LAS EMOCIONES SON ENERGÍA: NOS CREAN Y NOS
TRANSFORMAN
Las
emociones son la partitura que orquesta nuestro día a día. En ocasiones, la
música es alegre, vivaz e intensa, pero al cabo de un rato nos envuelve con su
melodía, triste y llena de desencanto. Son sus notas quienes nos nutren,
quienes nos ofrecen la energía necesaria para transformar nuestra realidad…
Hay un viejo
proverbio árabe que nos dice: “quien no comprende una mirada tampoco
comprenderá una explicación”. Una frase llena de una gran sabiduría, porque de
ella se desprende la naturaleza de las emociones como lenguaje universal.
Tus emociones pueden
ser tu gran fortaleza o el cristal que empañe de tinieblas tu existencia. Si
aprendes a conocerlas y a gestionarlas, serás un gran artífice de tu realidad:
de tu felicidad.
Quizás el
tema de la inteligencia emocional te interese y ya hayas leído mucho sobre él.
No obstante, hoy queremos invitarte a que veas las emociones de otro modo: como
un arma de poder, como una energía que puedes conocer y controlar para
redefinir muchos aspectos de ti mismo y de la propia realidad.
Las emociones crean nuestra realidad
Según un
trabajo publicado por la psicóloga social Barbara Fredrickson en “Review of
General Psychology” (2008), las emociones positivas, además de darnos una
satisfacción puntual, actúan como mecanismos de aprendizaje. Es decir,
hablaríamos de la siguiente relación: a mayor emocionalidad satisfactoria
acumulada, mejores recursos personales para afrontar las épocas de crisis.
Como seres humanos que
somos, todos deseamos ser felices. Para ello, es necesario recordar que en
ocasiones, basta con tener paz interna, con estar libre de rencores del pasado,
odios o frustraciones. Una mente libre es un corazón que puede permitirse
sonreír…
Si las
emociones son capaces de transformar nuestra realidad no es por simple arte de
magia. Algo que debemos tener en cuenta es que la emoción no es solo un estado
interno, es una combinación de varios elementos poderosos:
Las cogniciones, es decir, el modo en
que procesamos todo lo que nos envuelve, lo que que vemos, sentimos y
experimentamos. Todo adquiere un significado interno para nosotros.
Nuestros sentimientos y el modo en que
reaccionamos. Para comprenderlo, te pondremos un sencillo ejemplo: estás
enamorado de alguien y no te atreves a decírselo. Al final es tarde y esa
persona desaparece de tu vida, perdiendo la oportunidad, al menos, de haberlo
intentado.
La emoción
que sentirás es tristeza porque no supiste reaccionar a tiempo cuando ese
sentimiento era positivo e intenso. No se dio la acción adecuada y tu realidad
ahora queda difuminada por un condicional que ya no podrás resolver: “y si
hubiera…”.
Nuestro cerebro, un baile químico asombroso
Nuestro
cerebro es una red compleja que procesa grandes cantidades de información a
cada segundo. Procesamos estímulos sensoriales, almacenamos experiencias,
sueños, escenarios vistos… La mayoría de estos elementos, lo creas o no, se
almacenan en nuestro cerebro asociados a una emoción determinada.
Mi mirada busca siempre
las cosas hermosas que me rodean, y si no las veo las facilito. Porque no
cuesta nada sonreír, porque no me supone ningún esfuerzo permitirme confiar e
ilusionarme por las cosas, pensar que merezco ser feliz y que un mal momento,
no tiene porqué estropearme el día.
En muchas
ocasiones se ve también a nuestro cerebro como un pequeño caos bioquímico donde
quedamos determinados por la influencia de los neurotransmisores. Ellos, en
realidad, son los auténticos facilitadores de nuestras emociones.
Principales neurotransmisores relacionados
con las emociones
Los
principales neurotransmisores que actúan como facilitadores de nuestras
emociones son:
La dopamina
se relaciona con experiencias de placer y recompensa en nuestro proceso de
aprendizaje. Es decir, cuando hacemos algo bueno, somos gratificados con
segregación de dopamina y obtenemos una sensación placentera.
La
serotonina, por su parte, es un neurotransmisor asociado con la memoria y el
aprendizaje. Ahora bien, es importante saber que un desequilibrio en los
niveles de serotonina puede elevar la ira, la ansiedad, la depresión y la
sensación de pánico.
La
norepinefrina, en un nivel adecuado, mantiene bajo control el estrés y la
ansiedad.
Energía emocional para transformar tu vida
La doctora
Fredrickson, citada con anterioridad y experta en el campo de la psicología
emocional, nos explica que existe una curiosa paradoja al respecto de las
emociones positivas: su intensidad es mucho más breve que las emociones
negativas. Por decirlo de algún modo más sencillo: la sensación de felicidad
intensa son más breves que los estados de tristeza.
Lo más
recomendable sabiendo esto, será “acumular” muchas experiencias positivas que
puedan contrarrestar de forma más eficaz esos estados de negatividad. Te lo
explicamos con mayor detalle.
La teoría de
la ampliación y construcción de las emociones positivas
Tal y como
dijimos en la introducción, si el ser humano es capaz de acumular numerosas
emociones positivas, adquirirá unas herramientas básicas más competentes para
afrontar los momentos difíciles.
Los expertos
lo llaman la “teoría de ampliación y construcción” y se basa en la necesidad de ampliar nuestras
experiencias positivas para adquirir nuevas habilidades.
Mientras las
emociones negativas tienen como respuesta habitual la evitación, la negación o
la inmovilidad, las emociones positivas “nos edifican” y favorecen la relación
entre el “pensamiento y la acción”.
Así pues, y
siguiendo el principio de esta teoría deberíamos orientar nuestros días en
busca de emociones positivas. Aspectos tan sencillos como permitirnos aprender
cosas nuevas, relacionarnos, pasear, tocar, sentir, bailar, caminar o leer… Son
pequeños “ladrillos de positividad” que van edificando un cambio continuo.
Atrévete a probarlo.
Las emociones, a veces,
son como estrellas a la deriva que oscilan sin control. Solo cuando las
conocemos y nos conocemos a nosotros mismos, se alzarán como astros luminosos
capaces de guiar nuestro camino.
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