HACE MUCHO ORGULLO
QUE NO NOS VEMOS
El orgullo te hará
sentir fuerte, será la coraza ante tus debilidades, y el estandarte para tus
triunfos; pero si te dejas llevar de su mano en exceso, marcarás distancias
ante aquellos que te aman.
Empezaremos aclarando algo importante que sin lugar a dudas,
ya sabes. El orgullo es una dimensión positiva, todos necesitamos de él para
mantener un adecuado amor propio, para valorarnos como personas capaces y
meritorias.
Ahora bien, podríamos decir casi sin equivocarnos que el
orgullo, en su reverso más oscuro y radical, es ese “pecado capital” en el que
derivamos en ocasiones muchos de nosotros.
Todos hemos conseguido cosas, todos hemos disfrutado de un
instante de gloria, pero ello no debe convertirse en un arma ni en un motivo
para humillar al resto, alzándonos como poseedores de una verdad absoluta que
nos encumbra por encima de los demás.
Estamos seguros de que en tu círculo social y familiar, hay
alguien que anda con la armadura de su fiel y altanero orgullo, ese que te
distancia de él o ella, que te impide acercarte porque sabes que nunca atiende
tu punto de vista, que no valora tus palabras y que no sabe de empatía.
Reflexionemos hoy sobre el orgullo para entender qué subyace
bajo estos comportamientos.
Las complejas
entrañas del orgullo
Si hay un contexto en que el orgullo es especialmente
dañino, es en las relaciones de pareja. Sabemos que no siempre es fácil
armonizar “lo tuyo” y “lo mío” con “lo nuestro”, que no es sencillo encajar
unas esquinas con otras.
No obstante, en caso de que haya un exceso de amor propio,
es entonces cuando se generan los roces, los problemas y las distancias.
El mayor peligro está cuando el orgullo alcanza la esfera de
la soberbia. Lejos de ser esa dimensión positiva que protege nuestro amor
propio, se hunde ya en una dimensión donde se aprecian este tipo de
comportamientos:
No se asumen los errores.
No se aportan críticas constructivas, sino ataques directos.
Se muestra una alta estima de uno mismo, todo se proyecta
hacia la propia figura, hacia las propias necesidades sin tener en cuenta a la
pareja.
Ser soberbio es caer en el exceso, es buscar ser admirado,
escuchado y valorado.
Es habitual que muestren momentos de victimismo al no
sentirse reconocidos, frente a épocas de gran prepotencia.
1. ¿Qué hay detrás de
las personas muy orgullosas o soberbias?
– Aunque te sorprenda, bajo estas fieras armaduras de autosuficiencia
y perfección, hay muchas carencias. Una baja autoestima, o el guardar ciertos
hechos que en algún momento les hicieron daño, provoca que reaccionen ahora
afilando sus logros como mecanismo de defensa para esconder debilidades.
El orgullo es una simple coraza y un sutil mecanismo de
autoengaño. Si yo me enfundo en mi piel inexpugnable, autosuficiente y con mi
centro de la verdad absoluta, marco un poder sobre los demás donde nadie
percibe mis carencias internas.
Aunque obviamente existen, están ahí y ese orgullo extremo
envenenado por la autoconfianza y la falta de empatía, hace que a su vez, los
demás se alejen de ellos.
Al final caerán en un círculo vicioso muy poco saludable.
Sus vacíos internos se camuflan de orgullo, pero su soberbia los aboca a la
soledad, y la soledad deriva en el resentimiento. Con lo cual, siguen
alimentando su amargura.
2. El orgullo suele
generar más orgullo y veta la llegada de lo positivo
Es muy habitual que suceda lo siguiente: si mi pareja actúa
con orgullo, lo más probable es que yo, cansado de luchar por él/ella, acabe
actuando de igual modo.
Al final se acaba dando la clásica imagen de “si tu orgullo
te mata, el mío no me permite ir a tu funeral”.
Ahora bien, está claro que muchas veces lo hacemos para
protegernos, porque es muy difícil mantenernos a flote en este tipo de
situaciones donde el coste emocional acaba siendo muy alto.
Poco a poco, en la vida de quien languidece enfermo de
orgullo, se van cerrando puertas y se marcan abismos de incomodidad ante
aquellos que forman parte de su día a día.
Lo único que
percibirán es cómo se alimenta su rencor. Y no puede haber algo más destructivo
que quien sufre por su orgullo, y es incapaz de ver su propia herida.
¿Cómo gestionar de
forma adecuada nuestro orgullo?
Muévete por las zonas saludables que el orgullo te puede
ofrecer a nivel personal. Es la voz interna que te valora, que permite ver tus
logros y tus virtudes.
El orgullo saludable es importante para tu amor propio, pero
condúcelo siempre bajo las riendas de la humildad. Es importante que seas capaz
de ver tus errores, tus limitaciones.
El orgullo debe ir de la mano de la comprensión, de la
aceptación del otro y por supuesto, de la empatía.
Y recuerda, no pierdas nunca tu dignidad cuando por esas
circunstancias que en ocasiones nos trae la vida, debemos tratar con
personalidades muy orgullosas.
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