lunes, 10 de agosto de 2015

ENTRE “LO QUE ES” Y “LO QUE DEBERÍA SER”, HAY UNA BRECHA LLAMADA SUFRIMIENTO

El sufrimiento no es un error o un castigo, es más bien la invitación a cerrar esa brecha.

Es un llamado a soltar el sueño acerca de cómo se ‘supone’ que debería ser este momento y enamorarnos de como es.

Al honrar este momento, al inclinarnos ante el hecho inmediato de ‘lo que es’, dignificamos el lugar en el que estamos parados. Ocurre que a menudo descubrimos “lo que debería ser”, de cualquier forma.

En el corazón mismo de nuestro dolor, en el ardiente núcleo de lo que nos preocupa, podríamos encontrar un inimaginable coraje, amor e incluso paz.

Cuando nos hacemos amigos de nuestro malestar, de nuestra inseguridad, de nuestra tristeza, de nuestro dolor, de nuestra ira; cuando hacemos una reverencia a su intensidad, honrando su poder y su libertad intrínseca, dejamos de ser víctimas, porque ahora nos alineamos con la vida, dejamos de estar en guerra con la forma como son las cosas.

Y vemos posibilidades donde alguna vez vimos obstáculos.
La brecha duele, sí, sin embargo a veces tenemos que sentir ese dolor con el fin de sanar.

Jeff Foster

Parece que no tenemos derecho a sufrir, nos han vendido que la tristeza es negativa y que tenemos que apartarnos del sufrimiento si queremos disfrutar de una vida plena. Pero lo cierto es que la tristeza es parte de nosotros, sin máscaras ni corazas.

Nos hace falta y punto. En nuestros días malos está ella para ayudarnos. Y, sin duda, en cada momento nos muestra todo lo que tenemos que aprender.

Resulta que sufrir y sentirse mentalmente sano, o estar mal y vivir nuestra vida no forman buenas parejas culturales. De hecho, si a alguien se le ocurre decir “me siento mal pero estoy bien”, se le mira con extrañeza.

Hemos caído en la trampa de exigir un optimismo excesivo a nuestras vidas. Hemos ignorado que no debemos aprender la lección sin cuestionarla y ahora pagamos las consecuencias de creer que no sufrir es un valor al alza para la cuenta de la vida y que lo correcto es mover nuestros millones para conseguir evitar las complicaciones y entonces “tener vida”.

  
Estamos hechos de luces y de sombras
No permitas que te obliguen a estar siempre alegre, pues tu tristeza es la única que sabe apreciar tu alegría.


El sufrimiento necesita un espacio en nuestra vida porque, de otra manera, explotará y nos ahogará. El hecho de sentirnos mal es una forma que tiene nuestra mente de decirnos que hay algo que no va bien y, con lo cual, debemos atenderlo.

Al fin y al cabo, si siempre nos sintiésemos bien, no sabríamos valorar lo que significa estarlo. Esta es la actitud que evita que nos convirtamos en víctimas, pues se trata de aceptarnos y dejar de rechazar nuestras reacciones naturales.

Si aceptamos que el malestar existe y que es normal, no nos hará sufrir intentando evitarlo ni nos frustrará porque cada vez  nos golpea con más fuerza.

El sufrimiento y la tristeza son dos potentes armas que nos ofrecen cientos de aprendizajes y que tienen la capacidad de esclarecer nuestra mente. Ellos nos dicen que vale la pena luchar porque vale la pena ser feliz.

Y es que es más sano “vivir pensando que me sentiré bien aunque a veces me sienta mal” que “vivir con la obligación de sentirnos bien para poder ser felices”. Tenemos que admitir que estamos en un mundo lleno de colores, que no solo existe el blanco o el negro. De hecho, la vida está llena de matices, tantos como circunstancias y personas.
Acepta tus emociones, pues tener la capacidad de sentirte bien o mal significa que estás vivo, muy vivo.



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