jueves, 8 de octubre de 2015

LA RESPUESTA NOCEBO

¿Y si mi pensamiento fuera la causa de mi dolencia?

Hace unos años una mujer -a la que llamaremos la señora S.- fue al hospital para hacerse algunas pruebas rutinarias. La señora S. tenía un trastorno en la válvula cardíaca llamada estenosis tricúspide (tricuspid stenosis en inglés). Ella también sufría de una forma más leve una insuficiencia cardíaca congestiva. Ninguna de estas condiciones era potencialmente mortal. El médico que la trataba, el Dr. Bernard Lown, examinó a la señora S. y no encontró nada fuera de lo normal. Más tarde, otro médico, acompañado de una gran cantidad de residentes que hacen rondas médicas rutinarias con los estudiantes de último año e interinos, examinó la señora S. Al final de la visita, este mismo médico anunció delante de todo el mundo -incluyendo la señora S.- que la paciente tenía TS (tricuspid stenosis). En términos médicos, TS es la abreviatura inglesa para la estenosis tricúspide, pero la señora S. realmente creyó que TS quería decir: “Situación terminal” (TS = “Terminal Situation” en inglés). Poco después de la visita de este segundo médico, la señora S. desarrolló síntomas que reflejaban un avance considerable de la insuficiencia cardíaca congestiva. Era como si ella aceptase, creyera y se entregara, sin ningún análisis, a la idea de que se estaba muriendo.

Su médico, el Dr. Lown trató de explicarle la confusión, pero la señora S. no quiso escuchar. A la señora S. le era imposible escuchar cualquier otra cosa. En cuestión de horas, se puso muy grave y murió más tarde ese mismo día. La historia de la señora S. es verídica, y es un buen ejemplo de la respuesta nocebo. Nocebo (“Yo dañaré” en latín) es la idea de que los pensamientos negativos, sentimientos y emociones pueden producir resultados negativos. La señora S. era una persona razonablemente saludable. No hubo evidencia de cambios fundamentales en su trastorno del corazón, y sin embargo ella murió. ¿Qué pasó? ¿Es posible que la señora S. creó las condiciones por las que finalmente murió, sólo con el pensamiento?

Únicamente podemos aceptar, creer y entregarnos a pensamientos e ideas que son iguales a nuestro estado emocional en el momento presente. Cuando lo hacemos, programamos nuestro sistema nervioso autónomo para fabricar la farmacopea exacta de medicamentos y productos químicos para poner en movimiento ciertos genes que, o bien nos ayudan, o nos perjudican. Por ejemplo, cuando a una persona se le da un diagnóstico, si el anuncio crea la emoción del miedo, entonces ese individuo parece ser sólo susceptible a los pensamientos que son iguales a esa emoción. Es lo que sucedió en el caso de la señora S. De la misma manera, lo contrario también es cierto. No podemos aceptar, creer, o rendirnos a pensamientos que no son iguales a las emociones a los que nos estamos entregando. Es por eso que la señora no podía oír al médico cuando trató de convencerla de que ella estaba bien. La mente de la señora S. condicionó su cuerpo para que creyera que se estaba muriendo. Su sistema nervioso autónomo respondió creando el ambiente interno de una persona con insuficiencia cardíaca congestiva grave. Ella hizo que un pensamiento pareciera tan real que su cuerpo respondió a su mente de la forma exacta que ella esperaba. Esta idea se llama sugestionabilidad. Cuando aceptamos, creemos, y nos entregamos a cualquier pensamiento o estímulo sin ningún análisis, nos volvemos sugestionables. Cuanto más sugestionables somos, menos analíticos somos. Cuanto más analíticos somos, menos sugestionables somos, porque es la mente analítica la que separa la mente consciente de la mente subconsciente. Pensemos en la mente analítica como un guardián que permite o impide ciertos pensamientos pasar de la mente consciente a la mente subconsciente. El sistema nervioso autónomo y la mente subconsciente están unidos entre sí. El sistema nervioso autónomo es como el sistema automático del cuerpo, que opera por debajo de nuestra mente o cerebro consciente, e “inconscientemente” controla todas nuestras funciones corporales como: la temperatura corporal, la digestión, los niveles de azúcar en la sangre, el ritmo cardíaco, etc.

En el momento que la señora S. oyó “TS”, la idea de morir de una enfermedad terminal se mudó de su mente consciente, pasando de largo de su mente analítica, para programar su mente subconsciente y transmitir esa información al sistema nervioso autónomo. En este caso, las emociones propias, sentimientos y pensamientos de la señora S. trabajaron en su contra.

La respuesta nocebo no tiene por qué tener consecuencias tan trágicas. En 1962 un grupo de investigadores en Japón expusieron a 13 niños al veneno-hiedra (famosa por su capacidad de producir una irritación de la piel alérgica a la planta). Los investigadores frotaron una hoja inofensiva en el antebrazo de cada niño, pero afirmaron que era veneno-hiedra. Luego frotaron el otro antebrazo con el veneno-hiedra, pero dijeron que era otra cosa. Los resultados fueron sorprendentes. Todos los niños desarrollaron una erupción en el antebrazo donde se había frotado la hoja inofensiva, mientras que 11 de los 13 no desarrollaron ninguna erupción en el brazo expuesto al veneno-hiedra. Los niños en este estudio cambiaron el resultado “predecible”. Su nueva experiencia ya no estaba dictada por una experiencia pasada. En el instante en que aceptaron, creyeron y se entregaron a la idea, sin ningún análisis, de que la hoja era benigna o tóxica, su sugestionabilidad cambió la forma automática de reaccionar de su cuerpo. Podríamos decir que la idea de la hiedra venenosa siendo benigna fue un estímulo mayor que la exposición a la hoja potencialmente nociva, y viceversa.

Afortunadamente, si podemos usar nuestra mente para dañarnos, también podemos usarla para sanarnos a nosotros mismos. En lugar de miedo o ira, ¿qué pasaría si creamos un estado emocional basado en la gratitud, inspiración o empoderamiento?

Si pudiéramos aceptar, creer y entregarnos a estos nuevos pensamientos equivalentes a esos estados emocionales elevados, ¿podríamos comenzar a reprogramar nuestro sistema nervioso autónomo para iniciar el proceso de reacondicionamiento del cuerpo a una nueva mente.




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