RESILIENCIA: EL ARTE DE SOBREPONERTE A LOS GOLPES DE LA
VIDA.
El vocablo resiliencia tiene su origen en el idioma latín,
en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar,
rebotar. El término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar
aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo,
se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.
La resiliencia es la capacidad de los seres vivos de
afrontar la adversidad, un trauma, una tragedia, o amenazas de fuerte tensión y
sobreponerse a períodos de dolor emocional, saliendo fortalecido y alcanzando
un estado de excelencia profesional y personal. Se considera que las personas
más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de
estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control
frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.
“No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción
que te queda.”
-Bob Marley
Cabe decir, que la resiliencia no es una cualidad innata, no
está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética
que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que
todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son
resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de
resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas.
Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos
algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo
cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han
probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al
encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las
habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.
Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor
emocional o dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una
enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc.,
son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una
sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional.
Aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a
esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil,
sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual
las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la
adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga,
sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier
persona puede aprender y desarrollar.
Entonces… ¿Qué
caracteriza a una persona resilente?
Las personas resilientes poseen tres características
principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda
creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad
para mejorar.
Además…
– Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El
autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los
retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben
cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones
y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo
tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que
disponen para conseguirlas.
– Son creativas. La persona con una alta capacidad de
resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que
ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos
rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil,
saca lo precioso.
– Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus
potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son
capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus
objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también
reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas,
sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
– Asumen las dificultades como una oportunidad para
aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que
nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de
esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una
oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos
momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que
reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo
aprender yo de esto?
– Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser
conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el
hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen
una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del
ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les
aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar
las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho.
Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para
asombrarse ante la vida.
– Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un
prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son
sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso
no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es
completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos
positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo
realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy
oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
– Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las
personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que
generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la
vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta
forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los
momentos más difíciles.
– No intentan controlar las situaciones. Una de las
principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos
los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las
manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas
resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han
aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan
el control.
– Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las
personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué
quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus
planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al
cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin
aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
– Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las
personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al
contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha.
La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que
aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen
una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que
se proponen.
– Afrontan la adversidad con humor. Una de las
características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor,
son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La
risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo,
les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
– Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las
personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer
objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo
social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
Los beneficios de la
resiliencia
*Las personas mas resilentes tienen una mejor autoimagen
*Se critican menos a sí mismas
*Son más optimistas
*Afrontan los retos
*Son más sanas físicamente
*Tienen más éxito en el trabajo o estudios
*Están más satisfechas con sus relaciones
*Están menos predispuestas a la depresión
¿Qué contribuye a que
una persona sea más resiliente?
– El apoyo emocional es uno de los factores principales.
Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien puedes confiar
te hace mucho más resiliente que si estás solo.
– Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir
de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar
sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
– No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar
soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como
terribles amenazas.
– Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas,
sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
– Confiar tanto en ti mismo como en los demás.
Para mí, el objetivo principal de difundir el concepto de
resiliencia es para contribuir a la concientización de que todas las personas
poseen esta característica, pero que de todos nosotros depende el despliegue de
ella si nos otorgamos oportunidades mutua.
Acabaré este artículo con una cita de Marc Levy que reza
así: El tiempo cura todas las heridas, aunque nos deje algunas cicatrices. O,
si me permites modificar ligeramente la cita:
“La resiliencia cura todas las heridas, aunque deja algunas
cicatrices.”
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