miércoles, 1 de julio de 2015

"Preocuparse es estúpido. Es como caminar con un paraguas abierto esperando a que llueva"

Wiz Khalifa


Frutas y verduras. El color sí importa. 



¿SABES IDENTIFICAR A LOS LADRONES DE ENERGÍA?

Estamos casi seguros de que también tú, dispones de ese amigo/a que siempre anda preocupado por mil cosas. Te hablan de su vida en todo detalle, de sus ansiedades, miedos y deseos… pero jamás recuerda mirarte a la cara para saber cómo estás. Una conversación con él de media hora parece todo un día de arduos dilemas existenciales.

Es muy habitual encontrarse personas con estos rasgos de personalidad. Pero lo peor sin duda puede ser vivir con alguien que, día a día, te va arrancando la energía sin que te des cuenta. Dejándote en un segundo plano, limando poco a poco tu fortaleza e incluso tu personalidad. Ya no estamos hablando solo de personalidades tóxicas, sino de patrones de conducta que tienen la peculiar facultad de “robarnos la energía”.

RECONOCER A LOS LADRONES DE ENERGÍA

Es muy posible que en tu círculo personal tengas identificadas de algún modo a este tipo de personas. Pero siempre vale la pena conocer en qué tipo de categoría suelen entrar para saber así cómo defendernos de ellas en la medida que podamos.

1. La víctima: personas que nos hablan diariamente de sus tragedias. De sus problemas y preocupaciones. Son personalidades que tienen la gran habilidad de ver solo el lado oscuro de las cosas, y que a la vez, disfrutan mostrándose como víctima de cara a los demás. Amigas, amigos o incluso familiares a los que siempre les ocurre algo, que siempre les va mal en el trabajo y en lo personal –según ellos/as mismos/as-. Aunque vistos desde un plano objetivo, su vida no es muy diferente de la de cualquiera, con las mismas dificultades que podemos tener todos.

Y eso sí, suelen ser personas que casi nunca preguntan o se interesan por saber cómo estamos.

2. El intimidador: puede que alguna vez te hayas tenido que ver con este tipo de personas. Y la experiencia, sin duda, no fue nada agradable. Usan la ironía o el sarcasmo para herirnos. Usan una violencia implícita donde es habitual el desprecio, o incluso el autoritarismo.  No solo nos arrebatan la energía, sino que nos humillan… A diferencia de las personas “victimistas”, el daño que nos pueden infligir los intimidadores es mucho más palpable y destructor.

3. El conflictivo: ¿Puedes reconocerlo? Sin duda. Son perfiles que siempre están a la defensiva, buscan siempre responsables a sus problemas y justificaciones a situaciones que él mismo suele provocar. Su simple presencia puede ocasionarnos problemas a nosotros mismos, ya que es habitual que siempre acaben provocando situaciones tensas y conflictivas donde no solo él sale afectado. No solo nos quitan la energía, sino que pueden involucrarnos en serias complicaciones.

4. El adulador: personas que siempre buscan alagarnos, que realzan nuestros dones y virtudes hasta la exasperación. Aparentan cercanía, cariño y complicidad… pero en realidad, hay que tener cuidado, ya que tras estos comportamientos solo se esconde la falsedad y el interés propio. Hay que ir con cuidado con este falso encanto, porque no es real, porque tarde o temprano… acabarán haciéndonos daño.

5. El inseguro: ¿Un vacío existencial en sus vidas? ¿Te hablan de proyectos que nunca inician? ¿De las cosas que van a hacer o que son capaces de hacer, pero que nunca cumplen? Todo es pura apariencia, porque en su interior, son personas tremendamente inseguras.

Lo complicado de todo esto es que incluso pueden culpabilizar a los demás de no poder cumplir sus proyectos, es un modo de autoprotección, de no reconocer su incapacidad y su falta de decisión. Día y noche nos hablan de sus problemas, envolviéndonos en su sinvivir acusándonos incluso en alguna ocasión a nosotros mismos, por “no apoyarles” lo suficiente. ¿Te suenan?

6. El interrogador: ¿Cómo quedaste en tu cita de ayer? ¿Pero cómo que no te atreviste a decirle nada? ¿Cómo piensas vivir ahora sabiendo que no aprovechaste la oportunidad? ¿Te das cuenta de lo poco decidido/a que eres?… esta, y muchas otras preguntas, son las que suelen utilizar las personalidades no solo interrogadoras, sino también dominadoras.

Son especialistas en buscar errores ajenos sin reconocer los propios, hábiles escudriñadores de nuestra vida sin ofrecernos ni respeto, ni espacio propio para poder respirar.

Estamos seguros de que has identificado ahora a muchas de esas personas, que diariamente, te van quitando la energía. ¿Qué tal si nos vamos alejando poco a poco de ellas?




martes, 30 de junio de 2015

Curiosa imagen: el mar a pocos metros y ellos acampan a la orilla de la carretera. Puede que fueran personas con poca movilidad física, aún así, no renuncian a su día de sol. 

Y claro, por ahí pasaba la todoterreno Charo Barea y su cámara inquieta, ¿quién si no? 


Espectacular vista aérea de Fuerteventura


TIEMPO, ¿ACASO NO LO CURABAS TODO?

No te aferres al pasado
ni a los recuerdos tristes.
No abras la herida que ya cicatrizó.
No revivas los dolores y sufrimientos antiguos.

Lo que pasó, pasó…                  

De ahora en adelante,
pon tus fuerzas en construir una vida nueva,
orientada hacia lo alto, y camina de frente,
sin mirar atrás.

Haz como el sol que nace cada día,
sin pensar en la noche que pasó.

Vamos, levántate…
¡porque la luz del sol está afuera!

Jaime Sabines


Me siento mal por algo que ya no debería importarme. Es una sombra que siempre me acompaña, me resulta demasiado pesada, creo que se llama pasado. Sueño con que llegue el momento en el que le pueda decir adiós y deje de atormentarme. Quizás a ti también te pasa o te ha pasado alguna vez.

Una cosa es tropezar dos veces con la misma piedra y otra muy distinta es encariñarse con ella… Pues bien, me parece que somos el vivo ejemplo de lo segundo. En realidad me niego a creer que el roce hace el cariño porque resulta un tanto insensato amar algo con lo que te tropiezas y haces daño.

He oído por ahí que la vida tiene tres accidentes geométricos: círculos viciosos, triángulos amorosos y mentes cuadradas. Creo que de alguno de ellos nos podemos examinar y sacar matrícula de honor. Me pregunto qué estamos haciendo mal para caer una y otra vez en los mismos bochornosos infiernos.

Es difícil hablar de esto,  porque hacerlo significa reconocer que vivimos enganchados a parte de nuestro pasado y que nuestras emociones pretenden vivir en él. Y entonces es cuando me da por pensar y me pregunto si no era el tiempo el que lo curaba todo, porque si es así lo está haciendo realmente mal…

De todas formas he llegado a la conclusión de que hemos sido estafados por un villano, pues yo hasta ahora solo he podido comprobar que el tiempo acomoda al sufrimiento en su sala de estar.

Vivir con esa esperanza es lo que nos está matando, por eso creo que ha llegado el momento de afrontarlo y aceptarlo. Al fin y al cabo las que ahora revivimos no son las únicas penurias de nuestro pasado, solo que a las anteriores las superamos plantándoles cara y ya no duelen… Supongo que esta vez fue diferente  porque el dolor nos cogió por sorpresa y con las defensas bajas.

Es probable que mires a tu alrededor y que todo esté bien, pero que de repente sientas una profunda tristeza que te invade, que se tiñe de culpa y que te produce un gran pesar. Es un resentimiento complicado porque no responde a nada, de hecho nos solemos responsabilizar de esto, tachando de egoístas a nuestras emociones cuando en realidad solo buscan que respetemos su espacio.

Lo cierto es que es muy duro vivir en un vaivén continuo por navegar en la barca de la tristeza que no tiene explicación pero creo que ya nos vamos comprendiendo y que podemos encontrar pronto la llave que abre la puerta de la reconciliación con nosotros mismos…

Vamos a ver, el problema está en que sepultamos nuestros conflictos y experiencias creyendo que eso nos librará de ellos pero nada más lejos de la realidad. Cubrir la herida no ayuda a que cicatrice en su interior; de hecho, hacerlo solo es una maniobra de primeros auxilios, nos puede salvar la vida pero no nos ayuda a recomponernos. Es por esto que ha llegado la hora de someternos a una intervención a corazón abierto.

Evitamos recordar pero “lo que fue” vive con nosotros y el llanto nos sorprende cuando menos lo esperamos. Es una mera cuestión de impulsos, de algo que quiere salir y que conforma otro de los síntomas de que vivimos en el pasado. Nos sentimos limitados y no sabemos por qué, algo nos impide dar lo mejor de nosotros mismos y no hay razón aparente para ello.

Nos hemos hecho especialistas en racionalizar nuestra vida interior sin darnos cuenta de que nos estamos consumiendo por dentro. Creo que ha llegado la hora de pisar nuestro pasado y de no permitir que nuestras emociones vivan en él.

Es el momento de que tú y yo nos arranquemos el collar, de indagar y afrontar, de encontrar la llave de nuestro candado y de seguir navegando en nuestra barquita camino de la libertad.

Y querido destino, si algo no va a ser para mí no lo pongas en mi camino. Yo ya he aprendido la lección, ya he mirado a atrás y he comprendido que nada puede volver a ser lo mismo y que lo que pasó, pasó.

Ahora ya entiendo que la razón por la que el tiempo no quiso recoger mis lágrimas fue porque su labor era enseñarme que no se puede ser fuerte con lo que es tu debilidad. Y es que del pasado no se vive, del pasado se aprende y nada ni nadie, excepto nosotros mismos, puede librarnos de ello. Es un gran error vivir en el presente recordando un pasado que ya no tiene futuro.



lunes, 29 de junio de 2015