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martes, 4 de julio de 2017
sábado, 1 de julio de 2017
Jill Bolte Taylor El derrame de iluminación TED 2008
DESPUÉS DE
LEER ESTE ARTÍCULO, NO VERÁS A TU MENTE DE LA MISMA FORMA
Son los
hechos sorprendentes, los grandes descubrimientos, esos que nos agitan y hacen
que en nuestra vida quede dividida entre antes y después, los que tienen la
facultad de hacernos crecer. En este artículo os vamos a presentar una historia
que tiene todos los ingredientes para que después de escucharla tengas la
sensación de que has pasado por uno de esos momentos
Algo así
sentí cuando vi la reveladora conferencia de la neuróloga y doctora por la
Universidad de Harvard (EEUU) Jill Bolte Taylor. La verdad es que por mucho que
trate de haceros un resumen de la Conferencia lo mejor es que la veáis
vosotros.
En ella,
además de explicarnos algunas cosas acerca del cerebro y de la diferencia entre
el hemisferio izquierdo y el derecho con un cerebro real que presenta en el
escenario y que despierta la risa de muchos de los asistentes, nos cuenta su
increíble experiencia.
Jill decidió
estudiar Neuroanatomía porque su hermano sufría esquizofrenia y ella quería
saber, entender, qué ocurría entre un cerebro “normal” y un cerebro afectado
por enfermedades mentales, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.
Quién le iba
a decir a ella que un buen día se levantaría con una extraña sensación que
resultó ser un ictus cerebral, del que no se recuperaría del todo hasta pasados
8 años y que para ella fue una experiencia increíble. Sí como lo oís.
De una forma amena y sencilla nos explica los síntomas claros que identifican a un ictus. Si os fijáis en su charla, todo lo que nos cuenta de una forma clara que le fue ocurriendo desde que despertó hasta que empezó a hacer sus ejercicios, se metió en la ducha y sintió todo esto: alteración del nivel de conciencia y confusión repentina, pérdida de fuerza repentina en un brazo o pierna, problemas en el habla, no comprende lo que le dicen (Jill cuenta como llamó a un compañero y sólo le escuchaba decir “gua gua gua”), pérdida de visión, dolor fuerte de cabeza, pérdida del equilibrio y la coordinación, dificultad para andar y hormigueo.
Jill nos
cuenta como su hemisferio izquierdo se desconectó, perdió la percepción de la
realidad y como su hemisferio derecho le proporcionaba una sensación de paz, de
felicidad que ella misma califica como de Nirvana. Era increíble y para ella
supuso una experiencia reveladora, mística y profunda que debía contar al
mundo.
Así,
desapareció su estrés, sus preocupaciones y tenía una mente silenciosa que no
la molestaba, ella misma se asombró y dijo ¡es genial! ¡perder 37 años de carga
emocional es tan liberador!¡pero no tengo tiempo para sufrir un ictus!
Después de
esta experiencia Jill nos invita a que seamos dueños de nuestra vida, que
seamos nosotros mismos quienes nos facilitemos la vida sin complicarnos en
exceso, que desconectemos nuestro hemisferio izquierdo.
¡Nosotros tenemos el
poder de desconectar!
Realmente
entre el llanto y la risa Jill consigue emocionarnos y hacernos reflexionar
sobre el auténtico sentido de la vida. Dirige la reflexión a como a veces
parecemos necesitar un toque de atención para darnos cuenta de lo afortunados
que somos.
A propósito
de este artículo y de esta reveladora conferencia me gustaría animaros
humildemente y desde mi posición y gracias a la oportunidad que me ofrecen las
redes sociales para expresarme; si habéis padecido un ictus o lo ha padecido
algún familiar vuestro veáis esta conferencia, hablad con vuestros seres
queridos del miedo que habéis sentido o que aún sentís, expresaos con
franqueza, llorad cuando lo necesitáis y apoyaros en un hombro amigo.
Y es que
siempre… siempre hay alguien dispuesto a ayudaros y a comprenderos.
También os
dejamos este interesante PDF donde podéis informaros de todo lo relativo al
ictus y es que cuanto más información tengamos sobre cualquier tema, mejor será
todo.
http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_466_Ictus_AP_Lain_Entr_paciente.pdF
miércoles, 28 de junio de 2017
martes, 27 de junio de 2017
sábado, 24 de junio de 2017
viernes, 23 de junio de 2017
miércoles, 21 de junio de 2017
DIME CÓMO HABLAS Y TE DIRÉ CÓMO ERES (8
TIPOS DE PERSONALIDAD)
“Oigo y olvido. Veo y
recuerdo. Hago y entiendo.”
Proverbio chino
Es bien
sabido que nuestra personalidad influye de forma directa en la forma de
comunicarnos. Dado que somos animales de
tendencias, es preciso que conozcamos las opciones más comunes para saber cómo
actuar con cada tipo de persona.
Así, resulta
verdaderamente útil e interesante saber cómo nos podemos comportar ante
comunicadores tóxicos que solo quieren discutir o que siempre pretenden llevar
la razón. Como ya veremos a continuación, la paciencia, la asertividad y la
empatía son aspectos comunes que siempre debemos mantener.
Tipos de personalidad
1. El indeciso
Suelen tener
muchas dudas y ser inseguros, de modo que requieren mucha atención y dedicación
para que nos interpreten de forma correcta. Son personas que buscan tener
muchas opciones a la hora de actuar para evitar el arrepentimiento. Por
ejemplo, comparan muchos productos en el supermercado antes de decidirse a
comprarlo.
Puede ser
complicado relacionarnos con ellos. No es adecuado imponer un punto de vista
adecuado o mostrar excesiva seguridad, pues se aferrarán a esto y frenarán su
desarrollo. Lo mejor es fomentar la tranquilidad y confianza con palabras que
favorezcan la cooperación, la empatía y la escucha.
Hay que
evitar hacerle sentir un bicho raro por su indecisión. No debemos ser muy
concretos ni desgranar en exceso el comentario que queramos hacer, puesto que
es probable que se centre en aspectos que no son demasiado relevantes.
2. El silencioso
Este tipo de
personas no nos ofrecen información sobre sus emociones, ni positivas ni
negativas. Se lo guardan para ellos, al igual que gran parte de sus opiniones.
Suelen reflexionar mucho sobre la situación en la que está, nos observan y
analizan cuáles son nuestras características principales.
La actitud
que más facilitará nuestra relación con ellos es una disposición empática y
amable. La mejor forma de que perciban que nos interesamos por ellos y se
sientan cómodos es que hagamos preguntas cerradas, es decir, que favorezcan
respuestas de Sí o No.
El hecho de
que sean personas que hablan poco o nada, nos puede hacer pensar que no nos
escuchan y, por ello, favorecer que elevemos la voz. Esto resulta bastante
incómodo y debemos evitarlo. Además, si se animan a hacer algún comentario es
mejor que no les interrumpamos.
3. El egocéntrico
Se trata de
una persona que cree que sabe de todo y que nos hace creer que tiene una
opinión firme y fundada sobre cualquier tema del que hablemos. Se muestra
superior, no acepta consejos e intenta controlar siempre la situación.
Se trata de
un tipo de personalidad tóxica para sí mismo en primer lugar. Solo le agradan
los elogios y en todo momento hace alusión a sus grandes conocimientos sobre lo
que se esté hablando en la conversación, menospreciando lo que los demás dicen.
A la hora de
relacionarnos con ellos y no morir en el intento, debemos de ser muy objetivos
y concretos, probando nuestros conocimientos con información veraz. Es clave
que nos mostremos asertivos, empáticos y en actitud de escucha para facilitar
una buena interacción.
Si
consideramos que es superior a nuestras fuerzas, debemos de retirarnos de forma
sutil sin cerrar la puerta del todo. Evitaremos interrumpir de forma radical
una conversación, discutir o mostrar impaciencia o desconocimiento.
4. El reflexivo
Este tipo de
personas tienden a buscar gran cantidad de información sobre un tema tratado. A
la hora de relacionarnos con ellos es necesario que seamos pacientes y
aportemos la información de la que dispongamos de forma objetiva y completa.
Es
importante que les dejemos pensar y nos adaptemos a su ritmo si queremos tener
una comunicación fluida. Debemos evitar las prisas, pues son malas consejeras y
es inadecuado que les obliguemos a decantarse por una u otra opción, les
forcemos a hablar o les pongamos nerviosos.
5. El conversador
A este tipo
de personas les gusta hablar de cualquier cosa, da igual el tema tratado en el
inicio. Puede saltar de una conversación a otra de forma constante, por lo que
requieren que les prestemos atención constante.
Siempre se
interesan y tienen en cuenta lo que los demás tienen que decir. Por eso, a la
hora de relacionarnos con ellos, es importante que seamos concretos y vayamos
por puntos. Es necesario procurar que el entusiasmo no decaiga y no debemos
mostrarnos cansados o abatidos.
6. El discutidor
Estamos otra
vez ante un tipo de personalidad que puede ahogarnos. Este tipo de personas, en
su afán por contrastar y discutir sobre todo, puede resultarnos pesada,
hacernos dudar o responsabilizarnos.
Ante estas
personas nos envuelve una nube tóxica con aires de superioridad y de grandeza
que puede poner límite a nuestra paciencia.
Es
importante que nos mantengamos firmes y aportemos datos que refuercen nuestras
opiniones para que éstas no sean engullidas por su ego. No es conveniente que
entremos a discusiones o mostremos debilidad, así como tampoco es adecuado
dejarse impresionar por sarcasmos o críticas personales.
7. El tímido
Las personas
reservadas no suelen mirar a los ojos y ponen grandes distancias entre ellos y
los demás. La postura que mantienen suele ser encorvada y sugieren inseguridad.
Les cuesta mucho preguntar por miedo a hacer el rídiculo y sentirse temerosos o
ansiosos.
Podemos
aumentar la seguridad de estas personas aportando y reforzando lo positivo,
dando consejos y ofreciendo ayuda para que la persona se sienta cómoda y
liberada.
Es clave que
el contexto sea tranquilo y favorezca el contacto visual progresivo, así como
una comunicación no verbal que no invada la intimidad del otro. No es
aconsejable la mirada fija, pues implica cierto reto que perjudicará que esta
persona se abra ante nosotros.
8. El incrédulo
De nuevo nos
topamos con personas que vampirizan la comunicación. Mantienen una actitud
defensiva constante, maximizan lo negativo y minimizan lo positivo.
Suelen estar
predispuestos a no cambiar de opinión, por lo que no tienen interés en discutir
y tienden a hacer alusión a un intento de manipulación por parte de su
interlocutor.
Es
importante que seamos muy objetivos a la hora de hablarles para no darles
opción de que nos malinterpreten. Dada su tendencia de hacer una montaña con un
grano de arena, seremos cautelosos, asertivos, empáticos y seguros.
La paciencia
es la madre de la ciencia, por lo que manifestaremos tranquilidad y no les
dejaremos solos, pues de hacerlo reforzaría su idea sobre la falta de atención.
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