LA ENVIDIA SEÑALA A LOS ADMIRADORES
SECRETOS
La envidia
es el sexto pecado capital. Colocado entre la ira y la vanidad, se trata de un
profundo rencor que una persona siente hacia alguien que tiene algo que uno
quiere, como la riqueza, el poder, la belleza o cualquier otra cosa. Es un
vicio a veces complicado de evitar, pero que nadie desea sentir, porque
experimentar envidia significa sentirse pequeño, perdedor y, en ocasiones,
admirar de forma secreta a alguien.
Cada día
vivimos situaciones en las que no podemos evitar compararnos con otras
personas, un hermano que nos parece que recibe más cariño de los padres, un
compañero de trabajo que gana más dinero que nosotros, un vecino que tiene un
coche mejor que el nuestro. Así, lo cierto es que las comparaciones resultan
dolorosas si se sale perdiendo.
“Nadie que confía en
sí, envidia la virtud del otro.”
-Cicerón-
El profesor
de psicología de la Universidad de Kentucky Richard H. Smith sostiene que “la
envidia es corrosiva y es fea y puede arruinar tu vida. Si usted es una persona
envidiosa, le costará mucho apreciar lo bueno, porque estará demasiado
preocupado en cómo se reflejan en su yo”.
ESTUDIOS SOBRE LA ENVIDIA
Los
investigadores han tratado de comprender los circuitos neuronales y evolutivos
de la envidia y por qué medio puede llegar a ser sentida como una enfermedad
corporal. Incluso se ha investigado la sensación de placer que siente una
persona cuando el sujeto al que envidia se derrumba.
En la
revista de psicología ‘Basic and Applied Social Psychology” se publicaron a
finales del año pasado, los resultados de dos estudios realizados por Nicole E.
Henniger y Christine R. Harris. En los estudios participaron unas 900 personas
de entre 18 y 80 años, a las que se les preguntó si habían sentido envidia de
alguien y si siguen sintiendo envidia actualmente.
Alrededor
del 80% de los encuestados menores de 30 años manifestaron haber sentido
envidia en el último año, mientras que el porcentaje de las personas mayores de
50 años, que dijeron que habían sentido envidia fue del 59%. Otra de las
conclusiones que se alcanzó con el estudio fue que la envidia no depende del
sexo, ya que hombres y mujeres son igualmente envidiosos antes los éxitos de
los demás.
“Nada es más digno de
admiración en un hombre noble que el saber aceptar e imitar las virtudes de los
demás.”
-Confucio-
En la revista
Science se publicó un estudio realizado por investigadores del Instituto de
Ciencias Radiológicas de Japón, que describe las imágenes cerebrales de sujetos
a los que se les pidió que se imaginaran a sí mismos como protagonistas de
dramas sociales con otros personajes de mayor o menor estatus o éxito.
Cuando la
persona se comparaba con personajes envidiados, se activaban las regiones del
cerebro involucradas en el registro del dolor físico. Si a la persona estudiada
se le daba la oportunidad de imaginar que el sujeto envidiado caía en la ruina,
se activaban los circuitos de recompensa del cerebro.
Envidiar o admirar
A veces se
habla de envidia sana o de admiración y realmente si somos capaces de enfocar
de manera positiva el deseo y los impulsos que este genera, la envidia puede
convertirse en un estímulo para mejorar, ya que nos puede mostrar un objetivo a
seguir. Podemos envidiar capacidades de otras personas y eso puede incitarnos a
superarnos a nosotros mismos.
Pero si la
envidia se convierte en un deseo negativo hacia otra persona por tener algo que
deseamos, se transforma en un foco de frustración e inseguridad y nos hará
percibir una realidad distorsionada, que nos impedirá acometer cambios para
superarnos a nosotros mismos.
Podemos
convertir la envidia en admiración cuando vemos a la otra persona con el
corazón y con inteligencia emocional, cuando nos alegramos de sus progresos,
sus habilidades o sus posibilidades y compartimos sus logros. La palabra
admirar proviene de “ad” añadir y de “mirar” ver, es decir se trata de ver más
en otra persona, ver lo mejor en otra persona, y eso nos motivará para tener
objetivos y trabajar para alcanzarlos.
“Mi religión consiste
en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los
pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente.”
-Albert Einstein-
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