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sábado, 13 de mayo de 2017
martes, 9 de mayo de 2017
PERDONAR
ES LIMPIAR LOS DESECHOS QUE OTRA PERSONA DEJÓ EN NOSOTROS
Perdonar, se dice tan sencillo y a veces
cuesta tanto trabajo, puede resultar una ardua labor, con todo y que sepamos
qué es lo mejor para nosotros, que somos los mayores beneficiados, que nos
liberaremos de sentimientos negativos que podemos sustituir por positivos… Pero
cuánto trabajo nos puede costar perdonar realmente, de corazón…
Cuando sentimos que alguien nos ha lastimado,
cuando han lastimado a alguien que queremos, cuando presenciamos o vivimos
injusticias, cuando somos traicionados, cuando nuestro corazón se entristece y
se arruga como una pasa porque alguien lo desvaloró, maltrató o realizó
cualquier acto donde nos sentimos vulnerados, se genera en nosotros de forma
casi inevitable un sentimiento de rencor, de dolor al recordar, de impotencia o
de culpa.
Debemos hacer un esfuerzo del tamaño
necesario para no cargar con ese peso a nuestras espaldas, el perdonar de
corazón nos libera, nos permite soltar algo que nos hace daño, algo que nos
pone en sintonía con el dolor. Perdonar no significa hacer las paces con quien
sentimos que nos ha agredido, tampoco es restarle importancia a eso que nos
lastimó. Es reacomodar nuestros sentimientos en pro de nuestro bienestar, es
darnos mayor importancia a nosotros que a nuestro agresor.
Perdonar es amarnos más a nosotros de lo que
despierta en nuestro ser el recuerdo de lo que nos lastima. Perdonar es aceptar
lo que ocurrió, no podemos cambiar el pasado, solo podemos cambiar cómo lo
revivimos en nuestra memoria, poder sanarnos nos permitirá ser más fuertes, ser
más conocedores de nosotros mismos y sobre todo protectores.
Esperar una disculpa o un cambio de actitud
por parte de quien nos ha lastimado o ha hecho algo que ante nuestros ojos
merezca ser perdonado, es darle el poder a otro sobre nuestro estado emocional,
probablemente esa disculpa no llegue, probablemente esa persona ni siquiera
tenga conocimiento de lo que ha generado en nosotros o bien pueda que jamás
cambie. Pero es nuestra responsabilidad y nuestro derecho liberar nuestra mente
del dolor, aunque nada alrededor cambie.
Ver las cosas tal y cómo son, aceptar y dejar
ir son las tres claves para romper esas cadenas. Nada puede cambiar aquello que
vivimos, aunque devolvamos una acción, aunque utilicemos la venganza, inclusive
si la otra persona se disculpa o en el peor escenario, dejar de existir en este
plano, eso no cambiará lo que vivimos… Lo mejor es aceptar y dejar ir todo
pensamiento de dolor… Ya pasó, no podemos hacer más.
Dejemos que el universo aplique sus
respectivas leyes, pero sin estar a la expectativa, todo ocurre por una razón,
todo lo que vivimos son lecciones, TODOS nosotros, inclusive nuestro agresor,
estamos en medio de un proceso de aprendizaje. Hay una ley de causa y efecto y
sin nosotros ocupar nuestros pensamientos y sentimientos en algo o alguien, muy
probablemente veamos un claro escenario a futuro. Lo importante es que no nos
dejemos amarrar nuestro corazón, porque allí estamos permitiendo que nos
lastimen permanentemente y eso podría catalogarse como la peor de las
agresiones y solo sería nuestra responsabilidad.
Perdona a todos y perdónate a ti mismo, no hay liberación más grande que
el perdón; no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza, y por
lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica
(agotadora y vana tarea), que te hace juez y cómplice de lo que te disgusta.
–Facundo Cabral
Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-perdonar-es-limpiar-los-desechos-que-otra-persona-dejo-en-nosotros-7589
lunes, 8 de mayo de 2017
EL PODER
DE LA HUMILDAD
Sería curioso empezar este artículo ahondando
un poco en el significado de la palabra “humildad”. La etimología nos dice que
humildad procede de “humus”, es decir, aquello que se desprende de la
naturaleza y que a su vez la fertiliza y la hace crecer. La humildad sería pues
“lo esencial”.
¿Qué es para ti esencial en tu vida? ¿Tu
familia, tu trabajo, tus aficiones? Todos disponemos de ese algo que es
verdaderamente importante para nosotros, nuestra verdadera esencia. El resto,
es simplemente superficial. Pero hay que saber reconocerlo.
En ocasiones, las personas no solo nos
rodeamos de cosas artificiales, sino que es posible que hasta nosotros mismos
nos hayamos convertido, desgraciadamente, “en seres artificiales”. ¿Cómo
evitarlo entonces? ¿Cómo volver a nuestra esencia?
Practicar la humildad
Hay quien dice que la humildad,
sencillamente, consiste en callar nuestras virtudes y permitir a los demás
descubrirlas por sí mismos. Es cierto, pero la dimensión de la humildad va
mucho más allá.
Practicar la humildad y por lo tanto ser
humilde se trataría en primer lugar de una sencilla invitación a ver nuestras
limitaciones y a saber reconocerlas con el objetivo de aprender.
Por ejemplo, primero hemos de asumir nuestro
desconocimiento mediante el cual, asentar esos nuevos aprendizajes, esas nuevas
experiencias. Si aceptamos nuestros propios límites tomaremos conciencia de
todo aquello que nos queda por hacer o aprender. Quien cree que ya lo sabe todo
no irá más allá, la soberbia engulle a la humildad y origina personas engreídas
a la vez que resentidas.
Ser humilde no es ser débil o ingenuo, al
contrario, nos aporta lucidez y una fuerza particular para ver las cosas en
toda su realidad. Bien es cierto que en ocasiones puede ser complicado llegar a
ver cuál es la verdadera esencia, el verdadero “humus” de nuestras vidas.
Estamos llenos de obligaciones, de presiones
laborales, de proyectos que cumplir, de personas ante las que responder y no
defraudar… Tanto que en ocasiones nos sumergimos en una pequeña vorágine de
dimensiones donde es complicado entrever lo que de verdad nos aporta la
felicidad. Pero es aquí donde empieza la humildad: comprendiendo qué es importe
por encima del resto de artificios.
Tu bienestar, tu familia y tú seréis siempre
lo más importante. La humildad debe practicarse cada día, y el mejor modo de
hacerlo es mediante unas sencillas preguntas: ¿Qué es lo que me hace
verdaderamente feliz? ¿Qué es lo que no desearía perder? ¿Qué es lo que podría
hacer para conseguir o mantener aquello que quiero?
La humildad en las pequeñas cosas
Las personas humildes no se vanaglorian de
sus éxitos. Practicar la humildad es un ejercicio diario que se mueve con la
responsabilidad de hacer las cosas bien, de comprometerse, de hacer lo que toca
y lo que es necesario, con autenticidad.
Las cosas pequeñas son las que tejen los
actos verdaderamente importantes, esos códigos sencillos que tanto nos aportan:
una sonrisa, una palabra, un gesto de empatía… códigos que no se compran sino
que salen desde lo más profundo de nuestro ser; aspectos que se instalan en
nuestra memoria y que nos aportan la verdadera felicidad.
Saber escuchar, saber entender los silencios,
ser receptivos, cercanos, cómplices y sinceros, son características que definen
a las personas humildes. Esas que tanta confianza nos aportan y donde deberemos
buscar a los verdaderos amigos.
El valor de la humildad no requiere objetos
materiales, las dimensiones “intangibles” son casi siempre las que nos aportan
verdadero bienestar, verdadera felicidad. Y es aquí donde reside la verdadera
calidad de vida… en las cosas sencillas. En el “humus” de nuestra esencia, ahí
donde logramos desprendernos de todo lo que es superficial.
¿Qué tal si lo ponemos en práctica?
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/el-poder-de-la-humildad/
sábado, 6 de mayo de 2017
EL AMOR
ES MÁS UNA DECISIÓN QUE UN SENTIMIENTO
El amor está sobrevalorado
El tipo de amor al que nos referimos en esta
entrada es al amor que se forma en las parejas y que no tiene mucho que ver con
el amor incondicional o ágape, ese que reconoce que todos somos parte de lo
mismo y que el bienestar del otro es tan buscado como el nuestro. Nos referimos
al amor que justifica una unión o una relación.
Escuchamos cientos de veces parejas que se
separan, justificándose con frases como: “es que ya no nos amábamos”, “dejamos
morir el amor”, “se acabó el amor”, “cuando se acaba el amor nada se puede
hacer”… Y todo el protagonismo de la ruptura se la lleva “el amor”, este tipo
de amor tiene la ventaja de que puede construirse, puede decidirse y puede
acabarse con la misma facilidad con la que una vez se declaró.
Por lo que podríamos decir que lo que se
rompe realmente en las parejas es la disposición, son las ganas de trabajar en
una relación, es el compromiso por una construcción conjunta. El amor real no
depende de las circunstancias, es porque es, se ama porque sí, independientemente
de lo que podamos obtener de la persona amada. El amor real no se encarga de
llenar vacíos o complementar, eso debería tener otro nombre para no
confundirnos.
Este tipo de amores incondicionales no es
frecuente en las parejas, puesto que la mayoría de ellas está buscando un
sentimiento de bienestar junto a quien está, bien sea emocional, económico,
social, familiar, etc. Y no se trata de juzgar este tipo de sentimientos, se
trata de entender que lo que mantiene unidas a las parejas es la decisión
racional de estar juntos, por lo que si esa decisión en alguna de las partes se
modifica, el llamado: amor, comienza a morir.
Durante ese proceso pocos se detienen a
pensar a profundidad qué es lo que los está llevando a esa situación, tienen
muchas emociones y se confunden entre la desolación, el despecho, la rabia, la
frustración o en el mejor de los casos la liberación. Definitivamente todos
tienen derecho a cambiar sus decisiones, incluidas aquellas que involucran a
otras personas, pero sería de utilidad pensar que nuestro amor no es otra cosa
que el resultado de un pensamiento, es decir, un proceso netamente mental y
consciente, a donde dirigimos nuestras energías, nuestros recursos, nuestros
pensamientos, hacia allá irán dirigidos nuestros sentimientos.
Esto puede sonar pragmático, pero si alguien
deja de pensar en positivo de su pareja, la aísla de sus planes, no invierte su
tiempo en ella, no dedica su energía, esto es la causa de que “el amor muera”,
no la consecuencia. Obviamente las relaciones pasan por diferentes etapas y si
la pareja se dispersa y no está clara en lo que conlleva y encierra cada una de
ellas, incluyendo la etapa que le sigue a la inicial, donde la química está a
flor de piel y las hormonas juegan un papel trascendental, pueden imaginarse
que ya no sienten lo mismo, y es verdad, ya no sienten lo mismo, porque no son
los mismos en primer lugar y porque han llegado a otro nivel donde hace falta
centrarse y apostar por la relación, lo mismo ocurre cuando llegan los hijos,
cuando llegamos a los 40 o cuando se presenta una tercera persona que despierta
nuestro interés.
Cuando sientas que el amor está muriendo en
tu relación, realiza un balance, ve hasta qué punto esa persona es importante
en tu vida, si los planes en conjunto valen la pena, si tienen hijos a quienes
criar… Y si tu balance da a favor de la relación pues piensa que el amor está
sobrevalorado, que no es más que la forma como tú lo quieres ver y que como se
ha apagado o mermado, así mismo puede repotenciarse.
Por: Sara Espejo Rincón del Tibet
Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-el-amor-esta-sobrevalorado-12364
viernes, 5 de mayo de 2017
RECONOCER
LOS ERRORES NO NOS HACE MENOS, NOS HACE SABIOS
Una de las acciones más difíciles para el ser
humano, es reconocer los errores cometidos, probablemente porque esto implica
tener que retractarnos, aceptar las consecuencias y en muchos casos admitir
nuestra equivocación ante quienes no deseamos, el caso es que el ego no nos
permite vislumbrar el beneficio de admitir y reconocer los errores cometidos,
que de todo lo que nos hace, lo principal es que nos hace humanos.
Reconocer nuestros errores habla de nuestra
madurez como seres humanos, puede que ello no sea muy sencillo que digamos,
pero si lo pones en práctica, con el tiempo descubrirás que es la mejor manera
de aprender de la vida, de tu vida.
Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de
equivocarme.
Charles Chaplin
Aunque no lo parezca, es más liberador que
difícil reconocer que nos equivocamos, entonces hagamos el sano ejercicio de
pronunciar dos palabras: ¡Me equivoqué! Nadie está exento de equivocarse: El
caminar tiene sus tropiezos y caídas, pero esto no significa que haya que dejar
de dar pasos.
Equivocarse trae muchas ventajas, si
aprendemos a mirar lo que sucede con ojos de sabiduría, los errores son
importantes para nuestro bienestar así pueda sonar algo confuso, pero para que
estos no pasen en vano por nuestras vidas, es importante registrarles y
resarcirles. Duele equivocarnos, pero a veces nos duele más reconocerlo, pues
implica aceptación y de seguro tener que enmendar algunas cosas, pero lo más
importante y que no solemos apreciar, es que en esta acción hay humildad,
bondad, sabiduría y quizás la mayor valentía conocida.
La vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros.
Jean de la Fontaine
Pasamos entonces a tener una mezcla de
sentimientos revueltos y aunque deseemos reconocer que nos equivocamos, nos
rendimos ante la facilidad del no hacerlo. No nos gusta desacomodarnos, siempre
es mejor seguir teniendo la razón así cueste, el orgullo no permite que nos
movamos de nuestra posición “privilegiada” y allí nos enredamos y nos
desgastamos intentando creer que no nos hemos equivocado, o que si lo hicimos,
fue de una minúscula forma: es como si eligiéramos entre la ceguera y el
astigmatismo avanzado, vemos tan borroso, que preferimos creer que no hay nada
de mancha en el horizonte.
Reconocer nuestros errores no nos hace menos,
somos nosotros mismos quienes nos colocamos en situaciones de desventaja frente
a los errores y aunque muchas veces traen consecuencias irreparables, tener la
tranquilidad de haber dado el paso de aceptación y reconocimiento, no tiene
precio alguno.
Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
Charles Dickens
Todo suele suceder por una razón, aunque
muchas veces lo entendemos con el pasar del tiempo, las consecuencias y los
efectos de las causas, no tardan en manifestarse, es la ley de la vida, es la
naturaleza humana y queda en cada uno de nosotros asumir o fingir que nada
ocurre para no doblegarnos.
Reconocer los errores te brinda oportunidades
y aunque quizás puedas sentirte juzgado, recuerda siempre que tu único juez
siempre será la conciencia…
Por: Marvi Martínez
miércoles, 3 de mayo de 2017
VIVE TU
VIDA Y DEJA DE PENSAR EN LO QUE QUIEREN LOS DEMÁS
Puede sonar un tanto egoísta, no significa
anular las consideraciones o deseos de quienes amamos, pues en muchos sentidos
podemos regocijarnos a través de la felicidad de quienes se relacionan con
nuestra vida, de quienes nos importan, amamos y admiramos.
Pasar tiempo de calidad con quiénes amamos y
queremos tener cerca, es una manera maravillosa de destinar nuestro tiempo y al
final del camino sabremos agradecer las afinidades forjadas. Sin embargo, no
dejes que los demás te impongan sus sueños, no intentes satisfacer
continuamente sus expectativas porque al final del viaje, será la vida quien te
pase factura.
Los prejuicios, son creencias previas a la observación.
José Ingenieros
Debemos invertir sabiamente nuestro tiempo,
sin temores, dudas o preocupaciones innecesarias. Mayormente solemos alimentar
nuestro pensamiento, gastar energías valiosas en cosas innecesarias, en lugar
de vivir aquello que deseamos vivir, estar con quién queremos estar y tener la
capacidad de asumir plenamente nuestro camino.
El tiempo que tenemos es demasiado corto, por
lo que no debemos desperdiciarlo haciendo algo que no nos satisface,
simplemente porque los demás lo hacen o porque siempre se ha hecho así.
Necesario es razonar, especialmente cuando se trata de patrones, costumbre y
tradiciones.
Un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más
que reordenar sus prejuicios.
William James
En muchas ocasiones, por evitar herir
susceptibilidades, evitar crear antagonismos o simplemente por llevar la
corriente, dejamos que nos invada la inseguridad respecto a nuestra propia vida
y lo que hacemos en ella, invertimos nuestro tiempo en cosas que no deseamos o
simplemente no necesitamos. Solo son acciones que nos mantienen dentro del
sistema fingido y que desvirtúan nuestras capacidades para anteponer lo útil a
lo agradable.
Dejar de pensar en lo que quieren los demás,
para dirigir la mirada a nuestro interior, es fundamental para valorar nuestro
tiempo, porque son aspectos de la vida que van de la mano, tan estrechamente,
que se complementan, no podemos vivir nuestra vida sin valorar nuestro tiempo y
evidentemente para hacer esto posible, es necesario dejar de preocuparnos por
lo que piensen los demás.
Comenzar a asumir nuestra vida, dedicar
nuestro tiempo a aquello que nos da plenitud, paz, que nos congracia con
nuestro interior, es la mejor manera de aprovechar el tránsito, sin importar lo
que los demás crean o piensen. Respetar a los demás y no ir en detrimento de
nadie, es la función del amor y la mejor arma para librar las batallas de
nuestra vida.
Por: Marvi Martínez
Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-vive-tu-vida-y-deja-de-pensar-en-lo-que-quieren-los-demas-25021
martes, 2 de mayo de 2017
AUNQUE NO
APRUEBES LO QUE HACEN LOS DEMÁS, ¡VIVE Y DEJA VIVIR!
En la vida no siempre vemos lo que queremos,
esto no quiere decir que nuestra manera de ver la vida sea o no la correcta,
simplemente es un enfoque, no significa que los demás estén equivocados y nosotros
en lo correcto, finalmente cada quien es dueño de su propia vida y realmente no
tenemos el derecho de juzgar, especialmente cuando no deseamos ser juzgados.
En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia,
pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven. Nicolás Maquiavelo
Pasar nuestra vida sufriendo y padeciendo por
las decisiones y situaciones ajenas, no trae más que desgaste y agotamiento, es
más sabio vivir y dejar vivir a los demás, de igual manera, nada queda impune
en la vida, tarde o temprano todo toma su cauce y no es menester de nadie,
sentenciar a los demás, especialmente cuando se desconocen los motivos.
No podemos pretender que los demás actúen
conforme a lo que nosotros pensamos que debería ser, cada quien tiene sus
criterios, motivos y percepciones de las cosas, evidentemente, muchas personas
en su camino atropellan a otras, y esto aunque no se justifica, igual no nos
corresponde juzgarlo, simplemente tener la serenidad para ver más allá de lo
que se nos presenta.
Es mucho más difícil juzgarse uno mismo que juzgar a los demás. Si logras
juzgarte correctamente serás un verdadero sabio.
Antoine de Saint-Exupéry
Hay quienes pasan su vida condenando, amargan
su existencia y la del resto de las personas, se entrometen, perjudican,
critican destructivamente y ocupan su tiempo permanentemente en sembrar dudas y
sosobras, triste camino el de ellas que tarde o temprano recogerán lo que
siembran.
Podemos observar, sin juicios ni prejuicios,
podemos escuchar sin opinar y podemos tener la humildad para tolerar y la
compasión para aceptar, no somos perfectos, nadie lo es, la vida da muchas
vueltas y jamás sabremos a ciencia cierta donde nos corresponderá estar.
Hay velas que lo alumbran todo, menos su propio candelabro.
Friedrich Hebbel
Recibiremos lo que damos, de allí la
sabiduría que radica en el silencio, en la observación y en la depuración del
pensamiento, pues vivir y dejar vivir, no solo pasa por las acciones, sino que
nace del pensamiento y se forma en la palabra.
Quitémonos la necesidad de emitir juicios y
opiniones sobre los demás, sobre su vida, acciones y decisiones, en la vida es
mejor callar a tiempo que condenarnos por las palabras, especialmente cuando
van dirigidas a alguien más, hasta un mal pensamiento nos exigirá cuentas, más
necesario y útil es dedicarnos a conocernos a nosotros mismos en lugar de ser
jueces ajenos.
Por: Marvi Martínez
Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-vivir-y-dejar-vivir-25566
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