LOS EFECTOS METAFÍSICOS DEL ACTO DE JUZGAR
Cuando
comprendemos nuestro propio ritmo y el ritmo del otro, no juzgamos. El juzgar,
la exacción y la culpa generan ansiedad, falta de integridad y de conexión con
el todo.
Muchas veces
nos sentimos en pedazos, como si la vida, nuestro día-a-día, fuese superficial
y no entero. Nos despedazamos en máscaras de trabajadores, de hijos, de
maridos, de víctimas de la infancia y de problemas emocionales, y olvidamos
que, al juzgarnos, enfocamos únicamente el problema, y no la solución.
¿Has probado
a adoptar una actitud teniendo la seguridad de lo que estabas haciendo? Eso es
integridad. Eso es ser consciente de los desafíos, pero con una perspectiva más
amplia, sin victimismo.
Quien juzga
sus actos ya no está entero, pues el juzgar deriva de creencias y valores
absorbidos por nuestra mente o razón, sin pasar por nuestro discernimiento
amplio.
Si somos
modelos de vida individuales, cómo podríamos evaluar qué es lo mejor para mi o
para el otro, si cada momento y cada individuo tienen la gracia propia para
usar su creatividad, lo que han aprendido y su buen sentido para actuar, de
manera diferente.
El mundo
occidental concede valor a las semejanzas y enjuicia las diferencias. No debemos
olvidar que son las diferencias lo que hace crecer, ver las cosas de manera
distinta y, principalmente, nos convierten en seres con flexibilidad y
posibilidades infinitas.
Quien juzga
es prisionero de la falta de opción, de la falta de oportunidad y posibilidad.
Quien juzga
está puesto contra la pared en diversas situaciones, sin vislumbrar opciones
para elegir. Por ello el juzgar limita, encierra y reduce las posibilidades de
prosperidad.
Quien acepta
las situaciones no tiene prejuicios, y contempla lo que hay de bueno en cada
uno y en cada situación. Procediendo así, no sufrimos, puesto que ampliamos
nuestra perspectiva en el sentido de percibir que nada es por casualidad, que
aprendemos con lo nuevo, con lo diferente y con lo UNO.
La
metafísica demuestra los efectos del juzgar en nuestro día-a-día. Seguramente
habrás ya protestado por alguna falta en tu vida: falta de novio, de empleo, de
dinero, de cariño, etc. Cuando falta, tenemos la impresión de que no existe
aquel ítem en el mundo entero o, si lo hay, tú no eres merecedor de ello.
En verdad,
lo que pasa es que enjuicias tanto que vas tamizando todo hasta que no sobra
nada.
Falta novio,
pues le juzgas si es alto, si tiene dinero, si tiene la voz fuerte, etc.
Falta
dinero, pues juzgas el trabajo, que nadie te da reconocimiento, la empresa no
es buena, etc.
El secreto
es hacer limonada con el limón. Contemplar lo menos bueno como una oportunidad
de modificar. Quien juzga tan sólo permanece estancado en el juzgamiento y no
crece.
La mayoría
de las personas que critican, no salen de aquella situación, pues solamente
están juzgando y no están haciendo algo para cambiar.
Cuando
alguien venga a criticar alguna cosa, prueba a preguntarle qué es lo que
propone para mejorar o perfeccionarlo. Puedes estar seguro de que muchas
personas no han pensado en la solución. El juzgar tan sólo enfoca el problema.
Por tanto,
no juzgues o condenes. Aprende a evaluar y a extraer siempre algo bueno de
todas las situaciones. Estoy seguro de que tu vida te presentará abundancia de
posibilidades siempre, en todas las situaciones.
Fuente: http://www.diapordiamesupero.com/2012/10/los-efectos-metafisicos-del-acto-de.html
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