AMERICAN STAR, LA TRAGEDIA DEL TITANIC MAJORERO
Espectacular fotografía del buque náufrago “American
Star” lograda por el artista alemán, residente en Fuerteventura, Klaus Berends.
Berends trabajó durante varios días dentro de su casco en ruinas, y en
situaciones extremas, para lograr su iluminación interior. Para entonces, en
1999, el buque ya había perdido más de la mitad de su casco. Berends tiene en activo
una exposición itinerante sobre este coloso. (Foto cedida a Radios Patio y
Revista Mi Pueblo, por el artista. Ver más en http://www.behance.net/KlausBerends)
Por estos días se han cumplido veinte años del siniestro
del trasatlántico “American Star”, que encalló, en medio de una tempestad, la
madrugada del lunes 17 de enero de 1994, en la playa de Garcey, en el Municipio
de Pájara, al suroeste de la isla de Fuerteventura.
El buque zozobró cuando estaba siendo remolcado, como un
siamés, desde Inglaterra por un remolcador ucraniano, con destino a un muelle
Tailandés donde iba a ser desguazado.
Del que fuera el mayor buque norteamericano de pasajeros
en su época dorada, y durante la segunda guerra mundial, el medio de transporte
más eficaz de sus tropas, apenas quedan algunos vestigios de su espectacular
estructura, y un compendio de heroísmo y entereza de quienes hicieron de sus
restos, la materia prima para realizar sus propios sueños.
Cinco lustros después de la tragedia, el ferry se ha
reducido a la más mínima expresión: a un trozo de su proa, que como la mano de
un náufrago pidiendo socorro, se asoma en el horizonte… nada que ver con lo que
fuera en el momento de enterrar su quilla en el fango del fondo marino y
partirse en dos: un gigante de 216 metros de eslora, 28 metros de manga y algo
más de 23 mil toneladas de peso bruto.
Este es un relato, que trabajamos a “pie de barco” desde
el mismo momento en que sucumbiera en la playa de Barlovento, presentamos la
cronología oficial de los acontecimientos reales que sucedieron antes y después
de la tragedia, y la presentación de los testimonio de personas que
consiguieron introducirse dentro del Titanic Majorero, según la denominación,
que con razón se le ha otorgado en Fuerteventura.
UNA ODISEA CONVERTIDA EN BAR
En la esquina en donde confluyen la calle “Jesús y María”
y la “Primero de Mayo” de Puerto del Rosario, en Fuerteventura, existe un local
que sin serlo, se ha convertido en algo así como un “museo de oficio” de los
turistas Europeos que se interesan en el buque de Garcey.
Realmente no es eso, no es un museo. Es un bar: el “Bar-
Cafetería el Naufragio”, según se lee en el anagrama, elaborado en forma de ojo
de buey, y se aprecia en la atención que se dispensa a a sus visitantes en todo
momento.
La edificación, proyectada inicialmente como almacén,
pronto cambiaría de orientación, por disposición de su propietario: Ibrahim
Quintana, un corredor de coches, de 28 años de edad, que en el momento del
naufragio, estaba dispuesto a jugarse todas sus cartas, esperanzas y esfuerzos,
para sacar adelante el local que convertiría en el medio con el que se ganaría
la vida.
Pero un día, aquel obstinado emprendedor, sorprendió a su
familia y a quienes se disponían a darle forma a su negocio. Ibrahim impartió
la orden perentoria: hay que reorientar el proyecto. El American Star, lo
indujo a cambiar, con todas sus consecuencias, sus planes de vida. Su vida que
ya no iba a depender de un almacén sino de otro tipo y nuevo negocio: un bar-
cafetería.
Es que en un arrojo de valor, y, el deseo de hacer
realidad sus propias aspiraciones, Quintana, un día decidió sumarse a la legión
de chatarreros, saqueadores, truhanes, apelativos con los que se denominó a
quienes por esos días arriesgaban su integridad para obtener algún objeto de
utilidad de entre los restos del Américan Star.
-“Nadie sospechaba lo que había dentro del trasatlántico,
y teniendo en cuenta su estado de ruina y las condiciones del mar que nos
hacían prever lo peor, yo, como los demás, decidí llegar hasta el barco y
meterme dentro… Todas estas cosas que usted ve aquí en mi local, puestas como
en un un museo, si no las hubiéramos sacado de allí, con seguridad, que se
hubieran perdido en el mar –se justificó. Estas son cosas que ya no se fabrican
en ninguna parte. Es más, si uno se sube a un ferry de cualquier compañía que
opera en Canarias, se puede dar cuenta de eso, de que ya no se usan, de que los
barcos están hechos con piezas de otros materiales. Hubiera sido una verdadera
lástima dejarlas perder…”
“¿Lo mejor de todo esto? Lo mejor, fue el momento en que
tomamos la decisión de sacarlo todo a tierra y ponerlo a salvo, y
luego si, repartirlo entre todos según los intereses de cada uno. Había muchas
cosas pesadas que era imposible que las moviera uno solo”.
Mientras señalaba con su vista cada uno de los elementos
que conformaban el puzle de su negocio y resultado de su trabajo (la barra del
bar, las puertas, los bordes de la ventanas y los ojos de buey; barandillas,
extintores y pinturas de un considerado valor artístico…), Quintana, apuntilló:
– “El barco me cambió la vida y mi manera de pensar. Me
permitió tener el bar que soñé. Un bar que se parece a un barco” dijo,
haciéndonos entrega de una cinta de video en el que se registran algunas
momentos de sus excursiones al buque y de paso, corroboraban sus palabras y la
manera como obtuvo los ornamentos del Américan Star, que ahora vesten su bar.
El Bar- cafetería “El Naufragio” .
POSIBLE ABANDONO
Todo comenzó el 18 de enero de 1994 cuando toda
Fuerteventura fue igualmente sorprendida por la noticia de que un gran
trasatlántico había encallado en el sur.
La versión, que estaba en boca de todos, pasó, de la
ficción a la realidad, cuando el entonces teniente y comandante de la Guardia
Civil de Puerto del Rosario, Francisco Alba, nos dio a conocer la versión
oficial:
– “En efecto, el día 17 de enero se nos informó de que un
remolcador había emitido una señal de llamada de emergencia, que el barco
American Star al que remolcaba el barco Neftegaz 67, de bandera ucraniana, que
el American Star había partido los cabos y se encontraba a la deriva y que
debido al mal tiempo podría encallar en las costas de Fuerteventura. Entonces
se estableció un dispositivo de vigilancia para determinar en qué sitio podría
encallar. Aunque ya sabíamos que ninguna vida humana corría peligro porque el
barco iba vacío, iba para el desguace en Tailandia, procedente de Inglaterra.
Hacia las 6 y 15 de la mañana del día 18 fue cuando se tuvo conocimiento de que
el barco ya había encallado en el lugar conocido como Playa de Garcey”.
“Durante algunos días -prosiguió- la Guardia Civil estuvo
vigilando las ruinas del barco, pero al no formularse alguna solicitud formal
por parte de sus propietarios, la Guardia Civil decidió dejar esta etapa de
vigilancia para atender otras prioridades”.
“En principio se estableció un servicio de vigilancia las
24 horas del día sobre el barco que duró entre 20 y 25 días, luego se retiró
ese dispositivo de vigilancia que la asumió inmediatamente una empresa privada
de seguridad”, reveló el teniente Alba.
-¿Por qué se retiró la vigilancia que venía prestando la
Guardia Civil? Preguntamos.
“Se retiró porque ya no había ningún motivo para
mantenerlo y, digamos, tener hipotecada la Guardia Civil, además teníamos que
atender otros servicios. Aunque una empresa privada asumió la vigilancia de 24
horas, no obstante, la Guardia Civil en sus patrullas diarias, solía pasar por
ahí. Es más, aún hoy (1996) se pasa por ahí (el barco encalló cerca a la zona
de prácticas de las tropas españolas de la OTAN en el Municipio de Pájara)
– ¿Se podría afirmar que técnicamente hubo abandono del
barco?
“Bueno, eso, será un tema que deben responder las
autoridades de la Marina y las que deben responderán a esa pegunta. A nosotros
nadie nos ha dado una explicación por qué, y si es cierto que el barco partió
los cables que lo unían al remolcador o si hubo un abandono por parte de la
empresa propietaria, eso nosotros no lo sabemos”, concluyó.
Fuente: http://mipueblofuerteventura.es/american-star-la-tragedia-del-titanic-majorero/?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=facebook&utm_source=socialnetwork
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