CORAJE PARA DEJAR DE AMAR
Si
la relación nos hace sufrir, no hay que esperar a desenamorarse. La salida es
romper el vínculo con fuerza de voluntad.
Utopía del corazón agobiado, ingenuidad
de quien pretende dejar de sufrir, de quien ya no aguanta más: apretar el botón
del desafecto y listo. Un opiáceo que no ha existido nunca.
¿Anestesiar el
corazón? No es posible. ¿Eludir el amor cuando la flecha está clavada? Ya es
tarde, diría Buda. ¿Eliminar el sentimiento por decreto, con sólo proponérselo?
Pura ilusión. Casi nadie puede anular la emoción de golpe y sin dolor.
¿Qué hacer entonces cuando el amor se
hace irracional y nos apega a una relación enfermiza? Arrojo, audacia en grado
extremo. Hacer a un lado el amado. Dejarle aunque nos duela. Cambiar el dolor
de su presencia por el dolor saludable de su ausencia definitiva. Justo como
haría un adicto que quiere liberarse de la droga o un alcohólico con la bebida:
autocontrol, autorregulación limpia y ascética. ¿Cuál es el motor, la
motivación? La pura supervivencia.
“Te dejo porque tengo que hacerlo. No
porque no te quiera, sino porque no me convienes: no me viene bien tu amor,
altera mi humanidad, me hunde, no crezco como persona, mi potencial se anula.
Por eso no voy a esperar a desenamorarme para alejarme, voy a hacerlo ahora
pese al amor que siento”.
La apetencia, el deseo, el sentido de
posesión, el apasionamiento que nos determina y nos despoja de toda lógica no
nos abandonará en la travesía de nuestra
abstinencia.
En algunas culturas, el hombre puede separarse de la
mujer con sólo golpearse el pecho y decir tres veces consecutivas: “Me separo
de ti”. Así de sencillo. Pero no dicen: “Me desenamoro de ti, me desenamoro de
ti, me desenamoro de ti”.
Nadie posee esa magia ni ese poder. ¿Qué
hacer, entonces? Repito: autocontrol, tenacidad, disciplina, vade retro Satanás y esperar luego a que el universo
se encargue de los detalles.
Si el corazón no es sensato, hay que
ayudarle con el cerebro. La pasión es una condición necesaria, pero no
suficiente, ni justifica en ningún caso un amor que sufre.
“Te amo pero te dejo”: alejarse a golpe
de fuerza de voluntad, cuando debe hacerse.
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