CULTIVAR EL OPTIMISMO
Vemos el futuro
basándonos en gran medida en cómo nos sentimos hoy. Distanciarnos de las
emociones negativas del presente nos abre a mejores resultados.
Si hemos tenido un mal día –estamos abatidos y tristes- y un
amigo nos propone una salida para la semana siguiente, seguramente diremos que
no. Pero, ¿por qué? El investigador Daniel Gilbert, de la Universidad de
Harvard (EE.UU.) ha demostrado mediante varios experimentos que las
predicciones que hacemos sobre nuestro futuro están determinadas por las
emociones y sentimientos presentes. En concreto, nos resulta difícil imaginar
que pensaremos o sentiremos de manera diferente a como lo hacemos ahora. Esto es
así tanto en lo referente a las necesidades más básicas (comer, beber…) como a
aspectos más complejos (emociones, relaciones…). Nuestro cerebro imagina la
situación desde el presente.
El problema surge cuando lo que imaginamos compite con lo
que sentimos ahora, sobre todo si nuestra visión actual está teñida por
emociones negativas. Si hoy estamos tristes, nos resultará difícil imaginarnos
alegres mañana, y esto hará que probablemente renunciemos por anticipado a
actividades o retos que en realidad podrían resultar benéficos para nosotros.
ACTUAR, PESE A TODO
La proyección negativa hace que reduzcamos nuestra
actividad, retroalimentando las emociones negativas y la sensación de
incapacidad. Esto es muy notorio en las personas depresivas, que son incapaces de
imaginarse felices en un futuro cercano. Para no caer en esta trampa de nuestra
mente, es importante darse cuenta de que los sentimientos negativos actuales no
tienen por qué perpetuarse en el futuro, y que actuar pese a ellos con
confianza y optimismo es el primer paso para conseguir resultados positivos.
Pablo
Fernández Berrocal
Profesor de
psicología de la Universidad de Málaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario