MASSAGUÉ DESCUBRE CÓMO LOS CÁNCERES COMBATEN A LOS FÁRMACOS
El avance abre la vía a combinar las terapias para mantener
su eficacia a largo plazo. "Ya hay ensayos clínicos en marcha" con
pacientes, informa el investigador. Melanomas y tumores de pulmón son los
primeros que podrían beneficiarse de la nueva estrategia de tratamiento
Los fármacos que atacan de manera precisa las células
cancerosas, pese a ser altamente eficaces a corto plazo, suelen tener el efecto
paradójico de favorecer la progresión del cáncer a largo plazo. Así lo
demuestra una investigación dirigida por Joan Massagué, del Instituto Sloan-Kettering
de Nueva York, que se presenta en el último número de la revista Nature.
Pero la mala noticia llega acompañada de otra mucho
mejor. Massagué y su equipo han
descubierto cómo el cáncer se vuelve resistente a los fármacos y cómo anular
este mecanismo de defensa de las células tumorales. Sus resultados abogan por
un cambio de estrategia en la manera de utilizar las terapias moleculares
contra el cáncer para mantener su eficacia a largo plazo. Tras los prometedores
resultados observados en ratones, “ya hay ensayos clínicos en marcha” con
pacientes, informa Massagué.
Las terapias moleculares han revolucionado el tratamiento de
múltiples cánceres en los últimos quince años. A diferencia de la
quimioterapia, que no distingue entre células sanas y enfermas, las terapias
moleculares apuntan de manera específica a las células cancerosas –de ahí que
se las conozca también como terapias diana-. Han permitido tratar con éxito
algunos tumores para los que no había ningún tratamiento eficaz –entre ellos,
algunos melanomas y cánceres de pulmón-. Sin embargo, con el tiempo, “el tumor
rebrota con una velocidad de crecimiento espectacular”, explica Massagué. Estas
terapias son “un éxito y una humillación de la oncología moderna”.
El fracaso de las terapias a largo plazo se explica, en
parte, porque en casi todos los tumores hay una minoría de células con alguna
mutación genética que les permite resistir al fármaco. Así, cuando se inicia el
tratamiento, la gran mayoría de células sucumben y el tumor se reduce hasta
volverse indetectable. Las pocas células resistentes al fármaco, por su parte,
siguen multiplicándose sin freno y acaban siendo mayoritarias.
Sin embargo, hay una parte más compleja en esta historia que
ahora Massagué y su equipo han desenmascarado. Las células cancerosas, al verse
atacadas por el fármaco, tratan de defenderse desesperadamente. Un análisis
genómico muestra que, seis horas después de iniciarse un tratamiento con el
fármaco vemurafenib, 475 genes de las células de melanoma tienen su actividad
alterada. Cuarenta y ocho horas después, ya son más de 5.000 los genes afectados.
Dado que los genes regulan la producción proteínas, esto
significa que el fármaco induce a las células tumorales a segregar un complejo
cóctel de moléculas para defenderse. Este cóctel, que Massagué llama el
secretoma, actúa sobre la minoría de células resistentes al fármaco
favoreciendo que proliferen de manera desaforada. “Mientras tratamos el tumor
con un fármaco de diseño, estamos exacerbando involuntariamente las minorías
celulares más malignas de este tumor”, señala el investigador. Hasta aquí las
malas noticias.
Las buenas llegan al estudiar qué genes están alterados en
estas células resistentes a los fármacos que proliferan sin freno. Según los
resultados presentados en Nature, estas células tienen hiperactivas unas
moléculas que los oncólogos conocen bien (concretamente, las moléculas de la
llamada ruta PI(3)K/AKT/mTOR). Para contrarrestar estas moléculas, ya hay
fármacos desarrollados.
La investigación de Massagué y su equipo se ha basado en
melanomas humanos implantados en ratones y tratados con el fármaco vemurafenib,
así como en cánceres de pulmón tratados con erlotinib o con crizotinib. En
todos los casos se han observado alteraciones similares del secretoma y una
hiperactividad de las mismas moléculas que favorecen la proliferación. Esta coincidencia
sugiere que diferentes tumores reaccionan del mismo modo ante el ataque de los
fármacos y, por lo tanto, que podrían ser tratados con una misma estrategia.
La estrategia se basaría en combinar por lo menos dos
fármacos. Por un lado, una terapia molecular que ataque de manera específica
las células cancerosas. Por otro, un inhibidor de PI(3)K o de mTOR que evite la
proliferación de las células resistentes al primer fármaco. En ratones con
melanoma, esta combinación de fármacos ha frenado la progresión de la
enfermedad.
Añadir un tercer fármaco de inmunoterapia para facilitar que
el sistema inmunitario actúa contra las células cancerosas podría dar incluso
mejores resultados, propone Massagué. Una reciente investigación dirigida por
Antoni Ribas en la Universidad de California en Los Ángeles indica, en este sentido, que la combinación de terapias moleculares y de inmunoterapia puede
ser más eficaz que las terapias moleculares solas.
Leer más:
http://www.lavanguardia.com/ciencia/cuerpo-humano/20150326/54428442383/joan-massague-cancer-farmacos.html#ixzz3h6ZDkvbo
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario