sábado, 28 de febrero de 2015





LA INUTILIDAD DEL SUFRIMIENTO


Lo crucial no es lo que “nos pase”, sino lo que pensemos en cada momento. El pensamiento es previo  a la emoción y ese pensamiento es el que nos hace sentirnos bien o mal. Este hecho explica como las personas que han vivido o presenciado un mismo hecho experimentan emociones muy diferentes ante el mismo: unas pueden sentirse desgraciadas, otras afortunadas, otras indiferentes.

“Cada instante de tu vida tiene sentido si aprendes de él” y si lo haces, los siguientes instantes serán más sencillos.

Sufrir inútilmente es uno de los peores ejercicios que podemos hacer con nosotros mismos. No se trata de que nos permitamos todo, sino que cultivemos hábitos sanos y saludables. Y no tiene nada de sano ni saludable que, al cabo de los años, nos estemos machacando con algo que, por muchas vueltas que le demos, no podemos conseguir que no hubiera pasado.

Tenemos poco control sobre las conductas de los demás, y menos aún sobre sus pensamientos, lo que nos repetimos sin parar. Este control nos llevará a dejar de sufrir “inútilmente”.

Tener un pasado complicado no tiene por qué ser igual a tener un presente sin futuro. Cuando perdemos la confianza en nosotros mismos, toda nuestra vida se desmorona. En esos momentos resulta extraordinariamente difícil reaccionar, pero es ahí cuando tenemos que luchar  y no dejarnos llevar por apatía, el desencanto, la tristeza, la falta de esperanza, de ilusión... la ausencia de horizontes.

Cuando pensamos que no tenemos solución, en realidad le estamos diciendo a nuestro cerebro que, haga lo que haga, ¡está todo perdido! El cerebro se lo termina creyendo y actúa de hecho como si de verdad ya no se pudiera hacer nada. Nuestra “mala” predisposición determina una realidad negativa.

Sólo hay un sufrimiento positivo: el que te hace reaccionar pronto y facilita que, sin hundirte, aprendas de la situación vivida e incorpores un nuevo recurso al repertorio de tus conductas.

Los desengaños, los desencantos, las desilusiones, las frustraciones... no justifican nuestro sufrimiento, porque lo único que conseguimos, si optamos por ese camino, es hundirnos cada vez más en esas vivencias tan negativas. 

Esta actitud hace que en lugar de aprender y salir rápidamente a la superficie nos machaquemos de forma absurda y nos enfanguemos en terrenos pantanosos; al final, nos sentiremos agotados en medio de una lucha sin tregua.
No nos compliquemos la vida innecesariamente preocupándonos y sufriendo de forma inútil y estéril. Para conseguir este propósito hemos de aprender a no expresar “todo” lo que pensamos.

Un principio fundamental que nos ayudará en este objetivo será el de que cuando nos encontremos “bien”, perfecto, no tenemos que activar alarmas especiales; pero cuando empecemos a sentir que ese sentimiento cambia y vislumbramos los primeros atisbos de contrariedad, tristeza, enfado en nuestro estado emocional, inmediatamente actuaremos y cortaremos de raíz esa situación antes de que degenere en emociones más fuertes, intensas y menos controlables. Nos resultará más fácil racionalizar nuestros pensamientos o cambiar nuestra atención en sus primeras manifestaciones que desviarlos o cortarlos cuando están inmersos en una auténtica borrasca emocional. Las irritaciones sólo nos producen  desgaste, subjetividad, dificultades de comunicación y de resolución de problemas. 

Cortemos nuestros pensamientos en las primeras fases y la irritación será un espejismo que no llegará a producirse.
Induciremos en nosotros una serie de pensamientos positivos que contribuyen a contrarrestar los negativos que se nos escapan; de esta forma, a pesar de los pensamientos espontáneos perturbadores, conseguiremos “llevar la delantera” y pondremos nuestra mente a “nuestro favor”.

Nos daremos órdenes en el momento justo en que sintamos los primeros síntomas de ansiedad; estas órdenes obligarán a nuestra mente a fijarse en cosas o actividades que serán incompatibles con los pensamientos “preocupantes” que estaba alimentando.







"Elige un trabajo que te apasione y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida"

- Confucio -



viernes, 27 de febrero de 2015



PARA REFLEXIONAR


Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados porque los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo sean. Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.”

La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases: “Por largo tiempo me parecía que la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar. Sólo entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida”. Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.


La felicidad es el camino; así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie... así que deja de esperar hasta que bajes cinco kilos, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz... la felicidad es un trayecto, no un destino.





Playa de Cofete






LA NATURALEZA NOS HABLA...sólo hay que saber escuchar....


La Zanahoria se parece a los ojos. La pupila, el iris y las líneas de alrededor se ven con la misma disposición. Alimentarnos con zanahorias, fortalece y sana la visión.




Los tallos del Apio, se presentan como el radio y el cúbito humano y son una fuente de calcio indispensable para nuestros huesos.



Las Nueces semejan al cerebro, y son la mejor fuente de Omega 3, Omega 6 y Omega 9, tan necesarios para el buen funcionamiento del mismo.



Los Higos se parecen a los órganos sexuales, tanto masculinos, como femeninos, (vagina y testículos), y ayudan a la fertilidad. Contienen Vitamina B6, la cual es la responsable de la serotonina, la hormona de la felicidad. Como se puede ver, todo está muy relacionado.




Los Cítricos en general, se parecen a las glándulas mamarias. Ayudan para una buena lactancia y proveen de calcio, indispensable para el bebé.




Las Fresas, en su corte transversal, se asemejan a los dientes. Y las fresas no sólo los blanquean al frotarlas contra ellos, sino que mantienen una dentadura fuerte y sana, que junto con el rojo, indica su parte homóloga para la salud de las encías.



La Papaya tiene el poder de limpiar el colon, y se puede observar la semejanza en un corte transversal de la fruta, hasta en sus vellosidades.



Observando el Plátano, uno reconoce inmediatamente el alto grado de ERGONOMIA en la fruta. Es maravilloso ver cómo casa perfectamente en la mano humana cuando está semi cerrada para tomar la fruta, tal como se muestra en la imagen, así: el plátano tiene por un lado 3 líneas abultadas que casan con las 3 líneas convexas en el dedo índice, y tiene dos líneas abultadas al otro lado que casan con las dos que se forman con el resto de la mano hasta el pulgar. Los bananos son la fruta que más POTASIO tiene, y se sabe que el Potasio es necesario para tener buenas articulaciones, evitando que se solidifiquen y degeneren... y ¿qué parte de nuestro cuerpo tiene la mayor cantidad de articulaciones? ... LA MANO.



http://saikuhayotravidaposible.blogspot.com.ar/2013/10/la-naturaleza-nos-hablasolo-hay-que.html

jueves, 26 de febrero de 2015



"¿Cómo vas a ser feliz con alguien que te trata como a una persona normal?"

- Oscar Wilde -






¿POR QUÉ TENGO ANSIEDAD?

¿Por qué de repente empezamos a sentir  malestar y preocupación? ¿Por qué de pronto sentimos que nuestro corazón late a toda velocidad? Empezamos a sudar o comienza esa desagradable sensación de mareo. Si alguna vez has tenido ansiedad, sabrás perfectamente a lo que me refiero.

La ansiedad es una respuesta a una situación que anticipamos como peligrosa, es decir, a un peligro que no está presente pero en el futuro suponemos que lo estará. Por ejemplo: “Encontrarnos rodeados de serpientes venenosas nos produce miedo, sin embargo, pensar que podríamos encontrarnos en esa situación nos produce ansiedad.”

El problema se agrava cuando esas sensaciones limitan nuestro día a día, no salimos de casa por miedo a marearnos, rechazamos invitaciones porque no queremos que nadie note lo que nos pasa y comenzamos a tenerle miedo a muchos acontecimientos.

Poco a poco se va perdiendo la ilusión, sentimos que no disfrutamos con nada, nuestra mente está continuamente enfrascada en pensamientos, que la mayoría de las veces son catastróficos o repetitivos y sentimos que ya no somos los mismos de antes de tener ansiedad.

Pero, a pesar de todo, la ansiedad no es una enfermedad, sino un síntoma de que algo no está bien en nuestra vida, probablemente a nivel emocional o personal (con los demás, o con uno mismo). Sería algo así como cuando tienes tos, la tos es un síntoma, no es una enfermedad en sí misma y hay que averiguar que la ha producido para que no se convierta en algo más grave. Para hacerle frente, primero intentamos calmarla y luego tratamos lo que la causó. Las dos cosas son necesarias, con la ansiedad pasa lo mismo, primero tratamos de reducirla y luego hay que descubrir que hay debajo de ella.

Todas las reacciones que provoca la ansiedad nos asustan mucho, pero si tratamos de controlarlas, desencadenamos más miedo y nuestros síntomas se amplifican, el control lleva al descontrol.

Por el contrario, si somos capaces de entender nuestro malestar, se genera una sensación de tranquilidad. Un buen ejercicio es preguntarse:

¿Cómo empiezo a sentir ansiedad?
¿Qué imágenes o pensamientos pasan por mi cabeza?
¿Cómo sé que eso me provoca ansiedad?
¿Qué me digo internamente?
¿Son reales esos miedos?
¿Qué es lo que realmente tendría que cambiar en mi vida para dejar de tener ansiedad?

Hay que aprender a sentir las sensaciones para luego manejarlas, para eso necesitamos prepararnos antes con ejercicios de relajación y respiración, si no practicamos cuando estamos serenos, de nada nos servirá utilizar esas técnicas en pleno ataque de ansiedad.




miércoles, 25 de febrero de 2015




Simplemente, espectacular. Merece la pena verlo y escucharlo. Imágenes de Gregory Colbert, de su espectáculo "Ashes and Snow" y música de Jai Jagdeesh.


http://youtu.be/Fqw0qbmWAjU










"El tiempo no es oro,
el oro no vale nada.
El tiempo es VIDA".

- José Luis Sampedro -






CRÓNICAS DE LA TIERRA SIN MAL


“No me interesa saber cómo te ganas la vida. Quiero saber lo que ansías, y si te atreves a soñar con lo que tu corazón anhela.

No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.

No me interesa qué planetas están en cuadratura con tu Luna. Quiero saber si has llegado al centro de tu propia tristeza, si las traiciones de la vida te han abierto o si te has marchitado y cerrado por miedo a nuevos dolores. Quiero saber si puedes vivir con el dolor, con el mío o el tuyo, sin tratar de disimularlo, de atenuarlo ni de remediarlo.

Quiero saber si puedes experimentar con plenitud la alegría, la mía o la tuya, si puedes bailar con frenesí y dejar que el éxtasis te penetre hasta la punta de los dedos de los pies y las manos sin que tu prudencia nos llame a ser cuidadosos, a ser realistas, a recordar las limitaciones propias de nuestra condición humana.

No me interesa saber si lo que me cuentas es cierto. Quiero saber si puedes decepcionar a otra persona para ser fiel a ti mismo; si podrías soportar la acusación de traición y no traicionar a tu propia alma...

Quiero saber si puedes ver la belleza, aun cuando no sea agradable, cada día, y si puedes hacer que tu propia vida surja de su presencia.

Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el tuyo y el mío, y de pie en la orilla del lago gritarle a la plateada forma de la luna llena: "¡Sí!".

No me interesa saber dónde vives ni cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de aflicción y desesperanza, agotado y magullado hasta los huesos, y hacer lo que sea necesario para alimentar a tus hijos.

No me interesa saber a quién conoces ni cómo llegaste hasta aquí. Quiero saber si te quedarás en el centro del fuego conmigo y no lo rehuirás.

No me interesa saber ni dónde ni cómo ni con quién estudiaste. Quiero saber lo que te sostiene, desde el interior, cuando todo lo demás se derrumba.

Quiero saber si puedes estar solo contigo y si en verdad aprecias tu propia compañía en momentos de vacío".


Oriah Mountain Dreamer



martes, 24 de febrero de 2015



"Si pudiese borrar todos los errores de mi pasado, estaría borrando toda la sabiduría de mi presente"





“ME DUELEN LOS HUESOS. PARECE QUE VA A LLOVER”

Desde que el tiempo es tiempo la sabiduría popular, que como su nombre indica es muy sabia, ha defendido que los cambios de tiempo y las condiciones climatológicas en general influyen en nuestra salud y en nuestro estado de ánimo. Hay personas que son más sensibles que otras a percibir cuando va a cambiar el tiempo, principalmente si se trata de un cambio de presión atmosférica, de un aumento de los niveles de humedad o de la llegada de lluvias.

Tras debates sobre si se trata de realidad o mito popular ha podido comprobarse que el comportamiento humano depende en gran medida de la cantidad de luz natural que el organismo capta por día.

Esto se explica si se tiene en cuenta que la producción de serotonina, neurotransmisor del sistema nervioso central, está condicionada a la luz que recibimos.

De la cantidad de serotonina de la que dispongamos dependerá nuestra sensación de felicidad y de bienestar, puesto que la tan justamente llamada “hormona de la felicidad” y “hormona del humor” es la encargada de evitar que nos sintamos tristes, enfadados y desanimados, así como de que suframos una serie de síntomas más que pueden llevarnos a una depresión.

Sabiendo esto no resulta de extrañar que la falta de luz natural nos incline a un tono anímico y físico más bajo; en las estaciones menos soleadas, como otoño e invierno, en las que los días son más cortos, más grises y lluviosos, la cantidad de luz que recibimos es obviamente menor que en primavera y verano, por tanto lo es también la cantidad de serotonina que segregamos. Así pues, podemos sentirnos más abatidos y cansados, de mal humor, con menos apetito, más angustiados, con poco deseo sexual y con alteraciones de sueño, entre otros inconvenientes, de forma inexplicable y sin causa aparente.

Sin embargo, hoy en día está ya tan demostrado que el clima influye en nuestro estado de ánimo que a esta alteración se le ha dado nombre y apellido y se la conoce como “trastorno afectivo estacional” (SAD).

Para las personas con artrosis, artritis o cicatrices mal curadas el frío que viene precedido por fuertes dolores y molestias en las articulaciones. Horas, o incluso días antes de una tormenta, un reumático puede sentir cómo esta se avecina en sus articulaciones.

La inflamación, rigidez articular o el dolor empeoran convirtiéndolos de esta desagradable manera en auténticos “barómetros humanos” que rara vez se equivocan.

Así lo confirma el doctor Stephen Makk, miembro de la Sociedad Americana de Cirugía Ortopédica, que bromea al respecto diciendo que “las cadenas de televisión deberían cambiar sus aparatos de predicción meteorológica por una sala llena de pacientes con artritis y preguntarles si va a nevar mañana”.

El doctor Makk no es el único que confirma la existencia de éste fenómeno. Timothy McAlindon, del Centro Médico Tufts-New England, realizó un estudio para el Col Americano de Reumatología en 205 pacientes con artrosis de rodilla y llegó a la conclusión de que existe una asociación sólida entre el clima y los dolores.


Ya en tiempos de los egipcios los curanderos se dieron cuenta de este fenómeno. Sin saber muy bien por qué notaban cómo los enfermos reumáticos mejoraban en lugares con buen clima y pocas variaciones de temperatura. Con Hipócrates, padre de la medicina, se establece una clara relación entre clima y salud y se fundan los principios de la Talasoterapia o tratamiento a través de los elementos físicos y climáticos del mar.

Hoy el avance de la medicina ha podido dar una explicación más concreta. En el aire existen unos iones llamados “Sferic” que todas las personas podemos percibir. Cuando se acerca el mal tiempo se produce una bajada de presión y un aumento de la humedad al mismo tiempo que se activan estos iones. La “predicción” se debe a que los iones viajan a la velocidad de la luz, por lo que los sentimos de uno a tres días antes de que llegue una tormenta.

Una de cada tres personas es “meteorosensible”, lo que quiere decir que nota con más fuerza la llegada de estos iones. Si ésa persona es un paciente reumático se incrementan sus síntomas. La culpa de ello la tienen unas terminaciones nerviosas llamadas barorreceptores que recogen los cambios de presión y que todos tenemos en el extremo de los huesos que forman una articulación. Dentro de la articulación hay una especie de gel viscoso llamado líquido sinovial que protege del roce entre huesos y en condiciones normales se encuentra en presión negativa.

Cuando va a hacer mal tiempo la baja presión atmosférica hace que el líquido se expanda, lo que envía información a los barorreceptores y nuestro cerebro lo traduce como dolor.

Con la artrosis el cartílago que reviste el extremo óseo se ha desgastado y los receptores son más susceptibles. Por otra parte, el frío hace que el líquido sea menos viscoso y acorta los músculos y tendones de la zona, por lo que el rango de movimiento también disminuye.

Una de las opciones es la termoterapia. Dependiendo de la fase en la que se encuentre la persona podrá encontrar alivio a través de elementos como infrarrojos, diatermia, hielo o compresas de calor.

Las técnicas manuales como el masaje, y la digitopuntura alivian el dolor a la vez que ayudan a  recuperar la movilidad.

Un buen programa de ejercicios o la práctica de Pilates son útiles para corregir posturas y obtener un equilibrio en el tono muscular.







lunes, 23 de febrero de 2015



“DEBERÍA HABER NUTRICIONISTAS ESPECIALIZADOS EN CÁNCER EN LOS SERVICIOS DE ONCOLOGÍA”


Así lo cree la doctora Odile Fernández, que tras haber superado un gravísimo tumor maligno mediante quimioterapia, cambió de dieta (ideada por ella misma) y prácticas como el yoga, ha escrito tres libros de recetas de cocina anticáncer.


Dicen que los milagros, en Lourdes. Dejando a un lado la concepción religiosa de esta frase popular, la doctora Odile Fernández (ha superado en un tiempo récord un cáncer muy grave) preferiría decir que los milagros también hay que trabajarlos desde el interior de las propias personas: “soy un milagro, sí, pero un milagro muy currado. Detrás de esa sanación hay mucho trabajo personal a través de la alimentación y gestión de las emociones”. A sus 36 años de edad, esta mujer ya puede exclamar alto y claro que es una superviviente. Porque sufrir un cáncer de ovarios con metástasis en vagina, pulmón y huesos, tener sólo un 5% de posibilidades de vivir más de cinco años, superar el tumor en dos meses y quedarse embarazada es ser una superviviente en toda la extensión de la palabra. Fernández, que reside en Granada, no es de las personas que se queden de brazos cruzados ante la adversidad. Cuando estaba recibiendo quimioterapia creyó firmemente que ella también podía buscar nuevos aliados contra la enfermedad, de manera que en la batalla la acompañaron nuevas tropas de asalto, uniformadas como dieta específica y gestión emocional: “no seguí ningún tratamiento de suplementación, solo alimentación (diseñado el plan de alimentación por mí), y gestión de las emociones a través de prácticas como la meditación, visualización o el yoga”.


“El aunar la medicina convencional con los tratamientos naturales que han demostrado con base científica que pueden ser de utilidad al enfermo oncológico es lo ideal”, argumenta esta médico de familia, que actualmente no ejerce como tal si bien mantiene su plaza en el CS de Pozo Alcón (Jaén). Fruto de su experiencia, ha escrito tres libros con recetas de cocina anticáncer, si bien deja claro que “yo nunca he dicho a nadie que deje la quimio y vaya a ver a un nutricionista”. “Sabemos que la alimentación ayuda al enfermo con cáncer, que es vital que esté bien nutrido y pueda tolerar el tratamiento. Debería haber nutricionistas o médicos especializados en alimentación y cáncer en los servicios de oncología. Lo que no le diría a un enfermo con cáncer es ‘come lo que quieras’”, añade. Por otra parte, Odile ha tenido un gran detalle con www.farmacosalud.com, como es el hecho de habernos adelantado un nuevo hallazgo culinario destinado a hacer más apetecible la comida en caso de recibir quimioterapia, dado que con la ‘quimio’ “el sabor de los alimentos cambia”, lo que en algunos casos puede llevar a la “desnutrición” del enfermo. La receta, desvelada en la entrevista que sigue.


-Ya van tres libros con recetas anticáncer… ¿habrá más, teniendo en cuenta las casi infinitas posibilidades que tiene la cocina?

Ahora mismo estoy preparando una guía práctica orientada a enfermos oncológicos en la que se dará una visión integral del tratamiento del cáncer y se hará especial hincapié en la alimentación durante el tratamiento de cáncer para paliar efectos secundarios, y aumentar la tolerancia y la eficacia del tratamiento.


-En 2010 usted sufrió un cáncer de ovarios con metástasis en vagina, pulmón y huesos. Sólo había un 5% de posibilidades de vivir más de cinco años, pero superó el tumor en dos meses y se quedó embarazada de su segundo hijo. Un guionista de Hollywood debería esforzarse mucho para convencer de que esto es posible…

Puede sonar a guión de peli, pero es así de real. Me diagnosticaron un cáncer muy avanzado y me propusieron quimioterapia para intentar frenar la cuenta atrás, pero decidí no quedarme con esa sentencia. Empecé la quimio y complementé con alimentación, estilos de vida y gestión de las emociones. Funcionó, el cáncer desapareció y tras completar la quimio me propusieron ampliar la cirugía y hacer cirugía radical. En ese momento, tras el intenso tratamiento de quimioterapia, decidí posponer la cirugía. Había tenido metástasis en muchos órganos y me proponían extirpar aquellos en los que no la había tenido. Como sentía que no era una decisión vital en ese momento decidí esperar, y esperando llegó al mundo Iker. Sé que a muchos colegas mi historia clínica les sorprende porque no es la evolución habitual, lo habitual en mi caso es que yo no estuviese ya aquí o que hubiese tenido varias recidivas*. Para los escépticos que creen que no es posible un diagnóstico y evolución similar les invito a conocer mi historia clínica y ver todas las pruebas.


-Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), aunque la causa del cáncer de ovario continúa sin conocerse, existen algunos estudios en los que se indica que una dieta rica en grasa y la exposición al talco son factores de riesgo. ¿Este fue su caso?

El cáncer es multifactorial y el de ovario no solo se relaciona con el talco y la dieta rica en grasa, también con el tabaco o la obesidad. Exposición al talco hubo seguro cuando era pequeña a través de los polvos de talco usados en la zona genital. Abuso de la grasa poco, pues nunca me ha gustado la carne, aunque sí los lácteos. Sobrepeso sí, antes del cáncer pesaba 15 kg más que ahora. Tabaco, no fumaba, pero mi padre fumaba 4 paquetes de ducados al día y yo era fumadora pasiva.


-En paralelo a sus cambios dietéticos (usted explica que empezó a ingerir alimentos que frenan las células tumorales), siguió con el tratamiento de la quimioterapia. ¿Para usted, qué porcentaje de su curación debería atribuirse a la quimioterapia? ¿Qué le han comentado los oncólogos?

Nunca sabremos qué papel jugó uno u otro factor. Para demostrar el papel que tuvieron ambos factores deberíamos de ser capaces de reproducir de nuevo la situación y ver qué ocurre solo con quimio y con quimio+alimentación+factor mental. Es muy difícil hacer estudios en los que se demuestre el papel exacto que juega la alimentación en el tratamiento del cáncer. En mi caso, decidí usar todo lo que suma y tomar las riendas de mi salud. Tengo que decir que no seguí ningún tratamiento de suplementación, solo alimentación (diseñado el plan de alimentación por mí), y gestión de las emociones a través de prácticas como la meditación, visualización o el yoga. El aunar la medicina convencional con los tratamientos naturales que han demostrado con base científica que pueden ser de utilidad al enfermo oncológico es lo ideal a mi entender. Este es el futuro en el abordaje del cáncer y es precisamente este abordaje integrativo el que están ofreciendo los hospitales pioneros en tratamiento del cáncer como el MD Anderson Cancer Center o el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.
Respecto a la opinión de mis oncólogos, uno de ellos cada vez que voy a revisión me dice que soy un milagro y yo le digo que soy un milagro, sí, pero un milagro muy currado. Detrás de esa sanación hay mucho trabajo personal a través de la alimentación y gestión de las emociones.


-Usted es médico de familia, es decir, tiene una formación científica que combina ahora con una práctica, digamos, naturista-nutricionista para luchar contra el cáncer. ¿Cómo se convive con ese perfil híbrido?

En la actualidad no ejerzo ni como médico de familia en el sistema público de salud ni como médico naturista, no paso consulta médica. Ahora disfruto de mi familia y a través del blog y de los libros intento ayudar a todo aquel que quiere saber más sobre la enfermedad y como abordarla desde un punto de vista integrativo, donde lo importante son los enfermos y no las enfermedades. En un futuro me encantaría poder gestionar una consulta de oncología integrativa dentro del sistema nacional de salud y poner a disposición de todos los enfermos estas terapias que tanto pueden aumentar su calidad de vida.


-¿En su condición de médico de familia, qué le diría ahora mismo a alguien que sufre un tumor maligno, con independencia del estadio de ese tumor?

Que hay que mantener la esperanza; mientras hay esperanza hay vida. El cáncer es una oportunidad para valorar lo que queremos y aprender a disfrutar del día a día. Disfrutar, vivir el presente y aprovechar el momento: esa debe ser la máxima del enfermo. El futuro es incierto.


-¿Casos como el suyo pueden suponer que haya gente que confíe más en un nutricionista que en un oncólogo?

¿Por? Yo nunca he dicho a nadie que deje la quimio y vaya a ver a un nutricionista. Creo que hay que aprovechar los recursos de la medicina alopática al máximo y complementar con todo aquello que nos pueda ayudar y se haya demostrado que sirve. Sabemos que la alimentación ayuda al enfermo con cáncer, que es vital que esté bien nutrido y pueda tolerar el tratamiento. Por eso, debería haber nutricionistas o médicos especializados en alimentación y cáncer en los servicios de oncología. Lo que no le diría a un enfermo con cáncer es ‘come lo que quieras’. Con la evidencia que hay a día de hoy, decirle a un enfermo que puede comer lo que le apetezca es poner obstáculos a su sanación.


-Supongamos que una persona que sigue al pie de la letra sus recetas anticáncer le explica que le acaban de diagnosticar uno. ¿Cómo podría afrontarse esa situación?

‘Mis recetas anticáncer’ no son fórmulas mágicas ni pasos estrictos a seguir. No es una dieta, son estilos de vida saludables: alimentación sana, no alcohol ni tabaco, práctica de ejercicio físico, eliminación de tóxicos ambientales (en la medida de lo que esté a nuestro alcance) y bienestar emocional… ahí está el secreto para una vida feliz. Lo que el lector va a encontrar son pautas para una vida sana y con ello intentar prevenir no solo el cáncer, sino muchas otras enfermedades. Os recuerdo que el cáncer es multifactorial y muchos factores no dependen directamente de nosotros; por eso hablamos de que 1 de cada 3 cánceres se pueden prevenir a través de la alimentación, y no decimos que si comes sano te vas a librar de padecer cáncer. El estilo de vida que yo propongo no te protege de la enfermedad si lo sigues 15 días, es un estilo de vida a seguir durante toda nuestra vida. Lo ideal sería que desde pequeños siguiésemos estas pautas y con esto probablemente disminuiríamos nuestras posibilidades de padecer cáncer, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.


-¿Somos lo que comemos, o comemos por lo que somos?

Según como comamos nuestro riesgo de enfermar varía. Si abusamos de azúcares y refinados tendremos más riesgo de desarrollar diabetes y obesidad. Si nuestra dieta es pobre en fibra y rica en carnes tendremos más riesgo de cáncer de colon. Pero, ¿por qué comemos de una manera u otra? Por la publicidad de la industria alimentaria que nos hace comprar y comer aquello que a ellos le interesa. Aunque sea a costa de nuestra salud. Si hubiese más información sobre alimentación saludable en colegios, universidad, escuelas de padres, etc, tenderíamos a elegir alimentos más sanos y dejar de lado aquellos que nos perjudican.


-¿Cuál sería un buen menú anticáncer de un día cualquiera (desayuno, comida, cena)?

El menú anticáncer sería variado y colorido para incluir el máximo de fitoquímicos posible. En el desayuno empezaríamos con un licuado de frutas y vegetales, unos copos de avena con semillas y frutos secos y una infusión. A medio día una ensalada multicolor con una vinagreta de aceite de oliva virgen extra, cúrcuma, pimienta y limón. Como plato principal, ahora que hace frío, un plato de legumbres con abundantes vegetales: cebolla, ajo, zanahorias, calabaza, puerro, acelgas… por la noche podemos cenar pescado y verduras al vapor con una salsa de aguacate o cítricos.


-¿Le gustaría adelantarnos algún hallazgo que haya hecho con respecto a alguna receta anticáncer y que todavía no haya hecho pública? Si por parte nuestra es mucho pedir, al menos, denos una pista…

Algo que puede ser de utilidad durante la quimio… Cuando estamos recibiendo quimioterapia el sabor de los alimentos cambia y lo que es dulce nos puede parecer salado o viceversa. Estos cambios de sabor hacen que el enfermo no quiera comer y pueden llevarle hacía la desnutrición. Pues bien, simplemente jugando con la sal marina, el zumo de limón o el sirope de agave o arce podemos modificar estos sabores y hacer más apetecibles los platos.


*Recidiva: reaparición de una enfermedad algún tiempo después de padecida (Según el RAE)

http://farmacosalud.com/deberia-haber-nutricionistas-especializados-en-cancer-en-los-servicios-de-oncologia/





domingo, 22 de febrero de 2015



"Actitud es una pequeña cosa que hace una gran diferencia"





EL BUEN AMOR 
Sergio Sinay



Toda corriente, sensación, energía, sentimiento, emoción, vivencia, experiencia o impulso que recibe el nombre de amor, necesita de la existencia de por lo menos dos seres para manifestarse.


Ninguna corriente, sensación, energía, sentimiento, emoción, vivencia, experiencia o impulso que hiera, desmerezca, descalifique, discrimine, elimine o destruya a quien lo recibe puede nombrarse como amor.


Todos hemos visto y experimentado varias formas tóxicas, dañinas, limitadoras de algo que suele llamarse amor. Si eso puede denominarse así, creo que tenemos el derecho a otra cosa, a una energía que puede identificarse como buen amor. Pienso que nos lo merecemos, que podemos aspirar a ser sus protagonistas, sus dadores y receptores.



Nadie está más autorizado que yo mismo a hablar de mí. Cuando abandono el protagonismo de mi propia vida, no soy yo quien la cuenta. Pasa a ser relato de los otros. Cuando empiezo a hacerme preguntas sobre mí, comienzo a conocerme, crece mi autoridad acerca de esta persona que soy y aparezco ante los demás con mayor certeza.


El tiempo en el amor tóxico, en el amor que equivoca su nombre y su destino, es una jaula que aprisiona.



Cuando me obligo a una búsqueda afectiva – impulsada por creencias, por presiones externas, por expectativas ajenas,  por temores propios – estoy “condenado” a encontrar. Desde el punto de vista pragmático, mi experiencia habrá sido exitosa, aunque probablemente haya olvidado mirar al otro y mi búsqueda se convierta en un círculo perfecto y riesgoso. Como el sediento en el desierto, puede ser que haya encontrado un espejismo, apenas el reflejo distorsionado de mis ansias.


Las búsquedas no condicionadas, abiertas, son las que nos permiten exponer nuestra creatividad, nuestra más depurada intuición, nuestra sensibilidad más fina. Si busco un amante o amado preconcebido, sólo podré ver lo previsto. Estaré ciego ante la diversidad, ante lo diferente, ante lo imprevisible, ante lo insospechado. Me encontraré prisionero de mi urgencia, de mis esquemas, de las exigencias que proyectaré sobre la otra persona. Veré lo que quiero ver.


“Buscaron sin libertad para no encontrar”


Hay búsqueda sin encuentro y encuentro sin búsqueda. Aquéllas se repiten cuando insisto en creer que hay alguien destinado a hacerme feliz cubriendo mis expectativas amorosas y mis necesidades emocionales.


Como condición del buen amor, el amor es un punto de coincidencia único y no predeterminado en la trayectoria que sus protagonistas transitan en la vida. El encuentro en el que se plasma un amor sanador no nace de una obsesión, no es hijo de la ansiedad, no proviene de la impaciencia, no es un disfraz del miedo a caminar solo. Se trata del fruto maduro del tiempo, de la aceptación del compromiso con el propio ser en el aquí y en el ahora. Los que se encuentran en un único tiempo y lugar posible, no por fruto del azar ni de la estrategia, sino de sus propias trasformaciones y aceptaciones.


No puedo hacerme responsable de la satisfacción de la otra persona ni de hacerle sentir completa. No puedo hacerme responsable del otro, pero el otro está incluido en mi noción de responsabilidad, porque ésta significa no dañar a sabiendas, no prometer lo incumplible, no manipular.


Si pienso que mi felicidad empieza cuando encuentro a otra persona, mi única búsqueda tendrá como fin ese encuentro. Ese alguien pasará a ser lo más importante, ya sea para capturarlo o para conservarlo. Mientras tanto, mis demás necesidades quedarán en el fondo del escenario. Lo que yo haga por mi felicidad – a partir de mis recursos y posibilidades y con respeto y atención hacia los otros – puede contagiar a alguien. Pero lo que yo haga para lo que imagino que es la supuesta felicidad de otro, no se transformará necesariamente en un estado que me incluya.



Cuando me ocupo por encontrar quien me acompaña antes de saber hacia dónde voy corro el riesgo de que quien “debería” ser mi acompañante se convierta en mi carcelero, en mi obstáculo, en mi lastre, en mi juez. Y es posible que nada de eso se deba a su voluntad ni a su mala intención, sino a mi propia actitud de no haber visto el camino ni haber registrado la dirección antes de dar prioridad a la compañía. 


Antes de elegir un bastón para caminar debo prestar atención al camino y a mis propias piernas; sin estos elementos no habrá marcha posible. 





sábado, 21 de febrero de 2015

En Jandía, una nube diferente.






SIN ESPERAR NADA


Cuando no esperé, aprendí a vivir el día a día, a agradecer por lo que tengo y no a quejarme por lo que no.

Lamentablemente nunca fui de las personas que esperaban poco o nada. Me pasé la vida esperando que las personas fueran conmigo de la misma manera que yo era con ellas, y esperando que la vida me entregara lo que se suponía debería entregarme. Por lo mismo, me he decepcioné una y mil veces. Pasé por tantos momentos de decepción que un día decidí cambiar mi estrategia: me prometí no esperar absolutamente nada de nada, a ver cómo me iba.

Sorprendentemente en poco tiempo las cosas empezaron a cambiar.

No miento, claro que muchas veces inconscientemente esperaba cosas, pues no se puede cambiar de la noche a la mañana, pero por algo se empieza. Aunque fuera un poco forzado, de todas maneras me servía no pensar si habría reacciones a mis acciones, y una vez que comencé a no esperar, las sorpresas comenzaron a llegar.

El aprender a no esperar fue algo difícil, especialmente por como yo había sido siempre. Fue un proceso de desapego largo, en donde debí dejar mis emociones un poco de lado, pero siempre pensando que era para algo mejor, lo que me ayudó. Y una vez que lo logré, por primera vez sentí lo que era estar realmente en paz.

Y decidí no esperar nada. No pensar en el futuro, ni en lo que me debería llegar, ni tampoco en cómo debía reaccionar la vida ante mis acciones. Y claro, en ese momento, cuando menos lo esperaba, la vida me comenzó a sorprender. Me cayó prácticamente del cielo un increíble trabajo, de hecho, el que siempre había querido, y, cuando menos lo quería, y de la manera más extraña, conocí a un chico increíble.

Estos, son solo vagos ejemplos, pero el no esperar nada te entrega mucho en todos los ámbitos de la vida.

Lo que quiero decir, es que cuando no esperas nada de nadie ni de la vida, todo se convierte en una sorpresa y en una alegría mucho mayor. Cuando no buscas desesperadamente y mantienes la calma, las cosas llegan solas. Todos los gestos, por más pequeños que sean, llegan como una sorpresa a tu vida. Un mensaje de texto, una llamada, un te quiero, una aventura nueva, una persona nueva, será mucho más increíble si no la esperas. Y lo mejor de todo, es que cambiarás la decepción por la emoción.


Al no esperar nada de nadie, aprendí además de la empatía, a ponerme en los zapatos de los otros y darme cuenta que muchas veces yo esperaba cosas que ni yo hacía. Aprendí a no tomarme las cosas de manera personal, porque mientras vengan de tus amigos, nunca serán con esa intención. Aprendí de esto y mucho más. Pero lo más importante, es que aprendí a no esperar.


viernes, 20 de febrero de 2015

"Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero"

- Nelson Mandela - 





Muy interesante. Recomiendo su lectura.


BAILANDO CON EL UNIVERSO
Deepak Chopra.

NUESTRO CUERPO, NUESTRA MENTE, NUESTRAS EMOCIONES, NUESTRA FISIOLOGÍA entera está cambiando a cada momento en función de la hora del día, de los ciclos de la luna, las estaciones e incluso las mareas.
Nuestro cuerpo es parte del universo y, en última instancia, todo lo que sucede en el universo afecta a su fisiología.
Los ritmos biológicos son una expresión de los ritmos de la Tierra en relación con todo el cosmos, y solo cuatro de ellos (los ritmos diarios, mareales, mensuales y lunares) son la base de todos los demás ritmos de nuestro cuerpo.

La Tierra gira sobre su eje, por lo que experimentamos un ciclo de 24 horas de día y noche al que llamamos ritmo circadiano. Dicho ritmo se basa en el giro de la Tierra y, al formar parte de ella, también todo nuestro cuerpo gira siguiendo el ritmo de la Tierra. Cuando este ritmo biológico se ve interrumpido, por ejemplo, por algún viaje de larga distancia, sentimos jet-lag. También cuando nos quedamos trabajando toda una noche, aunque descansemos durante el día no nos sentimos del todo bien, ya que nuestros ritmos biológicos están desacompasados con los ritmos cósmicos.

Los datos científicos muestran que si sometemos a un animal a cierta dosis de radiación una vez al día, este puede experimentar algún efecto beneficioso. Pero si le damos la misma dosis de radiación doce horas más tarde, el animal puede morir. ¿Por qué? Porque su fisiología ha cambiado por completo en ese periodo de doce horas. Incluso nuestra pequeña experiencia subjetiva nos dice que a ciertas horas del día tenemos hambre, mientras que a otras tenemos sueñoo. Sabemos que tendemos a sentirnos de una cierta manera a las cuatro de la tarde y de otra a las cuatro de la mañana.

Los ritmos de las mareas también afectan a nuestra fisiología. Estos ritmos son el resultado del efecto gravitatorio del sol, la luna y las estrellas de galaxias distantes sobre los océanos del planeta Tierra. En nuestro interior nosotros también tenemos un océano similar a los de nuestro planeta. Más del 60 por ciento de nuestro cuerpo es agua, y más del 60 por ciento de nuestro planeta es agua. Por lo tanto, experimentamos en nuestra propia fisiología las pleamares y las bajamares y los flujos y reflujos de las mareas. Cuando nos sentimos incómodos es porque nuestro cuerpo está fuera de sincronía con el cuerpo del universo. Pasar tiempo cerca del mar o en cualquier sitio natural puede ayudarnos a sincronizar nuestros ritmos con los de la naturaleza.

El ritmo lunar es un ciclo de veintiocho días que se produce como resultado del movimiento relativo de la Tierra, el sol y la luna. Dicho ritmo es evidente considerando el crecimiento y decrecimiento de la luna. Vemos la luna llena, media luna, dejamos de verla, y el ciclo vuelve a empezar otra vez. La fertilidad humana y la menstruación son buenos ejemplos de ritmos lunares, pero hay otros muchos ciclos de veintiocho días. Cuando trabajaba como médico en una sala de urgencias, era de esperar que atendiésemos a más pacientes con determinados tipos de problemas dependiendo de la hora del día y de los ciclos de la luna.

Debido al movimiento de la Tierra alrededor del sol, experimentamos los ritmos estacionales en forma de diferentes cambios bioquímicos en nuestro cuerpo y mente. Por eso somos más propensos a enamorarnos en primavera o a deprimirnos en invierno. Las personas que padecen un síndrome conocido como desorden afectivo estacional se deprimen en invierno pero mejoran al ser expuestos a la luz solar. Los cambios estacionales no solo afectan a la bioquímica del cuerpo humano: afectan a la de los árboles, las flores, las mariposas, las bacterias y todo lo que está presente en la naturaleza.

La Tierra se inclina sobre su eje en primavera y brotan las flores, las marmotas salen de sus madrigueras, migran las aves, los peces regresan a sus territorios de desove y comienzan los rituales de cortejo. Las personas se sienten inclinadas a escribir poesía, los amantes cantan sus canciones y corazones jóvenes y viejos se enamoran. Los ritmos estacionales nos afectan biológica, mental y emocionalmente; todos ellos tienen que ver con la relación entre la Tierra y el sol.

Hay otros ritmos y ciclos que oscilan cada pocos segundos, como las ondas cerebrales y electrocardiográficas, mientras que otros como los ritmos ultradianos duran desde treinta minutos a veinticuatro horas. Hay ciclos dentro de otros ciclos, alcanzándose un elevado nivel de complejidad que en su conjunto funciona al unísono como una sinfonía. Todos esos ritmos crean la sinfonía del universo; cuerpo y mente siempre están intentando sincronizar sus ritmos con los ritmos universales.


Separar el cuerpo y la mente del resto del cosmos es no ver las cosas como son. El sistema cuerpo-mente forma parte de una inteligencia superior, es parte del cosmos, y los ritmos cósmicos generan cambios profundos en nuestra fisiología. El universo es una verdadera sinfonía de las estrellas. Y cuando nuestro cuerpo y nuestra mente están sincronizados con dicha sinfonía, todo se da espontáneamente y sin esfuerzo, y la exuberancia del universo fluye a través de nosotros en glorioso éxtasis. Cuando los ritmos de nuestro cuerpo y mente están sincronizados con los ritmos de la naturaleza, cuando vivimos en armonía con la vida, vivimos en estado de gracia. Vivir en gracia es experimentar ese estado de conciencia en el que las cosas fluyen sin esfuerzo y nuestros deseos son satisfechos con facilidad. La gracia es mágica y sincrónica, está llena de coincidencias y es maravillosa. Es ese factor de la buena suerte. Pero para vivir en la gracia es necesario que permitamos que la inteligencia de la naturaleza fluya a través de nosotros sin interferir con él.

Teóricamente, si estuviésemos totalmente alineados con el cosmos, si estuviésemos en completa armonía con sus ritmos y si tuviésemos cero estrés, habría muy poca entropía en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo no envejecería si estuviésemos completamente sincronizados con los ciclos del universo. Si su entropía no se incrementase, estaría dentro de la escala del universo, que se mide en ciclos cósmicos o eones de tiempo. Pero nuestro sistema cuerpo-mente no está perfectamente alineado con los ritmos del universo; ¿por qué es así? Por el estrés. Ya lo ves, en cuanto tenemos un pensamiento, cualquier pensamiento, este interfiere con la tendencia innata de los ritmos biológicos a sincronizarse con los universales.

¿Cómo interferimos con la inteligencia de la naturaleza? En términos espirituales, podemos decir que interferimos cuando nos identificamos con la imagen que tenemos de nosotros mismos y perdemos de vista a nuestro ser interior; cuando perdemos nuestra sensación de conexión con nuestra alma, nuestra fuente. En términos más comunes, podemos decir que interferimos cuando empezamos a preocuparnos, cuando empezamos a anticipar problemas, cuando empezamos a pensar en lo que podría salir mal. Cuando intentamos controlarlo todo, cuando nos asustamos, cuando nos sentimos aislados; todas esas cosas interfieren con el flujo de la inteligencia de la naturaleza. Cada vez que sentimos resistencia, frustración, que las cosas van mal, que exigen demasiado esfuerzo, es porque estamos desconectados de nuestra fuente, el campo de la pura conciencia, que se manifiesta en la infinita diversidad del universo. El estado de miedo es el estado de separación; es resistencia hacia lo que es. Cuando no oponemos resistencia todo es espontaneo y sencillo, no exige esfuerzo.

Nuestro cuerpo nos está hablando constantemente mediante señales de comodidad e incomodidad, placer y dolor, atracción y repulsión. Cuando prestamos atención a las sutiles indicaciones de nuestras sensaciones corporales, accedemos a la inteligencia intuitiva. Dicha inteligencia es contextual, relacional, enriquecedora, holística y sabia. La inteligencia intuitiva es más detallada y precisa que cualquier otra cosa existente en el reino del pensamiento racional. La intuición no es pensamiento; es ese campo cósmico de información no localizado que nos susurra en el silencio que hay entre nuestros pensamientos. Por lo tanto, cuando hacemos caso de la inteligencia interior de nuestro cuerpo, que es el genio supremo y definitivo, nos estamos introduciendo en el universo y accediendo a una información a la que no suele tener acceso la mayor parte de la gente.

Cuando hagamos caso de la sabiduría de nuestro cuerpo, cuando seamos conscientes de las sensaciones de nuestro cuerpo, conoceremos el cosmos entero, ya que experimentamos todo el cosmos en nuestro cuerpo en forma de sensaciones. Cuando no estamos en armonía con los ritmos universales, la señal que nos llega es de incomodidad, ya sea física, mental o emocional. Cuando fluimos en armonía con el universo, la señal que nos llega es una sensación de comodidad, de alegría, de que todo es fácil. En realidad, esas sensaciones son la voz del espíritu, que nos habla al nivel de sentimiento más sintonizado de nuestro cuerpo. Cuando ofrezcamos a nuestro cuerpo una profunda atención, escucharemos la voz del espíritu, porque nuestro cuerpo es una bioordenador constantemente conectado con la mente cósmica. Nuestro cuerpo tiene una habilidad informática que lo capacita para reparar instantáneamente en la infinidad de detalles que crean cada acontecimiento de nuestra vida.

Sabiendo todo esto, ¿por qué no tratas a tu cuerpo con respeto y lo cuidas? Cuida de él con amorosa atención. Aliméntalo con comida saludable y agua fresca. Aliméntalo con la frescura de la tierra y con los colores del arcoiris que la tierra ofrece en forma de frutas y vegetales. Bebe intensamente las aguas de la Tierra para que ellas puedan abrir las líneas de comunicación e inteligencia que corren a través de tus tejidos y de tu torrente sanguíneo. Respira profundamente para que tus pulmones se expandan por completo con el aire.

Libérate de toda atadura o constricción consciente para que tu cuerpo pueda relajarse en los ritmos del universo. Mueve tu cuerpo, ejercítalo y mantenlo en movimiento. Comprométete a mantenerlo libre de toxinas, tanto físicas como emocionales. No lo contamines con bebidas o alimentos muertos, químicos tóxicos, relaciones o emociones toxicas en forma de ira, miedo o culpa. Asegúrate de alimentar tus relaciones saludables y no albergues rencores ni resentimientos. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, ya que cada célula es un punto de conciencia en el campo de conciencia que tú eres.

Cuerpo y mente son la danza del universo y, cuanto más bailen con el universo, más alegría, vitalidad, energía, creatividad, sincronicidad y armonía experimentarás. Puedes permanecer sintonizado a tu cuerpo siendo consciente de como bailas con el universo. Si prestas atención a los ritmos y ciclos de tu cuerpo y mente y te familiarizas un poco con los ritmos cósmicos, veras como puedes sincronizar los ritmos de tu cuerpo con los del universo. No tienes que ser ningún experto, simplemente presta un poco de atención a esto. Observa cómo te sientes en diferentes momentos del día y del mes dependiendo del ciclo lunar. Mira al cielo y fíjate en los ciclos de la luna. Si lees el diario, mira los horarios de la pleamar y la bajamar. Siente tu cuerpo y observa cómo se relaciona con cada estación. Entiende que estos ritmos pueden ayudarte de verdad; la siguiente información es lo único que debes recordar.

Entre las seis y las diez de la mañana y las seis y las diez de la noche es cuando tu cuerpo está hipometabólico, en su fase de metabolismo más baja. Intenta pasar un rato en silencio en torno a las seis de la mañana y de la tarde. Lo ideal sería meditar al inicio de esta fase y hacer ejercicio en la mitad de ella, especialmente si lo haces para perder peso.

Entre las diez de la mañana y las dos de la tarde es cuando el fuego metabólico se encuentra al máximo. Es el momento de hacer la comida principal porque tu cuerpo metabolizará mucho mejor la comida. Entre las dos y las seis de la tarde es un buen momento para estar activos, aprender nuevas actividades mentales o emprender actividades físicas. Entre las dos y las seis de la mañana es buen momento para soñar.
Alrededor de las seis de la tarde, preferiblemente antes de la puesta del sol, es un buen momento para cenar. Es mejor cenar algo ligero y dejar al menos dos o tres horas de intervalo entre la cena y el sueño. Por lo tanto, intenta acostarte hacia las diez o diez y media de la noche y tendrás un descanso ideal con grandiosos sueños.

Estas son recomendaciones muy básicas pero, una vez que empezamos a sintonizar nuestros ritmos con los ritmos cósmicos, el cuerpo se siente bastante diferente. Se siente vital; no se cansa. Subjetivamente nos sentimos más enérgicos. Empezamos a experimentar ese estado de conciencia en el que todas las cosas de nuestra vida fluyen con facilidad. Una salud vibrante no es solo la ausencia de enfermedad; es esa alegría que debería estar en nuestro interior todo el tiempo. Es un estado de bienestar positivo no solo físico sino emocional, psicológico y, en última instancia, incluso espiritual. La tecnología no va a hacernos más sanos. Lo que va a hacernos más sanos es que estemos alineados con las fuerzas del universo, que sintamos que nuestro cuerpo es parte del cuerpo de la naturaleza, comulgar con ella y con nuestra alma pasando tiempo en soledad y silencio.

El poeta hindú Rabindranath Tagore resume el milagro de la vida de una manera más hermosa de lo que la ciencia puede hacerlo. Dice: "La misma marea de la vida que corre por mis venas día y noche corre por el mundo y baila con métrica cadenciosa. Es la misma vida que se dispara con alegría por el polvo de la tierra en innumerables briznas de hierba, rompiendo en olas tumultuosas de hojas y flores. Es la misma vida a la que mece el mar, cuna de nacimiento y muerte, en su flujo y reflujo. Siento que la caricia de este mundo de vida hace gloriosos a mis miembros. Y mi orgullo viene del latido de eras que baila en este momento en mi sangre".

Los mares y ríos de esta biosfera son la sangre de la vida que circula por nuestro corazón y nuestro cuerpo. El aire es el aliento sagrado de vida que da energía a cada célula de nuestro cuerpo, a fin de que sea posible vivir, respirar y participar en la danza del cosmos. Tener la experiencia de "el latido vital de eras que baila en este momento en nuestra sangre" es vivir la alegría, la conexión con el cosmos. Esta es la experiencia sanadora; es la experiencia de estar completo. Y estar completo es vivir en la gracia.

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