LA RESIGNACIÓN: ¿IMPOTENCIA O ACTITUD POSITIVA?
La vida, en ocasiones, no es como la habíamos imaginado. No
siempre alcanzamos los sueños que teníamos previstos, convertirnos en personas
adultas supone, en ocasiones, claudicar a una dura realidad a la que
resignarnos para sobrellevarla con algo más de facilidad.
Decía Honoré de Balzac que “la resignación es algo así como
un suicidio cotidiano”. Aceptar lo que tenemos en estos momentos sin promover
el cambio, o sin ni siquiera protestar sería algo como claudicar y rendir
nuestras fuerzas a lo que la vida, el destino o la casualidad nos ha traído.
Ahora bien, ¿Esto siempre es así? ¿Debemos ver la resignación como una
dimensión puramente negativa?
En absoluto. En ocasiones la resignación es una especie de
resiliencia pasiva, e incluso podemos asumir un aprendizaje positivo en ella.
Pongamos por caso que acabas de salir de una relación de pareja bastante
complicada. Le has dado fin y asumes, que acaba de terminar una etapa de tu
vida y que ahora empieza una muy distinta, nos resignamos positivamente a las nuevas
circunstancias conscientes de nuestra situación.
Así pues, la resignación dispone de dos interesantes
enfoques de los que siempre podemos aprender. Hablemos hoy de ello.
Cuando la resignación se convierte en una peligrosa
comodidad
“¿Y qué voy a hacer si la situación es la que es y yo no
puedo hacer nada por cambiarla?”
Seguro que en más de una ocasión has escuchado esta misma
expresión en boca de alguien de tu alrededor, o puede que hasta tú mismo la
hayas pensado. Te explicamos qué dimensiones se esconden tras este punto de
vista.
- 1. La resignación que se acepta, que se asume y no se
cuestiona, acaba convirtiéndose en una “costra” que nos inmovilizará aún más.
Es posible que alguno de nosotros disponga de una historia personal en la cual,
ante todo intento por alcanzar algo determinado, solo ha encontrado fracasos.
En este caso estaríamos hablando casi de una indefensión aprendida. ¿Para qué
volver a intentarlo si voy a sentir nuevamente el dolor del error o la
humillación?
- 2. Wilhelm Reich, médico, psiquiatra y eminente miembro de
la escuela psicoanalítica vienesa, nos explicó que el concepto de la
“resignación” puede llegar a ser el peor enemigo de la humanidad. Ataca nuestra
vida social, afectiva e incluso física convirtiéndonos en criaturas que dejan
de responsabilizarse de sí mismas, dejando el poder de decisión en manos de
otros. Y es un riesgo, un peligro contra nuestra autoestima y nuestro propio
sentido de “humanidad”.
- 3. La vida, en ocasiones duele. Nada parece salir bien, y
más cuando nos defraudan o nos damos cuenta de que por mucho que nos
esforcemos, no conseguiremos aquello que tanto soñamos. ¿Qué hacer entonces?
Recurrimos a lo más fácil, a la resignación y a tirar la toalla. En estos casos
dicha actitud sí sería un suicidio personal tal y como nos dijo Balzac.
No lo permitas. Nunca. No te dejes llevar jamás por este
tipo de resignación tan extrema o lo habrás perdido todo.
La resignación positiva
Hablemos ahora del otro lado de la moneda, sabiendo que es
posible que este concepto te sorprenda. ¿Existe realmente la resignación
positiva?
En efecto. Hay veces en las que la vida nos trae
determinadas situaciones ante las cuales, no tenemos más remedio que aceptar,
asumir y resignarnos de la forma más positiva posible. Una forma de resiliencia
pasiva en la cual, en lugar de hacer frente a las adversidades las asumimos con
integridad sabiendo que no podemos hacer nada.
¿Y en qué casos hemos de asumir que “realmente no podemos
hacer nada”? Es difícil concretar, puesto que hay infinidad de situaciones en
las cuales no podemos decir otra cosa más que aquello de “en efecto, es lo que
hay”.
Si no te aceptan en ese trabajo que tanto ansiabas
conseguir, deberás aceptarlo. Si la persona de la que estás enamorado/a te dice
que no te ama, también habrás de asumirlo. Si hoy se ha cancelado el vuelo de
tu viaje por problemas meteorológicos, también tendrás que resignarte. Y
tendrás que hacerlo de una forma positiva.
En ocasiones, hay guerras por las que ya no merece la pena
combatir. Ahora bien ¿Significa eso que vamos a rendirnos? En absoluto. La
resignación nos cierra unas puertas que ya no merece la pena volver a abrir,
pero te enfoca hacia otros caminos a los que encaminarte. “Yo sé que mi
relación de pareja ya ha terminado. Le doy fin, respiro, asumo, entiendo y me
resigno de la mejor forma posible, para no acumular más tensión, rabia o
frustración. Acepto y dejo ir”.
Pero sé que mi vida no ha terminado ahí. Mi autoestima sigue
en pie y estoy preparado para alimentar nuevas esperanzas.
Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/la-resignacion-impotencia-o-actitud-positiva/
No hay comentarios:
Publicar un comentario