Imagen de Cofete, Fuerteventura.
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sábado, 15 de marzo de 2014
viernes, 14 de marzo de 2014
REACCIONAR
MEJOR
Imaginarnos a nosotros mismos actuando
eficazmente en situaciones complejas nos prepara para superarlas.
Hay
situaciones en la vida que no dependen de nuestra voluntad y pueden afectarnos.
Se trata de sucesos, fortuitos o provocados por terceros –un robo, un accidente
de tráfico…-, que pueden provocar ciertos estados de alteración que, sin llegar
a ser traumáticos, pueden impedir a ciertas personas responder eficazmente.
Otras, en cambio, son capaces de responder eficazmente de manera responsable y
eficaz a estas mismas circunstancias.
Pero, ¿qué es
lo que marca esta diferencia? Según la programación neurolingüística (PNL) se
trata de la forma cómo afrontamos –codificamos y archivamos- dichas
experiencias.
ACTUAR
CORRECTAMENTE
Las personas
que viven las experiencias negativas completamente fusionadas a ellas,
demasiado “pegadas” a lo que les sucede, sienten una fuerte carga emocional.
Aquellas que, por el contrario, las viven como testigos objetivos, son más
capaces de buscar alternativas para responder adecuadamente.
Podemos
desarrollar un método sencillo para lograr la distancia suficiente para
modificar las respuestas limitantes ante estos acontecimientos.
Recuerda una
situación vivida en la que, por la impresión, no pudiste responder de la forma
adecuada. A continuación, borra esta imagen e imagina cómo podrías haber
actuado: con serenidad, decisión, eficacia… Añade color, brillo, luz a la
escena. Ahora dispones de dos cuadros: el que te limita y el que te potencia.
Piensa en la
primera imagen. Coloca en su centro, como si fuera un lunar, la escena
potenciadora. Seguidamente, como si aplicaras un potente zoom, has que la
imagen positiva crezca y ocupe todo el espacio mental mientras la limitadora
desaparece rápidamente. Repite esta secuencia siete veces seguidas o hasta que,
con sólo pensar en encontrarte ante otra situación conflictiva, te veas
respondiendo de forma adecuada y eficaz.
Salvador A. Carrión
Director del Instituto Español de PNLjueves, 13 de marzo de 2014
CULTIVAR EL OPTIMISMO
Vemos el futuro
basándonos en gran medida en cómo nos sentimos hoy. Distanciarnos de las
emociones negativas del presente nos abre a mejores resultados.
Si hemos tenido un mal día –estamos abatidos y tristes- y un
amigo nos propone una salida para la semana siguiente, seguramente diremos que
no. Pero, ¿por qué? El investigador Daniel Gilbert, de la Universidad de
Harvard (EE.UU.) ha demostrado mediante varios experimentos que las
predicciones que hacemos sobre nuestro futuro están determinadas por las
emociones y sentimientos presentes. En concreto, nos resulta difícil imaginar
que pensaremos o sentiremos de manera diferente a como lo hacemos ahora. Esto es
así tanto en lo referente a las necesidades más básicas (comer, beber…) como a
aspectos más complejos (emociones, relaciones…). Nuestro cerebro imagina la
situación desde el presente.
El problema surge cuando lo que imaginamos compite con lo
que sentimos ahora, sobre todo si nuestra visión actual está teñida por
emociones negativas. Si hoy estamos tristes, nos resultará difícil imaginarnos
alegres mañana, y esto hará que probablemente renunciemos por anticipado a
actividades o retos que en realidad podrían resultar benéficos para nosotros.
ACTUAR, PESE A TODO
La proyección negativa hace que reduzcamos nuestra
actividad, retroalimentando las emociones negativas y la sensación de
incapacidad. Esto es muy notorio en las personas depresivas, que son incapaces de
imaginarse felices en un futuro cercano. Para no caer en esta trampa de nuestra
mente, es importante darse cuenta de que los sentimientos negativos actuales no
tienen por qué perpetuarse en el futuro, y que actuar pese a ellos con
confianza y optimismo es el primer paso para conseguir resultados positivos.
Pablo
Fernández Berrocal
Profesor de
psicología de la Universidad de Málagamiércoles, 12 de marzo de 2014
ROMPER LA INERCIA EN EL TRABAJO
En cuanto el trabajo nos parezca aburrido o poco motivador, conviene
poner en marcha decididas maniobras para reactivar nuestro interés
Si realizamos una y otra vez las mismas tareas, de la misma forma, desde hace tiempo, corremos el
riesgo de automatizarlas y perder la perspectiva de lo que hacemos. Cuando
tengamos la impresión de funcionar por inercia, hay que detener la máquina y
plantearse lo siguiente:
• ¿Existen otras maneras de hacerlo? Aunque hayamos
encontrado una manera eficaz de trabajar, es interesante hablar con otras
personas que realicen funciones similares para aprender nuevos métodos.
• ¿Podría asumir otros trabajos? Para evitar el
aburrimiento, podemos pedir a nuestro superior que nos asigne nuevas tareas en
lugar de las que realizamos hasta ahora.
• ¿Quiero hacer este trabajo toda la vida? Si nos sentimos
incapaces de romper con la inercia, tal vez sea el momento de poner punto y
final, y buscar una alternativa laboral.
PAUSA PARA MEDITAR
Las personas que realizan trabajos especialmente monótonos
deben procurarse periódicamente -por
ejemplo, cada dos horas- una pausa de cinco minutos para desentumecer los
músculos y refrescar la mente. Incluso sin moverse del puesto de trabajo, una
breve meditación poniendo atención en el aire que entra y sale por las fosas
nasales es un buen antídoto contra el estrés y la fatiga.
Francesc
Millares
Coautor de
“El zen de la Empresa”
martes, 11 de marzo de 2014
EL DESENCANTO
Era un hombre que nunca había tenido ocasión de contemplar
el mar. Vivía en un pueblo del interior de la India. Una idea se había
instalado con firmeza en su mente: no podía morir sin ver el mar. Para ahorrar
algún dinero y poder viajar hasta la costa, empezó a realizar otro trabajo
además de su trabajo habitual. Ahorraba todo aquello que podía y suspiraba para
que llegase el día en que pudiera estar ante el océano. Fueron años difíciles.
Por fin ahorró lo suficiente para llevar a cabo el viaje. Cogió el tren que lo
llevó hasta las proximidades del mar. Se sentía entusiasmado y pleno. Llegó
hasta la playa y observó el maravilloso espectáculo. ¡Qué olas tan bonitas!
¡Qué espuma tan blanca y hermosa! ¡Qué agua tan azulada y bella! Se acercó hasta
el agua, cogió un poco en el hueco de la mano y se la llevó a los labios para
degustarla. Entonces, muy desencantado y abatido, se dijo: “¡Qué pena que sepa
tan mal con lo hermosa que es!”
Cuando las ideas
usurpan el lugar de la experiencia, la persona no sabe acoplarse sabiamente a
lo que es y crea conflicto y tensión, además de desencantarse e incluso
deprimirse cuando sus expectativas se ven frustradas. Hay que aprender a asumir
las cosas tal como son y tenemos que tomar los dos lados de la existencia y
tratar de conciliarlos, pues la vida no es como una esfera que pueda partirse
para quedarnos solo con una parte de la misma.
domingo, 9 de marzo de 2014
LA BRÚJULA INTERIOR
Nuestro cuerpo es
capaz de informarnos de las opciones de vida que se ajustan a nuestros valores
Julia acaba de ser promocionada en el trabajo. Es el premio
a sus indiscutibles logros de los últimos años. A pesar de la excelente noticia,
no está tan alegre y satisfecha como
hubiera pensado y, sorprendentemente, no está segura de querer aceptar el
ascenso.
En ocasiones, debemos tomar una decisión y no tenemos claro
qué dirección seguir. En esos casos, normalmente hacemos un análisis lógico y
racional de los pros y los contras, de qué ganamos y qué perdemos con cada
opción; pero, muchas veces, entramos en la espiral de la duda y nos bloqueamos.
Es entonces cuando resulta útil acceder a nuestra brújula interior, es decir,
preguntarle a nuestro cuerpo su opinión usando el concepto de
resonancia/disonancia.
Al igual que un gong vibra
largo tiempo cuando se le aplica un toque certero, nuestro cuerpo resuena y
vibra cuando está frente a una opción coherente con nuestros valores. Tal y como
el gong deja de vibrar o emitir un
sonido sordo cuando algo se interpone en su transmisión, nuestro cuerpo emite
una disonancia y no vibra si percibe algo no deseable o contrario a nuestros
valores.
ORIENTACIÓN Y ENERGÍA
Para sentir la resonancia o la disonancia interna con los
propios valores, solo tenemos que escuchar el cuerpo, llevar la atención al
interior en un momento de tranquilidad y preguntarse sinceramente:
• ¿Cómo me siento ante una u otra opción? ¿Emocionado o
abatido? ¿Realizado o triste?
• ¿Qué pasa con mi energía? ¿Es alta y viva o baja y
pesada?
• ¿Hacia dónde apunta mi brújula interior: a un cambio
completo o a poner más empeño en lo que tengo ahora?
Al principio, tal vez nos resulte difícil percibir esos
mensajes de nuestro cuerpo; pero con el tiempo y la práctica, cada vez nos
llegarán más claros. El curso a seguir será algo más natural, algo más
satisfactorio y en línea con nuestros deseos.
Conchita
Rodríguez Franco
Autora de
“Coaching para mujeres”
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