LESIONES VERTEBRALES: SUS
CUATRO FASES
La vida es un proceso continuo
de altos y bajos personales, profesionales, emocionales y por supuesto físicos.
Todos nosotros en algún momento de nuestra existencia hemos tenido, directa o
indirectamente, que enfrentarnos a este proceso continuo de aprendizaje que es
vivir y que la mayoría de las veces se plasma o se cristaliza en nuestro
cuerpo, especialmente en esta estructura anatómica ósea que constituye el
eje de nuestra personalidad: la columna vertebral.
Recuperarnos, sanarnos de un
malestar o una lesión de este eje vertebral es un largo ejercicio que requiere
paciencia. Es preciso subir uno a uno los escalones de la salud que hemos ido
bajando; detenernos en los rellanos; tomar un poco de aliento y comenzar de
nuevo al ritmo que la fisiología y la sabiduría de nuestro cuerpo “dulcemente”
nos impone. Un hueso tarda tres meses en consolidarse y diez años para
restablecerse enteramente. Un ligamento tarda cinco semanas en cicatrizar y una
columna puede requerir, según qué casos, meses o años para ser enderezada.
La evolución de los trastornos
músculo-esqueléticos relacionados con la columna vertebral, excepto en
accidentes graves, la mayoría de las veces suele instalarse de manera
progresiva. Se empieza por un simple malestar local banal, una simple
“contractura” que si no se trata eficazmente, se convierte en una lesión
crónica de tejidos blandos, reversible al principio y con el paso del tiempo en
un bloqueo articular vertebral, a veces irreversible.
La enfermedad evoluciona en
etapas o fases, la cuestión es que algo relativamente benigno, como un malestar
sin importancia en alguna zona de la columna vertebral, puede producir en un
principio, un trastorno energético, después un trastorno funcional, para pasar más
tarde a una lesión irreversible, sobre todo si nuestro sistema inmunológico es
débil o estamos pasando por una etapa emocionalmente difícil, aparte de recibir
un tratamiento ineficaz o inexistente.
Recibir un tratamiento
Osteopático eficaz y preventivo es la base para detener el proceso de la lesión
vertebral y volver a encontrar el equilibrio natural de este eje raquídeo.
De lo contrario, cuando el
malestar se ha vuelto irreversible, tan sólo queda que el tratamiento
Osteopático alivie temporalmente o retrase el proceso degenerativo, aquí es
cuando en última instancia se impone la cirugía. A continuación expondré lo más
breve posible las cuatro fases fundamentales, a mi juicio, que determinan la
salud de la columna.
Primera Fase:
El trastorno energético, suele ser el más
frecuente, pero difícil de reconocer. Las causas pueden ser internas:
trastornos dietéticos y en especial del aparato digestivo derivadas de
tensiones emocionales o psíquicas (depresiones, excitaciones , fatiga intelectual…)
que pueden dar lugar a malestares en un órgano produciendo un dolor proyectado
a nivel vertebral. Por ejemplo algunos trastornos hepáticos se reflejan a nivel
dorsal, concretamente en la vertebral dorsal numero 8 (D8) a la derecha, una
hernia de hiato puede tener reflejo en D7 así como trastornos digestivos.
También tenemos causas
externas, es decir meteorológicas, corrientes de aire, frio, calor, humedad,
perturbaciones electromagnéticas, contaminación, posturas incorrectas en el
trabajo, falsos movimiento, estrés…, etc.
Estas causas van a crear un
bloqueo de la circulación sanguínea que es la principal fuente energética del
cuerpo, junto con el sistema nervioso.
Lo normal es que nuestro
organismo sea capaz de autocurarse ante un mínimo bloqueo energético y
desencadenar la homeostasis (equilibrio interno) que dará lugar a un aumento de
riego sanguíneo local, mejorando así la función de la zona vertebral afectada,
por ejemplo: una torticolis que remite al final del día.
Pero como señalé anteriormente,
si nos encontramos emocionalmente “bajos” esto se complica y el organismo corre
el riesgo de no recuperarse solo. Y si no hacemos un tratamiento global,
atendiendo no sólo a lo físico si no también al origen emocional del trastorno,
se corre el riesgo de evolucionar hacia una lesión funcional y después hacia
una lesión seria.
Para este tipo de trastornos
energéticos los tratamientos aconsejables serían: descanso en caso de fatiga
por exceso de actividad, calor para el enfriamiento y la humedad, desbloqueo
Osteopático de las zonas vertebrales implicadas y tonificación o sedación con
fitoterapia de los órganos implicados (hígado, riñones…, etc.).
Segunda Fase:
El trastorno funcional . Este tipo de
disfunciones constituyen el 70% de las disfunciones de la columna vertebral y
con demasiada frecuencia sólo se tratan sintomáticamente.
Normalmente aparecen como
consecuencia de una causa mecánica, es decir, un falso movimiento, de un
esfuerzo repentino o un traumatismo que causa un bloqueo vertebral o un esguince
en una o varias articulaciones distales, es decir lejanas de la columna, esto
ocurre en los accidentes de circulación y deportivos sin fractura ni luxación,
por ejemplo el latigazo cervical o el esguince de tobillo. Este último,
en especial cuando es recidivante (repetitivo), puede afectar al equilibrio de
la pelvis y más tarde originar alteraciones de la columna lumbar, por ejemplo
lumbalgias o ciáticas por contracciones espasmódicas del músculo piramidal de
la pelvis.
Este tipo de trastornos
funcionales se caracteriza porque las articulaciones pierden su movilidad, los
músculos que sujetan la columna se retraen y los ligamentos intervertebrales se
vuelven dolorosos a la palpación. Los dolores se instalan progresivamente y el
trastorno en un principio energético se convierte en funcional.
En cuanto a tratamiento, la
impotencia funcional y el dolor no deben intentar remitirse con
antiinflamatorios y antiálgicos ya que esto cronificará la alteración, dando
lugar a la siguiente fase, es decir la transformación en una lesión más
profunda.
Se hace necesario, pues, un
chequeo Osteopático, Estiramientos Globales Posturales y estancias
temporales en balnearios de aguas termales.
Tercera Fase:
Los trastornos de lesiones
reversibles. Estas lesiones cursan o bien de forma traumática (accidente, caída,
esfuerzo violento) o progresivamente (artrosis, artritis…) hasta llegar a
afectar a toda la estructura de la columna vertebral.
Los discos intervetebrales
suelen estar compuestos por el 80% de agua, estas lesiones tienden hacia una
progresiva deshidratación de estos lo que crea lesiones por compresión, es
decir: acuñamientos o aplastamientos y hernias discales súbitas de origen
traumático como señalé anteriormente .
Las fisuras discales, que a la
larga se convierten en protrusiones, entran dentro de estos tipos de trastornos
reversibles.
Los esguinces, ya bien simples
o graves, también se manifiestan en esta fase.
Los desequilibrios posturales
favorecen la erosión de los cartílagos, con la consiguiente aparición precoz de
la artrosis.
La musculatura de la espalda
sufre acortamientos crónicos y se producen lo que se llama compensaciones
posturales, por ejemplo: un hombro más alto que otro. Es un esfuerzo que hace
el cuerpo en busca de soluciones para la reversibilidad de las lesiones
vertebrales, aunque sea incorrecto.
En esta fase el deterioro de
los cartílagos suele ser notable, debido al desequilibrio postural de la
columna que afectara de manera notable a las rodillas, dando lugar a
condropatías: condromalacias, reblandecimientos del cartílago rotuliano.
En cuanto al hueso, a veces,
puede producirse fracturas de las apófisis vertebrales, es decir los relieves
óseos que podemos palpar a lo largo de la columna. Estas fracturas no tienen
peligro la médula espinal si se consolidan sin complicaciones.
El tratamiento en esta fase se
requiere de una actuación conjunta: Osteopatía, Podología, Reeducación Postural
y Naturopatía.
En una ocasión tuve un paciente
que con un cambio drástico en su dieta, Reeducación Postural y un tratamiento a
largo plazo de Osteopatía pudo hacer reversible un problema de osteoporosis.
Cuarta Fase:
Los trastornos de las lesiones
irreversibles. Esta es una de las fases a la que se llega si no empezamos a hacer
tratamientos preventivos y dejamos a la “suerte” y a determinados profesionales
la gestión completa o total de nuestra salud. Es decir, no nos hacemos
responsables de ella. Se trata de patologías en las que hay un cambio profundo
de los tejidos blandos (músculos, ligamentos, fascias, cartílagos, cápsulas
sinoviales) que con el tiempo da lugar a modificaciones definitivas en la
homeostasis (equilibrio interno) del cuerpo y por ende de la columna vertebral.
Las causas pueden ser varias:
retracciones de cicatrices quirúrgicas, compresiones vertebrales a causa de la
osteoporosis, complicaciones debido a desajustes vertebrales que no fueron
tratados en la fase reversible, traumatismo grave que provoca una comprensión
nerviosa acompañada de parálisis en ambas piernas, estrechamiento del canal
medular por accidente, deformaciones óseas importantes, por ejemplo Pagett.
Desde mi experiencia, el
tratamiento sería nunca perder la esperanza en encontrar una solución.
Imponiéndose la cirugía como último recurso.
Espero que este artículo te
haya podido dar luz acerca de las fases del desarrollo de las lesiones de la
columna, a fin de poner conciencia y estar alerta para preservar tu bien más
preciado: la salud.
Eutiquiano Endje
Osteopata, Terapueta
Craneosacral, Reeducacion Postural
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Telf.. 91 6396932 / 609 889557