sábado, 8 de agosto de 2015

viernes, 7 de agosto de 2015

RESILIENCIA: EL ARTE DE SOBREPONERTE A LOS GOLPES DE LA VIDA.

El vocablo resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.

La resiliencia es la capacidad de los seres vivos de afrontar la adversidad, un trauma, una tragedia, o amenazas de fuerte tensión y sobreponerse a períodos de dolor emocional, saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.

“No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda.”

-Bob Marley

Cabe decir, que la resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional.

Aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.

El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?

La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar.

Entonces… ¿Qué caracteriza a una persona resilente?

Las personas resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.

Además…

– Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.

– Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.

– Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.

– Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?

– Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.

– Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.

– Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.

– No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.

– Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.

– Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.

– Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.

– Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

Los beneficios de la resiliencia

*Las personas mas resilentes tienen una mejor autoimagen

*Se critican menos a sí mismas

*Son más optimistas

*Afrontan los retos

*Son más sanas físicamente

*Tienen más éxito en el trabajo o estudios

*Están más satisfechas con sus relaciones

*Están menos predispuestas a la depresión

¿Qué contribuye a que una persona sea más resiliente?

– El apoyo emocional es uno de los factores principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás solo.

– Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.

– No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.

– Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.

– Confiar tanto en ti mismo como en los demás.

Para mí, el objetivo principal de difundir el concepto de resiliencia es para contribuir a la concientización de que todas las personas poseen esta característica, pero que de todos nosotros depende el despliegue de ella si nos otorgamos oportunidades mutua.

Acabaré este artículo con una cita de Marc Levy que reza así: El tiempo cura todas las heridas, aunque nos deje algunas cicatrices. O, si me permites modificar ligeramente la cita:

“La resiliencia cura todas las heridas, aunque deja algunas cicatrices.”




"Te haces adicto a cualquier cosa que te haga sentir mejor un rato, aunque sepas que te hace mal. Pasa con el café, el alcohol o las personas"


miércoles, 5 de agosto de 2015

Isla de Lobos, un paraíso cercano.




LA DEPRESIÓN DETRÁS DE LA SONRISA

¿Cuántas personas crees que conoces que parecen felices pero luchan con pensamientos depresivos en el día a día? ¿Haces esto con frecuencia? Se suele creer que las personas deprimidas son incapaces de tener una vida como cualquiera. Quizá piensas que pasan la vida en la cama y que no pueden funcionar en el trabajo. La realidad es que ninguna de estas dos ideas es correcta.

No todos experimentan la depresión de la misma forma. En algunos casos es prácticamente imposible identificarlos si solo analizas la forma en la que viven. Podrías sorprenderte al descubrir que hay quienes sonríen, son altamente funcionales, bromistas y tienen una vida social de lo más agradable.

La depresión sonriente

Muchos psicólogos coinciden en que los casos de depresión más sorprendentes son aquellos de la llamada “depresión sonriente”. No sería sorprendente si nunca has escuchado este término. Una forma de definirlo es como “la apariencia de felicidad hacia los demás cuando se viven los síntomas de la depresión de forma interna”.

Será difícil que identifiques si alguien cercano a ti padece este tipo de depresión. Quienes viven con ella han aprendido a ocultar sus emociones y demostrar solo lo que se espera de él o ella. Es muy común que no quieran aceptar su depresión o que no quieran tener que enfrentar sus síntomas porque temen que los demás los consideren débiles o raros.

La parte más importante de la depresión sonriente es la tristeza. La sonrisa es un mecanismo de defensa contra el exterior en un intento de ocultar sus verdaderos sentimientos. Puedes estar experimentando una profunda tristeza por una relación fallida, una profesión complicada, la falta de un propósito en tu vida o la soledad no deseada. La tristeza también puede manifestarse como una constante cuando sientes que “algo no está bien”.

¿Por qué es tan peligrosa la depresión sonriente?

La persona que vive con depresión sonriente puede sentirse ansioso, enojado, con miedos excesivos, cansado, irritable y sin esperanza. Puede que estos sentimientos no aparezcan todos juntos. Incluso, es probable que durante largos períodos no aparezca ningún síntoma de manera recurrente.

Imagina a la depresión sonriente como una máscara. Quienes sufren de depresión sonriente no dan ninguna señal de su problema al mundo exterior. A menudo mantienen un trabajo a tiempo completo, un hogar, participan en deportes y tienen una vida social muy activa. Con su máscara todo parece perfecto. Sin embargo, pueden sufrir ataques de pánico, baja autoestima, tristeza, insomnio y, en algunos casos, pensamientos suicidas. Esto último es justamente la parte más preocupante.

Por lo general quienes viven y aceptan que tienen depresión severa pueden tener pensamientos suicidas, pero no la energía para actuar. Sin embargo, aquellos que sufren de depresión sonriente tienen la capacidad energética para planificar y lograrlo. Suelen ser el caso típico de la persona que se suicidó y sorprendió porque nadie imaginaba que algo iba mal en su vida. Ésto es lo que hace que esta depresión sea el tipo más peligroso.

¿Cómo evitar las consecuencias negativas?

Si estás viviendo con este tipo de depresión recuerda que existen alternativas que te ayudarán. Éste es uno de los problemas de salud mental más tratables. Ya sea a través de consejería o psicoterapia, es posible salir adelante con éxito.

En caso de que sospeches que un familiar o ser querido vive con depresión sonriente, prepárate para que su primera reacción sea la negación. No es una falta de interés por su parte, sino que existen sentimientos negativos enmascarados, como el miedo o la inseguridad. Quizá la persona que lo sufre ni siquiera es consciente de que tiene este problema y la palabra “depresión” le puede sonar exagerada.

Además de la terapia, es importante buscar el apoyo en amigos y familia. Buscar un confidente puede ser el paso clave para analizar lo que sientes y lo que te preocupa. Esta persona no solo te escuchará, también te ayudará a ver las cosas con otra perspectiva. No pienses que serás una carga. A veces nos olvidamos que los que nos rodean nos quieren. Solo recuerda que la mayoría está dispuesto a apoyarte de la misma forma en que tú lo has hecho. Hablar de lo que sientes es vital para lidiar con pensamientos depresivos.

Mientras continúes negando o evitando el problema, te será imposible encontrar una solución real. Cuando los pensamientos depresivos no son combatidos, suelen crecer y empeorar.


Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/la-depresion-detras-de-la-sonrisa/


martes, 4 de agosto de 2015