MEDITAR ES DESCANSAR LA MENTE PARA INICIAR
UN DIÁLOGO CON EL ALMA
Llega un día
en que lo necesitamos, así, sin más: apagar el ruido de la mente para
sintonizar esa voz interna que teníamos descuidada y que tanto tiene que
decirnos. Porque meditar es, ante todo, propiciar un reencuentro con nuestra
alma, una conexión vital con la que hallar respuestas en estos tiempos de mares
convulsos.
No existe
una única razón por la cual, una persona elige empezar a practicar la
meditación. A veces, se llega por casualidad. Alguien tiene un dolor de espalda
y le recomiendan el yoga, y del yoga, casi sin saber cómo, se inician en este
arte ancestral del que existen tantas escuelas como curiosos enfoques.
“Meditar es regalarte un momento para ti,
para estar contigo de manera íntima y especial”
Por otra
parte, cabe señalar también que la meditación tiene diferentes significados
según el contexto. A pesar de no estar ligada a ninguna religión en concreto,
sí es un componente destacado en muchas creencias. No obstante, y dejando a un
lado el aspecto espiritual, el interés psicológico por la meditación ha sido
siempre destacable por muchas razones y finalidades terapéuticas.
Este
ejercicio se centra ante todo en esa capacidad para “autorregular” la mente y
sus procesos, de manera que podamos alcanzar así un adecuado equilibrio entre
los pensamientos y las emociones. Es algo muy interesante, algo a lo cual se
llega a través de un entrenamiento planificado y que podría, sin duda,
ayudarnos a complementar muchas estrategias a la hora de ciertos “picos de
lanza” psicológicos, como el estrés, la ansiedad o la depresión.
Meditar para restaurar nuestro equilibrio
interior
Para muchos
hablar de meditación es hablar de Budismo. Sin embargo, cabe recordar que
también los druidas hacían uso de estas técnicas para conectar con la
naturaleza y la divinidad. Para lograrlo, debían afrontar una serie de
resistencias a las que denominaban las “cuatro tristezas”: la nostalgia, el
dolor de la pérdida, la envidia y la dificultad del viaje. Algo que, sin duda,
nos es ligeramente familiar.
Si uno
ahonda un poco en el complejísimo e interesante mundo de las religiones y la
espiritualidad, se dará cuenta de que hay ejes vertebradores que siempre se
repiten. Mircea Eliade, conocido filósofo e historiador, dijo una vez que en el
momento en que el ser humano miró hacia arriba por primera vez y descubrió las
estrellas, quedó hechizado por esa calma y esa magia, casi divina. Algo debía
ocurrir en aquella dimensión que tanto se alejaba de las necesidades y penurias
de la humanidad.
Desde que
hemos tenido uso de razón, siempre hemos ansiado hallar esa calma, ese
equilibrio interior con el cual, alcanzar una comprensión más intuitiva de las
cosas, una serenidad más sabia y profunda con la que invocar al auténtico ser
que llevamos dentro y que, de algún modo, nos permitiría conocernos mejor y
conectar de otro modo con nuestro entorno. Algo que, si lo pensamos bien, es
bastante complejo a día de hoy, en este mundo donde prima la acción y el
estrés, ese desgaste inadvertido que fragmenta por completo esa dimensión
divina: nuestra autoestima.
Dejar de ser esclavos de las circunstancias
externas
Nadie puede
controlar al 100% lo que acontece en nuestro exterior. No obstante, lo que sí
podemos dominar es el modo en que nos afectan esas circunstancias. Lo creamos o
no, cada uno de nosotros convivimos a diario con una serie de saboteadores
internos a los cuales, no vemos pero están ahí. Son como los ácaros de nuestra
conciencia, a los que debemos hacer frente de forma hábil, sabia.
Serían los
siguientes:
Las
preocupaciones.
Ser adictos
a recordar el pasado.
Pasarnos la
vida juzgando.
Ser críticos
con nosotros mismos y aún más con los demás.
Culparnos de
todo lo que acontece a nuestro alrededor.
Ser un
catastrofista empedernido
Ser un
adicto a las dudas y a las indecisiones.
Cuando una
persona empieza a meditar, se inicia al mismo tiempo en un viaje contemplativo
donde ver cada una de estas dimensiones. Ahora bien, lejos de contemplar estas
empalizadas con desdén o desprecio, las veremos con esa calma serena de quien
es capaz de NO juzgar para entender que el cambio siempre es posible. Porque la
meditación es, ante todo, arroparnos a nosotros mismos con respeto y amor para
clarificar las metas y salir reforzados de ese instante de paz y equilibrio.
Elige tu tipo de meditación y cuida de tu
cerebro
A día de
hoy, la ciencia tiene muy claro que meditar genera cambios muy positivos en
nuestra arquitectura cerebral. Se incrementa, por ejemplo, el grosor cortical,
esa área relacionada con la introspección y la atención. Asimismo, también
aumentan las conexiones en el área del hipocampo o el área frontal, estructuras
relacionadas con las emociones o la toma de decisiones.
La
meditación es, como vemos, un arte en el que vale la pena iniciarse si así lo
creemos y si lo necesitamos. Tenemos además diferentes tipos de meditación,
entre los que podemos elegir los que mejor se ajusten a nosotros en un momento
dado.
Serían las
siguientes:
Meditación
Budista
Meditación
Trascendental
Meditación
Vipassana
Meditación
Zazen
Meditación
Kabbalah
Meditación
Mantra
Meditación
Sufi
Meditación
Dzogchen
Meditación
Chakra
No obstante,
y como curiosidad, cabe señalar que tampoco es imprescindible seguir un enfoque
determinado. Meditar es un ejercicio con el que podemos alcanzar un estado de
conciencia y de relajación para beneficiarnos de una serie de procesos
cognitivos y psicológicos. En ocasiones, para lograrlo basta con visualizar
imágenes positivas mientras verbalizamos mentalmente una serie de afirmaciones
que se ajusten a nuestras necesidades.
Tengo plena
confianza en mí.
Me siento
libre para tomar mis propias decisiones.
Escucho mi
intuición.
Nada ni
nadie tiene derecho a vulnerar mi paz interior.
No soy menos
que nadie y nadie es menos que yo.
Me atrevo
por fin a iniciar el cambio, a luchar por mi felicidad.
Para
concluir, en ocasiones, para mantener o recuperar nuestra vitalidad en estos
tiempos inciertos y complejos, es necesario iniciar un camino inverso: en lugar
de correr hacia un lugar como deseando escapar, lo mejor es reencontrarnos.
Para ello, nada mejor que empezar a meditar.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/meditar-es-descansar-la-mente/
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