Algunas veces ocurre lo inesperado.
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lunes, 25 de abril de 2016
domingo, 24 de abril de 2016
LOS PENSAMIENTOS CURAN MÁS QUE LAS
MEDICINAS
Reclama una
nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curar de la energía,
mucho más eficaz que los medicamentos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha
conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en
cuenta lo “alérgicos” que son los científicos a los temas trascendentales. Es
doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre.
Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células
según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus
descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que
la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han
llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como
La biología de la creencia y La biología de la transformación.
Usted asegura que la medicina convencional
va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?
Nos dan
medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo.
Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está
interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla
química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo
el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados
“efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No
entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples.
Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000
personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar
drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas
cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la
que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células.
¿Y qué ha descubierto sobre las células
pero que no tiene en cuenta la umedicina?
Yo ya
trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había
muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época
cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y,
como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de
células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro
plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un
entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo.
Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se
formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno.
Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las
células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando
cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y
mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?”¡Pero no
hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno
sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50
trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es
una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel!
¿Cuál es el entorno de la célula que hay
que cuidar?
Dentro de mí
hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre,
por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué
controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente
según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por
ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también
enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la
medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de
las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si
cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la
química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el
entorno.
En un entorno sano, ¿nos curamos
automáticamente? ¿Así de fácil?
No es tan
fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy
sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces
crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y
el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la
célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la
mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto
nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso
que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer
salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad
no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos
positivos y efecto placebo.
¿Está diciendo que el efecto placebo –creer
que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi
investigaciones sobre eso.
Sí, tienes
razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener
que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no
interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las
empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o
malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus
fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las
farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la
industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia
está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el
dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos
estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia.
Explíquenos cómo funciona ese poder que
dice que tiene la mente para la autocuración.
He hablado
de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si
piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a
alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo
puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las
células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y
veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas.
La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está
persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi
organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así
que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo
sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día
cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada
tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con
ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas
células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea
problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer.
La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo
aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando
estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el
sistema inmunitario.
Eso significa que el estrés nos hace
enfermar, ¿no?
Las hormonas
del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto
en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema
inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y
eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el
sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está
bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento
y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus
nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te
enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona,
descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero
si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se
apaga el sistema inmunitario,
proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes
dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al
médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual.
Explíquenos qué es la medicina cuántica o
medicina de la energía.
Como decía,
la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los
médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está
basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las
señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física
cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo
invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y
qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde
a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar
la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que
cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa,
porque responde primero el campo energético que el físico.
Si todo es energía, ¿los pensamientos
también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?
La mente es
energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más
poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas
porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la
mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un
campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es
capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del
desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos…
pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y
es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad
que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo
conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo,
puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama
placebo y el otro nocevo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la
manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas
cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el
problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.
Y eso enlaza con la física cuántica.
Totalmente.
Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No
mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.
Usted ha explicado que, en la mente, quien
realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar
hábitos de pensamiento?
Es millones
de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el
subconsciente el 95 por ciento del tiempo.
Pero no lo podemos controlar.
Lo puedes
reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis
años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento
fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las
enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la
programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.
Es decir, los niños absorben también sus
enfermedades o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente. ¡Qué
gran responsabilidad para los padres!
La gente,
cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes
que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros
abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu
manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un
niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer
cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche:
si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues
lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo
con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la
mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa
prenatal.
¿Podemos reprogramar el subconsciente para
estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?
Los
comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar
haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al
cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu
vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente
registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así.
La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos.
Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la
consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y
repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente
consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la
subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y
todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento…
solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi
niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son
suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que
no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como
la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un
aprendizaje rápido.
Con su investigación, ha aunado ciencia y
creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la
eternidad?
Absolutamente,
sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si
cojo mis células y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario
las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son
receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores
a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos
receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro
sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un
televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce.
Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea
el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así
que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de
Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene
los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo,
pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo
puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.
¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?
Nunca había
creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la
vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué
tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo
existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una
puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones
vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias.
Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo
transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi
espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más
importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos
sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.
viernes, 22 de abril de 2016
CUANTO MÁS GRUESA ES LA ARMADURA, MÁS
FRÁGIL ES EL SER QUE LA HABITA
Ser una
persona frágil supone tener una sensibilidad especial, que vamos protegiendo
mediante una coraza, añadiendo capas ante cada decepción y sentimiento
frustrado. Hasta la persona más sensible puede volverse fría cuando se siente
amenazada por una situación por la que no está dispuesta a pasar.
Hay
situaciones que a todos nosotros nos resultan difíciles de afrontar, asumir y
encajar como las de abandono, rechazo, desprecio, culpa, etc. En las
situaciones donde nos sintamos especialmente vulnerables haremos un repliegue
con el fin de protegernos. Esto es algo fundamental para preservar nuestra
integridad.
El carácter
y temperamento de cada persona influirá en su comportamiento ante este tipo de
situaciones que pueden provocar un gran dolor emocional. Por eso hay quienes se
exponen a situaciones dolorosas sin protegerse, y con cierta tendencia al
masoquismo, hasta quedar fuertemente magullados y heridos.
Otro tipo de
personas en cambio se mantienen precavidas: cuando anticipan una situación
similar a la de alguna experiencia anterior, son capaces de poner barreras y
volverse impermeables, indiferentes a cualquier emoción o sentimiento.
“Sin duda, tu coraza te
protege de la persona que quiere destruirte. Pero si no la dejas caer, te
aislará también de la única que puede amarte.”
-Richard Bach-
Ser frágil no significa ser débil
Ambos tipos
de personas descritas anteriormente estarían en polos diferentes, aunque siendo
dependientes de su misma fragilidad. Ni tirarse al vacío es una opción sana, al
igual que tampoco lo es atrincherarse para insensibilizarse.
La
fragilidad es comúnmente relacionada y confundida con la debilidad: ser frágil
me indica la intensidad de mis emociones, mi sensibilidad para experimentar mis
sentimientos y la dificultad que tengo para mostrarme tal y como soy por miedo
a que me hieran.
Siendo
frágil puedo ser fuerte ante las circunstancias, avanzando y conquistando mis
temores. Sin embargo, no permito mostrarme sensible, aunque internamente esté
sufriendo, pasándolo mal y sintiéndome solo. Quiero aparentar fortaleza
colocándome mi armadura, haciéndome creer que no me afecta, cuando la realidad
es que me afecta tanto que siento no poder soportarlo.
Somos
capaces de comprobar nuestra fortaleza cuando seguimos confiando a pesar de las
traiciones, cuando avanzamos a pesar de nuestros miedos y nuestra tristeza,
cuando mostramos nuestra vulnerabilidad y sensibilidad a quien lo merece.
Mostrándome tal y como soy
Cuando
reprimimos las emociones, cuando levantamos muros ante todo lo que sentimos,
permitimos que solo nos puedan ver de forma superficial, e incluso tratamos a
las demás personas de igual manera, teniendo así relaciones superfluas sin
especial compromiso.
¿Podemos así
conocernos tal y como somos? ¿Damos la oportunidad de que nos puedan conocer de
verdad? Añadir capas a nuestra armadura tiene estas consecuencias, nos perdemos
quienes somos. Vivimos atrapados por el miedo, con el fin de mantenernos
cerrados al dolor.
“Si quiero conocerme a
mí mismo, todo mi ser, la totalidad de lo que soy y no solamente una o dos
capas, entonces es obvio que no debo condenar, debo estar abierto a cada
pensamiento, a cada sentimiento, a todos los estados de ánimo, a todas las
inhibiciones.”
-Krishnamurti-
Cuando somos
especialmente sensibles, desarrollamos nuestra capacidad para evitar estar en
nosotros, nos enfrentamos al mundo desarrollando con diversos perfiles, que son
diferentes dependiendo de nuestro carácter: los tímidos y vergonzosos,
retraídos, bordes, complacientes, cuidadores, los que siempre están para los
demás, etc.
De alguna
manera, todas estas son nuestras máscaras con las que nos protegemos, adoptando
un rol determinado. Y así eludimos, siempre que podemos, hablar de nosotros
mismos y entrar en quienes realmente somos.
Con pequeñas
mentiras se pierde a grandes personas.
Aprendiendo a conocerme dando paso a mis
emociones
Es seguro
que volveré a sentir la traición, me volverán a hacer daño y las cicatrices de
mis heridas se abrirán de nuevo. Es algo que no puedo evitar, porque forma
parte de la vida misma, de mi paso por ella. Si realmente quiero vivirla,
aprender a conocerme y a conectar con los demás, he de exponerme a que todo esto
pueda suceder aunque me sienta frágil.
Mi
insensibilidad, frialdad, mi armadura; la coraza y los muros que levante no son
la solución.Esconderme fusionándome con los demás es mi autoengaño, el rol que
ejerzo para sentirme seguro. Todo es una falsedad, una triquiñuela que me
impide reconocerme.
Anestesiamos
nuestra sensibilidad impidiendo que se exprese, porque cuando, en el pasado,
hemos tenido la sensación de haber encontrado a la persona con quien poder
compartirla, hemos sido traicionados. Al abrirnos, hemos perdido nuestro propio
rumbo y amor, para poder ir aceptándonos, construyendo de nuevo un amor aún más
real.
Este proceso
es el de mayor vulnerabilidad, ya que estamos reconstruyendo nuestra identidad
dando un paso al frente, aprendiendo a explorar e ir reconociendo la
sensibilidad que hemos ocultado con cerrojos. A la vez que estamos más
expuestos hay mayor probabilidad de que nos hieran, porque estos cambios
suponen a su vez una trasformación en la relación con otra persona y en los
roles establecidos.
Los
desengaños por los que pasamos tanto de nosotros mimos como con las demás
personas, nos ayudan a ver con más claridad con qué tipo de personas queremos
estar. Vamos seleccionando a través de cuestiones más profundas como los
valores, la honestidad y la autenticidad.
Al fin y al
cabo todo este trayecto tiene sus aprendizajes a cada paso que vamos dando.
Dejando así que se manifiesten nuestras emociones, por dolorosas que resulten,
facilitamos el encuentro con nosotros mismos, y la conexión profunda con el
resto del mundo.
jueves, 21 de abril de 2016
miércoles, 20 de abril de 2016
CREER EN TI
SERÁ TU MEJOR OPCIÓN
¿Verdad que
cuándo somos pequeños parece que no existen los límites? De pequeños creemos
que podemos ser todo aquello que soñamos: astronautas, bomberos, policías…
Pero, cuando nos hacemos mayores los límites se encuentran por todas partes, ¿o
son límites que nosotros mismos creamos?
Nunca permitas que te
desalienten los que no creen en ti, al contrario, esfuérzate más y muéstrales
que eres capaz
-Hernán Sabio-
Tú puedes con todo
El miedo al
fracaso, la poca autoestima, las dudas, los miedos, todo esto provoca que
nuestra autoconfianza no se encuentre en su mejor estado y esto ¡nos impide ser
aquello que queremos! Por eso, debes siempre creer en ti mismo y confiar en tus
posibilidades, pues esto te ayudará a ser una mejor persona que labrará su
propio camino hacia al éxito, sin barreras.
Hoy veremos
algunos de los beneficios que derivan de creer en uno mismo, algo que quizás te
inste a quererte un poco más y ¡confiar en ti! Porque tú puedes con todo.
Criticarás menos
Cuando
emitimos un juicio o criticamos a alguien, lo único que estamos haciendo es
describirnos a nosotros mismos. Además, centrarte tanto en los demás impide que
puedas dedicarte más tiempo a ti mismo, lo que evitará que crezcas como
persona.
Cuando seas
una persona con una confianza en ti mismo que ¡hasta te sorprenda!, verás cómo
te conviertes en una persona menos crítica con los demás. ¿Empezarás a
centrarte en ti mismo de una vez?
Menos excusas
¿Cuántas
excusas te dices en tu día a día? “No tengo tiempo” es una de las más
utilizadas y, muchas veces, ¡no es verdad! Los miedos provocan que te excuses
para no llevar a cabo o hacer aquello que deseas. Creer en ti mismo hará que te
excuses menos y que hagas más. ¡Ponte en acción!
Serás una persona perseverante
La
perseverancia es algo que nos cuesta y que evita que continuemos caminando por
ese sendero que has decidido recorrer. Creer en ti mismo te permitirá saber lo
que vales, que las barreras las puedes superar si quieres y que el esfuerzo y
las dificultades siempre tienen un resultado positivo. Así que, ¡persevera!
Serás más objetivo ante las críticas
Es difícil
no tomarnos las críticas como algo personal, pero en muchas ocasiones esto
manifiesta lo poco que te valoras y lo poco que crees en ti. Es por esto por lo
que creer en ti mismo, confiar en ti mismo, te permite ver las críticas desde
una perspectiva mejor. De esta manera, lograrás identificar aquellas de las que
podrás beneficiarte o aquellas que deberás ignorar.
Desarrollarás un mayor autocontrol
Un pájaro posado en un
árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en
la rama sino en sus propias alas
Creer en ti
solamente tiene una salida: el éxito en todos los aspectos de tu vida. No es
algo baladí, no es algo que no deba preocuparte. Creer en ti es algo que debes
tener en cuenta para ser feliz, para hacer realidad todos tus sueños y para
convertirte en la mejor versión de ti mismo.
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