EVITAR LA FUSTRACIÓN
Para sentirnos
satisfechos en la vida conviene evitar la exigencia desmesurada. Valorar lo que
tenemos y no lo que nos falta nos alejará de la insatisfacción crónica.
¿Por qué algunas personas están siempre satisfechas y otras,
en cambio, encuentran siempre algo de lo que quejarse, aunque las cosas vayan
viento en popa? Los últimos estudios en psicología positiva revelan que una
exigencia desmesurada podría estar detrás de la incapacidad crónica para
sentirse satisfecho.
El investigador estadounidense Barry Schwartz ha hallado que
las personas que se sienten insatisfechas se caracterizan porque, en cada
decisión, se obsesionan por obtener el mejor resultado. Por ejemplo, a la
horade decidirse por un empleo, sufren excesivamente: “Este empleo está cerca
de casa, pero en el otro las tareas son más interesantes. En aquél me ofrecen
un salario mejor, pero en la otra empresa hay más oportunidades para ascender…”.
Tras mucho debatirlo, se decidirán finalmente por una de las posibilidades; no
obstante, seguirán pensando a todo lo que han tenido que renunciar. El
resultado es, en consecuencia, la incapacidad para disfrutar de su elección,
aunque haya sido buena.
VALORAR A LARGO PLAZO
La solución al problema sería aprender que algo “razonablemente
bueno” es suficiente. Y, sobre todo, entender que la vida no consiste en tomar
una decisión única, sino una cadena de decisiones. Es importante no encallarse
emocionalmente en ninguna de ellas buscando puntualmente el mejor resultado
posible. Si determinada elección arroja un buen resultado, esto nos permitirá
pasar a la siguiente elección y luego, a la siguiente y así sucesivamente. A
medio y largo plazo, obtendremos un resultado global acorde a nuestros valores,
es decir, que nos haga sentir satisfechos con nuestra vida.
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