Creo oportuno el momento de sacudirse y resurgir de las
propias cenizas. Lo que haya sucedido, lo que estés viviendo, importa poco. En
verdad te lo digo.
Levántate, proclama tu liberación plena y festeja que te
encuentras vivo. Recuerda en todo momento que eres mucho más grande que tus
problemas. Muchas veces, no son más que una tempestad en un vaso de
agua. Y si no es así, aun siendo muy graves, empiezan a formar parte del
pasado.
Míralo de esta manera: la vida se vive hoy. Si te esperas,
la vida se pasa y dejas de saborear todo lo que tiene para ti. Toda causa de tristeza, enojo o miedo pertenece al pasado;
por eso, deshazte de todo aquello que te hace tropezar y empieza a vivir lo
mejor de ti mismo poniendo el corazón en tus deseos.
Alégrate, salta, grita de felicidad, contagia a los demás y
hazles partícipes de que has resurgido, que hoy es otro día para respirar.
Ama y abraza a tus familiares, sonríe desde que sale el Sol,
pon buena cara y actitud y juega a ser feliz.
Esta es tu hora: sal de tu cuarto, vístete cada día como
para una fiesta y empieza a festejar.
Ten siempre presente cambiar esa expresión que te
hace fruncir el ceño, pon luz en tu mirada, viste con tu mejor sonrisa y sal al
mundo. Todos se alegrarán con tu regreso y tu presencia.
¿Estás listo para iniciar?
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