LA FILOSOFÍA DE MATTHIEU RICARD, CONSIDERADO EL HOMBRE MÁS
FELIZ DEL MUNDO
Su vida parece sacada de una novela. Científico (doctorado
en genética molecular en el Instituto Pasteur), hijo de filósofo ateo, lo dejó
todo para hacerse monje budista.
Considerado el hombre más feliz del mundo según las pruebas
realizadas por Richard Davidson, investigador del Laboratorio de Neurociencia
Afectiva de la U. de Wisconsin en 2012.
El estudio de su cerebro, arrojó un nivel de felicidad nunca
antes visto. En una escala donde 0,3 era muy infeliz y -0,3 muy feliz, Ricard
registró -0,45. Al meditar, además, produce un nivel de ondas gamma (vinculadas
a la conciencia, la atención y el aprendizaje), "nunca antes reportado en
la literatura de la neurociencia".
Matthieu Ricard, junto a otros monjes budistas, explotan la
plasticidad cerebral para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo
en los positivos. Por ello dice que la felicidad es algo que se puede aprender,
desarrollar y entrenar.
La filosofía de Matthieu Ricard
Según el monje, cualquiera puede ser la persona más feliz
del mundo si busca la felicidad en el lugar correcto. "El problema es que
tendemos a no hacerlo".
"La felicidad es una forma de ser. El desafío es dejar
que esa forma de ser supere a todos los demás estados emocionales".
El mensaje de Matthieu Ricard es plenamente actual. Nuestra sociedad occidental nos invita
constantemente a mirar hacia fuera, a consumir con la falsa promesa de que ese
consumo nos dará la felicidad. Así nuestra atención no suele estar puesta en
nosotros sino en los otros. Pero ese consumo nos proporciona sólo placer que,
como el mismo Matthieu Ricard nos explica, se consume a sí mismo. Por lo que al
final sólo nos queda una sensación de vacío y el deseo de volver a llenarlo adquiriendo algo más (ropa, coches, viajes, relaciones) en una secuencia sin
fin.
Cuando las cosas de fuera no funcionan o se descontrolan,
intentamos arreglarlas, controlarlas
desesperadamente, pero están
fuera de nuestro control. En realidad nuestro control del mundo exterior es, en
el mejor de los casos, limitado y temporal y, muchas veces, ilusorio. Y eso nos
hace sufrir aún más.
La felicidad no es una sucesión interminable de placeres que
terminan por agotamiento, sino una forma de ser. Y si es así, ¿no deberían
nuestros hijos aprender en el colegio a desarrollar las cualidades humanas que
les permitan ser felices? ¿No es acaso lo que desea cualquier madre o padre de
hoy en día?
Para permitir aflorar la compasión y la naturaleza buena que
todo ser humano lleva dentro, la ciencia está descubriendo los beneficios de la
meditación. Aprender a meditar puede ayudarnos a convivir con una mente más clara
y más hábil a la hora de lidiar con las emociones negativas y fomentar las
emociones positivas pues nuestra mente es la que traduce las condiciones
exteriores en sufrimiento o felicidad.
Jordi Salat, coach, trainer en PNL, formador y
conferenciante www.bemoregroup.es
Foto: www.encoherencia.com
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