UN PÁJARO NACIDO EN UNA JAULA CREE QUE
VOLAR ES UNA ENFERMEDAD
Un pájaro
nace para ser libre por lo que, si se ve encerrado dentro de una jaula, sentirá
como se limita toda su esencia a una mínima parte: es como si se le cortaran
las alas y con ellas una de las cosas que más le caracteriza, la posibilidad de
volar. La cita del título pertenece a Alejandro Jodorowsky y va a servirnos
para ver como con las personas puede ocurrir algo parecido.
Metafóricamente,
vivir dentro de la jaula como un pájaro encerrado no permite tener una
perspectiva amplia de lo que se puede llegar a experimentar: hay gente que se
conforma con lo que ya tiene, con lo que se cree segura y no permite explorar
otros campos llenos de experiencias nuevas. Esto no es negativo si solo le
influye a ese pájaro y si es por voluntad propia: el problema llega cuando el
pájaro cree que el resto, a veces compañeros, se equivocan al volar.
“El ruiseñor se niega a
anidar en la jaula, para que la esclavitud no sea el destino de su cría”.
-Khalil Gibran-
Un pájaro que se queda en la jaula aun con
la puerta abierta
De la misma
manera que un pájaro, los seres humanos hemos nacido para guiar nuestros pasos
hacia donde queremos ir, de una forma libre y autónoma. Sin embargo por
diferentes motivos, como podrían ser la educación o la influencia social,
existen personas que, llegada una determinada edad, se estacionan en su llamada
“zona de confort” y no son capaces a salir de ella, aun empujándoles a
lograrlo.
Esta “zona
de confort” tiene que ver con lo que les es familiar y con lo que les hace
sentir protegidos, donde la rutina y lo que ya tienen establecido actúa
prácticamente en su lugar. De hecho, lo que en algunas ocasiones ocurre es que
les cuesta mucho trabajo “escapar” de los patrones de conducta y de los valores
adquiridos, haciéndoles sentir incómodos con los que son diferentes a los
suyos.
Dado que
somos libres, ningún pájaro está forzado a salir de su jaula y echar a volar;
pero, tampoco ninguno está obligado a quedarse: la tolerancia de comprender
estilos de vida distintos a la de uno mismo es un comportamiento beneficioso
para mantener las relaciones personales.
Dos ojos vendados ven más que una mente
ciega
Uno de los
personajes más conocidos a nivel mundial, Nelson Mandela, creía en la libertad
de la mente por encima de todo: unos ojos vendados siempre podrán quitarse lo
que les impide ver, pero una mente ciega lo tendrá mucho más complicado.
Aquellas
personas que no somos capaces de vernos dentro de una jaula nos sentimos
juzgados en muchas ocasiones por mentes poco flexibles: “estás loco”, “esa no
es una forma adecuada de comportarte”, “lo que haces no está bien”, “¿qué dirán
los demás de ti?”; son frases normales que escucha aquel que se atreve a volar.
Quien se
encuentra dentro de la jaula no termina de comprender que el mundo está lleno
de matices y de posibilidades. Quien no se cree pájaro, ancla sus sueños al
suelo y a un círculo cerrado. Quien no cuestiona la capacidad de su vuelo, sí
cuestiona que los demás vuelen y con ellos sus sueños.
La mente hay que encenderla, no llenarla
Si un pájaro
tiene alas para volar, el ser humano tiene una mente que también le permite
hacerlo. Sin embargo, la mente necesita que la encendamos constantemente, que
le demos semillas que la ayuden a pensar y no que la llenemos de ideas
preconcebidas.
Hay personas
que actúan como un pájaro que lleva toda su vida en la jaula y teme saltar
cuando le abren la puerta: no ve mal que sus compañeros vuelen, es solo que no
se atreve a hacerlo él. Esto tiene una razón justificada y en este caso lo
único que se necesita es atrevimiento y valor.“Sapere aude” que diría el
filósofo Kant: atrévete a saber, conocer, a usar tu razón para lograrlo.
“La libertad asusta
cuando se ha perdido la costumbre de utilizarla”.
-Robert Schuman-
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