Lo normal...
Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
viernes, 3 de julio de 2015
jueves, 2 de julio de 2015
Canary Islands. A true paradise.
Choose the island and "travel" where you want. Simply spectacular.
Islas Canarias. Un verdadero paraíso.
Elige la isla y "viaja" por cada una de ellas... espectacular.
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PSOAS: EL MÚSCULO DEL ALMA
La importancia del psoas para nuestra salud, vitalidad y
bienestar emocional.
El psoas es el músculo más profundo y estabilizador del
cuerpo humano, que afecta a nuestro equilibrio estructural, amplitud de
movimiento, movilidad articular y funcionamiento de los órganos del abdomen.
Es el único músculo que conecta la columna vertebral con las
piernas, el responsable de mantenernos de pie y el que nos permite levantar las
piernas para caminar. Un psoas sano estabiliza la columna vertebral y
proporciona apoyo a través del tronco, formando además un buen estante para los
órganos abdominales.
Algunos estudios recientes consideran además al psoas, un
órgano de percepción compuesto por tejido bio-inteligente que encarna,
literalmente, nuestro deseo más profundo de supervivencia y de florecer. Es
decir, es el mensajero primario del sistema nervioso central, por lo que es
considerado también como un portavoz de emociones (“de las mariposas en la
tripa”). Esto es debido a que el psoas está conectado con el diafragma a través
del tejido conectivo o fascia, por lo se ve afectado tanto en la respiración,
como en el miedo reflejo.
Un estilo de vida acelerado y el stress generan adrenalina
que crónicamente tensan el psoas,
preparándolo para correr, entrar en acción o encogerse para protegernos. Si constantemente mantenemos el psoas en
tensión debido al stress, con el tiempo comienza a acortarse y a endurecerse.
Se dificultará así nuestra postura y las funciones de los órganos que habitan
en el abdomen, dando lugar a dolores de espalda, ciáticas, problemas de disco,
degeneración de la cadera, menstruaciones dolorosas o problemas digestivos.
Por otro lado, un psoas tenso manda señales de tensión al
sistema nervioso, interfiere en el movimiento de los fluidos y afecta a la
respiración diafragmática. De hecho, el psoas está tan íntimamente involucrado
en las reacciones físicas y emocionales básicas, que cuando está tensionado de
forma crónica, está enviando al cuerpo continuas señales de peligro, por lo que
puede repercutir en el agotamiento de las glándulas suprarrenales y del sistema
inmunológico. Esta situación se ve agravada por la forma de sentarnos o por las posturas de nuestros hábitos diarios,
que reducen nuestros movimientos naturales y constriñen aún más el músculo.
Son muchas las posturas de YOGA que trabajan para liberar la
tensión innecesaria del psoas; pues un psoas relajado nos permite fluir, jugar
con la vida y desplegar nuestra vitalidad y expresión creativa.
Un psoas liberado permite alargar mucho más la parte
delantera de los muslos y permite a las piernas y la pelvis moverse con mayor
fluidez e independencia. Mejora la posición de la columna y de todo el torso,
con la consecuente repercusión en la mejora de las funciones de los órganos
abdominales, en la respiración y en el corazón.
Cuando cultivamos la salud de nuestro psoas se reavivan
nuestras energías vitales y conectamos de nuevo con nuestro potencial creativo.
En algunas filosofías orientales al psoas se le conoce como
el “músculo del alma”, un centro de energía principal del cuerpo. Cuanto más
flexible y fuerte esté el psoas, más podrá nuestra energía vital fluir a través
de los huesos, músculos y articulaciones.
El psoas sería como un órgano de canalización de la energía,
un núcleo que nos conecta a la tierra, nos permite crear un soporte firme y
equilibrado desde el centro de nuestra pelvis. Así, la columna vertebral se
alarga y a través de ella, puede fluir toda nuestra vitalidad.
miércoles, 1 de julio de 2015
¿SABES IDENTIFICAR A LOS LADRONES DE ENERGÍA?
Estamos casi seguros de que también tú, dispones de ese
amigo/a que siempre anda preocupado por mil cosas. Te hablan de su vida en todo
detalle, de sus ansiedades, miedos y deseos… pero jamás recuerda mirarte a la
cara para saber cómo estás. Una conversación con él de media hora parece todo
un día de arduos dilemas existenciales.
Es muy habitual encontrarse personas con estos rasgos de
personalidad. Pero lo peor sin duda puede ser vivir con alguien que, día a día,
te va arrancando la energía sin que te des cuenta. Dejándote en un segundo
plano, limando poco a poco tu fortaleza e incluso tu personalidad. Ya no
estamos hablando solo de personalidades tóxicas, sino de patrones de conducta
que tienen la peculiar facultad de “robarnos la energía”.
RECONOCER A LOS LADRONES DE ENERGÍA
Es muy posible que en tu círculo personal tengas
identificadas de algún modo a este tipo de personas. Pero siempre vale la pena
conocer en qué tipo de categoría suelen entrar para saber así cómo defendernos
de ellas en la medida que podamos.
1. La víctima: personas que nos hablan diariamente de sus
tragedias. De sus problemas y preocupaciones. Son personalidades que tienen la
gran habilidad de ver solo el lado oscuro de las cosas, y que a la vez,
disfrutan mostrándose como víctima de cara a los demás. Amigas, amigos o
incluso familiares a los que siempre les ocurre algo, que siempre les va mal en
el trabajo y en lo personal –según ellos/as mismos/as-. Aunque vistos desde un
plano objetivo, su vida no es muy diferente de la de cualquiera, con las mismas
dificultades que podemos tener todos.
Y eso sí, suelen ser personas que casi nunca preguntan o se
interesan por saber cómo estamos.
2. El intimidador: puede que alguna vez te hayas tenido que
ver con este tipo de personas. Y la experiencia, sin duda, no fue nada
agradable. Usan la ironía o el sarcasmo para herirnos. Usan una violencia
implícita donde es habitual el desprecio, o incluso el autoritarismo. No solo nos arrebatan la energía, sino que
nos humillan… A diferencia de las personas “victimistas”, el daño que nos
pueden infligir los intimidadores es mucho más palpable y destructor.
3. El conflictivo: ¿Puedes reconocerlo? Sin duda. Son
perfiles que siempre están a la defensiva, buscan siempre responsables a sus
problemas y justificaciones a situaciones que él mismo suele provocar. Su
simple presencia puede ocasionarnos problemas a nosotros mismos, ya que es
habitual que siempre acaben provocando situaciones tensas y conflictivas donde
no solo él sale afectado. No solo nos quitan la energía, sino que pueden
involucrarnos en serias complicaciones.
4. El adulador: personas que siempre buscan alagarnos, que
realzan nuestros dones y virtudes hasta la exasperación. Aparentan cercanía,
cariño y complicidad… pero en realidad, hay que tener cuidado, ya que tras
estos comportamientos solo se esconde la falsedad y el interés propio. Hay que
ir con cuidado con este falso encanto, porque no es real, porque tarde o
temprano… acabarán haciéndonos daño.
5. El inseguro: ¿Un vacío existencial en sus vidas? ¿Te
hablan de proyectos que nunca inician? ¿De las cosas que van a hacer o que son
capaces de hacer, pero que nunca cumplen? Todo es pura apariencia, porque en su
interior, son personas tremendamente inseguras.
Lo complicado de todo esto es que incluso pueden
culpabilizar a los demás de no poder cumplir sus proyectos, es un modo de
autoprotección, de no reconocer su incapacidad y su falta de decisión. Día y
noche nos hablan de sus problemas, envolviéndonos en su sinvivir acusándonos
incluso en alguna ocasión a nosotros mismos, por “no apoyarles” lo suficiente.
¿Te suenan?
6. El interrogador: ¿Cómo quedaste en tu cita de ayer? ¿Pero
cómo que no te atreviste a decirle nada? ¿Cómo piensas vivir ahora sabiendo que
no aprovechaste la oportunidad? ¿Te das cuenta de lo poco decidido/a que eres?…
esta, y muchas otras preguntas, son las que suelen utilizar las personalidades
no solo interrogadoras, sino también dominadoras.
Son especialistas en buscar errores ajenos sin reconocer los
propios, hábiles escudriñadores de nuestra vida sin ofrecernos ni respeto, ni
espacio propio para poder respirar.
Estamos seguros de que has identificado ahora a muchas de
esas personas, que diariamente, te van quitando la energía. ¿Qué tal si nos
vamos alejando poco a poco de ellas?
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