jueves, 18 de agosto de 2016

LA SENCILLEZ HACE DE UNA PERSONA COMÚN UN SER EXCEPCIONAL

No debemos olvidarnos de que, en ocasiones, menos es más, y debemos aprender a priorizar. La sencillez de pensamiento no implica simpleza, sino humildad y objetividad.

La sencillez es el lenguaje que nace el corazón y que no entiende ni busca artificios. Es la voluntad de respetar a los demás como a uno mismo, llevando una vida donde se acepta y se celebra todo aquello que se posee, por muy pequeño que sea.

Podríamos decir que en nuestro día a día no estamos acostumbrados a esos actos cargados de sencillez y humildad. Las personas tenemos a menudo aspiraciones muy altas, sueños elevados y costumbres muy alejadas quizá de esos actos más puros y elementales que definen la humildad.

No obstante, es común que muchos de nosotros lleguemos poco a poco a un punto donde, de pronto, nuestra visión de la vida cambie.

Ahí donde deseemos quitarnos muchas de nuestras “pieles” para volver a nuestras esencias, a nuestra gente, a nuestros orígenes. Empezamos a practicar la sencillez de corazón y nos sentimos felices con ello.

La sencillez, esa dimensión que cuesta tanto asumir

La sencillez no tiene nada que ver con ser buena o mala persona. Todos sabemos muy bien lo que es la nobleza y la importancia de actuar con respeto, con dignidad y practicando la reciprocidad.

Ahora bien, la sencillez es una dimensión algo más compleja, que implica a su vez diversos aspectos psicológicos que merece la pena tener en cuenta.

La sencillez de pensamiento

- La sencillez de pensamiento no es simpleza de razonamiento. Al contrario: es la aptitud para ver las cosas tal y como son, con plena objetividad.

- Hay personas que ven la realidad y los comportamientos ajenos según sus creencias. Se atreven a juzgar y a etiquetar; en cambio, las personas de pensamiento sencillo tienen la capacidad de ver las cosas “tal y como son”, aceptándolas aunque no le gusten.

- Algo tan simple como ver con franqueza y objetividad las cosas nos permite actuar con mayor aplomo y acierto. Esa es una virtud muy saludable que también deberíamos tener en cuenta.

El don de no sentirse apegado a nada

Es importante definir en primer lugar qué entendemos por apego. Los niños, por ejemplo, necesitan el apego de sus padres para sentirse amados, para sentirse seguros.

- Las parejas también necesitan el apego de sus compañeros, pero hablamos de un apego saludable, nunca tóxico o controlador.

- Por su parte, las personas sencillas tienen la habilidad de no sentirse apegadas a lo físico, a la necesidad de tener más de lo que ya hay a su alrededor, de no apegarse a nadie hasta el punto de quitarle su libertad, su esencia, su identidad.

- Las personas sencillas “son como son” y ante todo “dejan ser”. No desean imponer sus ideas, no juzgan, no discriminan ni buscan controlar nada ni nadie.

La unión con uno mismo para disfrutar del entorno y de su gente

El conocerse a uno mismo, saber cuáles son los miedos que nos definen, cuáles nuestras virtudes y dónde están nuestros límites son los caminos más poderosos para la autoaceptación.

- Lo creamos o no, este es un concepto al que no todo el mundo suele llegar. La autoaceptación es el primer peldaño para ejercer unas relaciones positivas y enriquecedoras.

- Quien se acepta a sí mismo acepta a los demás, y ello hace que no espere que el resto llene sus vacíos, eleve su autoestima o le traiga alegrías cuando lo asaltan sus miedos.

- Las personas humildes no esperan nada de nadie, lo esperan todo de sí mismas. Así es como pueden ofrecer lo mejor a los demás, evitando las clásicas decepciones que muchos de nosotros nos solemos llevar.

El camino hacia la sencillez

Señalábamos al inicio que es muy común que, en un momento dado a lo largo de nuestro ciclo vital, demos ese paso hacia la humildad.

- Lo hacemos porque nos sentimos sobrecargados por este mundo marcado por la competición y por un ritmo acelerado que nos aleja de las cosas más importantes: el bienestar, la calma, la serenidad, los amigos, la familia y, por supuesto, nosotros mismos.

- Algo tan esencial como recordar que “menos es más” nos puede ayudar a priorizar lo que de verdad puede hacernos felices.

- Los actos sencillos son los que poseen autenticidad de sentimiento y pureza de corazón: la caricia del ser amado, la risa de nuestros hijos, una conversación con los amigos, un paseo por la playa, hacer un favor a cambio de nada…

Estamos seguros de que, a tu alrededor, tienes a más de una persona de alma sencilla y excepcional que enriquece tu vida. No la pierdas, son luces en la espesura de esta modernidad, en ocasiones, demasiado compleja, que nos sirven de ejemplo e inspiración.

Son faros de riqueza emocional y humildad que alumbran nuestros senderos. Vale la pena imitarlas.


Fuente: http://mejorconsalud.com/la-sencillez-persona-excepcional/?utm_source=facebook&utm_campaign=MCS.ES&utm_medium=post


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