LA TRISTEZA SIN
ALIVIO Y LA HERIDA ETERNA: DISTIMIA
En el caso de la distimia, uno no siente el vacío insondable
de la depresión, ahí donde el dolor se expresa en toda su magnitud. No
obstante, son muchas las personas que habitan en la realidad de este trastorno
anudadas a una pena que no entienden, a una tristeza que abraza y ahoga día a
día sin que se entienda muy bien la razón.
Mal humor, cansancio, malestar, apatía... ¿Qué nos ocurre?
Vamos al médico y nos recetan algún complemento vitamínico; no se puede hacer
más, puesto que en las consultas de atención primaria raras veces se puede
diagnosticar la distimia acertadamente y a la primera. No cumple todos los
patrones fácilmente identificables de una depresión, ya que esto, es muy
diferente, se trata de un trastorno sibilino que carcome a base de melancolía y
desafecto. Nos desconecta y nos aísla.
El DSM-V, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales, ya ha sustituido el término “distimia” por una etiqueta
algo más compleja y definitoria como es “Trastorno Depresivo Persistente”, y
aunque ya nos da una pista de toda su dimensionalidad, cabe decir que a día de
hoy, todavía no quedan del todo claros los factores que la desencadenan, aunque
podría tener sin duda un patrón genético y bioquímico.
La vida con distimia, ese enemigo invisible
Nos llama la atención el dato de que pueden ser muchas las
personas que a día de hoy, padezcan este trastorno depresivo permanente, o la
antigua distimia, sin saberlo. La razón de que esto sea así, es porque su
sintomatología, no suele ser por lo general tan incapacitante como una
depresión, por ejemplo.
Uno puede llegar a ser “funcional” mientras esta tristeza se
amarra a nuestra espalda y nos oprime el corazón y la mente. Podemos ir a
trabajar y establecer unas relaciones más o menos aceptables, sin embargo, algo
falla, sabemos que hay piezas en nuestro interior que no encajan como deberían.
Que la vida nos duele como si alguien se ensañara con nosotros de un modo
invisible.
¿De dónde viene esa apatía, esa desesperación, ese cansancio
insoportable? Hay días en que sentimos una rabia indefinible sin conocer qué la
origina, semanas en que solo deseamos dormir y escapar de la gente. En otros
momentos, somos tan críticos con nosotros mismos que no podemos ni soportar ver
la imagen propia reflejada en un espejo.
Nos cuesta tomar decisiones, somos esos amigos melancólicos
a los que todos se han acostumbrado ya, porque en esencia, llevamos mucho
tiempo siendo así, sintiendo estos dolores del alma. De hecho, se sabe que es
frecuente que la distimia afecte más a mujeres que a hombres, y que por lo
general, estos sentimientos suelen ser más evidentes a partir de los 21 años.
Como dato a tener en cuenta, debes saber que una distimia no
diagnosticada y no tratada, corre el riesgo de derivar en una depresión severa
si en algún momento de nuestra vida, sufrimos episodios de gran estrés o
ansiedad. La carga emocional puede ser un detonante realmente peligroso, ahí
donde pueden aparecer ya las tentativas de suicidio. No es pues cualquier cosa.
¿Cómo hacer frente a la distimia?
La distimia, es un trastorno afectivo de carácter depresivo
crónico, por tanto vamos a necesitar un tratamiento farmacológico combinado a
su vez con terapia psicológica. ¿Se puede superar?
Son muchas las personas que lo consiguen, no obstante, y
dado que generalmente es algo crónico como te hemos señalado, la finalidad está
en “controlar” las emociones negativas para poder tener una buena calidad de
vida. Y como tal, puede lograrse.
Ten en cuenta estos aspectos:
1. Si en tu familia cuentas con un pariente cercano afectado
de distimia, existe una alta probabilidad de que también tú lo sufras. Si bien
suele manifestarse a partir de los 21 años, es importante que toda la familia
esté atenta a su sintamatología, al posible aislamiento de los jóvenes, en
cuidar de su autoestima, de su motivación…
2. Sé consciente de que las emociones negativas van a ser
esos visitantes persistentes que van a querer adueñarse de tu voluntad. Hazles
frente, sabes que en este caso la bioquímica de tu cerebro va a ser el
detonante de tu tristeza, así que mira a tu alrededor y comprende que,
realmente, no hay motivo para desesperarse, para enfadarse, para tener miedo.
3. Ilusiónate por la vida y por ti mismo. Las aficiones son
siempre muy importantes, nos dan pasión y nos marcan rutinas. El tener hábitos
en nuestro día a día que nos obliguen a relacionarnos, a salir de casa, es algo
muy importante. Relaciónate, camina, pasea, atiende, respira, ríe, escribe,
envuélvete de sensaciones positivas y cauteriza esa pena que la distimia suele
“inflamar” en sus víctimas. No te permitas ser una de ellas.
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