viernes, 31 de julio de 2015

LO QUE HEMOS OLVIDADO DE LA VIDA

¿Te has puesto a pensar en todas las cosas bonitas que te rodean? ¿Cuándo fue la última vez que agradeciste por los pequeños placeres o momentos de felicidad? Es sorprendente con qué facilidad el ser humano se olvida de lo que realmente importa y pone su atención en cosas irrelevantes.


Quizás deberíamos tener el hábito de repetirnos una y otra vez que la vida es bella con todo lo que tiene y darnos cuenta de que al poner en la balanza, lo positivo pesa más que lo negativo.

Cuando las cosas no salgan como tú esperas, cuando te sientas abatido o que el mundo se derrumba a tus pies, recuerda las siguientes “verdades de la vida”:

-Estar ocupado no es sinónimo de ser productivo: Todas las personas que nos rodean van a mil por hora, pero eso no significa que estén haciendo algo para cumplir sus sueños o lograr sus objetivos.

Correr de un sitio a otro, estar pendientes del móvil todo el día o acudir a 10 reuniones el mismo día, no es garantía de éxito… ¡sino todo lo contrario! La productividad se relaciona con la concentración y la focalización.

-Tener miedo es causa de arrepentimiento: Ten mucho cuidado con los temores, les encanta matar a los sueños. Este enemigo silencioso pero muy presente, crece cada vez más si se lo permitimos.

El temor nos impide dar pasos hacia adelante y cumplir nuestras metas. Pero todo no termina allí (como si fuera poco), ya que después nos arrepentimos de lo que no hicimos.

-No se necesita una disculpa para poder perdonar: Si nos quedáramos esperando que todo el mundo se disculpara para perdonarlos… ¡estaríamos enojados con el universo completo!

El perdón no es un acto que únicamente atañe al perdonado, sino también al “perdonador”. No olvides que el odio, la ira y el resentimiento nos enferman y no nos permiten avanzar.

-Después de un fracaso siempre llega el éxito: Igual que ocurre con la tormenta y el arcoiris. ¿Si no te equivocas, cómo puedes triunfar?

Hasta que no aprendas a comprender los errores, no tendrás éxito. Piensa sino en los intentos que hicieron los científicos antes de encontrar la respuesta a sus hipótesis o las veces que tuviste que caerte de la bicicleta hasta que aprendiste a montarla.

-Vives según lo que has construido: Un refrán similar a este es “cosecharás lo que siembras” y es realmente así. No eres una víctima de las circunstancias, del destino o de lo que quieras echarle la culpa. Tus decisiones y actos te han llevado a donde te encuentras hoy.

Tienes dos opciones, seguir hacia adelante o quejarte por tus errores.

-La autoestima se alimenta desde el interior: Por más que digan: “qué lindo te queda el corte de cabello”, “qué buena presentación has hecho en la reunión” o te feliciten por la nota de un examen, nada tendrá sentido si no cuentas con amor propio.

Ten en cuenta las opiniones ajenas cuando sean positivas o te ayuden a mejorar, no cuando intenten destruirte. Y recuerda que si no te amas tú… entonces ¿quién lo hará?

-Somos el reflejo de quienes nos rodean: Si bien no siempre se puede elegir a quien tenemos al lado (la familia, los colegas de trabajo o universidad) sí tenemos la posibilidad de escoger con quienes relacionarlos y con quienes no. Intenta estar rodeado de gente que te haga mejor persona, no peor, que te ayude y te inspire, no que te denigre y te haga sentir disminuido.

-Los cambios son inevitables: Todos los días cambiamos, aunque no lo queramos. Tenemos 24 horas más de vida que ayer, por empezar. No solemos querer lo desconocido porque nos da incertidumbre. Nos aferramos a lo que conocemos porque nos inspira confianza. Pero esto no siempre es así. Hay veces en que los cambios son necesarios para crecer y desarrollarnos, para avanzar y lograr lo que deseamos.

-¡Vive el momento! No olvides que por alguna razón, al hoy le han puesto “presente”… ¡Porque es un regalo! Y es lo único que tienes por seguro, el ayer ya pasó y el mañana no sabes lo que te deparará. No importa cuánta añoranza ni ansiedad tengas, no puedes cambiar otro tiempo que no sea el presente.



jueves, 30 de julio de 2015

ATRAE EL AMOR A TU VIDA

“El verdadero amor es desinteresado y está exento de todo miedo. Se derrama sobre el objeto de su afecto sin que pida nada a cambio. Su alegría está en la alegría de dar.”
(Florence Scovel)

El amor es una de las ilusiones más grandes del ser humano. Este sentimiento nos desborda de una energía positiva que hace que todo fluya con más libertad.

¿Te has encontrado buscando desesperadamente a la pareja perfecta? ¿Tu aspiración más grande es sentirte complementado con la persona que haga girar tu mundo? Tal vez, ahora no creas que tendrás éxito pero no debes desesperarte.

Deja de vivir en la ilusión

“Mejor una cruel verdad
que una cómoda ilusión.”
(Edward Paul Abbey)

Hemos crecido rodeados de cuentos de hadas e historias con finales felices que incluyen al príncipe o la princesa perfecta. La realidad es mucho más compleja que eso por lo que es momento de dejar de soñar.

El amor va a llegar a tu vida, eso es cierto. Pero debes aprender a ver. Tú eres humano, tu pareja será humana y ninguno será perfecto. Lo que debes buscar es a alguien con quien seas compatible, dejar de esperar que alguien golpee tu puerta y salir a encontrarlo.

Es importante que seas realista en lo que buscas. No puedes esperar toda la vida por la persona perfecta porque simplemente no existe. Busca a quien sea compatible con lo que eres y lo que buscas para el futuro.

Mantente atento a lo que tienes cerca

Puede pasarte que tengas la certeza que en tu entorno no hay nadie que te interesa. Pues bien, entonces debes salir a encontrarlo. No me refiero a páginas de contactos, aunque pueden funcionar. Lo mejor es comenzar algún curso que te interese mucho, que te divierta y entretenga. Puede ser yoga, pintura, cocina o lo que sea.

Verás que las personas que concurran a ese curso tienen intereses similares a los tuyos.  Ya vas a tener cosas en común, solo falta que veas si son compatibles en lo demás. Lo que debes evitar siempre es “ir de cacería”. Enfócate en conocer al resto de los participantes, pasarlo bien y socializar.

Viste para aquello que buscas

“Aparentar es la llave más próxima a la falsedad
y por ende, a la soledad.”
(Anónimo)

¿Sientes que siempre te involucras con las personas equivocadas? Esto es más común de lo que imaginas y pasa cuando damos la imagen incorrecta. Asegúrate de vestir y actuar de la forma más natural. No busques impresionar a alguien o llamar la atención poniéndote ropa diferente a tu estilo.

Quien te mire debe mirarte y sorprenderse contigo tal cual eres. Además, es muy cierto que la primera impresión es muy importante, seguramente tú también analizarás al otro. Piensa que si la relación perdura, tarde o temprano te verá realmente como eres y si no le gusta esta nueva versión habrá problemas. Quien te quiera te va a querer por lo que tú eres.

Sé sincero

Deja claro desde el inicio tus opiniones. Debes decir “No” cuando sea necesario. La persona que te está conociendo y que quiera ser parte de tu vida, debe tener claro cuáles son tus gustos, que cosas te desagradan y qué te hace reír. No tienes que ser complaciente al inicio porque si no, el final va a ser un infierno.

La sinceridad debe ser tu arma más preciada. No comiences la relación con engaños, juegos o cosas que no sean ciertas. Es simple: si engañas a la otra persona, la relación será una mentira. Expresa siempre lo que sientes y confía en el otro para formar una pareja estable y segura. Si no hay preocupaciones innecesarias sólo tendrán tiempo para disfrutarse.

Enamorarse es un proceso

No te obsesiones con encontrar el amor. Esto es un proceso que lleva su tiempo y durante el camino conocerás, te equivocarás y seguramente saldrás lastimado. Sin embargo, la recompensa final vale la pena y todas las experiencias te prepararán para tu relación final. Por ahora, diviértete, conoce gente nueva y relaciónate con la que ya está en tu vida.

“El verdadero amor no es otra cosa que
el deseo inevitable de ayudar al otro
para que sea quien es.”

(Jorge Bucay)




Fuente: La mente es maravillosa.com

miércoles, 29 de julio de 2015

LA MAGIA DE SER MUJER DESPUÉS DE LOS 40

Se necesita mucho valor para amar a las mujeres marcadas por el pasado, aquellas de carácter fuerte pero de corazón bueno. Se necesita mucho amor para curar las heridas y las desilusiones.

Pero, sobre todo, se necesita ser inteligente, porque son tan maduras y tan experimentadas que ya no creen en lo que sienten, sino en lo que estés dispuesto a hacer por ellas.

Walter Riso

Ya no tenemos la figura de los 20 años, pues las piedras del camino han moldeado nuestro cuerpo. Nuestra mirada es cómplice, pues se ha formado durante años, permitiéndonos manejar el arte de amar a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros familiares y a nuestros amigos.

Acumulamos de manera perfecta la experiencia y la juventud, lo que nos hace dominar el arte y el manejo de nuestra esencia, sumando vida a los años que hemos disfrutado y que nos quedan por disfrutar.

Porque una mujer de más de 40 deja huella por dónde camina, haciéndose dueña de sus pasos. Siente que pisa fuerte, transmite seguridad en sí misma y ha logrado una estabilidad y un equilibrio emocional y personal que hipnotiza.


Más de 40 soplos de aire fresco…


¿Que cuántos años tengo?

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos y las ilusiones se convierten en esperanza.

Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas…
Valen mucho más que eso.

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Lo que importa es la edad que siento.

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

José Saramago

Los 40 y los 50 son un momento peculiar, en el que te encuentras entre dos generaciones que ponen en evidencia lo efímero de la vida, por eso nos damos cuenta de que hay que aprovecharla y conciliar nuestros mundos. Dejas de preocuparte por lo que pasó y por el que pasará para comenzar a disfrutar de lo que está pasando.

A partir de los 40 por fin entendemos  que cada persona que te encuentras tiene un papel. Algunas personas te ponen a prueba, otra te utilizan, no falta quien te ama y te enseña, pero las personas realmente importantes son las que sacan lo mejor de ti. Son y serán personas pocos comunes y extraordinarias las que te recuerdan que todo ha merecido la pena.

La magia del momento

Las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto. Hoy tienen cuarenta y pico, y son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas y, sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace tan humanas, tan reales…

Hermosamente reales.

Sharon Stone con 48 años.

Muchas mujeres de más de 40 ya se han visto en situaciones complicadas. Han podido ser renegadas y rechazadas por su sociedad. Han vivido traiciones y desengaños que las han hecho madurar. Han podido sentir en su piel el desgarro de separaciones deshonrosas, de abandonos y de menosprecios.

Están forjadas en el fragor de la batalla y heridas por las flechas más inesperadas. Han cargado sobre sus espaldas gran parte del peso de la vida y, por eso, las mujeres con más de 40 han desarrollado un séptimo sentido que les permite ir más allá, mantenerse serenas y reconciliarse con la vida.

A modo de chiste, se dice que una mujer de 20 años puede ser atractiva, la de 30 puede ser seductora pero solo después de los 40 se puede ser irresistible. Este es el resultado de una mezcla perfecta entre experiencia y juventud.

De alguna manera, la mujer de más de 40 ha dado un importante paso en la búsqueda del amor, ahora se ama a sí misma mucho más que lo que lo hacía un década atrás.

No te olvides, mujer…

Tienes los años que permiten mirar la vida con calma pero con el interés de seguir creciendo. Ahora es cuando el amor puede ser ardiente o un remanso de paz. Cuando puedes gritar sin miedo tus temores y hacer lo que deseas aún temiendo al fracaso. Hoy puedes amarte, aceptarte y abrazarte, porque los años te han convertido en una persona mucho más plena, mucho más TÚ.




martes, 28 de julio de 2015

Barranco de los Canarios. Jandía. Aún quedan playas solitarias para perderse.


NI CONTIGO NI SIN TI, CONMIGO

La libertad no existe sin desapego, ni el desapego es falta de Amor.


Celos, temores, reproches, enfados, complejos… ¿Hasta dónde puede llegar a contaminarse un amor? Hablamos de esos Amores con condiciones, esos por los que esperamos, por los que nos quedamos a un lado con la esperanza de que algún día nos den lo que necesitamos.

Pero en esta vida hay pocas cosas que nos pillan de sorpresa, somos capaces de vaticinar rápidamente que eso que anhelamos nunca nos llegará de la mano de un amor que nos está sometiendo a la espera.

Entonces llegan las sombras, las 7 plagas, los mil males, la tristeza, el cansancio y la desilusión. Y cuando lo hacen reina la más absoluta desolación, esa que nos impide seguir avanzando y hace que nos abandonemos.

No nacemos cautivos, nos cautivamos

La triste realidad es que abonamos el terreno emocional para cultivar amores insanos, de esos que obstruyen y destruyen. No apartamos las malas hierbas de nuestro camino y eso trae consecuencias.

No será posible deshacernos de la tristeza y el desconsuelo si no actuamos en la dirección contraria. Es mejor no taparse los ojos, cuando algo va mal simplemente se sabe, se intuye y se palpa en el ambiente.

Ni la libertad es falta de amor ni el apego es amor

En verdad, la manera de entender las relaciones y el amor es muy relativa. Querer ser un alma libre no significa renunciar al amor. Del mismo modo, hay relaciones que, aunque queramos mucho a la otra persona, son realmente tóxicas y dolorosas.

Hay muchas historias de amor que se pierden por orgullo, por olvido o, simplemente, por dejadez. Pero hoy hablamos de esas relaciones que han sido envenenadas por la viuda negra del amor: el sometimiento emocional.

Por eso, cuando el amor se convierte en un "ni contigo ni sin ti", es hora de abandonarlo o de reciclarlo. Es decir, en toda relación tiene que primar la salud emocional de uno mismo.

Puede que pienses que necesitas a esa persona, puede que te aporte muchas cosas pero hay momentos en los que hay que quitarse la venda y llegar a comprender que está incomodando a tus emociones.

Uno no se ama a sí mismo hasta que no le duele el amor

Esto es cierto, no logramos amarnos a nosotros mismos hasta que no nos hace falta. Esa necesidad interna de querernos y de comprendernos surge cuando alguien o algo nos falla, porque solo entonces vemos nuestras carencias.

La gente siempre piensa que lo más doloroso es perder a quien amas. Pero la verdad es que perderse sí mismo en el proceso de amar a alguien demasiado, olvidándote de quién eres, es mucho peor.

Cuando lo damos todo por un amor que no se lo merece, empezamos a querernos. Que nos toquen el orgullo hace saltar las chispas de nuestro amor interno. Nos cuestionamos en qué hemos fallado, nos planteamos cómo podremos sentirnos mejor y cómo saldremos adelante. O sea, que el amor propio entra por la cabeza, no por el corazón.

La tristeza y el sentimiento de vacío que se crea dejando ir lo que no nos hace bien es solo un reflejo del anhelo que nos ofrece lo que pudo ser y no fue, lo que queríamos que fuese y no llegó.

Si dejas entrar a esa tristeza sin miedo, te llevará a la liberación definitiva, a la independencia, a una vida sin resistencias, sin celos, sin reproches y sin culpas que contaminen.

Así, que si nos hemos subido al barco del amor contaminado, lo mejor es buscar algo que nos ayude a flotar en nuestro interior. Porque, ante todo, nuestra vida no se vive con o sin alguien, sino con nosotros mismos.

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/ni-contigo-ni-sin-ti-conmigo/



viernes, 24 de julio de 2015

EL DUELO: UN SUFRIMIENTO ÚTIL

Por Walter Riso

Ni todo sufrimiento es malo, ni todo sufrimiento es bueno. Ni búsqueda desenfrenada de placer ni fanatismo masoquista. Hay aflicciones que son imprescindibles para el ser humano, y otras que sobran. Hay dolores productivos que nos hacen crecer y avanzar,  y otros que son un especie de via crucis rumbo a nada: el tormento por el tormento.

Viktor Frankl, un psicólogo que sobrevivió a los campos de concentración y exterminio nazi, hablaba de un sufrimiento con sentido y uno sin sentido. Al primero lo catalogaba de “noble” desdicha y al segundo de infelicidad “innoble”. Cuando el dolor está al servicio de fines saludables, es como una inyección de penicilina, duele, pero cura.

Un buen ejemplo de este sufrimiento justificado es el duelo. En situaciones de pérdida, como la muerte de un ser querido o la separación conyugal, la biología nos impone el principio de realidad. El duelo nos enseña que hay que saber perder y que, en determinados momentos, la esperanza puede llegar a ser un verdadero estorbo. Ante lo irremediable, la mejor opción es la humilde aceptación. Si no fuera así, el organismo se desgastaría tratando inútilmente de recuperar un imposible. Moriríamos en el intento. El reconocimiento de que “se acabó” y que “ya no hay nada que hacer”, nos libera de una estéril y dolorosa espera.

El duelo normal posee cuatro etapas. La primera es el embotamiento o entumecimiento de la sensibilidad, en la cual el sujeto se siente aturdido e incapaz de entender lo ocurrido; puede durar horas o semanas.

En una segunda etapa, de anhelo y búsqueda, la persona no acepta que la pérdida sea permanente. Aquí pueden aparecer manifestaciones como llanto, congoja, insomnio, pensamientos obsesivos, sensaciones de presencia del muerto (y obviamente visitas a videntes y brujos), cólera y rabia, en fín, en esta etapa se intenta restablecer inútilmente el vínculo que se ha roto. Es una etapa de ansiedad y desesperación; puede durar de dos a tres meses.

En la tercer fase, pese al dolor, se comienza a aceptar la pérdida y aparece una fase realista y depresiva; el tiempo promedio es de dos a tres meses.

Finalmente, se entra a la fase de reorganización, donde, ya sí, se comienza a renunciar definitivamente a la esperanza y el individuo recupera la iniciativa y las ganas de vivir.

Se calcula que un duelo bien elaborado puede durar de seis meses a un año, dependiendo de la cultura y la historia previa del sujeto. Algunas personas crean un duelo crónico, es decir, se quedan anclados en la tercera etapa (depresión). Otras, pueden permanecer en la primera etapa, y configuran lo que se llama ausencia de aflicción consciente. En ambos casos, el proceso se estanca y las remembranzas se transforman en calvario.

“Elaborar” adecuadamente un duelo afectivo implica que la mente y el organismo puedan procesar, aceptar, absorber, decodificar o asimilar la ausencia definitiva de la persona amada. Quiere decir que al pasar por las etapas mencionadas, el deudo admite y asume, así sea a regañadientes, el hecho de la pérdida. No significa insensibilidad ante la muerte, ni olvido inclemente, sino nostalgia de la buena. Recuerdos modulados por el amor en vez de angustia de separación. No hay ansiedad descontrolada, sino mansedumbre afectiva.

Se fue, pero quedan los años vividos, la dicha de haberlo tenido, la memoria teñida de momentos inolvidables y la añoranza limpia de toda ira. En un buen duelo no hay egoísmos, apropiaciones indebidas, posesiones a destiempo, ni celos retrospectivos. Aunque es recomendable llorar hasta el cansancio, no suele haber mártires, estancamientos suicidas o autolaceraciones.

Tarde que temprano, el vendaval del desconsuelo cede paso a una sosegada calma que surge desde adentro. Y es cuando comprendemos que todo ese sufrimiento, ese desgarrador padecimiento, cumplió su cometido. No fue en vano. Había que sufrir para empezar de nuevo. Así es la sana resignación del que sabe perder.




jueves, 23 de julio de 2015

martes, 21 de julio de 2015

DE TANTO PASARLO MAL, AHORA SOLO DISFRUTO DE LA VIDA

“Hay que tener fe en uno mismo. Ahí reside el secreto. Aún cuando estaba en el orfanato y recorría las calles buscando qué comer para vivir, incluso entonces, me consideraba el actor más grande del mundo. Sin la absoluta confianza en sí mismo, uno está destinado al fracaso.”

“La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”

Charles Chaplin

Llega un momento en nuestra vida en el que estamos cansados de dramas. De los nuestros, de los que nos hemos montado en nuestra cabeza y de los que nos rodean.

Nos sentimos también cansados de evaluarnos, de revolcarnos en errores del pasado y de abrir heridas que nos hacen parecer masoquistas.

Hay gente que siempre sabe equilibrar y no convierte su vida en un valle de lágrimas. Otros, sin embargo, hemos recorrido infinidad de veces ese valle de lágrimas, no sabemos en qué consiste la perfección.

Pero de repente, en algunas personas aparece un hartazgo, una pereza profunda a seguir la misma ruta de emociones demasiado fuertes, puede ser que ya simplemente no podemos más, o que hemos aprendido que no sirve para nada.

Nuestra energía se nos va.

Así que si te encuentras en ese punto, no estés inquieto por esta nueva sensación en ti.

Estás preparado para una nueva etapa, que será esplendorosa:

– Empezarás a actuar no para que los demás lo aprueben, sino porque realmente es lo que te apetece.

Si no te llama, o no te escribe, no pensarás qué hay en ti que marcha mal.Pensarás que esa persona, no era para ti, y seguirás adelante con una nueva y maravillosa indiferencia.

– Pensarás menos y sentirás más.

– Empezarás a apreciar los pequeños placeres de la vida.

– Cerrarás etapas con portazo y llave.

– El pensar en ti ya no te resultará egoísta.

– Dejarás de compararte con los demás, tú misma eres el espejo donde mirarte para corregir y mejorar, serás la referencia para mejorar tu vida.

– Agradecerás las críticas constructivas y aprenderás a hacerlas tú también.

– Serás lo suficientemente asertivo para no ir a fiestas que no te apetecen con gente que no te apetece.

-Darás sin esperar recibir, pero aprenderás a saber donde está el límite de la generosidad y del interés.

–Dejarás de analizar comentarios y desprecios. Ese tiempo lo usarás en planificar cosas importantes.

–Mejorarás en todo lo que te has propuesto, porque sabrás que si no lo haces tú nadie lo hará por ti.

-Hacerte la víctima no sirve.Tomarás las riendas de tu vida y aceptarás estoicamente las derrotas. Son tuyas, no deberás dar explicaciones de ellas.

-Pedirás ayuda solo cuando sepas que existe y a las personas que lo hacen de corazón.

-Sabes ya que pocos amigos dan la cama y la seguridad. Tener demasiados no es sinónimo de estar más acompañada.

-Tus valores se afianzan con cada paso que das.

-Sustituirás la pereza por la voluntad.

– Utilizarás la tecnología para comunicarte, pero no serás una esclava de ella.

– Las críticas destructivas serán leídas y archivadas sin causa.

Quizás pienses como has podido perder tanto tiempo en agradar a gente que en realidad no te importa, cómo te has podido dejar influenciar de una manera tan personal con ciertos comentarios. Pero durará pocos minutos, porque te darás cuenta de lo feliz que estás ahora

– Te vendrán problemas, pero tu experiencia te ayudará a relativizarlos y solventarlos. No te preocuparás, actuarás.

– Puede ser que no hayas merecido tantas decepciones en tu vida, pero cae en la cuenta de que tanto dolor lo has transformado en madurez, calma y serenidad.

“Y ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.”

Ángeles Caso


Ahora, que estás feliz de conocerte y a los demás (aunque ya no te importe tanto) les resulta irresistible esta faceta tuya. Porque no hay nada más magnético que sentirte bien en tu piel y en tu mente.

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/de-tanto-pasarlo-mal-ahora-solo-disfruto-de-la-vida/


Playas de Fuerteventura, Sotavento.







sábado, 18 de julio de 2015

Las Playitas, Ajui y El cotillo, tres pueblos de la costa majorera donde degustar el mejor pescado fresco de la isla. 





CONFIAR EN EL AMOR DESPUÉS DE HABER SIDO HERIDOS


El amor no es una cuestión de fe, tampoco una religión. El amor es una experiencia afectiva y emocional que suele llegar de improviso. Nadie puede amar a la fuerza ni puede dejar de querer cuando lo crea conveniente al no sentirse correspondido, por ejemplo. Y es quizá ahí, en esta pequeña sensación de falta de control, donde aparece el verdadero problema.

El amor a menudo nos sume en una envoltura de sutil fragilidad: todo lo que hace, dice, o no dicen nuestras parejas nos afecta de un modo más intenso, toda experiencia se vuelve más intensa y, en consecuencia, tanto la felicidad como el sufrimiento se experimentan de un modo mucho más fuerte.

De ahí por ejemplo que muchas personas suelan actuar de un modo casi comprensible tras un fracaso sentimental: para evitar el dolor, es mejor huir. Lo que duele es mejor evitarlo. Puro condicionamiento clásico. Pero... ¿Es esto lo adecuado? ¿Es mejor evitar enamorarnos de nuevo para no padecer?

Y más aún… ¿cómo podemos volver a confiar en el amor?

Cuando el amor duele y decepciona

Existe una idea muy común que considera que el amor es sinónimo de sufrimiento. Pensamos que este sentimiento, como tal, está asociado únicamente a la afectividad, y en consecuencia a la irracionalidad. Amar y sentir no va de la mano de “pensar”.

Pero hemos de tenerlo claro, en ocasiones no basta solo con amar, el afecto no es el único pilar para que una pareja funcione. Hemos de ubicarlo, racionalizarlo y dominar en la medida de lo posible esa locura afectiva. Debe existir un equilibrio entre la pasión y la racionalidad, de lo contrario acabaríamos perdiéndonos a nosotros mismos.

Compromiso, comunicación, afecto, respeto, empatía y crecimiento personal, deben ser sin duda esos ladrillos diarios sobre los que edificar una pareja. Pero cuando algo de esto falla, cuando estos pilares se quiebran, es cuando aparece el dolor y la decepción.

Un proceso que solemos vivir las personas a lo largo de nuestra vida, es aprender que la confianza, a veces, se rompe. Cuando somos niños, nuestra tendencia natural, es confiar en los demás. Pero a medida que nos vamos haciendo mayores, la experiencia nos va enseñando que las personas no son perfectas, que son falibles, y que pueden hacernos daño queriendo o sin querer.

De algún modo, todos estamos expuestos al dolor. Y es más, nosotros mismos también podemos hacerlo a otras personas. Es algo que siempre debemos tener claro. Los expertos siempre nos recomiendan ante todo una cosa: la necesidad de ser realistas en el amor.

No te dejes llevar por la idea de que la relación que tienes ahora va a ser siempre perfecta, piensa que es un largo proceso en el que encajar piezas, en el que negociar, a veces renunciar o defender… un proceso diario donde exista siempre la reciprocidad y la voluntariedad por parte de ambos en mantener esa relación. Se trata de ejercer un movimiento similar al de un péndulo, ir del “YO” al “NOSOTROS”.

Si no la hay, si eres consciente de que alguno de estos aspectos no se dan, mantén tu visión realista y evita que el dolor se  alargue más de lo necesario.


VOLVER A CONFIAR EN EL AMOR 

Sí, es posible. Puede que ahora mismo pienses que es mejor no volver a confiar en nadie. Que tus relaciones pasadas terminaron en fracaso y que ya han sido bastantes malas experiencias como para volverlo a intentar. Que la soledad del día a día, es mejor que la incertidumbre y el temor a volver a ser heridos.

Si piensas esto, intenta valorar con objetividad los puntos que ahora te señalamos. No perdemos nada por pensar en estas dimensiones durante unos momentos…

Para volver a confiar en una persona, lo primero es confiar en ti mismo/a. ¿Es que no tienes derecho a ser feliz, no te mereces quizá vivir buenos momentos y compartir la experiencia del día a día con otra persona? El primer paso es sentirte pleno, satisfecho y feliz contigo mismo. “Yo me gusto como soy, me gusta ese rostro que veo cada mañana y me siento satisfecho con la vida que llevo ahora”. Todos estos conceptos son los que dan fortaleza a nuestras raíces.

Una buena autoestima y una buena auto-confianza siempre nos hará más fuertes frente al dolor. Si yo sé lo que quiero, sabré ver de inmediato esos indicios en la otra persona que sé que no me convienen, que sé que pueden hacerme daño. “Yo me quiero a mí mismo y vuelvo a elegir a otra persona para quererla también, para crecer con ella pero manteniendo en todo momento mi equilibrio”.

Escucha tus necesidades. Solo tú sabes en qué momento te encuentras ahora. Solo tú sabes cuál es tu pasado y el modo en que te han hecho daño. Y toda herida requiere un proceso de cicatrización, lo sabemos. De ahí que sea básico el que sepas escucharte, el que veas cuáles son tus necesidades en cada momento.

Es imprescindible que recuperemos nuestro amor propio, que reconstruyamos todo aquello que está a nuestro alrededor. Puede que sientas que, ahora, es mejor estar solo/a, disfrutar de tus amigos y de tu familia. No hay prisa. Poco a poco empezaremos a mirar a nuestro alrededor con las heridas más cerradas, con el corazón más abierto y la mente más despejada. La confianza llegará poco a poco y con pasos sigilosos, será el momento pues de lanzar el lastre de nuestros miedos para abrazar lo desconocido.

Para vivir hay que arriesgarse, siendo conscientes en todo momento de que sí, de que puede volver a aparecer la decepción. Pero tal vez valga la pena, aunque sea breve… tal vez el arrepentimiento por no arriesgarnos nos ofrezca más culpabilidad. ¿Volver a amar es posible? Desde luego lo es. Solo depende de ti.