ABRE EL LIBRO DE LOS
SECRETOS
Lo que más anhelamos
en la vida no es comida, dinero, éxito, posición, seguridad o sexo; ni siquiera
el amor del sexo opuesto. Una y otra vez conseguimos estas cosas y terminamos
sintiéndonos insatisfechos, en ocasiones más de lo que estábamos al principio.
Lo que más anhelamos es un secreto que se revela sólo cuando estamos dispuestos
a descubrir una parte oculta de nuestro ser. En las antiguas tradiciones
sapienciales, este empeño se comparó con la recolección de la más hermosa
perla, una manera poética de expresar que debemos "nadar bajo las aguas
superficiales" sumergirnos en nuestro ser y buscar pacientemente esa perla invaluable.
La perla también recibe el nombre de esencia, hálito de Dios, agua de vida o
néctar sagrado, lo que con la trivialidad propia de la era científica llamamos
“transformación”. Transformación significa cambio radical de forma, como cuando
la oruga se transmuta en mariposa.
En el ámbito humano
significa convertir temor, agresión, duda, inseguridad, odio y vacío en sus
opuestos. ¿Es esto posible? Lo indudable es que el anhelo secreto que carcome
nuestra alma es totalmente ajeno a cuestiones externas como dinero, posición o
seguridad; nuestro ser interior reclama un significado, el final del
sufrimiento y respuestas a enigmas como amor, muerte, Dios, alma, bien y mal.
Una vida superficial jamás responderá a estas preguntas ni satisfará las
necesidades que las suscitan. La única manera de satisfacer el anhelo más
profundo es encontrando nuestras dimensiones ocultas. Cabría esperar que este
anhelo de conocimiento hubiera desaparecido con el nacimiento de la ciencia,
pero en realidad se ha fortalecido. No hay más “hechos” por descubrir sobre las
dimensiones ocultas de la vida. Es ocioso analizar más tomografías de pacientes
durante “experiencias cercanas a la muerte” o resonancias magnéticas de yoguis
en meditación profunda. Esa fase de experimentación ha cumplido su cometido:
sabemos que adonde vaya la conciencia, allá irá el cerebro.
Las neuronas son
capaces de registrar las experiencias espirituales más elevadas. Pero de alguna
manera, sabemos menos que nuestros antepasados sobre el misterio de la vida.
Vivimos en la Era del Cerebro Superior, esa corteza que creció desmedidamente
en los milenios recientes y eclipsó al cerebro inferior instintivo. También se
le llama “cerebro nuevo”, en contraposición al que imperó sobre los seres
humanos durante millones de años y sigue haciéndolo en la mayoría de los seres
vivos. El cerebro antiguo no puede concebir ideas ni leer, pero tiene el poder
de sentir y, sobre todo, de ser. Fue gracias a él que nuestros antepasados
percibieron la cercanía de una presencia misteriosa en la naturaleza. Esa
presencia, que habita cada partícula de la creación, inunda también tu vida.
Eres un libro de secretos que espera ser abierto, aunque probablemente te
concibas de manera muy distinta: en la vida cotidiana eres trabajador, padre o
madre, esposo o esposa, un cliente que “peina” el centro comercial en busca de
algo nuevo, o un miembro del público que espera con impaciencia el siguiente
espectáculo. Cuando vives la verdad de la realidad única, todos los secretos se
revelan sin esfuerzo ni lucha. Todo se reduce a la proverbial elección entre
separación o unidad. ¿Deseas sentirte fragmentado, en conflicto o desgarrado
entre las fuerzas eternas de la luz y la oscuridad, o prefieres escapar de esto
para acceder a la totalidad? Eres una criatura que actúa, piensa y siente; la
espiritualidad funde estos tres elementos en una realidad única.
El pensamiento no
subyuga al sentimiento, y el sentimiento no se resiste tozudamente al cerebro
superior; la acción ocurre cuando pensamiento y sentimiento dicen: “Esto es
correcto”. En la realidad única experimentamos el flujo de la vida sin
obstáculos ni resistencia; en ella, inspiración, amor, verdad, belleza y
sabiduría son aspectos 5 naturales de la existencia. La realidad única es
espíritu, y la superficie de la vida es sólo un disfraz de mil máscaras que
oculta la realidad. Hace mil años, esta afirmación no hubiera encontrado
oposición; todos aceptaban que el espíritu era la auténtica fuente de la vida.
Ahora debemos ver el misterio de la existencia con nuevos ojos, pues como hijos
orgullosos de la ciencia y la razón, hemos quedado huérfanos de sabiduría. Este
libro tiene dos objetivos: primero, persuadirte de que hay un misterio en las
dimensiones ocultas de la vida; segundo, inspirarte la pasión y dedicación
necesarias para descubrirlas. No pospongas este proyecto hasta que te sientas
listo; estuviste listo desde el día que dejaste de preguntar quién eres y por
qué estás aquí. Por desgracia, la mayoría rechazamos miles de experiencias que
podrían hacer de la transformación una realidad. Sí no fuera por el empeño que
ponemos en la negación, la represión y la duda, nuestra vida sería una
revelación constante. En última instancia, debes convencerte de que tu vida es
digna de analizarse con pasión y compromiso totales.
Fueron muchas las
decisiones que mantuvieron cerrado el libro de los secretos, pero basta un
segundo para abrirlo de nuevo. Yo entiendo de manera literal las palabras del
Nuevo Testamento: “Pide y recibirás, toca y la puerta se abrirá”. Es así de
simple. Conocerás todos los secretos de la vida cuando digas sinceramente:
“Debo saber, no puedo esperar un minuto más”. Buda bajo el árbol Bodhi y Jesús
luchando con los demonios en el desierto simbolizan el mismo drama del alma que
revivimos al nacer. Ten esto por seguro: eres el ser más importante del mundo
pues en el plano del alma, tú eres el mundo. El derecho de saber ya es tuyo. Tu
siguiente pensamiento, sentimiento o acción puede revelar la sabiduría
espiritual más profunda, que fluye tan pura y libre como los ríos primaverales
en las montañas. No basta lo que hemos aprendido, pero es imposible que los
secretos se mantengan ocultos por siempre.
Deepak Chopra
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