EL MUNDO ES COMO TÚ LO VES
“La meditación es necesaria únicamente porque tú un día elegiste no ser
feliz. Una vez que tú has decidido ser feliz ya no necesitas ninguna
meditación. Entonces la meditación empieza a suceder por sí misma, ésta
acompaña a la persona feliz como una sombra, donde quiera que vaya, cualquier
cosa que haga ella está en meditación”. OSHO
Todo lo que vemos y percibimos como el mundo no son más que
un producto de nuestras propias proyecciones. Todas las experiencias que
sentimos y que vamos atravesando a lo largo de nuestra vida: perder o ganar,
atracción o rechazo, placer o sufrimiento, alegría o tristeza, optimismo o
negatividad, no son más que un producto
de nuestra propia creación… Nadie más es responsable de ello aunque
pensemos lo contrario.
Somos nosotros los que creamos nuestra alegría o tristeza,
nuestra propia felicidad, nuestro propio sufrimiento y por tanto, nuestro
propio destino. Creamos nuestro propio
cielo y nuestro propio infierno, pero sin embargo hacemos responsables a
otros como a nuestra nación, al gobierno, a la mala suerte, a los padres, a la
pareja… de todo lo negativo que nos ocurre en la vida.
Nos hacemos amigos de una persona y disfrutamos la alegría
de esa amistad. En cambio nos volvemos hostiles a otro y le rechazamos
continuamente en nuestro interior. Y si aparece
un tercero ante el cual nos sentimos indecisos y desconcertados,
entonces le ponemos la etiqueta de “sospechoso”. Pero somos nosotros quienes hemos creado ese amigo, ese enemigo y ese
sospechoso.
Por lo tanto, sólo hay una forma de salir de este círculo
vicioso, y es cambiando nuestra forma de ver las cosas. Esta es la razón por la cual debemos meditar: para poder ver el mundo
como realmente es.
Cuando la mente está en calma, todo está en calma. Si por el
contrario, la mente se encuentra llena de inquietud, el exterior también tomará
el aspecto de un lugar caótico. El mundo
es percibido de manera distinta por cada persona, de acuerdo a su condición
mental; por eso, no existe un mundo ni dos, sino tantos como mentes
existen.
Poner orden en el interior es pacificar el mundo. Y aunque
la mayoría se afane en hacerlo al revés, sus esfuerzos están condenados al
fracaso y a la frustración. Mientras la mente no se encuentre apaciguada, se
seguirá viendo y produciendo caos en el interior. ¡Y es por eso que nos creamos tantos falsos problemas! Lo que hay
que hacer es poner orden y tranquilidad en el interior. Y eso es lo que se
consigue a través de la Meditación.
¿Qué es lo que nos impide ser lo que somos? El místico Osho,
creador de las meditaciones activas decía: “cierra los ojos unos momentos y
comprueba cuanto tiempo puedes estar sentado disfrutando de las sensaciones de
tu cuerpo y de los sonidos a tu alrededor.
Observa como tu mente
después de algunos minutos empieza a parlotear y tu cuerpo empieza a sentirse
incómodo, tus pensamientos van y vienen, realizando diferentes e incoherentes
conversaciones internamente contigo mismo, del pasado o del futuro pero nunca
del momento, por lo que resulta que nunca estás en el presente, en el aquí y
ahora”.
En cambio, con la meditación, la mente se convierte en un instrumento útil, en vez de esclavizarnos con su constante
charla. Cuando estás en un estado de meditación, te conviertes en un
espectador, un observador de ti mismo mirando todo el tráfico de la mente con
sus pensamientos que van y vienen: recuerdos, deseos, fantasías, temores,
sueños… simplemente manteniéndose distanciado, sereno, presenciándolo sin
ninguna identificación, ningún juicio o condena, de si esto es bueno, de si
esto es malo.
En meditación, nos hacemos conscientes de la Conciencia
Absoluta, de nuestra naturaleza divina. Cuando a través de la práctica de la
meditación empezamos a ver la luz que brilla en nuestro interior, el velo que
oscurecía nuestra visión se rompe, y es
entonces cuando podemos ver las cosas como realmente son. A medida que
seguimos meditando, esa luz interior, la luz de la conciencia comienza a llenar
nuestros ojos. Entonces empezamos a ver esa misma luz fuera, y es cuando nos
damos cuenta de que todo el Universo no es más que esa luz, esa conciencia.
El propósito de la práctica de la meditación es que vuelvas
a ser feliz, celebrativo, amoroso, que te permitas reír, bailar, besar,
abrazar, expresar tu ternura y poder recibir caricias sin miedo. A eso se le denomina también felicidad, que no es otra
cosa que ser total, estar conectado profundamente con la energía vital que
fluye dentro de ti, sin ningún control de la mente. Y esa es la clave para la
superación del sufrimiento, para la autorrealización personal… Mucha gente
olvida que el color es inevitable, pero que el sufrimiento es opcional.
Todas las técnicas de meditación milenarias desarrolladas
por los grandes maestros así como las modernas meditaciones activas de Osho,
han sido diseñadas de manera científica (incluso están registradas como marca
internacional para evitar plagios y utilización indebida), y por lo tanto hay
una forma correcta y otra incorrecta de hacerlas y utilizarlas.
De ahí la importancia de que la persona que las dirija haya
hecho un curso de formación reconocido y conozca las diferentes meditaciones
con sus instrucciones y etapas correspondientes, pues de ello dependerá de que
los practicantes tengan una experiencia que merezca la pena o se la pierdan.
Y como decía Osho: “La meditación es necesaria únicamente
porque tú elegiste no ser feliz. Una vez que tú has decidido ser feliz, ya no
necesitas ninguna meditación. La meditación sigue a la persona feliz como una
sombra, donde quiera que vaya, cualquier cosa que haga, ella está me
meditación”.
Jairo Kalpa
www.jairokalpa.com – www.bioperson.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario