miércoles, 5 de agosto de 2015

Isla de Lobos, un paraíso cercano.




LA DEPRESIÓN DETRÁS DE LA SONRISA

¿Cuántas personas crees que conoces que parecen felices pero luchan con pensamientos depresivos en el día a día? ¿Haces esto con frecuencia? Se suele creer que las personas deprimidas son incapaces de tener una vida como cualquiera. Quizá piensas que pasan la vida en la cama y que no pueden funcionar en el trabajo. La realidad es que ninguna de estas dos ideas es correcta.

No todos experimentan la depresión de la misma forma. En algunos casos es prácticamente imposible identificarlos si solo analizas la forma en la que viven. Podrías sorprenderte al descubrir que hay quienes sonríen, son altamente funcionales, bromistas y tienen una vida social de lo más agradable.

La depresión sonriente

Muchos psicólogos coinciden en que los casos de depresión más sorprendentes son aquellos de la llamada “depresión sonriente”. No sería sorprendente si nunca has escuchado este término. Una forma de definirlo es como “la apariencia de felicidad hacia los demás cuando se viven los síntomas de la depresión de forma interna”.

Será difícil que identifiques si alguien cercano a ti padece este tipo de depresión. Quienes viven con ella han aprendido a ocultar sus emociones y demostrar solo lo que se espera de él o ella. Es muy común que no quieran aceptar su depresión o que no quieran tener que enfrentar sus síntomas porque temen que los demás los consideren débiles o raros.

La parte más importante de la depresión sonriente es la tristeza. La sonrisa es un mecanismo de defensa contra el exterior en un intento de ocultar sus verdaderos sentimientos. Puedes estar experimentando una profunda tristeza por una relación fallida, una profesión complicada, la falta de un propósito en tu vida o la soledad no deseada. La tristeza también puede manifestarse como una constante cuando sientes que “algo no está bien”.

¿Por qué es tan peligrosa la depresión sonriente?

La persona que vive con depresión sonriente puede sentirse ansioso, enojado, con miedos excesivos, cansado, irritable y sin esperanza. Puede que estos sentimientos no aparezcan todos juntos. Incluso, es probable que durante largos períodos no aparezca ningún síntoma de manera recurrente.

Imagina a la depresión sonriente como una máscara. Quienes sufren de depresión sonriente no dan ninguna señal de su problema al mundo exterior. A menudo mantienen un trabajo a tiempo completo, un hogar, participan en deportes y tienen una vida social muy activa. Con su máscara todo parece perfecto. Sin embargo, pueden sufrir ataques de pánico, baja autoestima, tristeza, insomnio y, en algunos casos, pensamientos suicidas. Esto último es justamente la parte más preocupante.

Por lo general quienes viven y aceptan que tienen depresión severa pueden tener pensamientos suicidas, pero no la energía para actuar. Sin embargo, aquellos que sufren de depresión sonriente tienen la capacidad energética para planificar y lograrlo. Suelen ser el caso típico de la persona que se suicidó y sorprendió porque nadie imaginaba que algo iba mal en su vida. Ésto es lo que hace que esta depresión sea el tipo más peligroso.

¿Cómo evitar las consecuencias negativas?

Si estás viviendo con este tipo de depresión recuerda que existen alternativas que te ayudarán. Éste es uno de los problemas de salud mental más tratables. Ya sea a través de consejería o psicoterapia, es posible salir adelante con éxito.

En caso de que sospeches que un familiar o ser querido vive con depresión sonriente, prepárate para que su primera reacción sea la negación. No es una falta de interés por su parte, sino que existen sentimientos negativos enmascarados, como el miedo o la inseguridad. Quizá la persona que lo sufre ni siquiera es consciente de que tiene este problema y la palabra “depresión” le puede sonar exagerada.

Además de la terapia, es importante buscar el apoyo en amigos y familia. Buscar un confidente puede ser el paso clave para analizar lo que sientes y lo que te preocupa. Esta persona no solo te escuchará, también te ayudará a ver las cosas con otra perspectiva. No pienses que serás una carga. A veces nos olvidamos que los que nos rodean nos quieren. Solo recuerda que la mayoría está dispuesto a apoyarte de la misma forma en que tú lo has hecho. Hablar de lo que sientes es vital para lidiar con pensamientos depresivos.

Mientras continúes negando o evitando el problema, te será imposible encontrar una solución real. Cuando los pensamientos depresivos no son combatidos, suelen crecer y empeorar.


Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/la-depresion-detras-de-la-sonrisa/


martes, 4 de agosto de 2015

domingo, 2 de agosto de 2015

CERRAR LOS CÍRCULOS DE LA VIDA

Es fundamental saber cuándo termina una etapa de la vida porque si permanecemos demasiado tiempo en ella, perdemos la alegría y corremos el riesgo de que todas las cosas bonitas que hemos vivido, se tiñan de gris. Tal es el caso, por ejemplo, de las relaciones de pareja. Cuando una relación está herida de muerte, prolongar su final a menudo solo sirve para sacar lo más negativo de cada persona, haciendo que nos quedemos con un mal sabor en la boca.

Por eso, es importante aprender a cerrar círculos, o capítulos de nuestra vida, que es lo mismo. Se trata de dejar ir a personas o experiencias que en su momento tuvieron sentido pero que ya no lo tienen. Se trata de poner un punto final para poder pasar página y abrirse a las vivencias nuevas. Por supuesto, no es fácil.

El vértigo emocional del pasado

El pasado forma parte de nosotros, ha contribuido a que seamos lo que somos. No podemos simplemente enterrarlo porque, antes o después, resurgirá. Por eso, es fundamental aprender a hacer las paces con esa historia. Solo cuando asumimos y aceptamos esas experiencias, nos liberamos de su peso para continuar nuestro camino.

En este sentido, un experimento realizado en la Universidad de Harvard nos desvela el enorme poder que tienen las experiencias que no asumimos sobre nuestro bienestar. Estos psicólogos trabajaron con personas que habían sufrido un trauma y vieron cómo se graban las huellas dolorosas en nuestro cerebro.

A cada una de estas personas, le leyeron una descripción de su experiencia traumática. Mientras tanto, escaneaban su cerebro. Así se pudo apreciar que quienes sufrían estrés postraumático, reaccionaban de manera diferente. En la práctica, se activaban zonas como la amígdala, relacionada con las respuestas emocionales de miedo, y la corteza visual. Sin embargo, el área de Broca, relacionada con el lenguaje, no mostraba una gran actividad.

Este y otros estudios similares nos desvelan que cuando no aceptamos un hecho doloroso, este se mantiene activo en nuestro cerebro y cada vez que lo recordamos, lo revivimos como si fuera una situación real. El problema radica en que no hemos cerrado ese capítulo, no le hemos encontrado un sentido a la experiencia y, por ende, no hemos podido convertirla en una experiencia narrativa más de nuestras vidas.

Hasta que no logremos cerrar ese círculo, esa experiencia continuará provocando dolor y sufrimiento. De hecho, nos puede sumir en una especie de vértigo emocional que nos impide mirar con claridad al futuro y cicatrizar las heridas.

Aprender a desprendernos de lo que nos daña

Existen miles de razones por las cuales nos aferramos al pasado pero en su base siempre se encuentra el miedo a lo desconocido y nuestra tendencia a mantenernos en la zona de confort. Aunque suene contradictorio, nos asusta más dar el próximo paso, que seguir sufriendo en el punto en el que estamos.

Sin embargo, no podemos vivir el presente con un pie en el pasado. Lo que sucedió, sucedió, hay que desprenderse de su influjo porque de lo contrario, no podremos crecer como personas.

De hecho, crecer no implica solamente apropiarse de nuevas habilidades, conocimientos y conocer nuevas personas sino que significa, fundamentalmente, desprenderse. Para ganar algunas cosas, debemos desprendernos de otras. Y eso significa que debemos tener el coraje para cerrar ciclos de nuestra vida y dejar atrás personas o experiencias que aunque en su momento nos brindaron mucha felicidad, pero que ahora no son más que un lastre para nuestro crecimiento.

¿Qué debemos dejar ir?

- Todo lo que nos daña y genera un sufrimiento innecesario.

- Todo lo que nos arrebata la felicidad y hace que muramos un poco cada día, apagándonos lentamente.

- Todo lo que nos mantiene atados al pasado a base de falsas esperanzas.

- Todo lo que no tiene sentido en nuestra vida y no encaja en nuestra nueva visión del mundo.

- Todas las personas que nos han abandonado y que no desean que formemos parte de su vida.

- Todos esos lugares en los que ya no nos sentimos a gusto y a los que solo acudimos por deber o por hábito.

- Todas esas costumbres, creencias y actitudes que son un obstáculo para la nueva etapa de la vida que vamos a afrontar.

Cerrar círculos de la vida no es un final, es más bien el principio de algo nuevo.

Cerrar círculos duele, pero es necesario

Por supuesto, cerrar determinados capítulos de nuestra vida no es tan fácil. A menudo requiere tiempo y nos vemos obligados a pasar por una etapa de duelo en la que podemos experimentar muchas emociones, desde la rabia y el resentimiento hasta la tristeza y la nostalgia. Todas esas sensaciones son completamente normales y forman parte del proceso de desprendimiento. Lo importante es no quedarse estancados en ninguna, experimentarlas en su debido momento y después dejarlas ir, hasta que hayamos hecho las paces con nuestro pasado y en su lugar solo quede la serenidad.

En este sentido, el mito de la renovación del águila nos permite comprender mejor la necesidad de ir cerrando capítulos de nuestra vida:

“El águila es un ave longeva pero cuando llega a la mitad de su vida, debe tomar una decisión difícil.

En ese momento, sus uñas son demasiado curvas y flexibles, por lo que no le permiten capturar a sus presas. Su pico también se curva excesivamente y sus plumas se hacen muy gruesas, dificultando el vuelo.

Entonces el águila tiene solo dos alternativas: morir o afrontar un proceso de renovación particularmente doloroso.

Tendrá que volar hasta una montaña, hacer un nido y romper su pico contra la roca. Esperará hasta que crezca uno nuevo, con el cual se arrancará las uñas y las plumas.

Se trata de un largo, doloroso y solitario proceso de renovación pero el águila que consiga llegar hasta el final, estará lista para remontar el vuelo y vivir muchos otros años”.

Por supuesto, se trata tan solo de una metáfora pero, al igual que el águila, hay momentos en la vida en que debemos deshacernos de ciertas cosas para poder continuar adelante. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de morir aplastados bajo el peso de ese sufrimiento.




sábado, 1 de agosto de 2015

ALMAS GEMELAS QUE COINCIDIMOS EN EL TIEMPO, PERO CON BILLETES A OTROS DESTINOS


Tal y como diría aquella canción: “tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”. No hay duda, en ocasiones la casualidad teje maravillosas oportunidades que nos hacen conocer a esas almas gemelas, seres perfectos, que ponen luz y un sendero nuevo a nuestras vidas.

Son almas que coinciden en un mismo instante y que llegan a compartir con nosotros un breve fragmento de tiempo, meses o incluso años inolvidables, pero que sin embargo, al final todo se rompe y se viene a bajo como un castillo de naipes llevado por el viento.

Era, a tu parecer, la pareja perfecta, pero por diversas circunstancias nada de eso ha podido ser, cada uno de vosotros coincidisteis en un mismo andén de la vida, pero llevabais billetes para destinos diferentes.

En ocasiones, el amor no es suficiente para mantener una relación, a pesar de que esa alma sea el reflejo de la tuya. A veces hay distorsiones inconciliables o altos costes imposibles de mantener. Hay amores imposibles que nos hacen vivir fragmentos de tiempo perfectos, fugaces e intensos pero que llevan desde el inicio, fecha de caducidad.

La importancia de arriesgar y experimentar en la vida

Una vida sin riesgo y sin decisión, es una vida no vivida. Es posible que sepas desde el principio que determinadas experiencias pueden suponerte un alto coste, puede que seas consciente de que salir de esa zona de confort que es tu hogar y esa seguridad cotidiana, va a traerte la incertidumbre de “no saber”, y el riesgo de cometer no uno sino “varios errores”.

Arriesgarse es perder el equilibrio, pero en cada paso que damos aprendemos también a levantarnos de las caídas y a caminar otra vez con más seguridad. Lo mismo ocurre con nuestras relaciones afectivas, ahí donde nadie dispone del manual perfecto, ni viene a este mundo siendo un auténtico gurú de ese amor que es inmune al sufrimiento, de ahí que valga la pena tener en cuenta estas dimensiones.

¿Es verdad que existen las “almas gemelas”?

Es muy posible que al leer el título de este artículo hayas pensado que si en verdad existen las almas gemelas, éstas, jamás cogerán rumbos diferentes, porque las almas que son iguales están predestinadas a estar siempre juntas. No te equivoques, no hagas saltos al vacío sin paracaídas.

Los amores perfectos no existen, se trabajan día a día afrontando costes e invirtiendo tiempo y esfuerzos. Y aún más, en ocasiones el amor no es la única respuesta a todos los problemas, no es la respuesta a todas las dudas ni el puente a todos los vacíos emocionales. Hay grandes amores condenados a ofrecerse un gran sufrimiento ¿La razón? Hay muchas: falta de comprensión, egoísmos, inmadurez, diferentes intereses…

El destino teje en ocasiones maravillosos encuentros con personas que nos parecen “perfectas”, sin embargo, en ocasiones ese amor lleva fecha de caducidad casi desde el principio, es un alma gemela con la que compartir un tiempo determinado, disfrutando de cada minuto, de cada segundo… No obstante, recuerda siempre que tu alma gemela debes ser tú mismo/a, tú ese amor propio y cuidar cada día para seguir manteniendo el equilibrio a cada paso que das.

La importancia de arriesgarse en el amor

En ocasiones lo sabemos. Hay algo en nuestro interior que nos dice que esa relación no va a mantenerse en el tiempo, que te va a traer sufrimiento, que todo va a ser breve y puede que hasta doloroso. ¿Cometemos entonces un error al arriesgarnos?

En absoluto, no lo será siempre y cuando sepas muy bien dónde están los límites y recuerdes proteger tu autoestima. El amor es una aventura que merece ser vivida, y lo más probable es que si decides dejar escapar esa oportunidad, lamentes toda tu vida el no haberte arriesgado, el no haber bajado corriendo de ese andén y haber abrazado a esa persona hasta perder el aliento.

Lo que ocurra después nadie puede saberlo, tanto si es ese amor dura toda tu vida o si al final esa relación es tan breve como intensa y te ocasione más sufrimiento que felicidad, todo habrá valido la pena. Es tiempo vivido, es tiempo aprendido, tiempo en el cual has vibrado, reído y llorado.

Las penas que tengas después, las curará el día a día, pero sin lugar a dudas, puede que sea más doloroso lamentar el no habernos arriesgado, que el recordar un amor que no pudo ser. Eso, es el libro de la vida, y como tal, debemos escribirlo cada día.

No existe el amor sin riesgo, quien no se aventura no vive, quien no se esfuerza no ve la recompensa. Y a pesar de de que esa relación con nuestra “aparente” alma gemela no durará, ten por seguro que ese amor perdurará en tu recuerdo toda la vida.