martes, 31 de mayo de 2016

"Mientras más disfrutas dando sin esperar un retorno, más insiste la Vida con sus regalos inesperados"
Rafael Vidac



lunes, 30 de mayo de 2016

LA CLAVE PARA RESOLVER CUALQUIER CÍRCULO VICIOSO SE ENCUENTRA EN LA OBSERVACIÓN NEUTRA Y SERENA DE TU SITUACIÓN

Estás en un círculo vicioso cuando, deseando moverte a una nueva situación, no sabes cómo dejar de repetir los mismos acontecimientos, que ya no deseas vivir. Existen muchas razones para que entres a un círculo vicioso. Puede tratarse de un aprendizaje que proviene de tu familia, puede deberse a una falta de conocimiento o simplemente porque no crees en ti.

Quiero que sepas que todo círculo vicioso tiene una salida. Quizás llevas mucho tiempo dando vueltas en algo, pero tienes que saber que todo es posible de ser superado. Solo se trata de darle luz a la situación para ver la puerta de salida del lugar donde te encuentras.

Uno de los mayores impedimentos con el que te puedes tropezar para romper tus círculos viciosos es el hecho de esperar que lo externo a ti cambie para mejorar tu vida. Aunque a veces conseguimos logros manejando lo externo, solo lo hará por un periodo muy corto de tiempo, ya que la verdadera causa de todo conflicto se encuentra en tu percepción de lo que ves y no en lo que tienes al frente. Buscar dentro de nosotros es el primer paso para solucionar cualquier cosa.

Un claro ejemplo de esto se manifiesta en las relaciones de pareja. Es muy común que deseemos solucionar los conflictos en las relaciones queriendo que la pareja cambie su forma de ser. Es una alternativa que nos parece adecuada porque vemos lo mal que esa persona se está comportando. De esta  manera asumimos que su cambio será bueno para esa persona y para la relación. Pero la vida no funciona así.

Para la vida es más valioso que puedas darte cuenta de los motivos que tiene tu alma para desear vivir esa experiencia, en vez de que quieras cambiar algo allá afuera. Quizás la vida te esté pidiendo que eleves un poco más tu auto valor, que aumentes tu nivel de tolerancia, que seas una persona más comprensiva o quizás que te conviertas en una persona más valiente que sepa cuidar de sí misma.

Cuando estamos en medio de problemas podemos pensar que la vida nos está cobrando algo o que es injusta, pero en realidad, solo nos está pidiendo abrirnos a nuevas posibilidades. Esta apertura es la que nos hace crecer, nos permite ser más amplios y elevarnos sobre nuestras dificultades. Esto es lo único que nos queda por hacer cuando nos sentimos atorados.

Cuando estás en conflicto es cuando tienes la mejor oportunidad de sacar afuera tu gran inteligencia, tu poder personal y poner a prueba el amor a ti mismo. 

Lamentablemente, las emociones y el sentimiento de culpa que nos invaden en medio de los desafíos nos impiden tener una mente clara cuando más la necesitamos. Este es otro gran inconveniente que encontramos para terminar con los círculos viciosos.

La clave para resolver cualquier círculo vicioso se encuentra en la observación neutra y serena de tu situación. Cuando te sientes con la suficiente calma, tu mente se mantiene más atenta y  despejada, aumentando las posibilidades de recibir ideas geniales desde el cielo. Este estado pasa por confiar en que existen alternativas nuevas que se encuentran a la vuelta de la esquina. Recuerda conflictos anteriores y cómo fue que la luz llegó de un momento a otro como por arte de magia.

Recuerdo el caso de una mujer que se sentía muy sola y deseaba compartir con personas agradables y confiables. Pocas veces había conseguido establecer ese tipo de amistades y no entendía por qué siempre se encontraba con gente conflictiva. Ella pensaba que su círculo vicioso se rompería al dejar de relacionarse. Con el tiempo se había vuelto cada vez más sola y desconfiada. Descubrimos que para romper su círculo era necesario dejar ir el patrón de desconfianza que había adquirido de su madre respecto a las demás personas para no seguir atrayendo ese tipo de gente en la que no podía confiar. Al soltar ese patrón, pudo sentirse más confiada y las mismas personas con las que compartía antes, cambiaron su actitud hacia ella.

Otro caso es el de una mujer que tenía problemas con su hija. Ambas llevaban una relación tormentosa.  Al analizar a su familia, pudimos descubrir que existía un patrón de conflicto entre madre e hija desde varias generaciones atrás en su familia. Al observar este hecho, la mujer bajó sus niveles de molestia hacia su hija y la relación pudo suavizarse bastante.

Hoy atendí a un joven que no podía decidir su ocupación laboral porque no deseaba participar del ruido y las carreras de los trabajos convencionales. Estando en los 36 años de edad, seguía dudando entre irse a una comunidad de monjes o tener un empleo común. Decidido a resolver su círculo que le impedía obtener ingresos económicos, descubrió que podía construir su vida relajada, sin horario y sin carreras haciendo lo que más ama que es servir a la sociedad enseñando meditación y otras prácticas de reflexión y contemplación, ganando dinero por ello.

Estos son algunos ejemplos de cómo pueden romperse los círculos viciosos que te dejan dando vueltas en una historia que no parece tener salida, pero que al mirarla desde una nueva perspectiva pueden ser resueltos rápidamente.

Cuando nos elevamos a dimensiones superiores, los problemas desaparecen


Fuente: https://soyespiritual.com/pensamientos-positivos/la-clave-resolver-cualquier-circulo-vicioso-se-encuentra-la-observacion-neutra-serena-situacion.html


domingo, 29 de mayo de 2016

NO LE VENGAS CON CUENTOS A QUIEN SABE DE HISTORIAS

Que no le vengan con cuentos a quien sabe de historias, que se olviden de los chismes; que no inventen si no saben; si no vieron, que no comenten; si no han escuchado, que no hablen. Malo es que lo que no han visto los ojos lo invente la boca pero, desgraciadamente, aún quedan personas que tienen mucho que aprender.

Hay quien pretende engañarnos. Esto es así aunque nos pese, nos duela y nos destroce. El chisme y las habladurías emiten el veneno de manera triple. ¿Por qué? Porque hieren a quien lo dice, a quien lo escucha y a la persona de la que se habla.

Cuando escuches chismes o cuentos sobre ti o sobre otra persona, vuelta alto. No entres en el juego ni abones el terreno porque quien quiere hacer daño, solo lo consigue si obtiene de nosotros el crédito y la atención.

Quien dedica su tiempo a mejorarse a sí mismo 
no tiene tiempo para criticar a los demás. Escuchar chismes, cuentos e historias inventadas nos desgasta intensamente. Asimismo, cuando somos nosotros los emisores de habladurías, el mal que hacemos vuelve a nosotros en forma de toxicidad, malos sentimientos e inadaptación vital y social.

Las personas chismosas no son queridas pues, como se suele decir: “lo que dice Marina de Paola dice más de Marina que de Paola”. ¿Quién querría depositar su confianza en alguien que habla ligeramente de los demás?

Debemos aflojar en nuestra inquietud, dejar al lado los cotilleos y no incidir en aquello de lo que no nos compete hablar o expresar nuestra opinión. De hecho, una vez más debemos recordar que antes de decir nada hay que filtrar nuestro mensaje en, al menos, tres ocasiones. Veamos una pequeña historia que nos lo resume perfectamente:

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice:
-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
-¡Espera! -le interrumpe el filósofo-. ¿Hiciste pasar por los tres filtros lo que vas a contarme?
–¿Los tres filtros? -preguntó su discípulo.
-Sí, el primero es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por el segundo filtro, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario…
-¡Ah, vaya! El último filtro es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido”


Los chismes solo tienen un poder: la atención de quien los escucha

En una ocasión Calorina Herrera dijo que si algo no nos agrada podemos quitarle el único poder que tiene: nuestra atención. Realmente no hay nada que pueda manejarnos si nosotros no le damos crédito prestándole nuestro interés.

Mantenernos alejados de los chismes nos sirve para, primeramente, mantener una actitud saludable ante nuestras relaciones, nuestra salud y nuestro autoconcepto. Porque cuando hacemos oídos de lo que los demás van hablando, de alguna manera estamos permitiendo que penetre en nuestra mente.

Esto se va sedimentando y acaba destruyendo el orden personal y mental que vamos ganando a través de la sinceridad, del respeto, de la humildad, de la generosidad y de la honradez. Como consecuencia acabamos formando una especie de “cálculos emocionales y sociales” que generan en nosotros cólicos y conflictos relacionales.

Por eso es positivo no permitir que nadie nos cuente cuentos o historias que distorsionen nuestra realidad y empeoren la manera en la que nos manejamos con lo que pensamos, sentimos y hacemos tanto respecto a nosotros mismos como a los demás.




sábado, 28 de mayo de 2016

NO INTERIORICES LAS OFENSAS DE LOS DEMÁS, SONRÍE Y SIGUE ADELANTE

Estamos hechos en una gran parte de lo que los demás dejan en nosotros: de lo que permitimos que se pose en nuestro interior y de lo que decidimos que no tiene que estar más tiempo que lo que ocupó de tiempo de reloj.

Nos enseñan a defendernos, también a amar, pero a veces se olvidan de inculcarnos el sabio placer de ignorar. Es por ello que en ocasiones nos movemos en parámetros peligrosos y absolutistas: fue malo o bueno, desastroso o maravilloso…cruel o bondadoso.

Esta forma de analizar la realidad nos juega muy malas pasadas porque saber tolerar la ambigüedad de lo que pasa en nuestras vidas es el primer paso para fluir y que el mundo no se vuelva una lucha constante y agotadora. Los demás no están constantemente pensando en quiénes somos y cómo nos sentimos. Cada uno está ocupado en su lucha que a veces no es la nuestra.

Es por ello que nos debemos dar una oportunidad de vivir más ligeros y apasionados en el presente. No interiorices las ofensas de los demás: sonríe y sigue adelante. Date un respiro a ti mismo y una lección a los demás.

No interiorizar es saber vivir

No interiorizar todo lo que nos pasa es mirar como un espectador lo que quizás no seamos capaces de tolerar como único y sufrido protagonista. El mundo está envuelto en batallas y tenemos que ser inteligentes en elegir cuál es la nuestra y cuál es la de los demás… solo manteniendo tu espíritu limpio puedes ayudar en algo al resto.

“Sé amable. Cada persona con la que te encuentras está librando su propia batalla”
-Platón-

Si tuviéramos que tomar en serio cada ofensa que los demás quieren hacernos estaríamos mucho más rotos que enteros. Asumir que existen personas que jamás sentirán empatía por nuestra situación ni por nuestra lucha nos abre un esperanzardor camino:poder elegir a nuestros aliados espirituales con mayor rapidez, sin resentimiento y sacando el mayor disfrute vital de su compañía.

La verdad acerca de lo que queremos

No interiorizar las ofensas no quiere decir ser ciego a ellas. Lo que nos hace daño es automático, nosotros no damos permiso al dolor emocional para que nos lastime o no… de la misma forma que no podemos evitar que al rozar un plato ardiendo nuestra mano se retire por el reflejo de calor y dolor físico.

Pero si somos capaces de saber retirar la mano a tiempo cuando existe riesgo de quemarnos… ¿Por qué entregas a veces tu mente y alma a las llamas del resentimiento y de la ofensa?, ¿por qué no asumir que sentirnos ofendidos y dolidos es normal, y en cambio seguir instalados ahí es peligroso?

No interiorizar es dejar de ser susceptibles para ser inteligentes

No interiorizar las ofensas no te convierte en un ser insensible, frío o cruel. Es simplemente no dar placer y gusto a aquellas personas que en realidad, quisieron lastimarnos y darnos a nosotros mismos la capacidad de olvidar lo que en nuestro interior es solo un estorbo.

No interiorizar las ofensas es dotar a nuestro cerebro de mayor avidez y prevención para futuras situaciones desagradables… y dotar a nuestra alma de fortaleza y determinación para poder enfrentarlas.

“Elige bien tus batallas, a veces estar en paz es más importante que tener la razón”

En ocasiones, vemos esto como algo imposible. Dramatizar forma parte de nuestra vida porque mucha gente a nuestro alrededor lo hace. Parece que las grandes historias solo están llenas de lamentos y que las personas que a veces nos tildan como exitosas están siempre en tensión y atacando a otras. Que si no nos enfrentamos es señal de debilidad, cuando en realidad es señal de avidez y madurez emocional.

Distingue a quién quiere ayudarte de quién solo quiere dañarte

Las trampas mentales que a veces nosotros nos infligimos a nosotros mismos son mucho más crueles y perniciosas que todas las ofensas, agresiones y humillaciones que los demás nos hacen o intentan hacernos.

Hemos convertido el arma más distintiva de los seres humanos en una especie de perpetuador de la angustia y la confusión: el lenguaje verbal, las palabras… a veces son utilizadas como un diálogo destructivo interno, que como una capacidad para simplificar nuestra comunicación con los demás.

Las interpretaciones de lo que otros nos han hecho o dicho son infinitamente más duraderas que el tiempo real que se posaron en nuestra vida. “Tanta palabrería interna” nos aleja de la objetividad acerca de la realidad.

Por ejemplo, muchas veces aseguramos “Me han juzgado muchas veces”, “Me han mirado mal”, “Me han corregido continuamente en mi trabajo”; sin hacer un ejercicio de diferenciación y proporcionalidad.

De todas las personas que nos causaron daño… ¿Cuántas estaban realmente haciéndoselo a ellas mismas?, ¿significan algo hoy en nuestra vida?, ¿realmente nos han impedido totalmente que podamos cumplir nuestros sueños?

Si respondes esas preguntas te darás cuenta de que en la mayoría de las ocasiones has interiorizado tanto esa ofensa (quizás tu excesivo ego lo ha propiciado), que has multiplicado por mil el daño real que te causaron.

Deja de hacer aprecio a lo que un día causó tu desprecio. Saca conclusiones generales, analiza en qué fallaste en todas esas ocasiones y en qué fallaron los demás, qué guardan en común todas esas personas para que te doliese tanto su ofensa.

A veces, ese análisis arroja los ambientes que debes evitar… y en otras ocasiones, qué debes de mejorar de ti mismo para que seas tú y no lo negativo que te rodea lo que habita en tu interior. Uno no puede dar nada nuevo y bueno, si todo lo que tiene dentro es viejo y está resentido.




jueves, 26 de mayo de 2016

NUNCA TE CONFORMES CON ALGUIEN QUE SÓLO TE QUIERE VERSUS ALGUIEN QUE DARÍA TODO POR ESTAR CONTIGO

Los seres humanos estamos casi enteramente gobernados por dos instintos: el anhelo y la necesidad de evitar las pérdidas. Somos seres que sienten rechazo frente a la posibilidad de perder algo.

Estos dos instintos son tan fuertes y están tan incorporados en nuestra psyche que tendemos a ver poco propósito en la vida que no tenga que ver con ellos.

El querer aferrarnos a las cosas es la razón por la que creemos que la vida tiene valor para nosotros como individuos; cuando somos capaces de poseer las cosas es cuando vemos un propósito en buscarlas.

El problema surge cuando a las personas les preocupa más satisfacer sus necesidades que su instinto de evitar la pérdida, y cuando la balanza se inclina hacia ese lado, tienes personas que obtienen cosas que no necesitan y luego se les hace difícil apreciar las cosas que ya tienen. 

El no ser capaz de apreciar las cosas que tienes en tu vida es una cosa – una cosa mala de hecho – pero el no ser capaz de apreciar a las personas que tienes en tu vida es otra.

Como regla de oro, si estás en una relación y no te da miedo la sola idea de perder a la persona con la que estás –  si no harías cualquier cosa por mantener a esa persona en tu vida, si no sientes que la necesitas – entonces hay dos opciones: o no tienes claras tus prioridades o simplemente la relación no vale la pena.

Si te encuentras con alguien que sientes que sólo te quiere cerca pero no movería cielo, mar y tierra por mantenerte en su vida, entonces cambia de rumbo. No eres una cosa y mereces más que eso.

¿Pero cómo puedes diferenciar ambas situaciones?

Una persona que solo te quiere cerca…

Sólo te pone atención cuando es conveniente. Si esta persona tiene ganas de verte y de interactuar contigo, si esta persona quiere o necesita esa interacción, entonces te dará su atención.

De lo contrario, si esta persona no tiene ganas de hablar contigo, de ayudarte, de pasar tiempo contigo, él o ella simplemente estará ausente – hasta que, por supuesto, vuelva a ser conveniente para él o ella.

Una persona que te necesita…

Está ahí para ti porque esta persona quiere y necesita estar ahí para ti. Ella quiere que estés feliz y seguro. Esta persona necesita verte disfrutar de la vida y sólo así también disfruta de la suya, porque quiere lo mejor para ti.

Independiente de si es conveniente o no, esta persona estará ahí para ti. Esta persona haría todo por ti, te quiere en su vida, incluso si eso significa aguantar cosas que no le motivan particularmente. Lo hace por ti.

Una persona que solo te quiere cerca…

Mantendrá las conversaciones al mínimo. Esta persona te quiere cerca porque le sirves de algo.

Ella sabe que tiene que hablar de vez en cuando contigo para que te sientas lo suficientemente abierto y cómodo como para que ella te pueda pedir cosas después. Pero en realidad las conversaciones son escuetas y ella no pregunta realmente por ti. A esta persona en realidad no le importa mucho lo que guardas adentro, porque en lo más profundo realmente no te quiere lo suficiente.

Una persona que te necesita…

Hará todo porque te quedes. Este es el tipo de persona que siempre tiene un interés en lo que quieres contar. Esta persona quiere saber acerca de tu día, quiere saber lo que hiciste, qué comiste, con quien interactuaste, cómo te sentiste, etc.

Esta persona quiere saber sobre tu vida porque se interesa y se preocupa por ti. Esta persona te ama y no necesita más razones para interesarse por tu mundo interno y externo.

Una persona que solo te quiere cerca…

Nunca hace planes al largo plazo contigo y evita hablar sobre el futuro. Esta persona no quiere planificar viajes para el próximo mes, incluso a veces ni siquiera quiere hacer planes para la semana que viene.

Esta persona no se compromete. Cada vez que esta persona te complace te da la sensación de que podría ser la última vez que lo haga. Nunca sabes… a veces te da la sensación de que esta persona estuviera esperando que pasara algo mejor, y por mientras se llena con tu compañía.

Una persona que te necesita…

No tiene ningún problema con planificar viajes o en discutir la relación que tienen. Quizás esta persona no te promete para siempre, pero por el momento, te promete todo lo que quiere y puede hacer por los dos.

Durante sus conversaciones esta persona mencionará cosas que necesitan hacer juntos, que tiene que ver y experimentar juntos.

Esta persona hablará de “nosotros” y verá su futuro siempre en conjunto. No de “yo y tu”, de “nosotros”. Esta persona lo hace porque te necesita en su vida y cree que tú la necesitas en la tuya.

Una persona que solo te quiere cerca…

En realidad no te ama, no está perdido en ti. Si prestas atención y observas cuidadosa y atentamente notarás cuánto te quiere una persona.

A veces se nos puede hacer difícil tomar este tipo de distancia cuando nos sentimos enamorados, pero es algo necesario si  te quieres invertir en la persona correcta y no en alguien que no te va a poder devolver lo mismo.

Si esta persona te mira y te sonríe, puedes notar si ella te está mirando o realmente te está viendo, si te sientes visto, entonces estás bien acompañado.

Una persona que te necesita…

Ya te ama o pronto aceptará que te ama. Una persona que sólo te quiere cerca nunca realmente te podrá amar. A veces puede ser difícil para las personas admitir que aman a otra persona, porque han sufrido o tienen miedo de sufrir. Pero el hecho es que te aman, aunque todavía no lo admitan. El amor es muy fuerte, sólo hay que darle espacio para crecer.

Asegúrate de estar con alguien que realmente te necesite y te aprecie, no te quedes con alguien que sólo te quiere cerca y que a ti no te entrega nada más que compañía.



martes, 24 de mayo de 2016

ACABAS ATRAYENDO LO QUE INTENTAS EVITAR

Empleamos mucho tiempo y energía intentando evitar que no suceda aquello que no queremos y, ¿por qué acabamos consiguiendo lo contrario? Esta es una cuestión que se nos presenta habitualmente. Es posible que la solución se encuentre en cambiar nuestra perspectiva y nuestro foco de atención.

Son muchas las situaciones que pretendemos controlar en nuestras vidas: trabajo, estudios, pareja, relaciones sociales, etc. Necesitamos tener cierta ilusión de control, que acompañe a la sensación de que cada cosa está en orden. Para ello, hacemos una auditoria de todos los posibles peligros, creyendo que de esa manera podremos intervenir para protegernos de sus posibles consecuencias.

La realidad es bien distinta. Esos peligros en los que pensamos y para los que incluso nos preparamos, son una recreación de nuestra mente que nos genera ansiedad por anticipar lo que pueda suceder. Acabamos por perdernos en las posibilidades de todo lo que puede suceder, impidiendo así valorar y aprovechar lo que vivimos ahora.

La profecía de un suceso lleva al suceso de la profecía. La única condición es que uno se profetice o deje profetizar y que luego lo considere un hecho con consistencia propia, independientemente de uno mismo o inminente. De este modo se llega exactamente allí donde uno no quería llegar.”
-Paul Watzlawick-

¿DÓNDE PONEMOS NUESTRO FOCO DE ATENCIÓN?

De alguna forma con nuestros pensamientos estamos determinando nuestra conducta, nuestros hábitos y finalmente nuestro destino. Por eso es de suma importancia atender dónde estamos poniendo nuestro foco de atención. Sin ser conscientes, podemos anclarnos fácilmente en el sufrimiento mediante la rumiación de pensamientos negativos, especialmente con aquellos que están conectados en forma de circular.

Una buena estrategia para identificar nuestra “tendencia de pensamiento” consiste en observar esos pensamientos, para de alguna forma “pillarnos infragranti” en pleno proceso intelectual autodestructivo. Entenderemos así el asunto al que no paramos de darle vueltas y queremos evitar y podremos cuestionarnos para qué sirve que sigamos pensando en eso.

Cuestionar los propios pensamientos es esencial para poder modificarlos en nuestro beneficio. También resulta importante no creerse todo lo que uno piensa, dejando abierta la posibilidad de que existan otras perspectivas que no en ese momento no somos capaces de ver.

Nuestro foco de atención tiene el poder de centrar toda nuestra energía en un asunto específico, perdiendo así la perspectiva de un todo global. Cuando esto lo hacemos ante algo que nos desagrada nuestra experiencia gira en torno a esto.

Nuestro cerebro no entiende la negación

Nuestra mente está preparada para comprender cierto tipo de información a través del lenguaje. Dependiendo de lo que nuestro cerebro entienda, podremos obtener una experiencia u otra. Es por esto que nos podemos estar comunicando con nosotros mismos de una forma dañina sin darnos cuenta.

Nuestro cerebro asocia pensamientos con imágenes y el NO no está integrado en estas imágenes. Si quieres hacer la prueba puedes decirte “no voy a pensar en un elefante rosa”  y comprobarás como acabas pensando en ese elefante rosa. Este fenómeno que se produce en nuestra mente, se conoce en psicología como “Teoría de los procesos irónicos” (Wegner, 1994).

La teoría de Wegner nos indica que los intentos de control de las experiencias internas tienden a fracasar, porque no entendemos de la forma en que funcionan, por ende conseguimos lo contrario a lo que pretendíamos. Es así como generamos lo opuesto a lo que queríamos controlar.

Cuando estamos preocupados y dañados por algún asunto, repetirnos una y otra vez que no queremos pensar en dicho asunto, solo va a intensificar que sigamos pensando más en él. Lo mismo ocurre cuando mandamos estos mensajes a otras personas.

Presta atención a los mensajes que te mandas, transforma las negaciones en afirmaciones: en vez de decir: no voy a pensar en cuando me caí en aquella reunión, voy a pensar en los elogios que me dedicaron en aquella reunión.

ATRAER LO QUE QUEREMOS EN VEZ DE EVITAR LO QUE NO QUEREMOS

Una estrategia para no caer en este error tan común mediante el que atraemos a aquello que queremos evitar es cambiar la perspectiva. Cambiar el punto de referencia y guiar de manera consciente a nuestros pensamientos, eligiendo nosotros -y no ellos por inercia- el lugar en el que los dejaremos libres. Cuando hay pensamientos recurrentes acerca de algún asunto desagradable podemos utilizar las siguientes estrategias:

Hablar en positivo, construyendo mensajes afirmativos sobre lo que queremos conseguir, en vez de: no quiero pensar en la discusión con mi pareja, decir: quiero pensar en lo mucho que quiero a mi pareja.

Poner nuestro foco de atención en alguna actividad placentera: escuchar música que te guste, bailar, cocinar, practicar deporte, etc.

Si quieres cambiar algo importante, tendrás que hacer algo diferente, modificar hábitos y conductas que están manteniendo lo que no te gusta. Piensa y busca lo que quieres conseguir, lo que necesitas y lo que te gustaría atraer a ti. Incorpora estos mensajes en tu forma de comunicarte.

Intentar controlar lo que queremos evitar en nuestra vida solo nos va a llevar a pensar más en ello. A modo de profecía autocumplida acabaremos atrayéndolo. Piensa que intentar suprimir el pensamiento no solo no es la solución, sino que además facilita que aparezca una y otra vez. La estrategia más inteligente consiste en prestar atención a lo que queremos y centrarnos en eso, en vez de lo que pretendemos evitar.


Fuente:  https://lamenteesmaravillosa.com/acabas-atrayendo-lo-que-intentas-evitar/ 


domingo, 22 de mayo de 2016

LA ENFERMEDAD VIENE DE TI MISMO Y NO TE DAS CUENTA

Somos las únicas criaturas en la superficie de la Tierra capaces de transformar nuestra biología mediante lo que pensamos y sentimos. Nuestras células están constantemente observando nuestros pensamientos y siendo modificadas por ellos. Un ataque de depresión puede arrasar nuestro sistema inmunológico; serenarse, al contrario, puede fortificarlo tremendamente. La alegría y la actividad armoniosa nos mantienen saludables y prolongan la vida. El recuerdo de una situación negativa o triste, libera las mismas hormonas y sustancias biológicas destructivas que el estrés. Sus células están constantemente procesando todas sus experiencias y metabolizándolas de acuerdo con sus puntos de vista personales.

No se puede simplemente captar datos aislados y confirmarlos juzgándolos. Usted se transforma en la interpretación cuando la internaliza. Quien está deprimido proyecta tristeza por todas partes del cuerpo. La producción de neurotransmisores a partir del cerebro se altera, el nivel de hormonas varía, el ciclo del sueño es interrumpido, los receptores neuropeptídicos en la superficie externa de las células de la piel se modifican, las plaquetas sanguíneas se tornan más viscosas y más propensas a formar grumos y hasta sus lágrimas contienen trazos químicos diferentes al de las lágrimas de alegría.

Todo este perfil bioquímico será drásticamente modificado cuando la persona se sienta tranquila. Estos hechos confirman la gran necesidad de usar nuestra consciencia para crear los cuerpos que realmente necesitamos. El proceso de envejecimiento puede ser neutralizado cada día. Shakespeare no estaba siendo metafórico cuando a través de su personaje Próspero dijo: “Nosotros somos hechos de la misma materia que los sueños

¿Usted quiere saber cómo está su cuerpo hoy? Entonces recuerde lo que pensó y sintió ayer. ¿Quiere saber cómo estará su cuerpo mañana? ¡Observe sus pensamientos y emociones hoy!

Recuerde que al abrir su corazón y su mente evitará que algún cirujano lo haga por usted. La medicina está en ti y tú no la usas. La enfermedad viene de ti mismo y no te das cuenta.


Fuente: http://paradigmaterrestre.com/la-enfermedad-viene-de-ti-mismo-y-no-te-das-cuenta/


viernes, 20 de mayo de 2016

HAY QUE TENER UN AMANTE

Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.

Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro:”Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno.

Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan, ES UN AMANTE

Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica!. Y también están las que escandalizadas se despiden y no vuelven nunca más

A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición: Amante es: “Lo que nos apasiona”. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces, no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.

A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby…En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta del triste destino de durar.

¿Y qué es durar? – Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.

Por favor no te empeñes en durar, búscate un amante, se también un amante y un protagonista… de la vida. Piensa que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie.

Lo trágico, es no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante…

La psicología después de estudiar mucho sobre el tema descubrió algo trascendental:

“Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida”.


Fuente: https://brujulacuidador.com/2013/08/04/hay-que-tener-un-amante/


miércoles, 18 de mayo de 2016

LA ENVIDIA SEÑALA A LOS ADMIRADORES SECRETOS

La envidia es el sexto pecado capital. Colocado entre la ira y la vanidad, se trata de un profundo rencor que una persona siente hacia alguien que tiene algo que uno quiere, como la riqueza, el poder, la belleza o cualquier otra cosa. Es un vicio a veces complicado de evitar, pero que nadie desea sentir, porque experimentar envidia significa sentirse pequeño, perdedor y, en ocasiones, admirar de forma secreta a alguien.

Cada día vivimos situaciones en las que no podemos evitar compararnos con otras personas, un hermano que nos parece que recibe más cariño de los padres, un compañero de trabajo que gana más dinero que nosotros, un vecino que tiene un coche mejor que el nuestro. Así, lo cierto es que las comparaciones resultan dolorosas si se sale perdiendo.

“Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro.”
-Cicerón-

El profesor de psicología de la Universidad de Kentucky Richard H. Smith sostiene que “la envidia es corrosiva y es fea y puede arruinar tu vida. Si usted es una persona envidiosa, le costará mucho apreciar lo bueno, porque estará demasiado preocupado en cómo se reflejan en su yo”.

ESTUDIOS SOBRE LA ENVIDIA

Los investigadores han tratado de comprender los circuitos neuronales y evolutivos de la envidia y por qué medio puede llegar a ser sentida como una enfermedad corporal. Incluso se ha investigado la sensación de placer que siente una persona cuando el sujeto al que envidia se derrumba.

En la revista de psicología ‘Basic and Applied Social Psychology” se publicaron a finales del año pasado, los resultados de dos estudios realizados por Nicole E. Henniger y Christine R. Harris. En los estudios participaron unas 900 personas de entre 18 y 80 años, a las que se les preguntó si habían sentido envidia de alguien y si siguen sintiendo envidia actualmente.

Alrededor del 80% de los encuestados menores de 30 años manifestaron haber sentido envidia en el último año, mientras que el porcentaje de las personas mayores de 50 años, que dijeron que habían sentido envidia fue del 59%. Otra de las conclusiones que se alcanzó con el estudio fue que la envidia no depende del sexo, ya que hombres y mujeres son igualmente envidiosos antes los éxitos de los demás.

“Nada es más digno de admiración en un hombre noble que el saber aceptar e imitar las virtudes de los demás.”
-Confucio-

En la revista Science se publicó un estudio realizado por investigadores del Instituto de Ciencias Radiológicas de Japón, que describe las imágenes cerebrales de sujetos a los que se les pidió que se imaginaran a sí mismos como protagonistas de dramas sociales con otros personajes de mayor o menor estatus o éxito.

Cuando la persona se comparaba con personajes envidiados, se activaban las regiones del cerebro involucradas en el registro del dolor físico. Si a la persona estudiada se le daba la oportunidad de imaginar que el sujeto envidiado caía en la ruina, se activaban los circuitos de recompensa del cerebro.

Envidiar o admirar

A veces se habla de envidia sana o de admiración y realmente si somos capaces de enfocar de manera positiva el deseo y los impulsos que este genera, la envidia puede convertirse en un estímulo para mejorar, ya que nos puede mostrar un objetivo a seguir. Podemos envidiar capacidades de otras personas y eso puede incitarnos a superarnos a nosotros mismos.

Pero si la envidia se convierte en un deseo negativo hacia otra persona por tener algo que deseamos, se transforma en un foco de frustración e inseguridad y nos hará percibir una realidad distorsionada, que nos impedirá acometer cambios para superarnos a nosotros mismos.

Podemos convertir la envidia en admiración cuando vemos a la otra persona con el corazón y con inteligencia emocional, cuando nos alegramos de sus progresos, sus habilidades o sus posibilidades y compartimos sus logros. La palabra admirar proviene de “ad” añadir y de “mirar” ver, es decir se trata de ver más en otra persona, ver lo mejor en otra persona, y eso nos motivará para tener objetivos y trabajar para alcanzarlos.

“Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente.”
-Albert Einstein-


https://lamenteesmaravillosa.com/la-envidia-senala-a-los-admiradores-secretos/


lunes, 16 de mayo de 2016

ESA VOZ QUE ALGUNOS LLAMAN “CONCIENCIA”

Comúnmente se llama “voz de la conciencia” a esa parte de nosotros mismos que actúa como guardián de la moral sobre lo que pensamos, sentimos o hacemos. Es como un “otro yo” que propicia un diálogo interno. En ese diálogo advierte, recrimina o hasta castiga. Esa voz está ahí para conducirnos, por lo general, a la culpa.

La voz de la conciencia es la expresión de la autoridad en nuestro interior. Esa fuente de autoridad ha sido inculcada y corresponde o a un padre, o a un dios, o a una religión o a cualquier otra forma de poder que define unas normas de conducta.

“La conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros.”
-Michel de Montaigne-

La “voz de la conciencia” nos habla de moral, de buenas costumbres. Parece como un fiscal, porque su papel es acusatorio y para algunas personas llega a ser extremadamente insidiosa. De hecho, hay quienes llegan a experimentar físicamente esa voz, como un susurro al oído que siempre está señalando con el dedo, amenazando y agrediendo a quien la escucha.

La conciencia moral y los prejuicios

Todos nos convertimos en personas aptas para vivir civilizadamente en una sociedad, gracias a que alguien nos enseñó, como dice la canción, “que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca”. Para poder convivir con los demás debemos renunciar a actuar haciendo lo que se nos antoje. Tenemos que ceder parte de nuestros deseos, en nombre de una sana adaptación a algunas normas básicas que rigen el mundo.

También nos inculcan desde niños un catálogo de conciencia moral en el que hay dos apartados separados por una gruesa línea roja: lo que está bien y lo que está mal. Por lo general, los padres o tutores solamente son los transmisores de una moral que ya ha sido establecida por alguna autoridad. Así, aprendemos a valorar lo bueno y lo malo a partir de la religión, la ley, la cultura o cualquier otro conjunto de principios que rija una sociedad.

Muchos de esos principios y valores están lejos de ser razonables, en la mayoría de los casos precisamente por el carácter absoluto y poco flexible con el que vienen impuestos. Además, a veces se basan en prejuicios, miedos insanos o deseos inconfesables.

A algunos, por ejemplo, nos enseñan que la discriminación racial es positiva, en tanto protege la “pureza” de un determinado grupo. A otros les indican que la masturbación los puede volver locos. En ambos casos, lo que se transmite es irracional y aún así se inculca como válido.

La rigidez moral y la arbitrariedad

La conciencia moral, por lo general, se transmite de manera arbitraria. En principio, los padres y el mundo consideran que es un deber ayudar al niño a que acepte los mandatos morales de la sociedad. No necesitan exactamente que tengan una conciencia real de ellos, sino que los obedezcan. Por eso, para muchos, “educar” consiste en lograr que todos obedezcan.

En algunas familias y en algunas sociedades, especialmente las que deben transmitir principios de conducta que riñen con la razón, se valen del señalamiento, de la amenaza y del castigo para poder inculcar en los suyos el respeto a ciertas normas.

Es lo que sucede en las culturas en donde, por ejemplo, hay una fuerte discriminación en contra de la mujer. El catálogo de conducta para ellas es sumamente estricto y está básicamente lleno de restricciones. De este modo, se logra que lleguen a aceptar prácticas como la infibulación o la violencia física por parte de los hombres. Esto solo se puede inculcar a través de limitaciones y castigos sucesivos que eviten su insumisión.

La conciencia moral y la moralina

Todos los catálogos morales incluyen alguna suerte de irracionalidad. Muchos de esos catálogos están dirigidos hacia el comportamiento sexual y la relación que se mantiene con el poder. Muchas infancias son una etapa de “adoctrinamiento”, en la que se busca básicamente quebrar la voluntad del individuo, para que no desarrolle conductas “desviadas” de la norma.

Muchas personas interiorizan profundamente esos mandatos y en su vida adulta son presas fáciles de la culpa. De hecho, llegan a sentirse culpables incluso si se les pasa por la mente cuestionar los preceptos bajo los que han sido educados.

Se sienten “malos” si ponen en cuestión el comportamiento de sus padres o la validez conceptual de una religión. La “voz de la conciencia” se convierte en una instancia perseguidora y perturbadora que les mantiene “vigilados” y que les induce a castigarse con severidad si se apartan del mandato.

Precisamente, una de las tareas de un adulto sano es la de decantar esos valores, o antivalores, en los que ha sido educado. A diferencia de la moral, la ética es una construcción personal, que no tiene una alta rigidez y se basa en una valoración más objetiva de uno mismo y del mundo, a la luz de las razones.

La ética justifica las acciones con evidencias lógicas y razones de conveniencia personal y social. La moral se sustenta en prejuicios, es decir, en argumentos que terminan en una arbitrariedad del tipo “porque así debe ser”, “porque en la otra vida serás castigado” o “porque así se acostumbra”. Más ética y menos moralina necesitamos todos para tener una convivencia sana.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/esa-voz-que-algunos-llaman-conciencia/