viernes, 28 de febrero de 2014


LA TERAPIA DE EXPOSICIÓN A LA SAL

Los habitantes del Himalaya comprobaron que en las cuevas de sal se experimentaba una paz saludable, un fenómeno convertido hoy en terapia

Los solariums son habitaciones construidas con bloques de sal que reproducen el microclima existente en las cuevas de sal del Himalaya. Prestigiosos terapeutas bioenergéticos aseguran que los solariums inciden positivamente sobre nuestra salud física y mental. En su interior nos invade una enorme sensación de bienestar. Svante August Arrhenius, premio Nobel de Química, descubrió que las moléculas del aire contienen pequeñas cargas eléctricas, que son positivas y negativas. Estas moléculas son los iones y, dependiendo de su carga, actúan positiva o negativamente sobre el ser humano.

La sal, debido a la composición de sus cristales –sodio, cloro, yodo y oligoelementos-, es una fuente de iones negativos. Y está demostrado científicamente que los iones negativos duplican el efecto de la reserpina, tranquilizante natural del cerebro.

ARMONÍA NATURAL

Un ambiente cargado de iones negativos despeja la mente, facilita la relajación, regula la tensión arterial, rejuvenece e, incluso, estimula la actividad sexual. Entre los elementos que contribuyen a cargar negativamente los iones están las plantas, el agua en movimiento y la sal. Por ello nos sentimos bien en el bosque, la montaña, cerca del mar o un río, después de la lluvia o en una cueva de sal.

Maripi Gadet autora de “Secretos de belleza natural” (Grijalbo)
 

jueves, 27 de febrero de 2014


EL MOTOR DE LOS DESEOS

Tener inquietudes e ilusiones en la vida eleva el optimismo y la esperanza. Marcarse pequeñas metas puede convertirse en una buena autoterapia.

Hacer una lista con los deseos o planes pendientes puede ayudarnos a mejorar nuestra satisfacción vital. A esta conclusión ha llegado la Psicología positiva a través de diferentes investigaciones, como la del doctor Michael B. Frisch, de la Universidad de Baylo (EE.UU.).

Según explica el doctor Frisch en su libro “Terapia de la calidad de vida”, cada persona tiene una serie de áreas vitales en las que es posible marcarse unos objetivos. Y por el sólo hecho de sacar estas metas a la luz, aumenta el optimismo, la esperanza y la energía, y mejoran las respuestas fisiológicas como la calidad del sueño o los niveles de tensión muscular o presión arterial.

Con o sin ayuda de un terapeuta, podemos llevar a cabo esta técnica en una serie de áreas vitales: trabajo, pareja, familia, ocio, educación, vida espiritual, salud (alimentación y deporte) y servicios a la sociedad.

Una vez que las hemos concretado, escribimos que deseamos que ocurra en cada una de ellas. Por último, se trata de elaborar un ranking de los aspectos más determinantes para nuestra vida –o de aquello que más nos apetezca hacer-. Muchos autores aconsejan colocar después esa lista de deseos en algún lugar visible de la casa.

CÉLEBRES SOÑADORES

El doctor Frisch se ha fijado en la biografía de diferentes personalidades y ha concluido que suelen realizar mentalmente  esta lista de deseos.  También cita al Dalai Lama, líder espiritual budista que en sus “Instrucciones para la vida en el nuevo milenio”, recomienda “tener en cuenta que el gran amor y los grandes logros implican grandes riesgos” o “una vez al año ir a algún lugar soñado en el que no hayamos estado nunca antes”.

Revista MENTE SANA
 

miércoles, 26 de febrero de 2014


AMA
 PORQUE CUANDO AMAS ESTÁS USANDO EL PODER MÁS GRANDE DEL UNIVERSO


METAS A ESCALA HUMANA

He observado que una de las causas principales que nos merman es la de fijarnos metas demasiado ambiciosas. En lugar de decidir perder dos kilos y medio, pretendemos perder diez. En lugar de proponernos caminar treinta minutos varias veces a la semana, empezamos un programa de aeróbic y de entrenamiento con pesas. Así pronto acabamos por dejarlo todo. No es fácil estar en paz cuando se fracasa. Entonces se instaura el autocastigo. Hasta que un buen día decidimos controlar nuestra vida y fijarnos nuevas metas inalcanzables. Eso es estar estancado.

En la última década hemos recibido el regalo de la importancia de la dieta y el ejercicio. Hay más información sobre estos temas de la que nadie puede conocer. Pero, ¿ha servido de algo? La triste realidad es que en Occidente la gente está más obesa y sedentaria que nunca.

Una de las razones de nuestro fracaso colectivo es la tendencia a abarcar más de la cuenta. Mi cinta de correr estática se pasó años haciendo de perchero por esa razón, pues tras utilizarla varias veces, perdió su atractivo. Un día, tras sólo 25 minutos de intensa tortura, un mensajero llamó a mi puerta. ¡Salvada por la campana! Según el aparato había quemado unas 250 calorías. No estaba mal. Otro día elegí una marcha más lenta, con la que realmente pudiera disfrutar. Y lo conseguí. Al día siguiente me di cuenta de que estaba deseando ponerme a la máquina, porque sólo 30 minutos a un paso agradable era divertido y fácil. Sé lo que estás pensando: para presumir hay que sufrir. Pero la mayoría no nos entrenamos para las olimpiadas. Sencillamente pretendemos no oxidarnos.

Sea cual sea tu meta, procura ser más realista. Aunque esto es lo contrario de lo que se suele decir, es la mejor forma de llegar a donde quieres llegar.
 
Joan Borysenko



 

martes, 25 de febrero de 2014


UNA DORADA MEDIOCRIDAD

Pertrechado en el sofá, mientras meriendo, he decidido asumir que soy mediocre. No es que haya tomado precisamente ahora conciencia de mi mediocridad –de hecho es un ejercicio que practico con asiduidad y hasta con cierto nivel de éxito- sino que, si hasta hoy la percibía negativamente y la catalogaba como algo que convenía superar, ahora encuentro interesante aceptarla como una forma de vida deseable.

Seguiré con mis sueños y esforzándome por alcanzar lo que ilusione. Pero me he propuesto cambiar el deseo de hacer más cosas y llegar más lejos por el de mirar, desde mayor distancia, el significado de la palabra “más”.

DISMINUYE EL UMBRAL DE FUSTRACIÓN

No ha sido ajeno a mi decisión cierto miedo o, cuando menos, una sana prudencia.

Vivimos bajo la amenaza del mito de la eficiencia: ya se trate del trabajo o del ocio, de las relaciones emocionales, del consumo o del sexo… todo parece concebirse como actividades evaluables en función de la productividad, el rendimiento, el triunfo y, últimamente, ¡la excelencia!

Conceptos todos interesantes y magníficos… siempre que no superen nuestras posibilidades.

Y ahí radica el problema: en que las expectativas son cada vez mayores y generan más gente insatisfecha. Observando el tamaño de las estanterías dedicadas a los libros de autoayuda en las  librerías, ciertos programas televisivos con éxito de audiencia o las ventas de antidepresivos, no creo desatinado afirmar que cada vez hay más personas que no se aceptan como son o al menos no están contentas con la vida que llevan.

Desear más es sin duda razonable, pero cuidado: no hay que olvidar que la frustración es el sentimiento que invade a aquellas propuestas de vida en que no se cumplen las expectativas. Y los pronósticos de psicólogos y sociólogos no auguran nada bueno: cada vez las expectativas son mayores y tenemos más bajo lo que se ha dado en llamar el umbral de frustración, la tolerancia al fracaso.

DÉDALO Y HORACIO

El concepto de la “mediocridad dorada” lo acuñó el poeta Horacio -allá por el siglo I aC- y me lo recordó una amiga el otro día: proponía no subir muy alto para no lastimarse demasiado al caer o, para navegar seguro, no adentrarse en altamar ni aproximarse más de la cuenta a la costa.

La alternativa a la búsqueda del triunfo, o al abandono al fracaso, era vivir una mediocridad dorada, buscar una existencia sin sobresaltos, sin riquezas ni penurias, a salvo tanto de la adversidad como de la envidia ajena.

Aparentemente es sencillo pero, a medida que lo pienso, voy dándome cuenta de que lograrlo puede ser una tarea heroica.

Definir la línea que separa lo necesario de los superfluo, evitar los extremos, medir las posibilidades reales antes de acometer una empresa y, sobre todo, ser capaces de disfrutar del quehacer cotidiano, conseguir que las rutinas dejen de ser anodinas y se conviertan en algo lleno de sentido, no es tarea fácil. Vivir cada momento como lo que es: un tiempo único; sentir cada abrazo como un regalo de la vida; renunciar al deseo de más para disfrutar de lo que se es y se tiene, requiere realmente un esfuerzo titánico.

ACEPTAR O CONFORMARSE

Reconozco que de pronto he sentido un temor reverencial y me he planteado seguir con la comodidad que implica continuar deseando siempre más, aspirar a ser lo que no soy, soñar con que la suerte cambie mi vida, vivir corriendo tras metas inalcanzables…

En ese momento mi hija Andrea ha venido sonriente a “compartir” mi merienda, me he sentido dichoso, he entendido la diferencia entre aceptar y conformarse, y he decidido seguir luchando por mi dorada mediocridad.
Dr. Fernando Torrijos
 




 

¿QUÉ ES ESTAR SANO?

ENFERMAR ES SABER ADAPTARSE A LA VIDA

La OMS define “salud” como un estado de bienestar físico, psíquico y social, pero ¿quién alcanza ese estado? Alguna vez alguien en algún orgasmo o en el estado de iluminación, pero ciñéndonos a esta definición el resto de gente está enferma. Sólo hay que clasificar la enfermedad de manera que entre en el seguro social y jubilarse cobrando una paga por inútil total o parcial.

Sin embargo, el concepto de salud puede ser muy amplio o estrecho según la persona, su cultura, sus posibilidades o sus seguros sociales. Es algo relativo, como la sensación de bienestar. Hay quien está bien pese a padecer una enfermedad grave y por supuesto mortal (se muere aun estando “sano”) y hay quien vive sin bienestar aunque no le haya sido diagnosticada ninguna enfermedad.

La salud es un estado de adaptación, una capacidad de sobrevivir a los avatares de la vida hasta que llega la muerte, es un equilibrio para sobrevivir. Incluso la enfermedad sólo sería una reacción en busca de ese equilibrio. El cuerpo siempre tiende a la supervivencia el mayor tiempo posible y en las mejores condiciones posibles.

Hay un concepto de salud “de seguridad social”, de gente enferma de verdad a la que pase lo que pase no le dan la baja ni para su entierro, aunque también están los que se hacen los enfermos para no trabajar un día sin otro con mil excusas. Y muchas veces se confunden ambos términos.

TANTAS SALUDES COMO ENFERMEDADES

Hoy en día se empieza a utilizar el término de “salutogénesis”. La salutogénesis es un diagnóstico de salud según el cual hay distintos tipos de enfermedad.

El diagnóstico global de salud depende de la herencia, de nuestra buena relación con el medio ambiente y con los demás, de nuestro grado de satisfacción con la vida, de nuestra capacidad para adaptarnos al mundo externo e interno, de nuestra capacidad para espiritualidad.

Y sí que hay tipos de salud. Incluso muchas de las patologías que hemos definido como enfermedades en realidad serían lo contrario: una reacción saludable de adaptación con la finalidad de recuperar y mantener la salud.

La salud depende del entorno, del comportamiento, de la cultura y de las condiciones mentales para aceptar la vida. Y con todas estas definiciones, sólo hay una que te define como alguien que está sano: la percepción que tú tienes sobre ti mismo.

RECOMENDACIONES

Para estar sano necesitamos de la auto competencia, de la autoestima, de la autorregulación, de saber balancear un orden de vida. Hemos de situarnos en el mundo, ver la importancia de nuestro cuerpo, tener un sentido y unos valores en la vida, saber dónde están los amigos y el lugar que uno ocupa.
Dr. Pablo Saz

 

lunes, 24 de febrero de 2014


"A veces podemos pasar años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante"