miércoles, 28 de octubre de 2015

DÍAS GRISES, ¿TÚ TAMBIÉN LOS TIENES?

¿Quién no ha tenido días de esos en los que es mejor no levantarse y quedarse en cama esperando a que el viento decida soplar a nuestro favor? Hay días en los que todo pierde sentido, se pierden las fuerzas y no hay ganas de tirar hacia delante. Son esos momentos en los que lo único que hacemos es retroceder y retroceder, sin más. Cada paso que hemos dado se pierde en esos días en los que te levantas con el pie izquierdo.

“¿Nunca os ha pasado? ¿Levantaros sin ganas? ¿No ser capaces de sentir emoción ante cualquiera de esas actividades que os gusta hacer? Qué complicado se muestra todo cuando no hay ganas, cuando la ilusión se desvanece.”

¿Y qué hacer? ¿Qué se puede hacer para recuperar esas ganas? ¿La alegría en sí?

Recuerdo que una vez alguien me contó una historia sobre un monje que iba a dejar su templo a uno de sus discípulos. El problema es que necesitaba saber a quién debía dejárselo, por ello, necesitaba averiguar quién de todos era el más capaz. Así que el monje propuso un problema y colocó un jarrón con una flor en la sala. Todos se preguntaron que había que hacer, pero nadie fue capaz de hallar la solución. De pronto se acercó uno y tiró el jarrón fuera de la habitación y fue el heredero.

¿Qué quiero decir con esto? Que hay días en los que tenemos que enfrentarnos a ciertas complicaciones, a obstáculos y problemas que nos impiden avanzar como nos gustaría. Y es normal, no siempre vamos a poder estar al cien por cien.

A veces, nos toca sentarnos y desconectar un poco, perder las ganas por todo para volver a encontrarlas con fuerza.

No es nada malo, aunque sintamos que estamos perdiendo tiempo (algo cierto) y que puede que lleguemos a quedarnos en ese estado durante mucho tiempo (algo menos posible) toca ceder y darnos un descanso.

Las cosas pueden mejorar si nos lo proponemos, si dejamos de meternos presión, de agobiarnos y asustarnos pensando en lo negativo de nuestra situación y si decidimos pensar que mañana puede ser un día mejor. Que no siempre ponemos primero el pie izquierdo, llegará un día en que inconsciente, el pie que toque antes el suelo sea el derecho.





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