1.- El Principio del
Mentalismo.
“Todo es mental”, que es lo mismo que decir que “uno puede
crear lo que cree”. Si creemos en cosas positivas, atraeremos y crearemos
condiciones y circunstancias positivas a nuestro alrededor. Pero si por el
contrario, nos dejamos arrastrar por el negativismo y estamos todo el tiempo
pensando en cosas negativas, las atraemos y las materializamos en nuestra vida,
y alrededor nuestro.
Todo es consecuencia de una actitud mental y de un acto de
voluntad. Si creemos, creamos. Nuestra mente es creadora. Es una parte ínfima
de la esencia universal, pero semejante a ella. Como dicen las Sagradas
Escrituras: “Dioses sois, hijos del Altísimo”. Debemos aprender a orientar y
administrar de manera positiva esa divinidad.
En este principio se debe trabajar la concentración, la
voluntad y la sabiduría. Para memorizar más fácilmente éste principio, lo
relacionamos y ubicamos con el vórtice, chakra o rueda de energía de nuestra
coronilla (encima de la cabeza).
2.- El Principio de
Correspondencia.
“Así como es arriba así es abajo, y viceversa”, esto
significa que las mismas leyes que organizan el macrocosmos (el Universo),
regulan el microcosmos, que es el universo interior de cada uno. Si queremos
conocer cómo funciona el universo, pues debemos empezar por conocernos primero
a nosotros mismos.
Si iniciamos el proceso del autoconocimiento sabremos cómo
se mueve todo, y cómo podemos modificarlo. Si queremos que nuestra pareja
cambie, que cambien nuestros hijos, o que cambie nuestra familia, el vecino y
hasta el mundo, debemos empezar por cambiar nosotros, porque somos como un
espejo mágico, en donde todo y todos se reflejan. Si queremos que esa imagen
cambie tenemos que hacer magia interior para reflejarlo en el exterior. Es a
través nuestro que se inicia la reacción en cadena, porque como ya dijimos
antes, somos dioses creadores, arquitectos de nuestra propia realidad.
En este principio se debe trabajar el despertar de la
conciencia, el discernimiento y la intuición. Esta ley la relacionamos con el
vórtice de la frente, el entrecejo, y la ubicamos para memorizarla en esa
posición.
3- El Principio de
Vibración.
“Todo vibra, todo está en movimiento”, todo se mueve hacia
un cambio, hacia su propia transformación; pero también este principio tiene
que ver con el poder del sonido que se manifiesta en nosotros a través de la
palabra, como “La Magia del Verbo”. Esto quiere decir que “uno concreta lo que
decreta”.
En el evangelio de San Juan dice: “En el principio era el
Verbo (la palabra), y la palabra era Dios, y la palabra estaba al lado de Dios,
y por la palabra todas las cosas fueron hechas”. Qué importante entonces es la
palabra si se le asigna ese poder de materializar intenciones.
Debemos tener mucho cuidado con las cosas que decimos porque
la palabra es creadora, y tiene su propia carga vibratoria que puede contaminar
el ambiente o lo puede elevar vibratoriamente. Decía un adagio árabe: “Habla
solo cuando tus palabras sean más dulces que tu silencio”. De tal manera que si
no tenemos nada bueno que decir, debemos aprender a guardar silencio.
La palabra es la que da forma a las cosas. Por la palabra se
puede construir o destruir. La palabra es una llave que puede abrir puertas
entre las dimensiones, así como puede aperturar las conciencias y los corazones
de los semejantes, pero sólo si se emplea adecuadamente.
En éste principio se debe trabajar con la respiración, el
auto-control, la inteligencia, la auto-observación, la prudencia y la pureza.
La ubicación de este principio sería a la altura de la garganta.
4.- El Principio de
Polaridad.
“A toda fuerza se le opone otra contraria de igual
intensidad”. Uno mide la importancia de las cosas que realiza en la vida por el
grado de dificultad que se genera como reacción contraria. La vida se encarga
continuamente de ponernos a prueba para fortalecer nuestra voluntad y
convicción, pero muchas de estas pruebas son consecuencia de la misma acción
generada con nuestras decisiones y actitudes previas. Los cristales se forman
en el interior de la Tierra debido a grandes presiones. Exactamente igual
ocurre en el ser humano que se va perfeccionando a través de presiones, pruebas
y dificultades que se le van presentando en el camino de la vida.
El problema en la vida no es cuando hay problemas, sino
cuando no los hay, porque entonces debemos pensar que lo que estamos haciendo
no tiene mayor trascendencia, o es que en cualquier momento se darán las
dificultades que se encuentran como represadas, y hay que estar preparado para
ello.
En el libro del Quijote, su autor Miguel de Cervantes pone
en boca del famoso hidalgo: “Ladran los perros Sancho, señal de que avanzamos”.
En ésta ley se debe trabajar la perseverancia, la paciencia, la tolerancia y la
convicción. Este principio lo ubicamos a la altura del vórtice del corazón.
5.- El Principio del
Ritmo.
“Todo va y viene. Nada permanece igual para siempre”. Todo está
sujeto a fluctuaciones, todo cambia, todo está sujeto a variaciones y a
permanentes modificaciones; todo se mueve como un péndulo. No siempre estaremos
bien, ni siempre mal. “Cuanto más oscura esta la noche, señal es que el día está
más cerca”. Todo en la vida está sujeto a ritmos que pueden llegar a ser
controlados por nuestra voluntad y conciencia. Nuestra vida puede y debe ser
dirigida por nuestra voluntad y conciencia, procurando lo mejor, aprendiendo
previamente a reconocer qué es lo mejor. En esta ley se deberá trabajar la
voluntad, la fe, la paciencia, la constancia y la esperanza. Este principio lo
ubicamos a la altura del Plexo Solar, ligeramente por encima del ombligo.
6.- El Principio de
Causa y Efecto.
“Toda causa tiene su efecto. Todo efecto tiene una causa;
todo obedece a leyes universales”. Nada ocurre porque sí, todo es producto de
una razón o motivo, y además, todo apunta en una dirección.
Dicen las Sagradas Escrituras: “Haz con otros como quisieras
que hicieran contigo, no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”. He
aquí la regla de oro en el comportamiento de nuestra vida para construir una
atmósfera alrededor nuestro de paz y armonía.
Los seres humanos somos el resultado de nuestras existencias
pasadas, nadie está improvisado en el camino. Todo en nuestra vida es
consecuencia de las necesidades de nuestro actual aprendizaje y de las
decisiones, pensamientos y actos con los que sembramos nuestro camino a lo
largo de nuestras existencias, incluyendo la presente. La cosecha de nuestra
vida es el producto de la siembra de nuestras acciones.
Esta ley universal es la base del concepto de la
reencarnación, de la existencia de las vidas sucesivas como proceso de
aprendizaje y crecimiento. En ésta sexta ley se ha de trabajar el servicio con
discernimiento, bondad y con decisión. Este principio lo ubicamos a la altura
de los órganos sexuales.
7.- El Principio de
Generación.
“Todo tiene su principio masculino y femenino, su positivo y
su negativo; todo busca su complementación. Los opuestos son necesarios para el
crecimiento de ambos”. Todo en el universo busca su complementación, así la luz
y la oscuridad, lo bueno y lo malo.
Con el tiempo uno llega a darse cuenta que hasta lo malo en
la vida no es tan malo, porque hace que lo bueno sea más bueno. ¿Quién sabría
valorar la luz del día si antes no pasa por las tinieblas de la noche? En esta
séptima ley habremos de trabajar la comprensión, la tolerancia, el respeto y el
amor. Este principio lo relacionamos y ubicamos con el primer chakra ubicado en
el cóccix.
¿Cómo accionar las Leyes
y Principios Universales?
Cada vez que nosotros hacemos una oración, o un ejercicio de
canalización de energías, o nos imaginamos que nos protegemos creando
mentalmente una cúpula de protección, o hacemos una cadena de sanación o de
irradiación al planeta, o hacemos una imposición de manos a alguien, o deseamos
algo con fe estamos accionando las Leyes y Principios Universales.
¿Cómo y cuándo se
pueden poner en práctica las 7 Leyes y Principios Universales?
Cada vez que realizamos con convicción las prácticas de
respiración, relajación, concentración y meditación, orientadas hacia un fin
determinado estamos accionando las leyes y los principios universales. Por ello
es muy importante la capacidad y seguridad (convicción) que lleguemos a
desarrollar mediante ejercicios y prácticas para enfocar nuestra atención, y la
energía en tal o cual dirección, para tal o cual resultado.
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