lunes, 2 de marzo de 2015


CORAJE PARA DEJAR DE AMAR



Si la relación nos hace sufrir, no hay que esperar a desenamorarse. La salida es romper el vínculo con fuerza de voluntad.


Utopía del corazón agobiado, ingenuidad de quien pretende dejar de sufrir, de quien ya no aguanta más: apretar el botón del desafecto y listo. Un opiáceo que no ha existido nunca. 


¿Anestesiar el corazón? No es posible. ¿Eludir el amor cuando la flecha está clavada? Ya es tarde, diría Buda. ¿Eliminar el sentimiento por decreto, con sólo proponérselo? Pura ilusión. Casi nadie puede anular la emoción de golpe y sin dolor.


¿Qué hacer entonces cuando el amor se hace irracional y nos apega a una relación enfermiza? Arrojo, audacia en grado extremo. Hacer a un lado el amado. Dejarle aunque nos duela. Cambiar el dolor de su presencia por el dolor saludable de su ausencia definitiva. Justo como haría un adicto que quiere liberarse de la droga o un alcohólico con la bebida: autocontrol, autorregulación limpia y ascética. ¿Cuál es el motor, la motivación? La pura supervivencia.


“Te dejo porque tengo que hacerlo. No porque no te quiera, sino porque no me convienes: no me viene bien tu amor, altera mi humanidad, me hunde, no crezco como persona, mi potencial se anula. Por eso no voy a esperar a desenamorarme para alejarme, voy a hacerlo ahora pese al amor que siento”.


La apetencia, el deseo, el sentido de posesión, el apasionamiento que nos determina y nos despoja de toda lógica no nos abandonará en la travesía  de nuestra abstinencia.



En algunas culturas, el hombre puede separarse de la mujer con sólo golpearse el pecho y decir tres veces consecutivas: “Me separo de ti”. Así de sencillo. Pero no dicen: “Me desenamoro de ti, me desenamoro de ti, me desenamoro de ti”.


Nadie posee esa magia ni ese poder. ¿Qué hacer, entonces? Repito: autocontrol, tenacidad, disciplina, vade retro  Satanás y esperar luego a que el universo se encargue de los detalles.


Si el corazón no es sensato, hay que ayudarle con el cerebro. La pasión es una condición necesaria, pero no suficiente, ni justifica en ningún caso un amor que sufre.



“Te amo pero te dejo”: alejarse a golpe de fuerza de voluntad, cuando debe hacerse.






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