SEIS PRINCIPIOS DE LA MEDICINA FUNCIONAL INTEGRATIVA
Es una nueva ciencia que postula que la salud no debe ser
sólo ausencia de enfermedad, sino vitalidad positiva. Teniendo en cuenta la
integración de cuerpo, mente y espíritu, se propone como un nuevo paradigna en
el tratamiento de enfermedades crónicas.
Una de cada dos personas en los países desarrollados sufre
de enfermedades crónicas, lo cual representa el 80% del costo en salud. Por
supuesto que esto es significativo pero más impactante es el costo individual
de aquel que sufre, que es inconmensurable. ¿Cómo podemos cuantificar el dolor
y sufrimiento de aquellos que amamos, la tristeza de perder nuestra calidad de
vida?
Esta es una de las preguntas que se hace la Medicina
Funcional-Integrativa, una ciencia nueva dedicada a prevenir y revertir
enfermedades, entendiendo cómo nuestros genes marcan nuestra individualidad y
todos los factores que intervienen para ser los seres únicos que somos.
Cuando hablamos de Medicina Funcional primero tenemos que
resaltar el concepto de Pensamiento Funcional. ¿Qué significa esto? Significa
estar ante un nuevo paradigma en Medicina donde necesitamos abandonar el
pensamiento convencional, el cual nos dice que tenemos que tratar un síntoma
con una droga.
Se trata de incorporar conceptos nuevos y al mismo tiempo
abandonar conocimientos viejos, lo más parecido a desaprender algunas cosas. En
este proceso es necesario entender cuáles son las causas de la enfermedad para
poder restaurar la función en lugar del mero alivio de los síntomas y para
darle paso a conocimientos de avanzada que nos permitan dilucidar el laberinto
de la enfermedad crónica.
Se trata de incorporar conceptos nuevos y al mismo tiempo
abandonar conocimientos viejos, lo más parecido a desaprender algunas cosas.
A pesar de los innovadores tratamientos y sofisticados
procedimientos, la rápida diseminación de esta epidemia de enfermedades
crónicas ha comprometido la efectividad del sistema de salud de muchos países
contribuyendo a la bancarrota de economías nacionales y globales.
La respuesta a esta paradoja debería ser obvia para todos
nosotros: lo que estamos haciendo no está funcionando.
El modelo médico actual está enfocado al tratamiento de
enfermedades agudas, y su objetivo es encontrar una píldora a cada enfermedad.
Si bien puede resultar efectivo en los casos agudos, no funciona cuando de
enfermedades crónicas se trata.
¿Qué entendemos por enfermedades crónicas? Son aquellas que
no se curan, que empeoran con el tiempo, desencadenadas por múltiples causas.
Dentro de las más comunes podemos mencionar: diabetes tipo 2, enfermedades
autoinmunes como artritis reumatoidea, osteoporosis, asma, depresión, autismo,
hipertensión, demencia, etc.
Como está planteado, tendríamos que acostumbrarnos a
convivir con ellas, una propuesta muy costosa en términos monetarios y de
nuestra salud, donde la única alternativa es una camino direccionado a una
vejez frágil, no saludable e invirtiendo nuestro tiempo visitando al médico y
tomando remedios.
Si bien estas enfermedades no nos acortan la vida, nos
imponen una carga de dolor y limitación que nos resta calidad de vida y nos
impide disfrutar de una longevidad extendida en su total dimensión.
Esto no debe suceder. La ciencia médica cuenta en la
actualidad con herramientas revolucionarias para evitar esta colisión con
enfermedades debilitantes. Si no podemos entender las causan que nos enferman,
no podemos encontrar la solución, y es en esa búsqueda en donde la Medicina
Funcional-Integrativa juega un rol protagónico y abre nuevos caminos.
Cuáles son sus principios
1 - Cuidado centrado en el paciente y no en la enfermedad.
2 - Identificación de la salud como vitalidad positiva y no
sólo la ausencia de enfermedad.
3 - Individualidad bioquímica.
4 - Balance dinámico entre factores externos e internos
(factores genéticos, ambientales, etc.).
5 - Considerar al individuo en su totalidad: interacción
cuerpo, mente y espíritu para un completo abordaje.
6 - Promover no sólo el incremento del tiempo de vida sino
el tiempo de vida con óptima salud.
Todos los cambios de paradigma son difíciles y las nuevas
ideas suelen encontrar muchos detractores, especialmente cuando nos sacan de la
zona de confort que venimos transitando. Pero llegó el momento en que es
necesaria una transformación radical que conduzca a una vida saludable
verdadera.
Se debe trabajar profundamente en que los pacientes
entiendan cómo los estilos de vida, la dieta y el medio ambiente influyen en
nuestra expresión genética y determinan cómo nos vemos, actuamos y sentimos,
haciéndolos parte de esta transformación en el cuidado de la salud.
Así es que no hay un tratamiento único sino múltiples
opciones según las necesidades individuales de cada paciente. Se debe trabajar
en la motivación y compromiso de quien busca una solución para sus dolencias,
poniendo especial énfasis en la importancia de los cambios de estilos de vida.
Si cambiamos nuestros estilos de vida en determinada manera
podemos restaurar el balance en nuestro organismo y de esta forma afectar
positivamente nuestro patrón de salud o enfermedad.
Nuestro genoma humano es muy particular y se distingue por
sus habilidades específicas escritas en nuestro libro de vida. Lo que podemos
hacer es ajustar nuestro estilo de vida, dieta y medio ambiente para aumentar
este potencial tan único. No hay una mejor o peor genética, lo único superior
es el estilo de vida.
Si nos proponemos para el siglo XXI un modelo médico de
calidad debemos reconocer y validar modelos clínicos más efectivos y exitosos.
Una forma de hacerlo es poner énfasis en la educación médica, capacitando a los
profesionales en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas y creando
en la población conciencia de todo lo que podemos hacer para mejorar nuestra
salud.
* La Dra. Sandra Molocznik fue formada en esta disciplina en los Estados Unidos y es fundadora de Integrative Health en Argentina.