RELACIÓN EMOCIONAL: EL DOLOR
Ángeles Castell
Cualquier sea el dolor, está vinculado a un desequilibrio de
orden emocional o mental, a un sentimiento profundo de culpabilidad o de pena.
Es una forma de angustia interna y, al sentirme culpable de haber hecho algo,
de haber hablado o incluso de haber tenido pensamientos “malsanos” o
“negativos”, me castigo manifestando inconscientemente un dolor de intensidad
variable. La pregunta por plantear es: ¿Soy realmente culpable? ¿Y de qué? El
dolor vivido actualmente sólo disimula la causa verdadera: la culpabilidad. Mis
pensamientos son muy poderosos y debo mantenerme abierto para identificar bien
estas culpabilidades. No debo evitarlas, sino afrontarlas, porque son miedos
que deberé integrar pronto o tarde. El dolor en los huesos indica que la
situación me afecta en lo más hondo de mi ser, mientras que en los músculos, es
más un dolor de nivel mental. El dolor me “conecta” instantáneamente y me
obliga a sentir lo que sucede en mi cuerpo. En un sentido, es positivo
porque me permite “conectarme” conmigo
mismo, como alma y de volverme consciente. Cuando el dolor es crónico, esto
significa simplemente que, desde la aparición del dolor, no me he encarado con
la verdadera causa de este dolor. Cuanto más tardo en tomar consciencia de él,
más vuelve regularmente el dolor hasta hacerse “crónico”. Es importante que
acepte comprobar el origen de mi dolor y que me mantenga abierto para resolver
la verdadera causa de mi dolor. El lugar donde está ubicado el dolor me da
indicaciones sobre la auténtica causa de éste.
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