemos pensar en dónde están las fronteras, sino cómo superarlas.

Una persona con sueños, es capaz de hacer realidad lo imposible. No se asusta por un fracaso y el qué dirán, y se levanta una y otra vez hasta ver cumplido su objetivo. Y, una vez alcanzado, busca nuevas metas que pongan sus límites y capacidades a prueba constantemente, porque solo así se siente vivo y feliz.

Las personas que creen en lo imposible mueven el mundo

Si echas la vista atrás, ¿cuántas personas ves que han creído en lo imposible y triunfaron por ello? Antes hablábamos de Steve Jobs o Bill Gates, pero no son los únicos. Hipatia de Alejandría, Galileo Galilei, Marie Curie… han sido tantas las personas que durante miles de años creyeron en sí mismas y en lo irrealizable, que es increíble pensar en algo diferente.

No lo olvides nunca. No dejes de soñar porque crees que es imposible. Tú tienes la fuerza, el talento y los recursos necesarios para hacer realidad cuanto deseas en tu vida. Nunca dejes que nadie te diga que no puedes, porque no es real. Los seres humanos somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos siempre para realizar lo irrealizable.




viernes, 23 de octubre de 2015

HONESTAMENTE FRIDA KHALO


Con la maestría de su fina pincelada, Frida dejó plasmado en docenas de autorretratos sus unidas cejas negras y su escaso bigote. Esta misma Frida fue la que se quitó de un tirón tres años de edad, sosteniendo que había nacido en 1910 en Coyoacán, México, en vez de su fecha original 1907. ¿Capricho vanidoso? Probablemente, no. Aunque Frida fue casi siempre su única modelo, su intención iba más allá de querer preservar la belleza de su juventud, ello estuvo más relacionado con su necesidad de identificarse con México, su tierra amada. El hecho en el cambio de su fecha de nacimiento tiene relación con el año del comienzo de la Revolución mexicana (1910) y el retiro del poder del presidente Porfirio Díaz.

Si esta mentira tan obvia nos resulta necia e incongruente, incomprensible en contraste a su desenvuelto candor, ello sólo proyecta, por un momento, la yuxtaposición de imágenes que encontramos en sus pinturas. Frida nunca se detuvo ante los hechos tangibles para llegar y expresar su propia verdad; en el caso de su fecha de nacimiento, la gran verdad en este caso es que, el destino de ella y el de México moderno, estarían inexplicablemente conectados en un proceso de revolución y renacimiento.

Para comprender la naturaleza de esta artista y sus pinturas es necesario poner a un lado todo tipo de convencionalismos, incluso las fechas, como pudiera ser el caso. Asimismo, y mucho más paradójico aún, esta comprensión requiere de que nos ubiquemos en el contexto de la Historia en que sucede la vida de la artista. Frida misma, siendo una artista revolucionaria, le toca nacer en el medio del caos político que vivía su país el cual, pasaba por un proceso de sangriento renacer. Esa imagen, de acuerdo con Frida, es mucho más verdadera que el hecho en sí mismo, sería trivial no estar de acuerdo.

Ya sea que estuviera en París, New York o Coyoacán, Frida siempre vistió con el elaborado traje típico tehuano de las indias doncellas. Así como la realidad de su país la fueron modelando y definiendo, igualmente lo hizo su esposo, el muy conocido muralista, Diego Rivera. Si México era para Frida su verdadero progenitor, Rivera, 20 años mayor que ella representaba su “hijo grande”; ella solía llamarlo su pequeño bebé. Frida conoció a Rivera cuando todavía era una estudiante en el colegio.

Un tiempo después, 1929, se convirtió en la tercera esposa de Rivera, un hombre que, abiertamente fue diagnosticado por su médico incapaz para la monogamia. No falta el mencionar que, esta relación fue una unión poco convencional, problemática, sin embargo, apasionada que sobrevivió numerosas infidelidades por ambas partes, separaciones e incluso, un divorcio en 1939 y la consecuente reconciliación, celebrando un segundo matrimonio en 1940.

El amor de esta pareja se sometió a duras pruebas pero, como se demuestra en las raíces de la pintura “El abrazo de amor”, el amor de Frida por Diego fue tenaz. No obstante, el matrimonio no protegió a Frida de los sufrimientos y padecimientos que caracterizaron su juventud, cuando un horrible accidente en autobús dejó su cuerpo fracturado y debilitado por prácticamente el resto de su adultez. La incorregible actitud mujeriega de Diego, al colmo de relacionarse con la propia hermana menor de Frida, Cristina, sólo contribuían a aumentar su dolor. “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida”, dijo una vez Frida, “uno en el que un autobús me tumbó al suelo… el otro accidente es Diego”.

Fue un matrimonio que permaneció sin hijos y esto fue la fuente de muchas de las angustias de Frida, tanto como las infidelidades de Diego. Para Frida Diego era todo: “mi niño, mi amor, mi universo”.

Como artistas, la pareja era muy productiva. Cada uno consideraba al otro como el mejor pintor y pintora de México. Frida se refería a Diego como el “arquitecto de la vida”. Cada uno asumía con un profundo orgullo la creación del otro, a pesar de haber sido drásticamente diferentes en estilo y forma.

Montado en un andamio y a la intemperie, Diego pasaba horas trabajando en un mural día tras día, él amaba obsesivamente pintar, tanto como Frida lo amaba a él, entregando inmensos murales públicos sobre temas políticos. Frida, en cambio, estaba la mayor parte de su tiempo inmovilizada con un corsé y acostada en la cama o confinada a un cuarto de hospital, ya sea porque se estuviera sometiendo a una cirugía o recuperándose de alguna. Frida se alternaba intensamente entre la languidez y pintando obra personal. Cerca de una tercera parte de su obra, 55 pinturas, está compuesta de autorretratos. En algunos, su rostro, como una máscara, refleja una mirada fija e impasible. En otros en cambio, una gráfica y detallada representación de sus órganos internos nos revelan en correspondencia el estado de su mente. Ella era capaz de, en una sola imagen, revelarnos y revelarse lo más indigno de una traición, así como también el dolor de un aborto

Diego, un artista del realismo socialista, se fue una vez en lágrimas de orgullo cuando Picasso expresó su admiración en los ojos de un autorretrato de Frida. Diego llegó a escribir una entusiasta carta de recomendación a un amigo para una exposición de la obra de Frida: “Yo la recomiendo, no como esposo sino, como un entusiasta admirador de su trabajo, ácido y tierno, duro como el hierro y delicado y fino como el ala de una mariposa, adorable como una hermosa sonrisa, profundo y cruel como lo más implacable de la vida”.

El trabajo de Frida, algunas veces fantástico otras sangriento, ha sido definido como surrealista, al respecto una vez ella comentó que nunca había pensado en que ella era una surrealista “hasta que Andre Bretón vino a México y me lo dijo”. (“El trabajo de Frida Kahlo es la mecha de una bomba” escribió de admiración Bretón). Sin embargo, Frida evadía todo tipo de etiquetas, Diego por su parte, la definía como realista. Su principal biógrafa, Hayden Herrera, parece coincidir con él cuando escribe que, incluso en sus más complejas y enigmáticas pinturas, “Lo que el agua me dio” por ejemplo, “Frida está “con los pies muy sobre la tierra” al representar imágenes reales de la forma más literal y directa”. Como es el caso del arte típico mexicano, las pinturas de Frida “hechos y fantasías se entremezclan como si fueran inseparables e igualmente reales”, agrega Herrera.

"No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero, lo que sí estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser", Frida escribió una vez. "Como mis temas han sido siempre mis sensaciones, mis estados de ánimo y las reacciones profundas que la vida ha producido en mí, yo lo he llevado objetivamente y plasmado en las figuras que hago de mi misma, que es lo más sincero y real que he podido hacer para expresar lo que yo he sentido dentro y fuera de mí misma".

La figura de Frida y su obra son un desafío a cualquier definición absoluta porque, se prestan más a una descripción en la cual ambigüedad la caracteriza. Frida se alternaba entre la esperanza y la desesperación. Le encantaba bailar y las multitudes, coquetear y seducir sin embargo, a veces se sentía miserablemente sola y rogaba a sus amigos y amantes que la visitaran o que no la “olvidaran”. Poseía un agudo sentido del humor, usualmente un marcado humor negro al igual que, una disposición muy aguda a la inventiva y la metáfora. Frida siempre se esmeró por mantener un hogar para Diego y amaba preocuparse por él, prepararle comida y bañarlo. Le encantaba rodearse de mascotas exóticas como monos araña y perros, y adoraba a los niños los que siempre trataba como iguales. Frida gustaba de los chismes, chistes subidos de tono y los sin sentidos en cambio, aborrecía la pretensión. Trataba a los sirvientes como a su propia familia y a los estudiantes como colegas muy estimados. Frida Kahlo era la personificación de la alegría, un anhelo por la vida. Valoraba la honestidad, especialmente la propia. Una vez le escribió a un antiguo amante, quien abiertamente la había dejado por su debilidad física, “tú mereces lo mejor de lo mejor porque, tú eres una de esas pocas personas que, en este mísero mundo siguen siendo honestas consigo mismas y esa es la única cosa que realmente cuenta”.

Cuando Frida Kahlo muere a los 47 años de edad, el 13 de Julio de 1954, dejó una serie de pinturas que corresponden a la representación de su evolución como persona, al igual que, una serie de emotivas cartas a amantes y amigos junto a un colorido y cándido diario. Todo esto es una irrefutable evidencia de que su vida no fue nada menos que una búsqueda por ser honesta consigo misma, incluyendo fecha de nacimiento (1910) y todo lo demás.

Algunas de sus mejores frases:

Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar ?

¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo.

Me pinto a mí misma, porque soy a quien mejor conozco.

En realidad no sé si mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más franca de mí misma.

Todo puede tener belleza, aun lo más horrible.

Yo quiero construir. Pero no soy sino una parte insignificante pero importante de un todo del que todavía no tengo conciencia.

Siento que te quise siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y a veces siento que me naciste a mí.

La tristeza se retrata en todita mi pintura, pero así es mi condición, ya no tengo compostura.

Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es solo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda.

Quisiera darte todo lo que nunca hubieras tenido, y ni así sabrías la maravilla que es poder quererte.

Ahí les dejo mi retrato, pa´ que me tengan presente, todos los días y las noches, que de ustedes yo me ausente.

Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.

Árbol de la esperanza, mantente firme.

Yo solía pensar que era la persona más extraña en el mundo, pero luego pensé, hay mucha gente así en el mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra y dañada de la misma forma en que yo me siento. Me la imagino, e imagino que ella también debe estar por ahí pensando, en mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees esto sepas que, sí, es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú.



jueves, 22 de octubre de 2015

TODO LLEGA EN EL MOMENTO PRECISO

Nuestra vida es mucho más de lo que podemos ver, tiene una trascendencia y todo tiene una razón de ser. Cuando decimos que todo llega a su preciso momento, hablamos de que las cosas no suceden justo cuando queremos que ocurran, las cosas llegan cuando estamos preparados para recibirlas, nunca antes, ni después.

Esto no quiere decir que nos quedemos sentados esperando a que todo mágicamente llegue porque así está escrito o predestinado, más bien quiere decir que nos preparemos energéticamente para que las cosas ocurran, para propiciar ese momento perfecto.

Es muy distinto trabajar por algo que uno desea conseguir que aferrarse y lamentarse por la idea de no tenerlo, en ese momento las energías nos juegan en contra y comenzamos a materializar más cosas asociadas a la frustración, el apego y el sufrimiento. Cuando deseamos que algo ocurra, tenemos que preparar nuestro terreno para recibirlo.

Qué podemos hacer para alinearnos con lo que queremos:

Relajarnos:

Si nos relajamos vibramos en la misma frecuencia de lo que queremos, cuando nos sentimos ansiosos, fatigados, estresados por no conseguir algo, nos desconectamos de nuestro poder de manifestar.

No busques, no revises, no preguntes o demandes, relájate. Si te relajas viene, si te relajas estará allí disponible para ti. Si te relajas empiezas a vibrar acorde a tu deseo.
- Osho -

Ver el lado amable de la situación:

Cuando vemos el lado positivo de lo que tenemos justo ahora, podremos crecer con la situación y esto nos permitirá continuar.

Tener paciencia:

Tener paciencia nos permitirá esperar sin desesperar, alimentaremos nuestras capacidades mientras vivimos nuestro presente sin añorar nada más.

La paciencia es la más grande de las oraciones
- Buda -

Agradecer:

Cuando agradecemos el universo nos ofrece más y más cosas que agradecer. La gratitud nos permite automáticamente generar pensamientos positivos, dando paso a un bienestar físico y mental que nos facilitará recibir cosas positivas.

Aceptar:

Podemos observar como un espectador lo que nos ocurre y sencillamente aceptarlo, concientizar que todo tiene un por qué. Aceptar, nos abre espacios para vivir nuevas experiencias, quizás entre ellas está la que anhelamos

Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar.
- Dalai Lama -

Abre las puertas de tu corazón a lo mejor de la vida, a las bendiciones más grandes, piensa en positivo, cuando manifestamos algo en nuestra vida, es porque justamente es lo que nos conviene vivir en ese momento para nuestro crecimiento. Lo que no ocurre o lo que no hemos podido conseguir es porque no estamos listos o porque podemos vivir situaciones que superen nuestras expectativas, que no llegan a nosotros justamente por aferrarnos a algo que por algún motivo no nos conviene vivir. Confía, nada es casualidad, todo ocurre por algo.

Los puntos solo se unen hacia atrás.
- Steve Jobs -




miércoles, 21 de octubre de 2015

LA VIDA NO TIENE POR QUÉ SER PERFECTA PARA SER MARAVILLOSA

Las personas acostumbramos a ser muy exigentes con la vida e incluso con nosotros mismos. Nos marcamos pautas, objetivos y múltiples sueños por cumplir. Y desde luego, todo esto no solo está bien, sino que es necesario. Todos necesitamos proyectos a corto y largo plazo que poder cumplir para enorgullecernos de nosotros mismos, para adquirir capacidades y habilidades personales.

Ahora bien, en ocasiones, quien se marca altas expectativas corre el riesgo de no deleitarse de los triunfos cotidianos, los más humildes y que solo las personas sencillas pueden apreciar: como el cariño, la amistad, la tranquilidad…

La vida no tiene por qué ser perfecta para ser maravillosa. Sabemos que es algo fácil de decir, pero… ¿Eres de esos que ya lo saben? ¿O aún estás enfundado en tu empeño por conseguir esa ansiada perfección? No te preocupes, desde nuestro espacio te invitamos a reflexionar sobre ello.

Los buscadores de la perfección cotidiana

Ser exigente y buscar la perfección en cada cosa que hacemos es en muchas ocasiones el reverso de una moneda. La exigencia nos hace desarrollar múltiples capacidades, pero a su vez, quien se aplica una alta autoexigencia raras veces se siente satisfecho.

En realidad, la perfección no es más que una quimera, una aspiración intangible. No existen las vidas perfectas y sin altibajos. La existencia es un carrusel de emociones intensas donde el billete sólo tiene un objetivo: aprender cada día de nuestra vida.

En ocasiones, escuchamos a muchos de quienes nos rodean quejarse en un triste lamento con aquello de “es que todo lo malo me sucede a mí, “es que a los demás todo les va bien y yo siempre voy por el camino equivocado”… Este tipo de verbalizaciones y pensamientos siempre han existido y siempre existirán. Ahora bien, antes de caer en este tipo de comportamientos debemos tener en cuenta lo siguiente:

La felicidad no está en la perfección. Nadie tiene garantizada su felicidad absoluta sólo por ser rico, por ser atractivo o por disponer de buena salud.

La vida se mide en instantes, y sobre todo, en nuestra capacidad para estar abierto a la realidad, a la oportunidad, a la magia de los detalles más simples que nos rodean y al optimismo.

Me han rechazado en ese trabajo con el que tanto soñaba. ¿He de martirizarme pensando que no valgo para nada, que la vida está empeñada en darme la espalda? En absoluto, soy consciente de que cuando una puerta se cierra, se abren 6, y lucharé por todas ellas.

Quien aspira a una vida perfecta se sube a una cima para intentar alcanzar el universo, mientras cada día se pierde las maravillas que acontecen a sus pies.

Hay otro aspecto que debemos tener en cuenta: quien vive en la autoexigencia luchando por tener una vida perfecta, arrastra también a los demás a cumplir dicho objetivo.
La persona que aspira a conseguir una vida perfecta, suele colocar un listón tan alto a todos a los que le rodean, que lo que acaba generando en realidad es una gran infelicidad.

La vida es maravillosa para quien se deja llevar, para quien sabe apreciar

Y tú… ¿sabes apreciar todas las maravillas que te rodean en el día a día? En ocasiones, nos es difícil debido a las prisas, a las preocupaciones, a ese rumor interior que nos impide ver la magia de la vida.

La vida no es perfecta, es cierto, y no siempre nos trae lo que deseamos, pero en ocasiones es capaz de ofrecernos lo que de verdad merecemos: un amor auténtico, el calor de los tuyos, la admiración de quienes te quieren de verdad.

No todo el mundo es capaz de descubrir o apreciar la esencia más auténtica del día a día:

Esa luz que acontece cada mañana para todos por igual.
El rumor de una familia, la tuya, levantándose para desayunar contigo en armonía y tranquilidad.
Una mano cómplice que te acaricia
La sonrisa traviesa de tus hijos
Un metro que se retrasa y que te permite leer unas cuantas hojas más de ese libro
Esa salud que te permite ir y venir, correr, dormir, nadar, amar…
Esa siesta de fin de semana en el sofá con tu mascota
El olor de la tierra mojada después de la tormenta
El ocaso lánguido en una playa tranquila

La vida son instantes que se inscriben en el día a día con sutil serenidad. Es un lenguaje propio que lleva su ritmo y que no todos saben apreciar, porque hay quien va a contracorriente, con demasiadas prisas, con el corazón desafinado y la mente alborotada.

La vida es maravillosa sin necesidad de ser perfecta, porque lo que es perfecto carece de error o de equívoco, y entonces no hay aprendizaje.

La existencia es a veces un duro maestro, y ahí está su grandeza, y también su locura, ahí su caos y sus placeres, esos que debemos vivir a contrapelo sin buscar la perfección, sólo los instantes que disfrutar con el máximo de nuestras fuerzas.




martes, 20 de octubre de 2015

LA GRATITUD, EL INGREDIENTE SECRETO

Existen días mejor y peores, todos lo sabemos. Existen momentos o etapas en las que no encontramos un rumbo claro, tenemos demasiadas dudas o estamos emocionalmente inactivos o decepcionados. Ante eso, puede que busquemos grandes soluciones en busca de la felicidad o el equilibrio personal.

Parece demostrado que para llegar a ella, la clave es reunir un conjunto de elementos en nuestro mundo interior y entorno. No es un camino fácil. La felicidad, hay que trabajarla.

Una manera de comenzar o continuar por el sendero que tal vez hayamos iniciado ya puede ser a través de un ingrediente muy útil y muy gratificante del que a veces nos olvidamos: la gratitud.

¿Cuándo hemos dejado de dar las gracias? ¿Cuántas veces hemos dejado de agradecer por pudor, por el qué dirán o simplemente por no saber?

Seamos conscientes del poder de las palabras. Importante es saber darles su momento, el tono, el énfasis, el lugar y la sinceridad. No siempre elegimos bien, y no siempre acertamos aunque tengamos la mejor de las intenciones.

“Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido, que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato.”
- Séneca -

¿Alguna vez hemos pensado en agradecer de forma especial? ¿Por qué no lo hicimos? ¿Es lo mismo dar las gracias que agradecer?

Siete letras

“Gracias”. Siete letras muy conjuntadas que tienen el don de estar en los dos extremos de la emotividad. A un lado el formalismo automático, y al otro lado, el más sentido de los significados.

Repartimos “gracias” a diestro y siniestro. Casi los regalamos, a diario y a desconocidos. Somos educados en el agradecimiento formal de la norma social. “Gracias por venir”, “gracias por participar”, “gracias por la cena”, “gracias por la invitación”, etc. Todo ello más o menos formal y más o menos sentido.

Damos las gracias generalmente para comunicarnos socialmente. Nos abre puertas, nos acerca a los demás y favorece nuestra integración en el grupo. Sin embargo, hay otro tipo de “gracias”. Aquel que practicamos menos. Aquel que late entre padres, amigos, familiares o conocidos especiales en nuestras vidas.

Ahí podemos hablar de agradecimiento.

Lo que agradecer esconde

Y es que no estamos hablando de formalismos y automatismos. No hablamos de decir ”gracias” a gente que busca nuestro reconocimiento a su labor.

Hablamos de echar un vistazo alrededor o al pasado, e identificar a aquella persona que sin necesidad de obtener respuesta nos ayudó. Muchas veces, sin saberlo o sin intención, pero lo hizo.

Aquel entrenador deportivo que nos hizo ver más allá de balones, vallas o clasificaciones. Aquella profesora con la que descubrimos el amor a los libros, a la historia o a las matemáticas. Aquel familiar que nos dio los mejores veranos de nuestra vida, de la forma más natural, pero que recordamos con tanto cariño.

“La gratitud en silencio no sirve a nadie.”
- G.B. Stern -

Agradecer es conectar con una emoción propia y compartirla con aquel o aquella que ha sido declarado culpable voluntario o involuntario de nuestro estado (presente o pasado).

Agradecer nos ayuda a:

Liberar sentimientos retraídos y proporcionar paz interior
Eliminar la idea resolver asuntos pendientes (“me hubiera gustado agradecerle…”)
Aumentar la autoestima
Fortalecer vínculos sociales
Combatir los malos momentos y las emociones negativas

¿Ingrediente secreto? Sí ¿Científico? También

Martin Seligman es uno de los más reconocidos psicólogos en la actualidad. Ha sido el impulsor de la psicología positiva, aquella que se encarga del estudio científico de las emociones y cualidades positivas del ser humano.

Junto con Peterson, desarrollaron un cuestionario que se encargaba de recoger y clasificar las fortalezas y virtudes para alcanzar mejor calidad de vida.

No sólo se basaron en investigaciones actuales, sino que estudiaron antiguas filosofías, textos de todas las culturas y religiones de todos los continentes.

De todo ello, sacaron varios elementos comunes. Una de las categorías generales llamada “Trascendencia” – donde se agrupan las fortalezas que otorgan significado a la vida y conectan con nuestro entorno y emociones universales – incluye la gratitud.

La trascendencia quedó definida como “el ser consciente y agradecer las cosas buenas que a uno le pasan, así como saber dar las gracias”.

Activa tu gratitud

Existen todo tipo de frenos para llevar a cabo esta tarea. Desde el miedo al qué dirán, la sensación de que ya es demasiado tarde, un punto de soberbia u orgullo que en ciertos momentos nos haga dudar, el pensar que no seremos correspondidos o la timidez.

El efecto es tan positivo, que si tenemos algo en mente, no dudemos en intentarlo. Antes de ello podemos practicar identificando aquellas que cosas por las que realmente podamos sentirnos agradecidos.

¿Recomendaciones?

Todos los días o una vez por semana, dedica unos minutos a identificar aquello por lo que puedes sentir gratitud. Esto ayudará también a valorar y reflexionar sobre aquellas acciones, situaciones o personas que aportan tranquilidad y positividad en el día a día.

Y sobre todo:

Escribe una carta a alguien de tu pasado a quien quieras agradecer algo. No hace falta reconocerle algo que fuera heroico a los ojos de los demás. Se pueden agradecer rutinas, atenciones, gestos, eventos, descubrimientos…
Piensa en alguien, y tomate tu tiempo, ordena aquello que quieras expresar y redacta. A tu elección queda cómo hacérselo llegar. Entregándolo en mano o leyéndolo en persona ¿Recomendación? La mejor experiencia es leerlo en voz alta y hablar de ello.

Más allá de siete letras existe la experiencia y la emoción. Descubre la mejor forma para ti, y recibe y disfruta del agradecimiento. Es una de las formas más seguras de encontrar gratificación y volver a recuperar nuestro sitio y nuestra identidad.

Compartir algo así contribuye silenciosamente a conectar con tus emociones positivas y añadir una piedra más al camino que construimos momento a momento dirección felicidad.

“La gratitud es el único secreto que no puede revelarse por sí mismo”.
- Emily Dickinson -