jueves, 13 de marzo de 2014


CULTIVAR EL OPTIMISMO

Vemos el futuro basándonos en gran medida en cómo nos sentimos hoy. Distanciarnos de las emociones negativas del presente nos abre a mejores resultados.

Si hemos tenido un mal día –estamos abatidos y tristes- y un amigo nos propone una salida para la semana siguiente, seguramente diremos que no. Pero, ¿por qué? El investigador Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard (EE.UU.) ha demostrado mediante varios experimentos que las predicciones que hacemos sobre nuestro futuro están determinadas por las emociones y sentimientos presentes. En concreto, nos resulta difícil imaginar que pensaremos o sentiremos de manera diferente a como lo hacemos ahora. Esto es así tanto en lo referente a las necesidades más básicas (comer, beber…) como a aspectos más complejos (emociones, relaciones…). Nuestro cerebro imagina la situación desde el presente.

El problema surge cuando lo que imaginamos compite con lo que sentimos ahora, sobre todo si nuestra visión actual está teñida por emociones negativas. Si hoy estamos tristes, nos resultará difícil imaginarnos alegres mañana, y esto hará que probablemente renunciemos por anticipado a actividades o retos que en realidad podrían resultar benéficos para nosotros.

ACTUAR, PESE A TODO

La proyección negativa hace que reduzcamos nuestra actividad, retroalimentando las emociones negativas y la sensación de incapacidad. Esto es muy notorio en las personas depresivas, que son incapaces de imaginarse felices en un futuro cercano. Para no caer en esta trampa de nuestra mente, es importante darse cuenta de que los sentimientos negativos actuales no tienen por qué perpetuarse en el futuro, y que actuar pese a ellos con confianza y optimismo es el primer paso para conseguir resultados positivos.

Pablo Fernández Berrocal
Profesor de psicología de la Universidad de Málaga
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario