NO EXISTE LA FALTA DE
TIEMPO, EXISTE LA FALTA DE INTERÉS
Dicen que no existe la falta de tiempo, que existe la falta
de interés, porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve
día, martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad.
Quien mucho espera, se decepciona y sufre. La verdad es que
la falta de interés duele, y mucho. Va más allá de la decepción, son crueles
punzadas de dolor en el estómago, como si algo por dentro nos desgarrara el
alma.
En el momento en el que nos hieren, no podemos hacer nada para aliviar
ese dolor, pues mantener nuestra cordura ante el abandono y la humillación ya
supone suficiente esfuerzo.
La verdad es que tanto el tiempo como los daños nos cambian,
haciendo que lo que hoy nos apetecía compartir mañana no nos resulte tan
atractivo. No obstante, esto no justifica la falta de sinceridad ni de
correspondencia con los demás.
Aceptar la falsedad
del tiempo vivido
Tristemente, la falsedad y la hipocresía son tan
resbaladizas que solemos encontrarlas en el rincón que menos esperábamos cuando
ya es demasiado tarde. Normalmente, la esperanza de que alguien es lo que
creemos conocer nos hace estar tranquilos cuando en realidad deberíamos
mantenernos expectantes.
Entonces es cuando vienen los problemas, pues la verdad es
que abunda la gente interesada y a nosotros nos cuesta abrir los ojos. Esto
ocurre porque nos resistimos a creer que alguien a quien consideramos tan
indispensable en nuestra vida no sea sincero.
Normalmente, las personas falsas o interesadas son aquellas
que ni comen ni dejan comer y que cuando les pides explicaciones se enervan
intentando evadir la confrontación que les hemos planteado.
Es probable que nos devoren con palabras envenenadas, de manera que
nosotros, sedientos de encajar, alimentemos la esperanza de quien tiene una de
cal y otra de arena.
Aprende a regalar tu
ausencia a quien no valora tu presencia
En ocasiones perdemos el tiempo insistiendo en ver a alguien
que no hace nada por vernos y en forzar situaciones que creemos
necesarias. Solemos caer en el error de
buscar sin permitir que nos encuentren, lo que al final resulta en un maltrato
a nuestra dignidad.
Cuando nos damos cuenta de esto, hay algo que se rompe en
nuestro interior y nos invade una ola de decepción, de miedo y de tristeza. En
ese momento, nos percatamos de que no podemos esperar a quien no quiere ser
esperado.
Entonces empieza todo un duro proceso de protección que
requiere que recubramos nuestra vida de comprensión y que prohibamos la entrada
a todas aquellas personas que nos dañaron y se comportaron de manera interesada.
Rodéate de las
personas que te gustan y sé feliz
Comprométete con aquellos valores que te resultan
fundamentales, disfruta de la sensibilidad, de la bondad, del respeto, de la
humildad, de la confianza y la fe, de la gratitud, de la sabiduría, de la
sinceridad, del amor, de la amistad, del cariño y de la incondicionalidad.
Mantén cerca de ti la mejor realidad que conozcas, deshecha
lo vil y lo cruel, no prestes atención a las personas tóxicas, busca tu
oxígeno, cuenta hasta tres y respira. Siente las bocanadas de aire psicológico
y saluda a tus emociones.
Rodéate de toda esa gente que te hace sentir que el mundo es
un lugar que merece la pena y que tu caparazón solo está contigo para que te
resguardes en los días de lluvia. Rechaza en tu vida a todos aquellos que te
hacen sentir menospreciado y que no te dedican ni un momento sin que tengas que
rogarlo.
Libérate de todo lo que te aprisiona y permite que la vida
te sorprenda sin necesidad de dañarte. No esperes nada de nadie, espera todo de
ti. El resto llegará cuando menos de lo esperes.
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