LOS QUE NI COMEN NI
DEJAN COMER
Seguro que a lo largo de tu vida, te has encontrado con este
tipo de perfiles en más de una ocasión. Personas con las que es complicado
convivir, trabajar e incluso establecer una amistad saludable… ¿Cómo
conseguirlo? A instantes resultan accesibles y permisivos, y a los pocos
segundos, levantan unos muros infranqueables donde es imposible conseguir o
hacer nada.
¿Qué hay detrás de este tipo de personalidades? ¿Una clara
inseguridad personal? ¿Envidia? ¿O simples ganas de complicar la vida a quienes
tienen a su alrededor? Lo sabemos, no es fácil convivir con ellos/as, en ocasiones
incluso logran despertar lo peor de nosotros mismos, no obstante, debemos
aceptarlos y tratarlos como lo que son: personas inseguras.
Debemos añadir también que la relación con este tipo de
perfiles, se complica aún más cuando son nuestras propias parejas afectivas
quienes se comportan como la protagonista de la clásica obra de Lope de Vega,
“El perro del hortelano”. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué estrategias debemos asumir
en estos casos?
“Sí, pero no…” “Hoy me parece bien todo lo que dices y
haces, pero mañana no lo veré bien porque de algún modo, me obliga a decidirme
y no estoy preparado para ello.” Todos hemos experimentado alguna vez este tipo
de situaciones en las que de pronto, nuestra confianza, nuestras esperanzas, se
ven derrumbadas como un barco de papel que escapa corriente abajo.
La inseguridad personal aparece en cualquier ámbito de
nuestro círculo personal, no obstante, analicemos los casos más comunes:
-Inseguridad en la educación de los hijos: padres y madres
que basan su educación en normas poco firmes, en cambios de enfoque constantes
que acaban proyectando a su vez en los niños, la misma inseguridad. ¿Un
ejemplo? Padres que prometen a sus hijos que van a hacer determinadas cosas,
que les permiten acudir a esa cita, a esa excursión, a esa fiesta… Pero más
tarde, recapacitan y les dan una negativa.
-Inseguridad a nivel de pareja: en este caso podemos
explicar innumerables situaciones que te pueden resultar muy conocidas. Desde
esas personas que un día se muestran completamente accesibles, abiertas a un
compromiso a planes de futuro, para, al poco tiempo, cambiar radicalmente de
opinión y ofrecer únicamente, excusas imprecisas. Y aún más, también es muy
habitual encontrarnos con esas parejas que han roto su relación, o al menos uno
de ellos así lo ha querido, y sin embargo, nunca termina de alejarse. Nunca
termina de “romper” el vínculo, lo cual, genera aún más sufrimiento.
-Nuestras amistades: ¿quién no tiene el clásico amigo que
siempre necesita de nuestra opinión o consejo para hacer algo? Suele mostrarse
cercano y solícito, sin embargo, cuando las cosas no salen como él o ella
esperan, finalmente somos nosotros los responsables. Muestran dependencia y
desapego al mismo tiempo, una mezcla que en ocasiones parece camuflarse con el
cariño y luego con la envidia.
Inseguridad personal
Los que ni comen ni dejan comer ¿Cómo defendernos?
¿Cómo tratar a las personas que nos “atrapan” con su
inseguridad personal? No podemos romper nuestros vínculos con ellos, forman
parte de nuestra vida, eso está claro, así que lo más recomendable, lo más
adecuado es que aprendamos a tratarlos.
-Entiende primero que no puedes cambiar a nadie de un día
para otro. Lejos de solucionar “su problema”, empieza primero por protegerte tú
evitando que te manipulen. Ten claros tus valores, tus límites y aquello que
estás dispuesto a permitir y lo que no.
-Expresa con claridad cómo te sientes cada vez que cambian
de opinión o cuando no son claros con sus sentimientos. Hazles ver que sus
acciones, sus palabras, tienen consecuencias.
-Ten claro que las personas inseguras suelen generar
“emociones negativas”. Lo último que debes hacer en estos casos es
responsabilizarte tú de sus acciones. Si mantienes una relación de pareja con
una persona con este perfil, no te atribuyas sus altibajos, no te dejes llevar
por ese “tiovivo” emocional en el que “hoy te quiero pero mañana no”. El
problema lo tiene la otra persona, no tú, así que valora objetivamente hasta
qué punto estás dispuesto/a a llegar, y lo que vas a permitir.
-Una persona segura no duda, ni aún menos arrastra a otros a
sus cauces de inseguridad y dilemas personales. Si crees que estás perdiendo el
tiempo, aléjate. Ahora bien, si aprecias a esa persona, hazle ver lo que su
comportamiento genera, pero siempre desde un modo constructivo, abierto y
firme.
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