SOMOS INSTANTES
LLENOS DE CASUALIDAD
Nuestra sociedad está en su mayoría edificada sobre unos
valores que priman el materialismo, la lógica y la objetividad. Es como si de
alguna forma, deseáramos tener cada aspecto de nuestra vida bien controlado
para obtener el máximo beneficio en cada momento.
Ahora bien, en realidad, la vida diaria no suele regirse
demasiado por estos conceptos. El ser humano debe adaptarse también a lo
impredecible, a que no siempre se consigue lo que uno desea, a que no podemos
controlar al prójimo.
El ser humano suele
temer lo impredecible, lo que no puede controlar. Nos da miedo la sensación de
vacío e incluso nuestra propia libertad, es como si en el fondo, tuviéramos
miedo de nosotros mismos.
Creer en la casualidad no es algo que mucha gente suela
aceptar. Es una forma de perder el control de las cosas, y dejar que sea el
azar y el caos quien nos gobierne en el día a día.
No obstante, no hay que ser tan extremos. Se trata de tener
una mente abierta, de ser flexibles y entender que hay muchas cosas de nuestra
vida que escapan a nuestro control, y eso, esa pérdida del dominio puede
generar ansiedad o miedo en muchas personas.
En ocasiones, y cómo negarlo, cegados un poco por nuestro
egocentrismo, solemos preguntarnos aquello de…
¡Y por qué me pasan a mí estas cosas! Nos lamentamos y nos victimizamos
en lugar de enfocarlo de otro modo.
En lugar de preguntarte por qué te ha ocurrido esto y lo
otro, pregúntate para qué crees que te ha sucedido. Obtén un aprendizaje y una
buena reflexión sobre lo acaecido.
Aceptando el caos, la
casualidad y lo impredecible
Somos conscientes de que no es fácil aceptar que en
ocasiones, puede surgir lo impredecible y romper el equilibrio que tanto nos
había costado conseguir. Te esfuerzas, por ejemplo, en sacar lo mejor de ti
para cumplir en el trabajo, pero de pronto, la empresa quiebra y tu estabilidad
se va abajo.
Preguntarte sobre el por qué te suceden cosas negativas es a
veces como un lamento lanzado a contraviento: aumenta tu desesperación.
Focaliza tus estrategias personales para modificar, de algún modo, el rumbo de
tu existencia.
Lo que nos ocurre,
sea bueno o malo puede ser resultado de la casualidad, no lo sabemos, pero lo
que sí debemos tener claro es que han sucedido para que aprendamos algo de
nosotros mismos.
Estamos seguros de que conoces a más de una persona que vive
una existencia donde tiene como principal obsesión, controlar cada aspecto de
su vida. Y no solo la suya, sino también la de los demás.
Son personalidades con una alta autoexigencia donde no
suelen permitirse el error, el descuido, donde no se acepta lo imprevisto y
donde la casualidad está cargada de incertezas de las que desconfiar.
Suelen preferir además los contextos muy estructurados,
articulados en reglas, y en los cuales, cada persona tiene un papel fijo (el
rol del buen padre, la buena esposa, el hijo obediente, los amigos fieles …)
Quien se obsesiona en
lo predecible es que teme la casualidad y lo imprevisto, ahí donde la vida nos
suele poner a prueba para que entremos en contacto con nosotros mismos, para
retarnos, para conocernos mejor.
La vida son instantes
satinados de maravillosa casualidad
La vida son retazos, fragmentos orlados de emocionantes
instantes, pero también de jirones que nos traen perfumes desagradables
cargados de tristeza. No obstante, todo es vida que merece ser vivida. Todo son
momentos que te quitaron el aliento para definirte tal y como eres ahora.
No deseches ningún
instante de tu pasado, no lo quemes. Recíclalo para que sea una pieza más de tu
ser, ese puzzle perfecto donde hay claoscuros, donde toda piedra hace pared
para permitirte vivir de nuevo y abrirte a toda casualidad que desee ofrecerte
el destino.
Suele decirse que la vida es un caos ordenado que todos
creemos comprender. Cuando en realidad, cabalgamos sobre ella a tientas, y como
niños que ansían ante todo experimentar y no salir muy heridos de la
experiencia.
Ahora bien, pero ¿de qué manera podemos en nuestro día a día
beneficiarnos de lo imprevisto y de la casualidad? De hecho, mucha gente suele
quejarse “de que nunca le pasa nada”, que “las cosas emocionantes solo les
ocurre a los demás”.
Reflexiona unos instantes sobre estas ideas:
– Si en tu día a día eres de los que piensa que a pesar de
que la felicidad no visita demasiado las puertas de tu vida, pero que aún así,
es mejor no desear nada más porque en ocasiones lo que llega es peor, estás
vetando por completo la magia de la casualidad.
– Nuestras creencias dan forma a nuestros pensamientos, y
nuestros pensamientos a nuestras conductas, y las conductas a la realidad que
tienes ahora. ¿Qué tal si encendemos la chispa y cambiamos alguno de nuestros
pensamientos?
– El simple hecho de creer que te mereces algo mejor, ya es
un interruptor hacia el cambio.
– Si dejas a un lado los pensamientos limitantes, las
actitudes negativas o derrotistas, tu mente estará abierta a cualquier
estímulo.
La casualidad se esconde en mil esquinas, en cientos de
instantes, en mil miradas entre las cuales, una de ellas puede tropezar de
improviso con la tuya ¿Por qué no?
No te resistas a tus
circunstancias, y observa la vida desde el cristal del aprendizaje sin valorar
las cosas como muy buenas o muy malas. Todo es vida vivida, todo son instantes
que tienen su sutil lectura.
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