NO RESPONSABILICES A
LOS DEMÁS POR LO QUE SIENTES
El lenguaje cotidiano muestra que estamos llenos de fórmulas
para echarles la culpa a los demás por lo que sentimos o hacemos.
“¡Me sacas de quicio!” es una de las frases frecuentes o
“Esa persona me llena de mala energía”. Ambas frases son muy comunes y las dos
encierran grandes sofismas.
“Hay personas que
crean sus propias tempestades y después se ponen tristes cuando llueve”
- Velos de faltas -
¿Cómo puede ser que los demás sean los responsables de tu
ira? ¿Eres acaso su títere, su esclavo o su instrumento? ¿Cómo es posible que
tu mundo emocional quede anulado frente a las posibles influencias de otra
persona?
Uno de los rasgos que definen a una persona adulta es
precisamente el de ser capaz de tomar la responsabilidad sobre sus emociones y
sus actos.
Los demás: un
pretexto
Por más limitantes que sean las circunstancias, siempre
cuentas con un margen de libertad para actuar. Incluso si te ponen un revólver
en la sien y te intimidan para que hagas algo, todavía tienes la posibilidad de
elegir ceder o no hacerlo.
Sin llevar las cosas a esos extremos, la vida diaria nos
permite elegir entre múltiples posibilidades. Y, por supuesto, en la relación
con otras personas también tenemos la opción de actuar de diferentes maneras.
“Para pelear se necesitan dos”, dice el adagio popular. Y es
totalmente cierto. Frente a una agresión, te queda la alternativa de
engancharte, ignorarla o comprenderla.
Lo mismo ocurre con la tristeza, el miedo y toda la gama de
emociones: no dependen de los demás, sino de ti mismo.
Es mentira que si los demás hacen o dejan de hacer algo,
nosotros lograremos encontrar el equilibrio. Es mentira que si los demás
cambian, nosotros cambiaremos también.
Lo que ocurre es que a veces no queremos asumir la
responsabilidad por lo que sentimos. Es entonces cuando los demás se convierten
en un pretexto para justificar nuestra falta de autocontrol o la incapacidad
para hacernos cargo de lo que somos.
De ahí que construyamos explicaciones equivocadas sobre lo
que nos ocurre: si ella no fuera tan pasiva, yo prosperaría más. Si él fuera
más afectuoso, yo podría dejar de sentirme triste. Este tipo de quejas, al ser
traducidas, significan: el control y manejo de lo que siento está en manos de
otros.
Tampoco somos una
isla
La influencia de las demás personas sobre nuestras
emociones, se reduce a una contribución. Facilitan o inhiben determinados
sentimientos, estados de ánimo y actitudes. Pero en ningún caso las determinan.
Lo más obvio sería decir que si te sientes más irritable en
presencia de alguien en particular, o más triste cuando conversas con él, debes
alejarte de esa persona. Sin embargo, esto no es tan simple.
Los seres humanos estamos llenos de ambivalencias. Así que
al tiempo que te sientes más propenso a enojarte en presencia de alguien, esa
misma persona le otorga un especial dinamismo a tu vida, o te plantea desafíos
que te resultan atractivos.
Tampoco estamos en un mundo dividido entre “buenos” y
“malos”, o “sanos” y “enfermos”. Todos tenemos un poco de todo. También pasamos
por momentos en donde gozamos atormentando a otra persona, o nos volvemos
insoportables de tanto quejarnos por nuestras tristezas.
No existe un mundo ideal en donde tú te comportas
imperturbable como el Dalai Lama, o donde logras estar rodeado solamente por
personas que mantienen un equilibrio a toda prueba.
Lo que sí puedes hacer es trabajar para eliminar ese
dispositivo mental que te lleva a una mentira: pensar que tus sentimientos
dependen de los demás. Que no es tu responsabilidad trabajar sobre tus
emociones negativas, sino que son los demás quienes deben hacerlo.
Si logras salirte de esa lógica, vas a darte cuenta de que
todo se vuelve más sencillo. Y de que más temprano que tarde, las situaciones
evolucionan. Llegarás a conocerte mejor y posiblemente vas a descubrir que
hasta ahora te han atormentado situaciones que no valen la pena.
Entonces, estarás mejor preparado para jerarquizar los
conflictos. Incrementarás tu habilidad para concederle valor a los problemas
que realmente lo tienen y dejarás de lado esos pretextos que no te dejan
avanzar.
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