ACABAS ATRAYENDO LO QUE INTENTAS EVITAR
Empleamos
mucho tiempo y energía intentando evitar que no suceda aquello que no queremos
y, ¿por qué acabamos consiguiendo lo contrario? Esta es una cuestión que se nos
presenta habitualmente. Es posible que la solución se encuentre en cambiar
nuestra perspectiva y nuestro foco de atención.
Son muchas
las situaciones que pretendemos controlar en nuestras vidas: trabajo, estudios,
pareja, relaciones sociales, etc. Necesitamos tener cierta ilusión de control,
que acompañe a la sensación de que cada cosa está en orden. Para ello, hacemos
una auditoria de todos los posibles peligros, creyendo que de esa manera
podremos intervenir para protegernos de sus posibles consecuencias.
La realidad
es bien distinta. Esos peligros en los que pensamos y para los que incluso nos
preparamos, son una recreación de nuestra mente que nos genera ansiedad por
anticipar lo que pueda suceder. Acabamos por perdernos en las posibilidades de
todo lo que puede suceder, impidiendo así valorar y aprovechar lo que vivimos
ahora.
La profecía de un
suceso lleva al suceso de la profecía. La única condición es que uno se
profetice o deje profetizar y que luego lo considere un hecho con consistencia
propia, independientemente de uno mismo o inminente. De este modo se llega
exactamente allí donde uno no quería llegar.”
-Paul Watzlawick-
¿DÓNDE PONEMOS NUESTRO FOCO DE ATENCIÓN?
De alguna
forma con nuestros pensamientos estamos determinando nuestra conducta, nuestros
hábitos y finalmente nuestro destino. Por eso es de suma importancia atender
dónde estamos poniendo nuestro foco de atención. Sin ser conscientes, podemos
anclarnos fácilmente en el sufrimiento mediante la rumiación de pensamientos
negativos, especialmente con aquellos que están conectados en forma de
circular.
Una buena
estrategia para identificar nuestra “tendencia de pensamiento” consiste en
observar esos pensamientos, para de alguna forma “pillarnos infragranti” en
pleno proceso intelectual autodestructivo. Entenderemos así el asunto al que no
paramos de darle vueltas y queremos evitar y podremos cuestionarnos para qué
sirve que sigamos pensando en eso.
Cuestionar
los propios pensamientos es esencial para poder modificarlos en nuestro
beneficio. También resulta importante no creerse todo lo que uno piensa,
dejando abierta la posibilidad de que existan otras perspectivas que no en ese
momento no somos capaces de ver.
Nuestro foco de
atención tiene el poder de centrar toda nuestra energía en un asunto
específico, perdiendo así la perspectiva de un todo global. Cuando esto lo
hacemos ante algo que nos desagrada nuestra experiencia gira en torno a esto.
Nuestro cerebro no entiende la negación
Nuestra
mente está preparada para comprender cierto tipo de información a través del
lenguaje. Dependiendo de lo que nuestro cerebro entienda, podremos obtener una
experiencia u otra. Es por esto que nos podemos estar comunicando con nosotros
mismos de una forma dañina sin darnos cuenta.
Nuestro
cerebro asocia pensamientos con imágenes y el NO no está integrado en estas
imágenes. Si quieres hacer la prueba puedes decirte “no voy a pensar en un
elefante rosa” y comprobarás como acabas
pensando en ese elefante rosa. Este fenómeno que se produce en nuestra mente,
se conoce en psicología como “Teoría de los procesos irónicos” (Wegner, 1994).
La teoría de
Wegner nos indica que los intentos de control de las experiencias internas
tienden a fracasar, porque no entendemos de la forma en que funcionan, por ende
conseguimos lo contrario a lo que pretendíamos. Es así como generamos lo
opuesto a lo que queríamos controlar.
Cuando
estamos preocupados y dañados por algún asunto, repetirnos una y otra vez que
no queremos pensar en dicho asunto, solo va a intensificar que sigamos pensando
más en él. Lo mismo ocurre cuando mandamos estos mensajes a otras personas.
Presta
atención a los mensajes que te mandas, transforma las negaciones en
afirmaciones: en vez de decir: no voy a pensar en cuando me caí en aquella reunión,
voy a pensar en los elogios que me dedicaron en aquella reunión.
ATRAER LO QUE QUEREMOS EN VEZ DE EVITAR LO
QUE NO QUEREMOS
Una
estrategia para no caer en este error tan común mediante el que atraemos a
aquello que queremos evitar es cambiar la perspectiva. Cambiar el punto de
referencia y guiar de manera consciente a nuestros pensamientos, eligiendo
nosotros -y no ellos por inercia- el lugar en el que los dejaremos libres.
Cuando hay pensamientos recurrentes acerca de algún asunto desagradable podemos
utilizar las siguientes estrategias:
Hablar en
positivo, construyendo mensajes afirmativos sobre lo que queremos conseguir, en
vez de: no quiero pensar en la discusión con mi pareja, decir: quiero pensar en
lo mucho que quiero a mi pareja.
Poner
nuestro foco de atención en alguna actividad placentera: escuchar música que te
guste, bailar, cocinar, practicar deporte, etc.
Si quieres
cambiar algo importante, tendrás que hacer algo diferente, modificar hábitos y
conductas que están manteniendo lo que no te gusta. Piensa y
busca lo que quieres conseguir, lo que necesitas y lo que te gustaría atraer a
ti. Incorpora estos mensajes en tu forma de comunicarte.
Intentar
controlar lo que queremos evitar en nuestra vida solo nos va a llevar a pensar
más en ello. A modo de profecía autocumplida acabaremos atrayéndolo. Piensa que
intentar suprimir el pensamiento no solo no es la solución, sino que además
facilita que aparezca una y otra vez. La estrategia más inteligente consiste en
prestar atención a lo que queremos y centrarnos en eso, en vez de lo que
pretendemos evitar.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/acabas-atrayendo-lo-que-intentas-evitar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario