NO MUEVAS MONTAÑAS POR ALGUIEN QUE NO
MOVERÍA UNA PIEDRA POR TI
Nos han
grabado a fuego aquella famosa frase que dice que tienes que dar sin esperar
nada a cambio y nos la hemos creído de una forma indudable. Sin embargo te
pregunto, ¿no crees que en tus relaciones afectivas mereces recibir al menos
una mínima parte de lo que tú das? Es decir, no se trata de esperar siempre algo
a cambio, sino de no mover montañas siempre por alguien que no movería una
sola piedra por ti.
Mereces
reciprocidad, mereces un equilibrio en el acto de dar y recibir con los demás.
No siempre tienes que ocupar tú el mismo lugar, debe ser alternable: si tú hoy
te desvives por una amiga porque es tu voluntad y te apetece, lo normal es que
en alguna otra situación os cambiéis los papeles.
Por amistad,
por cariño o porque simplemente en eso consisten las relaciones sanas,
necesitas en tu vida personas que de corazón hagan lo posible por mantenerte en
la suya: a veces no hace falta mover montañas por alguien, es suficiente con
tener consideración con lo que hacen por ti.
“La única persona que
necesitas en tu vida es aquella que te demuestra que también te necesita en la
suya.”
El amor verdadero no es incondicional
Walter Riso,
en "Los límites del amor", te acerca en parte a esta cuestión pues trata de
enseñarte que el amor no necesita ser incondicional para ser verdadero y que
esta es, a veces, una idea errónea que puedes llegar a tener. De hecho, a todos
nos ha molestado alguna vez la pasividad de los demás hacia nosotros cuando, al
contrario, nos ha faltado tiempo para estar ahí.
Por esta
razón cualquier relación en la que haya un vínculo emocional establecido
precisa una regulación de interés y apego por las dos partes, puesto que así se
evita caer en la dependencia emocional.
En otras
palabras, molesta sentir que otra persona no movería un dedo por nosotros y sin
embargo tendemos a darnos a ella incondicionalmente: aquí hay un desequilibrio
que probablemente acabe en un roto. Estás dispuesto a darte a los demás según
el grado de importancia que cada cual tenga para ti: es un mover montañas,
tierra y aire sin condiciones que puede convertirse en tu enemigo.
“Eso de que el amor de
pareja no espera nada a cambio es un invento de los sumisos:
si das, quieres
recibir. Es lo normal, lo recíproco.”
-Walter Riso-
Un efecto
contraproducente
Tenemos la
valentía de abrir y entregar el corazón a la personas que queremos, dejándonos
totalmente expuestos a no encontrar lo mismo de vuelta, pero es justamente esto
lo que puede hacer que perdamos el corazón y nuestras ganas en el intento.
Las
experiencias te han enseñado que no por hacer más por los demás significa que
te vayan a querer también más. Al contrario, a veces el efecto es totalmente
contraproducente: te desvives por alguien porque quieres que se quede en tu
vida a todas costa y olvidas que mover montañas por él no conseguirá que lo
haga. Incluso puede que te canses y se vaya.
Es un efecto
contraproducente porque has puesto todas tus energías en esa relación y con
ellas también las ilusiones, pero te has dado cuenta de que no te aporta nada:
esa relación es irreal porque el interés se nota y si no se nota es que esa
persona no está.
El poder de
la reciprocidad
Así que has
llegado a la conclusión de que toda persona se cansa de un afecto no recíproco,
de un comportamiento desigual. La reciprocidad es fundamental porque si esta se
echa de menos es que una persona está perdiendo pero, si está presente, las dos
están ganando.
En el
momento en el que no existe equilibrio en el acto de dar y recibir, sobre todo
emocionalmente, se da un déficit que puede finalizar con los lazos que unen a
varias personas. El poder de la reciprocidad reside en querer y sentirse
querido para que los lazos se mantengan.
“Lo que me gusta de la
ayuda recíproca y desinteresada entre dos personas
es la incertidumbre de no saber, al final, quién tuvo la suerte de conocer a quién”
-Anónimo-
Una mera
sonrisa, un gesto de agradecimiento o un simple abrazo ya es signo de querer
fortalecer un vínculo, por lo que si tú ya lo llevas a cabo no puedes esperar
menos. Haz por los demás, pero no por ello dejes de lado tu yo interior: mover
montañas no tiene sentido si nadie quiere ayudarte a hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario