Playa de Morro Jable.
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sábado, 4 de julio de 2015
NO ME CORTES LAS ALAS
Es posible que a lo largo de tu vida, hayas experimentado
esta sensación más de una vez. El percibir que no puedes avanzar, que no te
permiten conseguir aquello que deseas, bien porque te “cortan las alas” o tal
vez, porque te ponen unos grilletes con el fin de que no puedas escapar de una
determinada esfera de control.
El crecimiento personal demanda oportunidades y confianza,
además de valentía y voluntad propia. A la hora de hablar de este concepto
podemos fijar nuestra atención por ejemplo en los padres o incluso en los
educadores, esas figuras de poder que muy a menudo, ejercen como “cortadores de
alas” habituales.
Modelos educativos en los cuales se “castra” la curiosidad
natural de los niños, encauzándolos por unos parámetros establecidos donde no
hay espontaneidad, ni creatividad… Al final educamos alumnos iguales y
estandarizados y de mentalidad rígida, que no se terminan de adaptar a un mundo
tan complejo como el actual.
Ahora bien, no solo son los padres o los educadores los que
a menudo limitan el crecimiento personal de los más pequeños. Hay veces, en que
esas tijeras están sujetas por nuestras propias parejas, relaciones en las que
lejos de “crecer”, de avanzar y madurar como persona, se nos vetan muchas
libertades y aspiraciones.
Un tema complejo del que merece la pena hablar.
¿De qué manera podríamos definir el crecimiento personal? En
ocasiones, sentimos esa inquietud en nuestro interior que tiene forma de vacío
y de ilusión, todo al mismo tiempo. Las personas estamos henchidas de metas y
proyectos, de aspiraciones con las cuales, retarnos a nosotros mismos para
sentirnos capaces, útiles y valiosos.
En ocasiones no son grandes proyectos, en absoluto, hay
veces que solo deseamos sentirnos bien, sentirnos independientes, valientes, y
seguros de nosotros mismos. Sin embargo, todo el círculo social que se extiende
a nuestro alrededor va a tener mucho peso a la hora de poder alcanzar estas
dimensiones, en ocasiones, tan básicas como elementales.
¿Cuáles son las principales barreras del crecimiento
personal? ¿De qué modo podemos vencerlas?
Veámoslo:
1. La desconfianza: La desconfianza de los demás y también,
la que nosotros mismos podemos desarrollar sobre las propias capacidades. En
ocasiones es una especie de círculo vicioso. Pensemos por ejemplo en esos
padres sobreprotectores que ponen una barrera tras otra para que su hijo, siga
en la unidad familiar.
Harán lo posible para que siga siendo dependiente,
frustrando incluso algunos aspectos laborales e incluso poniendo muros para que
encuentre una pareja. Cortarán sus alas una y otra vez, consiguiendo que se
autoperciba como una persona “no válida” para determinadas cosas. Es un riesgo
muy elevado.
2. La inseguridad: Resulta curioso ver como en ocasiones,
personas que llevan una vida vital, intensa e independiente, establecen de
pronto relaciones de pareja en las cuales, acaba cambiando su personalidad. El
control por parte de uno de los miembros, acaba generando dependencia, y la
dependencia se trasforma en miedo y en inseguridad. Son relaciones tóxicas
donde queda completamente desvanecida cualquier tipo de crecimiento personal.
3. Pérdida de control: En el momento en que percibimos que
nos están cortando las alas, y que a su vez, lo permitimos, perdemos todo el
control de la situación. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué dejamos que otros
levanten muros a nuestro alrededor vetando nuestro crecimiento personal?
En ocasiones es por miedo, otras por un cariño o un amor
tóxico al que somos dependientes y que no nos atrevemos a romper. Puede que sea
también por escasa fuerza de voluntad, porque es demasiado tiempo conviviendo
en esa zona de confort donde todo es seguro y previsible… Son sin duda, muchos
factores a tener en cuenta.
No permitas que lo hagan, no dejes que nadie decida por ti
ni que cerque tus aspiraciones. Lo que sientes en tu interior debe actuar como
una mecha y como un interruptor que debe hacerte reaccionar. El crecimiento personal
requiere valentía y saber buscar ese viento que hará navegar el timón de tu
barco.
Busca tu océano, emprende tu rumbo girando el rostro a
aquellos que desean cortarte las alas. Recuerda que todo aquel que intente
hacerlo querrá convencerte de que te quiere, de que hace lo que es mejor para
ti, pero no es cierto. Quien ama de verdad no impone ni vulnera, sino que
permite y abre el camino para que avancemos en confianza.
viernes, 3 de julio de 2015
jueves, 2 de julio de 2015
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PSOAS: EL MÚSCULO DEL ALMA
La importancia del psoas para nuestra salud, vitalidad y
bienestar emocional.
El psoas es el músculo más profundo y estabilizador del
cuerpo humano, que afecta a nuestro equilibrio estructural, amplitud de
movimiento, movilidad articular y funcionamiento de los órganos del abdomen.
Es el único músculo que conecta la columna vertebral con las
piernas, el responsable de mantenernos de pie y el que nos permite levantar las
piernas para caminar. Un psoas sano estabiliza la columna vertebral y
proporciona apoyo a través del tronco, formando además un buen estante para los
órganos abdominales.
Algunos estudios recientes consideran además al psoas, un
órgano de percepción compuesto por tejido bio-inteligente que encarna,
literalmente, nuestro deseo más profundo de supervivencia y de florecer. Es
decir, es el mensajero primario del sistema nervioso central, por lo que es
considerado también como un portavoz de emociones (“de las mariposas en la
tripa”). Esto es debido a que el psoas está conectado con el diafragma a través
del tejido conectivo o fascia, por lo se ve afectado tanto en la respiración,
como en el miedo reflejo.
Un estilo de vida acelerado y el stress generan adrenalina
que crónicamente tensan el psoas,
preparándolo para correr, entrar en acción o encogerse para protegernos. Si constantemente mantenemos el psoas en
tensión debido al stress, con el tiempo comienza a acortarse y a endurecerse.
Se dificultará así nuestra postura y las funciones de los órganos que habitan
en el abdomen, dando lugar a dolores de espalda, ciáticas, problemas de disco,
degeneración de la cadera, menstruaciones dolorosas o problemas digestivos.
Por otro lado, un psoas tenso manda señales de tensión al
sistema nervioso, interfiere en el movimiento de los fluidos y afecta a la
respiración diafragmática. De hecho, el psoas está tan íntimamente involucrado
en las reacciones físicas y emocionales básicas, que cuando está tensionado de
forma crónica, está enviando al cuerpo continuas señales de peligro, por lo que
puede repercutir en el agotamiento de las glándulas suprarrenales y del sistema
inmunológico. Esta situación se ve agravada por la forma de sentarnos o por las posturas de nuestros hábitos diarios,
que reducen nuestros movimientos naturales y constriñen aún más el músculo.
Son muchas las posturas de YOGA que trabajan para liberar la
tensión innecesaria del psoas; pues un psoas relajado nos permite fluir, jugar
con la vida y desplegar nuestra vitalidad y expresión creativa.
Un psoas liberado permite alargar mucho más la parte
delantera de los muslos y permite a las piernas y la pelvis moverse con mayor
fluidez e independencia. Mejora la posición de la columna y de todo el torso,
con la consecuente repercusión en la mejora de las funciones de los órganos
abdominales, en la respiración y en el corazón.
Cuando cultivamos la salud de nuestro psoas se reavivan
nuestras energías vitales y conectamos de nuevo con nuestro potencial creativo.
En algunas filosofías orientales al psoas se le conoce como
el “músculo del alma”, un centro de energía principal del cuerpo. Cuanto más
flexible y fuerte esté el psoas, más podrá nuestra energía vital fluir a través
de los huesos, músculos y articulaciones.
El psoas sería como un órgano de canalización de la energía,
un núcleo que nos conecta a la tierra, nos permite crear un soporte firme y
equilibrado desde el centro de nuestra pelvis. Así, la columna vertebral se
alarga y a través de ella, puede fluir toda nuestra vitalidad.
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