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miércoles, 11 de septiembre de 2019
viernes, 23 de agosto de 2019
"El tiempo es la condición del buen amor que permite a las otras condiciones manifestarse y desarrollarse. Es una condición necesaria del buen amor, porque los amantes se aman en el tiempo y porque cada uno de ellos llega al encuentro del otro proveniente de historias distintas, de trayectorias y búsquedas diferentes. Historias, trayectorias y búsquedas existen en el tiempo, son inconcebibles sin él. Como también lo son las personas, como los que aman y son amados. El tiempo es la condición del buen amor que hace posible sembrar, germinar y cosechar actitudes y sentimientos. Cuando actúa como condición del buen amor, el tiempo nutre y libera, da oxígeno, horizonte y esperanza. El tiempo en el amor tóxico, en el amor que equivoca su nombre y su destino, es una jaula que aprisiona, una mortaja. Cuando los que se aman comparten una relación de buen amor, el tiempo es libertad".
Sergio Sinay, "El buen amor"
Sergio Sinay, "El buen amor"
miércoles, 31 de julio de 2019
miércoles, 3 de julio de 2019
viernes, 21 de junio de 2019
Si piensas que el silencio no es una respuesta… aún te falta
mucho por aprender.
Es muy común quejarnos y conocer de quejas, que tienen que
ver directamente con el silencio como respuesta, generalmente causa un rechazo
hacia los demás el no tener una respuesta clara y de alguna manera el silencio
suele confundir de una manera impresionante.
Quizás sea esto lo que más molestia causa en las personas,
que al tener silencio como respuesta, no podemos descifrar lo que estamos
recibiendo, no comprendemos si realmente estamos recibiendo una respuesta, si
debemos reaccionar, en muchas oportunidades desata furias, en otras confusión,
en otras desesperación, el caso es que desde muchos ángulos, el silencio como
respuesta queda descartado.
Ocurre que si no entendemos que el silencio es una respuesta
directa, aún nos falta mucho por aprender en la vida. Guardar silencio es una
manera de expresión tan atrayente, que en muchas personas remueve sus pasiones
más ocultas y las interpretaciones más
descabelladas, pero es evidente que no sabemos aún que palabras poner en
ese silencio que recibimos y curiosamente cuando llenamos ese silencio de
palabras, nunca es a nuestro favor, para nuestro bienestar, por el contrario,
asumimos de alguna manera que todos los pensamientos negativos que hemos
tenido, respecto a esa situación, se hacen realidad y el silencio los evidencia.
Guardar silencio es una manera de responder, aunque tenga
muchos matices, puede significar sensatez, calma, represión, mentira,
desinterés o total atención, el silencio suele detener actos terribles, puede
apaciguar ánimos de manera inmediata, puede reflejar madurez y capacidad de
escuchar, no siempre tenemos que tener respuestas representadas en acciones
verbales, en gestos, gritos y actos desenfrenados, si podemos reaccionar ante
una lágrima, la entendemos, nos llega y nos activa, por qué nos cuesta tanto
entender el silencio como respuesta?
De manera directa, podemos pensar que tiene que ver con
nuestras interpretaciones, nos agobia el silencio porque ello significa que la
respuesta la pondremos nosotros, según nuestros pensamientos e interpretaciones,
cada palabra no dicha quedará a nuestra imaginación, esto se debe a la
creciente e inagotable necesidad de siempre generar una reacción en los demás,
de que sea una comunicación de toma y dame, cuando las mejores charlas parten
del silencio, de las miradas, de las sensaciones, de esos espacios donde
podemos decir lo que pensamos y dejar que el silencio actúe, sin
interpretaciones, especialmente cuando ellas van orientadas hacia el
sufrimiento.
Aprender a recibir el silencio como respuesta, no solo te
ayudará enormemente a calmar tus reacciones y enfocarte en tus acciones, a dar
paso a la serenidad, a dejar esos espacios breves del pensamiento, donde se
barre con toda intención y se escucha más allá de lo que se piensa que es, más
allá de la interpretación, consiste en escuchar con la mente vacía, es
descifrar si esa respuesta es una petición de calma, de espacio, de momento o
si simplemente es una mera agonía por dar término a todo aquello que suponemos
y que generalmente nos lastima.
Respuestas en la vida, muchas, pues el silencio es una de
las más valiosas que quizás aprendamos a recibir y especialmente a dar…
miércoles, 19 de junio de 2019
Hasta que no te vacíes de todo
lo que atormenta, no podrás llenarte de todo lo que te hará feliz
Ciertamente no somos un
contenedor limitado, en nuestro ser podemos almacenar infinidad de
sentimientos, en nuestra mente infinidad de pensamientos, sin embargo, mientras
nos dediquemos a albergar lo que nos daña, esto prevalecerá y no nos dejará
apreciar aquello que nos hace feliz.
La felicidad depende en gran
medida de la conexión que tengamos con nosotros mismos, con ese ser superior
que habita en cada uno, que no tiene tanto que ver con nuestro nombre, nuestros
logros, nuestros roles, sino con esa parte esencial a la que algunas veces
sentimos no tener acceso.
Cuando nos centramos en dolores,
rencores, penas, resentimientos, estamos prácticamente cediéndole poder a
nuestra mente y estamos quedando más aislados de nuestra esencia… Una vez que
decidimos tomar el control desde la consciencia, se nos hace más sencillo dejar
ir todo aquello que nos afecta de manera negativa.
Cuando nos limitamos a
instalarnos en aquello que nos atormenta, estamos dejando de recibir las
bendiciones que nos ofrece cada día la vida, estamos dejando de apreciar las
cosas positivas que nos acontecen, dejando de agradecer lo más importante que
tenemos, que no es más que nuestro momento presente.
El momento presente no es otro
sino nuestra realidad, nada ocurre fuera de él, y por lo general nunca estamos
atentos a él. Se nos escapa gracias a nuestra mente danzante y dispersa, que se
enfrasca en un pasado de acuerdo a su marco de referencia o hace un vuelo hacia
el futuro a través de la imaginación.
Soltar no es sencillo, pero
parte de la idea de liberar ese espacio no físico de aquello que nos hiere o
simplemente no nos hace bien. Las culpas, los rencores, la falta de perdón, el
resentimiento, los apegos, son los que nos mantienen atados, éstas son las
principales cosas que debemos aprender a dejar ir, a través del perdón y de la
aceptación.
Recordemos lo peor que nos haya
ocurrido y el momento histórico de nuestra vida al cual pertenece, ahora
pensemos cuánta energía hemos invertido en aquel evento de nuestro pasado,
cuántas veces nos hemos permitido sufrir una y otra vez, por lo mismo… Creamos
ciclos de pensamientos, de emociones, que nos resulta difícil romper, pero una
vez que nos hacemos conscientes de ellos, podemos transformarlos.
No nos hace mejores personas el
hecho de sufrir más, nos hace mejores personas crecer y hacernos fuertes,
reconocer nuestro valor ante un evento que nos generó sufrimiento, pero si nos
anclamos a él y lo revivimos frecuentemente, nos hacemos más débiles e
incapaces de abrir nuestro ser a las cosas maravillosas que nos pueden ocurrir.
Liberemos espacios, calmemos nuestra mente, agradezcamos hasta lo más pequeño y
estaremos preparados para construir un futuro maravilloso sin perdernos de
nuestro presente.
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