miércoles, 24 de diciembre de 2014

LA FILOSOFÍA DE MATTHIEU RICARD, CONSIDERADO EL HOMBRE MÁS FELIZ DEL MUNDO

Su vida parece sacada de una novela. Científico (doctorado en genética molecular en el Instituto Pasteur), hijo de filósofo ateo, lo dejó todo para hacerse monje budista.

Considerado el hombre más feliz del mundo según las pruebas realizadas por Richard Davidson, investigador del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la U. de Wisconsin en 2012.

El estudio de su cerebro, arrojó un nivel de felicidad nunca antes visto. En una escala donde 0,3 era muy infeliz y -0,3 muy feliz, Ricard registró -0,45. Al meditar, además, produce un nivel de ondas gamma (vinculadas a la conciencia, la atención y el aprendizaje), "nunca antes reportado en la literatura de la neurociencia".

Matthieu Ricard, junto a otros monjes budistas, explotan la plasticidad cerebral para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos. Por ello dice que la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar y entrenar.

La filosofía de Matthieu Ricard

Según el monje, cualquiera puede ser la persona más feliz del mundo si busca la felicidad en el lugar correcto. "El problema es que tendemos a no hacerlo".

"La felicidad es una forma de ser. El desafío es dejar que esa forma de ser supere a todos los demás estados emocionales".

El mensaje de Matthieu Ricard es plenamente actual.  Nuestra sociedad occidental nos invita constantemente a mirar hacia fuera, a consumir con la falsa promesa de que ese consumo nos dará la felicidad. Así nuestra atención no suele estar puesta en nosotros sino en los otros. Pero ese consumo nos proporciona sólo placer que, como el mismo Matthieu Ricard nos explica, se consume a sí mismo. Por lo que al final sólo nos queda una sensación de vacío y el deseo de volver a llenarlo adquiriendo algo más (ropa, coches, viajes, relaciones) en una secuencia sin fin.

Cuando las cosas de fuera no funcionan o se descontrolan, intentamos arreglarlas, controlarlas  desesperadamente, pero  están fuera de nuestro control. En realidad nuestro control del mundo exterior es, en el mejor de los casos,  limitado y  temporal y, muchas veces, ilusorio. Y eso nos hace sufrir aún más.

La felicidad no es una sucesión interminable de placeres que terminan por agotamiento, sino una forma de ser. Y si es así, ¿no deberían nuestros hijos aprender en el colegio a desarrollar las cualidades humanas que les permitan ser felices? ¿No es acaso lo que desea cualquier madre o padre de hoy en día?

Para permitir aflorar la compasión y la naturaleza buena que todo ser humano lleva dentro, la ciencia está descubriendo los beneficios de la meditación. Aprender a meditar puede ayudarnos a convivir con una mente más clara y más hábil a la hora de lidiar con las emociones negativas y fomentar las emociones positivas pues nuestra mente es la que traduce las condiciones exteriores en sufrimiento o felicidad.

Jordi Salat, coach, trainer en PNL, formador y conferenciante www.bemoregroup.es

Foto: www.encoherencia.com


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