martes, 31 de marzo de 2015


SEIS PRINCIPIOS DE LA MEDICINA FUNCIONAL INTEGRATIVA


Es una nueva ciencia que postula que la salud no debe ser sólo ausencia de enfermedad, sino vitalidad positiva. Teniendo en cuenta la integración de cuerpo, mente y espíritu, se propone como un nuevo paradigna en el tratamiento de enfermedades crónicas.

Una de cada dos personas en los países desarrollados sufre de enfermedades crónicas, lo cual representa el 80% del costo en salud. Por supuesto que esto es significativo pero más impactante es el costo individual de aquel que sufre, que es inconmensurable. ¿Cómo podemos cuantificar el dolor y sufrimiento de aquellos que amamos, la tristeza de perder nuestra calidad de vida?

Esta es una de las preguntas que se hace la Medicina Funcional-Integrativa, una ciencia nueva dedicada a prevenir y revertir enfermedades, entendiendo cómo nuestros genes marcan nuestra individualidad y todos los factores que intervienen para ser los seres únicos que somos.

Cuando hablamos de Medicina Funcional primero tenemos que resaltar el concepto de Pensamiento Funcional. ¿Qué significa esto? Significa estar ante un nuevo paradigma en Medicina donde necesitamos abandonar el pensamiento convencional, el cual nos dice que tenemos que tratar un síntoma con una droga.

Se trata de incorporar conceptos nuevos y al mismo tiempo abandonar conocimientos viejos, lo más parecido a desaprender algunas cosas. En este proceso es necesario entender cuáles son las causas de la enfermedad para poder restaurar la función en lugar del mero alivio de los síntomas y para darle paso a conocimientos de avanzada que nos permitan dilucidar el laberinto de la enfermedad crónica.

Se trata de incorporar conceptos nuevos y al mismo tiempo abandonar conocimientos viejos, lo más parecido a desaprender algunas cosas.
            
A pesar de los innovadores tratamientos y sofisticados procedimientos, la rápida diseminación de esta epidemia de enfermedades crónicas ha comprometido la efectividad del sistema de salud de muchos países contribuyendo a la bancarrota de economías nacionales y globales.

La respuesta a esta paradoja debería ser obvia para todos nosotros: lo que estamos haciendo no está funcionando.

El modelo médico actual está enfocado al tratamiento de enfermedades agudas, y su objetivo es encontrar una píldora a cada enfermedad. Si bien puede resultar efectivo en los casos agudos, no funciona cuando de enfermedades crónicas se trata.

¿Qué entendemos por enfermedades crónicas? Son aquellas que no se curan, que empeoran con el tiempo, desencadenadas por múltiples causas. Dentro de las más comunes podemos mencionar: diabetes tipo 2, enfermedades autoinmunes como artritis reumatoidea, osteoporosis, asma, depresión, autismo, hipertensión, demencia, etc.

Como está planteado, tendríamos que acostumbrarnos a convivir con ellas, una propuesta muy costosa en términos monetarios y de nuestra salud, donde la única alternativa es una camino direccionado a una vejez frágil, no saludable e invirtiendo nuestro tiempo visitando al médico y tomando remedios.

Si bien estas enfermedades no nos acortan la vida, nos imponen una carga de dolor y limitación que nos resta calidad de vida y nos impide disfrutar de una longevidad extendida en su total dimensión.

Esto no debe suceder. La ciencia médica cuenta en la actualidad con herramientas revolucionarias para evitar esta colisión con enfermedades debilitantes. Si no podemos entender las causan que nos enferman, no podemos encontrar la solución, y es en esa búsqueda en donde la Medicina Funcional-Integrativa juega un rol protagónico y abre nuevos caminos.

Cuáles son sus principios

1 - Cuidado centrado en el paciente y no en la enfermedad.

2 - Identificación de la salud como vitalidad positiva y no sólo la ausencia de enfermedad.

3 - Individualidad bioquímica.

4 - Balance dinámico entre factores externos e internos (factores genéticos, ambientales, etc.).

5 - Considerar al individuo en su totalidad: interacción cuerpo, mente y espíritu para un completo abordaje.

6 - Promover no sólo el incremento del tiempo de vida sino el tiempo de vida con óptima salud.

Todos los cambios de paradigma son difíciles y las nuevas ideas suelen encontrar muchos detractores, especialmente cuando nos sacan de la zona de confort que venimos transitando. Pero llegó el momento en que es necesaria una transformación radical que conduzca a una vida saludable verdadera.

Se debe trabajar profundamente en que los pacientes entiendan cómo los estilos de vida, la dieta y el medio ambiente influyen en nuestra expresión genética y determinan cómo nos vemos, actuamos y sentimos, haciéndolos parte de esta transformación en el cuidado de la salud.

Así es que no hay un tratamiento único sino múltiples opciones según las necesidades individuales de cada paciente. Se debe trabajar en la motivación y compromiso de quien busca una solución para sus dolencias, poniendo especial énfasis en la importancia de los cambios de estilos de vida.

Si cambiamos nuestros estilos de vida en determinada manera podemos restaurar el balance en nuestro organismo y de esta forma afectar positivamente nuestro patrón de salud o enfermedad.

Nuestro genoma humano es muy particular y se distingue por sus habilidades específicas escritas en nuestro libro de vida. Lo que podemos hacer es ajustar nuestro estilo de vida, dieta y medio ambiente para aumentar este potencial tan único. No hay una mejor o peor genética, lo único superior es el estilo de vida.

Si nos proponemos para el siglo XXI un modelo médico de calidad debemos reconocer y validar modelos clínicos más efectivos y exitosos. Una forma de hacerlo es poner énfasis en la educación médica, capacitando a los profesionales en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas y creando en la población conciencia de todo lo que podemos hacer para mejorar nuestra salud.


* La Dra. Sandra Molocznik fue formada en esta disciplina en los Estados Unidos y es fundadora de Integrative Health en Argentina.







domingo, 29 de marzo de 2015


LAS VERDADES DEL AMOR

“El que aprende y aprende y no practica lo que sabe,
es como el que ara y ara y no siembra”
Platón

La idealización del amor es un recurso que han empleado poetas, pintores y músicos desde hace varios siglos. De ahí que se hayan construido un conjunto de mitos que circulan actualmente y a los que muchos atienden, sin detenerse a pensar concienzudamente si son o no son válidos.

La dificultad estriba en que las personas pueden construir expectativas demasiado elevadas. En esa medida, ninguna realidad estará a la altura de lo que sueñan y esperan. Por eso una y otra vez se sentirán desilusionados con la realidad y les resultará difícil construir vínculos genuinos de amor con otros.

A continuación ahondaremos un poco sobre otros grupos de creencias o mitos sobre el romanticismo y el amor.

El amor como totalidad

El amor idealizado por el romanticismo se convierte en el centro del universo personal. Es el sumum del bien y el punto hacia donde conducen todos los caminos de la vida; representa la redención, la salvación o la culminación de todos los anhelos.

Es frecuente la alusión a la idea de que alguien solo será feliz si encuentra y mantiene una pareja. También se dice que el amor y supone grandes sacrificios y privaciones, en función de mantener la relación a toda costa. Todo el ser debe estar comprometido en la pareja. No puede haber secretos, ni restricciones.

La realidad nos demuestra otra cosa. Esas entregas absolutas, en donde todo gira en torno a la pareja, tienen que ver más con la neurosis que con el amor como tal.

El ser humano tiene múltiples dimensiones y no todas pueden ser compartidas con nuestro acompañante. Hay muchas situaciones y personas en la vida que nos llevan a instantes de felicidad, no solamente el amor romántico tiene esa virtud.

También hay esferas personales que consideramos privadas. Son esos espacios que nos gusta reservarnos para nosotros mismos. Forman parte de nuestro proceso de autoconocimiento, de nuestra exploración individual, de nuestra vida. Y no es desleal dejar de compartirlas con la pareja. Tampoco es egoísmo. Se trata simplemente de un mecanismo para preservar nuestra individualidad.

El mito de la posesión sobre el otro

Comprende un conjunto de ideas en las que nuevamente se reitera la creencia de que el amor de pareja es una totalidad arrasadora en la que no hay lugar para la individualidad. Se plantea, por ejemplo, que todo amor verdadero, necesariamente debe conducir al matrimonio o, en todo caso, a una convivencia perdurable.

También se asegura que los celos son una pasión absolutamente legítima. Incluso, hay quien llega a afirmar que se trata de una de las señales inequívocas del amor: si te quiere, te cela. En contrapartida, la infidelidad equivale a toda una hecatombe; la infidelidad es una prueba definitiva de falta de amor, un obstáculo insalvable, una ofensa de muerte.

Nuevamente aquí la realidad nos muestra que las cosas no son exactamente como las plantean los románticos. No hay manera de garantizar que un amor verdadero terminará en una unión estable que jamás se quiebre con los años. El amor no es un sentimiento estático y a diario vemos matrimonios que se mantienen sin amor, o relaciones que se rompen aún si hay un gran afecto de ambas partes.

También sabemos que la infidelidad existe y que se da incluso en parejas que están muy enamoradas. No depende necesariamente de la falta de amor, sino que muchas veces tiene que ver más con las inseguridades o los vacíos personales, que con fallos en la relación.


Por todo esto, se puede concluir que probablemente seríamos mucho más felices si renunciáramos a creer en esos mitos del romanticismo. Eso nos permitiría valorar mejor la realidad y, tal vez así, dejaríamos de anhelar lo que no existe y podríamos disfrutar plenamente de lo que verdaderamente podemos esperar del amor.

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/las-verdades-del-amor/


sábado, 28 de marzo de 2015


DE LOS BASTONES Y LAS REGLAS

En el otoño de 2003, estaba paseando en plena noche por el centro de Estocolmo, cuando vi a una señora que caminaba ayudándose con bastones de esquiar. Mi primera reacción fue atribuir aquello a alguna lesión que había sufrido, pero me di cuenta de que andaba deprisa, con movimientos acompasados, como si estuviera en mitad de la nieve; sólo que todo a nuestro alrededor era el asfalto de las calles. La conclusión obvia fue: “esta señora está loca, ¿cómo puede pretender que está esquiando en una ciudad?”

De vuelta en el hotel, le comenté el hecho a mi editor. Él dijo que el loco era yo: lo que había visto era un tipo de ejercicio conocido como “caminata nórdica” (nordic walking). Según él, además de los movimientos de las piernas, se trabajan de este modo también los brazos, los hombros, los músculos de la espalda, lo que permite un ejercicio mucho más completo.

Mi intención al caminar (que, junto con el tiro con arco y flecha, es mi pasatiempo favorito) es poder reflexionar, pensar, ver las maravillas que hay a mi alrededor, conversar con mi mujer mientras paseamos. Me pareció interesante el comentario de mi editor, pero no le presté mayor atención.

Cierto día, estaba en una tienda de deportes para comprar material para las flechas, cuando vi un nuevo tipo de bastones utilizados por los montañistas, unos bastones ligeros, de aluminio, que se pueden abrir o cerrar, mediante el sistema telescópico de un trípode fotográfico. Me acordé de la “caminata nórdica”: ¿por qué no probarlo? Compré dos pares, para mí y para mi mujer. Regulamos los bastones para una altura cómoda, y al día siguiente decidimos utilizarlos.

¡Fue un descubrimiento fantástico! Subimos y bajamos una montaña, sintiendo que verdaderamente todo el cuerpo estaba en movimiento, que el equilibrio era mejor, y que nos cansábamos menos. Caminamos el doble de la distancia que siempre cubríamos en una hora. Recordé que en cierta ocasión había intentado explorar un riachuelo seco, pero las dificultades que presentaban las piedras del lecho eran tan grandes que desistí de la idea. Pensé que con los bastones sería mucho más fácil, y estaba en lo cierto.

Mi mujer entró en internet y descubrió que quemaba un 46% más de calorías que en una caminata normal. Se entusiasmó, y la “caminata nórdica” pasó a formar parte de nuestra rutina diaria.

Una tarde, para distraerme, decidí yo también entrar en internet y ver qué había allí sobre el asunto. Me llevé un susto: había páginas y más páginas, federaciones, grupos, discusiones, modelos y... reglas.

No sé qué es lo que me empujó a entrar en la página sobre las reglas. A medida que iba leyendo, me horrorizaba: ¡lo estaba haciendo todo mal! Mis bastones tenían que estar regulados a una altura mayor, tenían que obedecer determinado ritmo, determinado ángulo de apoyo, el movimiento del hombro era complejo, existía una manera diferente de usar el codo, todo seguía preceptos rígidos, técnicos, exactos.

Imprimí todas las páginas. Al día siguiente, y los que siguieron, intenté hacer exactamente aquello que mandaban los especialistas. La caminata empezó a perder interés, ya no veía las maravillas a mi alrededor, conversaba poco con mi mujer, no conseguía pensar en nada más que las reglas. Al cabo de una semana, me hice una pregunta: ¿por qué estoy aprendiendo todo esto?

Mi objetivo no es hacer gimnasia. No creo que las personas que empezaron a hacer su “caminata nórdica”, pensaran en nada más que en el placer de andar, de aumentar el equilibrio y mover todo el cuerpo. Intuitivamente sabíamos cuál era la altura ideal del bastón, como también intuitivamente podíamos deducir que cuanto más cerca estuviesen del cuerpo, mejor y más sencillo sería el movimiento. Pero ahora, por culpa de las reglas, había dejado de concentrarme en las cosas que me gustan, y estaba más preocupado por perder calorías, mover los músculos y usar cierta parte de la columna.

Decidí olvidar todo lo que había aprendido. Ahora caminamos con nuestros dos bastones, disfrutando del mundo a nuestro alrededor, sintiendo la alegría de ver cuánto exigimos a nuestro cuerpo, cómo lo movemos, lo equilibramos. Y si quisiera hacer gimnasia en lugar de “meditación en movimiento”, me buscaría una academia. De momento, estoy satisfecho con mi “caminata nórdica” relajada, instintiva, aunque quizá no esté perdiendo un 46% más de calorías.

No sé por qué el ser humano tiene esta manía de ponerle reglas a todo.

Paulo Coelho



"A veces, lo que te detiene está solo en tu mente".


jueves, 26 de marzo de 2015


¡VUELA ALTO!

“Esta historia ocurrió una vez, en una zona de altas y escarpadas montañas, dónde un águila enseñaba a su pichón a volar. Eran días de verano de cielo despejado y soleado, sin apenas viento. Una mañana, ya entrado el otoño, el cielo se cubrió de densas nubes negras. El pichón, acostumbrado a ver el cielo azul y el sol brillar, dio un grito de desesperación. ¡No podía ver ese manto celeste con su sol resplandeciente!

El águila, observando al pichón, le pidió que le acompañara. Juntos remontaron vuelo en dirección a las nubes. Luego de una trabajosa travesía, ambos estaban por encima de las nubes. El pichón estaba loco de alegría, se había superpuesto a esas negras nubes que le ocultaban su sol y su manto azul.”

He querido comenzar este último post para despedir el año con este cuento de superación porque creo que un buen propósito para el año nuevo que está punto de comenzar es que seamos como el pichón, despleguemos nuestras alas y nos animemos a volar más alto. ¿Qué os parece?

En muchas ocasiones, los que habéis asistido a mis conferencias, me habréis escuchado decir que no debemos conformarnos y llevar una vida menor de la que podemos llevar y si podemos tener una relación de pareja de nivel ocho no quedarnos con una de nivel siete, si nuestro trabajo puede ser de nivel ocho no nos conformemos con desarrollar una tarea de nivel siete…

¿Y si este año que comienza lo ponemos en práctica? ¿Y si apostamos por ser la mejor versión de nosotros mismos? ¿Y si nos fijamos metas y objetivos ambiciosos?

Y en este post quiero poneros deberes ¡Sí!, pero no os asustéis. No os quiero dar mucho trabajo. Lo único que quiero es que cojáis un papel y un bolígrafo y penséis vuestros propósitos o vuestro propósito para vivir con auténtica pasión este año.

¿Qué va a hacer que despliegues tus alas y comiences a volar por encima del techo que tú mismo te has construido?

¿Qué te va a mover a buscar tu propio sol en medio de la tormenta?

¿Qué te va a sacar de tu zona de confort?

Y cuando lo tengas, cuando lo hayas hecho, cuando hayas encontrado ese objetivo para el nuevo año que te va a hacer desplegar las alas y volar alto, ¡compártelo! Porque si lo compartes ¡ya habrás dado el primer paso! Y seguro que puedes hacerlo, tienes talento… ¡sólo hace falta que lo creas!

Acerca de Luis Galindo
Luis Galindo cuenta con más de 30 años de experiencia en puesto Directivos en diferentes empresas de carácter nacional e internacional de diversos sectores siempre al servicio de numerosos Equipos Humanos. Tiene un estilo propio de transmitir “en directo” enérgico e inspirador, muy personal, que le hace único en la conexión conferenciante-auditorio y que le lleva a ser reiteradamente solicitado por los directivos que han asistido a sus intervenciones.




"Una vida feliz consiste en tener tranquilidad de espíritu". Cicerón




ARTESANOS DE LA IRONÍA Y EL SARCASMO (PERSONALIDADES TÓXICAS)

El uso continuado de la ironía, lejos de ser un rasgo de elegante ingenio, puede llegar a ser en realidad un arma de doble filo con la que minar nuestra autoestima. Bien es cierto que en ocasiones, este recurso puede parecernos muy original, y que quienes lo utilizan, pueden a veces darnos una falsa imagen de sutil atractivo y sentido del humor.

En el mundo del cine, las series de televisión e incluso en la literatura, nos encontramos a menudo con este tipo de personajes tan hábiles en el uso de la ironía y el sarcasmo. Ahora bien ¿Qué hay en realidad detrás de sus personalidades? Individualismo, algo de prepotencia y un peculiar talento para despreciar a quienes están a su alrededor.

El creador de la “ironía mala” suele lanzarnos comentarios que buscan en realidad, ponernos en evidencia de algo. Y para ello, no dudan en usar el sarcasmo para atacarnos del modo más sutil y particular posible, pero aun así, sigue siendo una ofensa. ¿Has recibido en alguna ocasión este tipo de frases malintencionadas? Hablemos hoy sobre ello y aprendamos también a defendernos.

Los límites de la ironía

A menudo suele decirse que para fomentar la felicidad cotidiana, nunca está de más practicar el sentido del humor e incluso el burlarnos de nosotros mismos. Es quizá un modo de relativizar las cosas y de ser también, algo más humildes.

Nunca viene mal destensar un poco una situación con una frase irónica. Es un rasgo ingenioso y nos ayuda a sonreír. Esto es lo que llamamos sin duda “ironía positiva”, ésa que no hace daño y que no busca atacar a nadie. No obstante, no podemos pasar por alto esa otra que pretende, “conscientemente”,  hacer daño a quien se tiene en frente.

Pensemos en esas relaciones tóxicas de pareja donde uno de los miembros ejerce el control sobre la otra persona. El uso continuado de la ironía o el sarcasmo es un modo de dominar a la vez que de humillar, de subestimar nuestra valía, de desmotivarnos y de quitarnos día a día la energía.

El psicólogo argentino Bernardo Stamateas, nos explica que el recurso de la ironía y el sarcasmo es muy habitual en los perfiles de las personas tóxicas. Ya sean nuestras parejas, compañeros de trabajo e incluso nuestros familiares, la finalidad siempre es la misma: minar lentamente nuestra motivación y el valor que tenemos de nosotros mismos. “Si tú disminuyes, si tú te ves cada vez más pequeño y frágil, ellos adquirirán poder y tendrán más control sobre tu persona”.

Los artesanos de esta ironía malintencionada, tienen muchas máscaras, y aunque es posible que bajo ellas se esconda una baja autoestima o una falta de seguridad en sí mismos, debes ir con cuidado para saber poner límites. Para lograr que no te destruyan por dentro.

Cómo defendernos de la ironía negativa


Si en tu entorno personal o laboral, existe una persona habituada a utilizar el recurso de la ironía desde su vertiente más negativa, debes saber que hay que ponerle unos límites determinados lo antes posible. De no hacerlo, de permitir que se nos vulnere y ataque, es posible que día a día “su arte” vaya a más y que le permitamos tener más poder.

Un recurso puntual puede convertirse en hábito, y el hábito en dominación cuando perciben que tienen éxito y que consiguen humillarnos. No lo permitas, no dejes que te hieran con el ese tipo de ironías en ninguna ocasión.

Te explicamos de modo sencillo como defenderte.

1. Recibimos un comentario irónico. ¿Qué es lo primero que debemos hacer? Piensa y analiza lo que te han dicho, no te precipites a decir lo primero que te venga a la cabeza. Hay personas muy hábiles con el recurso del sarcasmo, así que es posible que no haya ningún ataque sobre tu persona. Guarda silencio y mantén la tranquilidad mientras analizas las palabras que te han dirigido.

2. ¿Te han atacado? ¿Han vulnerado tu autoestima? Lo último que debes hacer es devolverle otra ironía, porque de hacerlo, entramos en su mismo juego. Un juego cobarde donde no se dicen las palabras directas y con sinceridad. Tú eres una persona íntegra y no necesitas jugar con los términos ni con las personas para decir lo que piensas.

3. Ahora di en voz alta lo que ha querido decir esta persona en cuestión, sin utilizar ironías: ¿Me estás llamando cobarde? ¿Me estás diciendo que yo no soy capaz de hacer esto? ¿Piensas que soy menos válido/a que tú? Expón la ofensa en toda su crudeza para que la otra persona reaccione y la argumente, hazlo de forma tranquila y con aplomo, esperando que quien tengas delante, pueda argumentarse.

La ironía, lejos de un escenario teatral, siempre suele ser dañina. Nunca permitas que ironicen sobre tu persona o sobre tus capacidades.




miércoles, 25 de marzo de 2015

SUELTA...



NO ES LO QUE TE PASA, ES COMO LO PIENSAS

Los pensamientos negativos pueden ser muy nocivos para uno mismo. Los acontecimientos traumáticos no nos afectan tanto por los hechos ocurridos como por el estrés y la ansiedad que genera la culpabilidad. Controlar nuestros pensamientos es la clave para salir adelante y avanzar sin la carga de la culpa.

Un estudio realizado en 2013 con más de 30.000 sujetos reveló que insistir en los eventos negativos de la vida puede ser el desencadenante principal de algunos de los problemas de salud mental actuales más comunes, especialmente por la culpa que generan estos eventos.

Los resultados indicaron que no es lo que nos sucede lo que importa, sino la forma en que pensamos acerca de lo que da forma a nuestro bienestar psicológico. En este sentido, actuar sobre nuestros pensamientos nos ayudará a limitar estos sentimientos de culpa con los que nos castigamos a nosotros mismos.

 “Si bien sabemos que la genética de una persona y las circunstancias de su vida influyen en los problemas de salud mental, los resultados de este estudio mostraron que los acontecimientos traumáticos de la vida son la principal razón por los que las personas sufren de ansiedad y depresión. Sin embargo, la forma en que una persona piensa, y se ocupa de los acontecimientos estresantes, es un indicador del nivel de estrés y ansiedad que sienten“, dijo el investigador principal, Peter Kinderman.

Mientras que la auto-reflexión  puede ser un ingrediente clave para vivir una vida consciente y  feliz, estos nuevos hallazgos demuestran que el hecho de darle vueltas a los aspectos negativos de nuestra vida y nuestro pasado no es bueno para nosotros.

Por lo tanto, mientras que la auto-comprensión como es un medio para superar las luchas personales, también es necesario hacer un ejercicio de auto-compasión, y no convertirnos en enemigos de nosotros mismos.

En este sentido, superar a nuestro crítico interior nos ayudará a desterrar la culpa y el auto-desprecio por lo que nos ocurrió, lo que hicimos o lo que dejamos de hacer, con lo que nos daremos la oportunidad de pensar en positivo sobre lo que todavía tenemos por delante, así como de apoyarnos en lo bueno que hemos hecho y en los valores y actitudes que nos hacen más fuertes.

Para vencer estos pensamientos negativos autodestructivos es importante empezar por aprender a diferenciarlos y reconocerlos, así como identificar en qué momentos surgen esos pensamientos. De esta manera, podremos empezar a filtrarlos, a evadirlos e incluso a enfrentarnos a ellos con una respuesta tajante y tolerancia cero.

Por otra parte, cuando nos encontramos pensando en negativo, cuando recordamos cosas que nos afectan negativamente, es mucho mejor dejar de darles vueltas, dejar de rumiar eso que ha ocurrido. Es mucho más efectivo cortar en ese momento con esos pensamientos, pensar en otra cosa.

Según las conclusiones derivadas de diversos estudios, las intervenciones cognitivo-conductuales pueden ser eficaces para reducir la preocupación. En este sentido, diversos estudios han comprobado que los tratamientos en los que se anima a los participantes a cambiar su estilo de pensamiento o a cambiar la respuesta emocional de rumiar y darle vueltas a las cosas y preocuparse tanto por ellas se obtienen resultados positivos.

Otras investigaciones han indicado que la auto-compasión se asocia con una mayor capacidad de recuperación emocional, con un comportamiento relación con uno mismo más solidario, ya que la auto-compasión se basa en un sentido básico de la propia dignidad como ser humano.

Por lo tanto, empezar a desterrar los pensamientos negativos requiere tomar conciencia de no escuchar a estos pensamientos, cultivar la auto-compasión y actuar en contra de las directrices que nos marca nuestro crítico interior.




martes, 24 de marzo de 2015


Disfruta ahora de la vida, esto no es un ensayo.



EL PESO DE NUESTRA VIDA

“¿Sus vidas cuánto pesan? Imaginen por un segundo que llevan una mochila. Quiero que noten las correas sobre los hombros, ¿las notan?

Ahora quiero que la llenen con todas las cosas que tienen en sus vidas. Empiecen por las que hay en los estantes y los cajones, las tonterías que coleccionan. Noten cómo se acumula el peso.

Ahora cosas más grandes: ropa, pequeños electrodomésticos, lámparas, toallas, la tele. La mochila ya pesa. Ahora, cosas más grandes: el sofá, la cama, alguna mesa…

Métanlo todo dentro: el coche, la casa, un estudio o un apartamento de dos dormitorios. Quiero que introduzcan todo eso dentro de la mochila. Intenten caminar. Es difícil, ¿no?

Pues esto es lo que hacemos con nuestra vida a diario. Nos vamos sobrecargando hasta que no podemos ni movernos. Y no se equivoquen, moverse es vivir.

Ahora voy a prenderle a esa mochila fuego ¿Qué quieren sacar? ¿Las fotos? Las fotos son para la gente que no puede recordar, tomen gasolina y quémenlas. Es más, dejen que se queme todo e imagínense despertando mañana sin nada. Resulta estimulante, ¿no es así?

Tienen otra mochila. Solo que esta vez deben llenarla con personas. Pueden empezarla con los conocidos: amigos de amigos, la gente de la oficina, y luego pasen a las personas a las que confían sus secretos: sus primos, tíos, tías, hermanos, hermanas, sus padres, y por fin, su marido o su mujer, su novio o su novia.

Métanlos en la mochila. Sientan el peso de la mochila. Puedo asegurarles que sus relaciones son la carga más pesada de su vida. ¿No sienten un peso clavándose en sus hombros? Todas esas negociaciones,  discusiones, secretos y compromisos… No necesitan cargar con eso.

¿Por qué no dejan la mochila? Hay animales que viven cargando con otros en simbiosis toda su vida. Amantes sin suerte, cisnes monógamos… no somos esos animales. Si nos movemos despacio morimos rápido. Nosotros no somos cisnes sino tiburones”.

Bingham, en Up in the air.


Nuestra mochila está llena de piedras grandes, pequeñas y medianas, de todos los tamaños. A mí me gusta vaciarla de vez en cuando pero rápidamente se vuelve a llenar, es lo que tiene la vida. Es realmente complicado sacar lo que lleva dentro, seleccionar lo que se quiere y lo que no, lo que es pasajero y lo que ayuda o no ayuda a estar mejor…

Todos llevamos piedras, piedritas y pedruscos en nuestra mochila emocional. De hecho solemos llevarla cargada hasta el extremo de forma innecesaria. Si alguna vez te has planteado qué es lo que te frena a la hora de coger impulso y seguir, te invito a que mires en su interior, es más que probable que encuentres ahí tu respuesta.

Aunque no puedas ver lo que ocupa me apuesto algo a que te sientes pesado cuando piensas en ella. Es posible que esté llena de culpa, enfrentamientos, dependencia emocional, altas expectativas, exigencia, frustración… Todo ello es lo que nos encadena e impide avanzar.

A esto también se le suma que quienes hemos perdido a seres queridos portamos una mochila repleta de ausencias y, ¿cómo vaciamos la parte de nuestra mochila que echa de menos? Es realmente difícil, sobre todo cuando nos reprochamos lo que ya no tiene solución.

Cuando revises tu bolsa es probable que te des cuenta de que mucho del peso que llevas ni siquiera lo has metido tú en ella; son pequeñas y grandes piedras que otras personas han guardado en ti en el pasado: sus miedos, sus frustraciones, su rigidez…

Es posible que también hayas metido en tu mochila sentimientos tóxicos generados por el enfado, el miedo, la tristeza excesiva, la ansiedad, los prejuicios… Todos ellos son pesadas losas que no se separan de ti y, por tanto, influyen en tus decisiones y comportamientos.

Sin duda esta carga es la más difícil de llevar, es tan complicada y pesada que incluso a veces nos sorprendemos pidiendo auxilio porque nos está hundiendo en el fango y no somos capaces de desprendernos de ella.

Llevar la mochila hasta los topes es un autosabotaje realmente terrorífico. Me pregunto qué nos pasa, porqué nos aferramos tanto a los recuerdos, a las cosas malas que nos brinda la vida, a las personas tóxicas… Entonces solo vienen a mi mente cuatro palabras: el temor a soltar.


El temor a soltar

Se da el caso que a veces somos perfectamente conscientes de lo que nos paraliza y ahoga nuestras energías pero, sin embargo, no somos capaces de abrir la mochila y descargar. ¿Qué es lo que nos pasa?

Pues bueno, a todas estas pesadas piedras las une un sentimiento de identidad y pertenencia; en otras palabras, son parte de nosotros (aunque una parte indeseable, claro). En ocasiones pensamos que si nos deshacemos de ello también lo haremos de lo que nos define o que hemos fracasado.

Sentir que si no aguantamos un poco más estamos faltándonos a nosotros mismos y a los demás es algo asombrosamente común. Parece que si renunciamos a mantener en nuestra mochila a esa pareja, amigo, compañero o familiar nos convertimos en personas terriblemente egoístas. Esto no deja de ser bastante contradictorio si lo piensas, ¿Verdad?

Al “temor a soltar” yo lo definiría como vértigo emocional; este no es más que el miedo en estado puro, el miedo a enfrentarnos con el vacío que la pérdida genera. Es el miedo al duelo por la pérdida de nuestro amor por el sacrificio y de nuestra debilidad por el masoquismo.

Ante estas dificultades nos comportamos de forma muy cruel con nosotros mismos, ¿cuánto más crees que conseguirás cargar a tu espalda? No tiene mucho sentido que tu vida se convierta en un calvario de sufrimiento, sobre todo sabiendo que solo hay camino de ida.

Quizás te apetezca más vaciar tu mochila si te digo que es espacio que lo negativo le resta a lo verdaderamente importante y positivo para ti. Deja hueco a tus fortalezas porque son tus alas: asume tus errores, manifiesta tus intenciones y tu compromiso, incrementa tu entusiasmo y elimina lo que ha agotado tu bienestar, como a los depredadores emocionales.

Por el bien de tu espalda, despréndete de los malos sentimientos y de las personas tóxicas, son verdaderamente mortales. Piensa que, en nuestra metáfora, son capaces de ahogarte en el río sin ni siquiera intentar socorrerte.

Simplemente se trata de que, de vez en cuando, nos paremos a revisar nuestra mochila para deshacernos de lo negativo e innecesario. Se trata de ser conscientes de lo que lo que hacemos está fuertemente determinado por lo que llevamos dentro y que es de suma importancia que periódicamente emprendamos un nuevo viaje con el equipaje renovado.


lunes, 23 de marzo de 2015


EL NIÑO QUE PUDO HACERLO...

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.

Golpeó, golpeó y golpeó hasta que con-siguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.

Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.

-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.

Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.

-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.

-¿Cómo? -respondieron sorprendidos.

-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.


Fuente: http://www.blog.eloymoreno.com/el-nino-que-pudo-hacerlo/


domingo, 22 de marzo de 2015



LA RESIGNACIÓN: ¿IMPOTENCIA  O ACTITUD POSITIVA?

La vida, en ocasiones, no es como la habíamos imaginado. No siempre alcanzamos los sueños que teníamos previstos, convertirnos en personas adultas supone, en ocasiones, claudicar a una dura realidad a la que resignarnos para sobrellevarla con algo más de facilidad.

Decía Honoré de Balzac que “la resignación es algo así como un suicidio cotidiano”. Aceptar lo que tenemos en estos momentos sin promover el cambio, o sin ni siquiera protestar sería algo como claudicar y rendir nuestras fuerzas a lo que la vida, el destino o la casualidad nos ha traído. Ahora bien, ¿Esto siempre es así? ¿Debemos ver la resignación como una dimensión puramente negativa?

En absoluto. En ocasiones la resignación es una especie de resiliencia pasiva, e incluso podemos asumir un aprendizaje positivo en ella. Pongamos por caso que acabas de salir de una relación de pareja bastante complicada. Le has dado fin y asumes, que acaba de terminar una etapa de tu vida y que ahora empieza una muy distinta, nos resignamos positivamente a las nuevas circunstancias conscientes de nuestra situación.

Así pues, la resignación dispone de dos interesantes enfoques de los que siempre podemos aprender. Hablemos hoy de ello.

Cuando la resignación se convierte en una peligrosa comodidad

“¿Y qué voy a hacer si la situación es la que es y yo no puedo hacer nada por cambiarla?”

Seguro que en más de una ocasión has escuchado esta misma expresión en boca de alguien de tu alrededor, o puede que hasta tú mismo la hayas pensado. Te explicamos qué dimensiones se esconden tras este punto de vista.

- 1. La resignación que se acepta, que se asume y no se cuestiona, acaba convirtiéndose en una “costra” que nos inmovilizará aún más. Es posible que alguno de nosotros disponga de una historia personal en la cual, ante todo intento por alcanzar algo determinado, solo ha encontrado fracasos. En este caso estaríamos hablando casi de una indefensión aprendida. ¿Para qué volver a intentarlo si voy a sentir nuevamente el dolor del error o la humillación?

- 2. Wilhelm Reich, médico, psiquiatra y eminente miembro de la escuela psicoanalítica vienesa, nos explicó que el concepto de la “resignación” puede llegar a ser el peor enemigo de la humanidad. Ataca nuestra vida social, afectiva e incluso física convirtiéndonos en criaturas que dejan de responsabilizarse de sí mismas, dejando el poder de decisión en manos de otros. Y es un riesgo, un peligro contra nuestra autoestima y nuestro propio sentido de “humanidad”.

- 3. La vida, en ocasiones duele. Nada parece salir bien, y más cuando nos defraudan o nos damos cuenta de que por mucho que nos esforcemos, no conseguiremos aquello que tanto soñamos. ¿Qué hacer entonces? Recurrimos a lo más fácil, a la resignación y a tirar la toalla. En estos casos dicha actitud sí sería un suicidio personal tal y como nos dijo Balzac.

No lo permitas. Nunca. No te dejes llevar jamás por este tipo de resignación tan extrema o lo habrás perdido todo.

La resignación positiva

Hablemos ahora del otro lado de la moneda, sabiendo que es posible que este concepto te sorprenda. ¿Existe realmente la resignación positiva?

En efecto. Hay veces en las que la vida nos trae determinadas situaciones ante las cuales, no tenemos más remedio que aceptar, asumir y resignarnos de la forma más positiva posible. Una forma de resiliencia pasiva en la cual, en lugar de hacer frente a las adversidades las asumimos con integridad sabiendo que no podemos hacer nada.

¿Y en qué casos hemos de asumir que “realmente no podemos hacer nada”? Es difícil concretar, puesto que hay infinidad de situaciones en las cuales no podemos decir otra cosa más que aquello de “en efecto, es lo que hay”.

Si no te aceptan en ese trabajo que tanto ansiabas conseguir, deberás aceptarlo. Si la persona de la que estás enamorado/a te dice que no te ama, también habrás de asumirlo. Si hoy se ha cancelado el vuelo de tu viaje por problemas meteorológicos, también tendrás que resignarte. Y tendrás que hacerlo de una forma positiva.

En ocasiones, hay guerras por las que ya no merece la pena combatir. Ahora bien ¿Significa eso que vamos a rendirnos? En absoluto. La resignación nos cierra unas puertas que ya no merece la pena volver a abrir, pero te enfoca hacia otros caminos a los que encaminarte. “Yo sé que mi relación de pareja ya ha terminado. Le doy fin, respiro, asumo, entiendo y me resigno de la mejor forma posible, para no acumular más tensión, rabia o frustración. Acepto y dejo ir”.


Pero sé que mi vida no ha terminado ahí. Mi autoestima sigue en pie y estoy preparado para alimentar nuevas esperanzas.

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/la-resignacion-impotencia-o-actitud-positiva/


sábado, 21 de marzo de 2015



CONSUMA CÚRCUMA ANTES DE PLANTEARSE TOMAR UN IBUPROFENO


La cúrcuma ha demostrado ser efectiva en otras partes que no son la cocina, además de ser un analgésico natural,  se ha comprobado en un estudio médico, que la cúrcuma funciona como el ibuprofeno para la artritis.

Un nuevo ensayo clínico extremadamente emocionante publicado recientemente en la revista “Journal of Alternative ando Complementary Medicine” ha revelado que existe una alternativa natural eficaz para el ibuprofeno, un analgésico popular para el tratamiento de la osteoartritis de rodilla, y viene en forma de una especia de cocina. La especie ha demostrado ser mucho más eficaz  en seguridad y con muchos menos efectos secundarios. Es un fármaco anti-inflamatorio no esteroideo. El polifenol en la cúrcuma conocida como curcumina se ha comprobado que tiene más de 600 beneficios para la salud.

En la revista  Lancet el año pasado, se comprobó que el ibuprofeno  era tan tóxico para el corazón como el anti-inflamatorio Vioxx  ya prohibido, ha contribuido probablemente a decenas de miles de muertes por enfermedad cardiovascular cada año. Este es un factor importante de por qué las alternativas naturales basadas ​​en la evidencia son extremadamente importantes, especialmente cuando involucran especias culinarias que ya se sabe que son seguras, asequibles, accesibles y a prueba del tiempo.

Un estudio titulado  “Eficiencia y seguridad de los extractos de la cúrcuma” en pacientes con osteoartritis de rodilla, se llevó a cabo con 109 pacientes con diagnóstico de artrosis de rodilla que fueron asignados aleatoriamente para recibir 800 mg al día de ibuprofeno o 2000 mg de cúrcuma por día, durante un período de seis semanas.

Los investigadores midieron el dolor, el caminar, las  escaleras y las funciones básicas de la rodilla evaluando  el tiempo en hacer 100 metros a pie, para subir y bajar las escaleras, y evaluaron  los resultados primarios.

Después de seis semanas, se observaron mejoras significativas en ambos grupos, con todas las medidas primarias similares, excepto que  el grupo de cúrcuma mostró un rendimiento ligeramente mejor en los 100 metros a pie y menos dolor auto-reportado subiendo un tramo de escaleras, también, el grupo de cúrcuma tuvo menos efectos adversos, la satisfacción con los resultados del tratamiento del grupo de cúrcuma fue enorme.

Por último, se observó una clara tendencia hacia un efecto mayor en los pacientes que recibieron la cúrcuma que el ibuprofeno.

El polvo de cúrcuma se extrajo con etanol y después se evaporó a baja presión para obtener extractos etanólicos que contienen aceite  y curcuminoides. La parte de aceite se retiró a continuación a fin de tener extractos curcuminoides aislados.






viernes, 20 de marzo de 2015


Joaquín Sabina, gran artista y persona.




MUY POCOS ADULTOS RESISTIRÍAMOS EL TEST DE TDAH DE LA OMS

Después de su consolidación en la infancia, el TDAH se exporta ahora a la vida adulta. Esta es la denuncia que hace el catedrático en Psicopatología y Técnicas de la Intervención, Marino Pérez, en su libro «Volviendo a la normalidad» (Alianza Editorial). Para este especialista en Psicología Clínica y profesor de la Universidad de Oviedo, el trastorno carece de entidad clínica, pero la retórica utilizada y propagada consiste en decir que el TDAH «es un trastorno neurobiológico de origen genético, lo que ciertamente no está establecido, porque no hay pruebas clínicas que lo confirmen».

Pérez hace una crítica feroz al diagnóstico utilizado, que a su juicio «no tiene otros criterios que estimaciones subjetivas acerca de comportamientos de desatención e inquietud de los niños, cuyos comportamientos, por cierto, pueden deberse a una variedad de circunstancias, sin necesidad de etiquetarlos, ni a los niños ni a sus comportamientos. Por lo demás, el supuesto TDAH tampoco tiene base neurobiológica establecida, como hemos mostrado en nuestra última obra». Es más, denuncia, «los propios expertos que sostienen que el TDAH es una entidad clínica o una enfermedad, poco antes o después de decir eso en sus libros no dejan de reconocer que no se dispone de ningún “biomarcador”. Hasta los fabricantes de medicamentos reconocen en los prospectos que se desconoce la supuesta etiología del TDAH y que no existe ninguna prueba específica para su diagnóstico».

En «Volviendo a la normalidad» este especialista, junto a otros dos autores, particularmente pone en duda el sistema utilizado para diagnosticar el TDAH en personas mayores: «El test de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, diagnostica el trastorno en adultos por la frecuencia con la que se cometen errores por falta de atención en tareas aburridas o la dificultad para concentrarse en algo monótono o que acaso no interesa. Muy pocos resistiríamos el test. Por más que se remita a "su médico" para una evaluación final, éste no dispone de otras pruebas clínicas que el reporte y la estimación. Puede encargar pruebas de neuroimagen (TC, RM, PET, etc.) o neurofisiológicas (EEG, ERP), pero carecen de utilidad para establecer un diagnóstico, al igual que cualquier batería de test psicológicos. No sería más que una acumulación de "pruebas circunstanciales", con el agravante del coste y de la parafernalia clínica que implican», advierte.

La medicación

Capítulo aparte le merece la medicación, que para este catedrático consiste básicamente «en estimulantes, que pueden mejorar la atención y la concentración, pero que no quiere decir que corrijan las presuntas causas del trastorno. Los estimulantes producen el mismo efecto con o sin TDAH, como saben los estudiantes que toman anfetaminas para los exámenes y quienes toman café y bebidas energéticas. Por tanto la medicación para el TDAH, tanto para niños como adultos, no es propiamente un tratamiento específico, sino un dopaje que, da la casualidad, se define como la administración de fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento».

Efectos y consecuencias a largo plazo 

Especialmente grave es el hecho en niños, concluye. «Aunque los padres y profesores refieren maravillas del niño TDAH bajo medicación y los adultos se sientan también muy mejorados, quedan por ver dos cuestiones. Una es si la mejora de la atención y la concentración no será a costa de disminuir el interés, la curiosidad y la espontaneidad, en vez de una “mejora” de la personalidad». La segunda cuestión, finaliza Marino Pérez, tiene que ver con los efectos y consecuencias a largo plazo. «De los efectos a largo plazo en adultos no se sabe, por estar prácticamente empezando la “campaña”. Pero a juzgar por lo que se sabe de los efectos y consecuencias a largo plazo en niños, derivado de estudios de 6, de 14 y hasta de 17 años de seguimiento, se puede decir que la medicación está asociada a un peor rendimiento escolar y a más trastornos emocionales y otros problemas conductuales, no a menos».

Fuente: http://www.abc.es/familia-educacion/20150224/abci-tdah-medicacion-adultos-201502051627.html